Siendo nuestra tierra pródiga en personas que gustan de subir al monte, no es de extrañar que contemos ya con un trío que ha alcanzado las 14 cumbres más altas del planeta. En aquellas zonas se respira aire limpio, se pisa naturaleza virgen y por fortuna no llegan las garras de ilustrados planificadores occidentales.
De las altas cumbres.
Más cerca, en Zaragoza, ha tenido lugar los días 8 y 9 de junio una alta cumbre de ministros de transporte de la UE sobre la Red Transeuropea. Entre peleas por priorizar corredores y ejes, el comisario Kallas ha avisado de que “falta financiación y hay que concentrarse en terminar los ejes ya incluidos en la lista y que están retrasados”. Aún así, prevén gastar más de 500.000 millones de euros en obras previstas para el período 2.007−2.020. Con esas redes transeuropeas persiguen un nuevo cambio de escala en mercados y producción. Conseguirán primordialmente incrementar los flujos de mercancí¬as y capital, aumentando a su vez la artificialización del territorio y la emisión de gases de efecto invernadero. Continuarán otorgando prioridad a autopistas, alta velocidad ferroviaria, enormes aeropuertos y superpuertos. Desoyendo protestas sociales –hasta allí llegaron protestas contra el TAV de Euskal Herria- y contraviniendo su teórica defensa de la movilidad sostenible, toman esa senda que de la cumbre conduce directamente al precipicio, al inaceptable desastre ambiental, social y económico.
A los bajos fondos.
Desastre, y mayúsculo, el que provocó un descomunal escape de gas letal en Bhopal (India) en 1.984. Ahora han sido condenados a tan sólo 2 años de prisión y menos de 9.000 euros de multa los directivos de Unión Carbide. Ahora, 26 años después, con el resultado de 22.000 personas muertas y 150.000 supervivientes con enfermedades crónicas, «la Justicia» vuelve a estar junto al poder económico. Quién sabe en qué bajos fondos habrá buceado la todopoderosa Dow Chemical ‑actualmente propietaria de Unión Carbide- para conseguir lo que en realidad podemos considerar como una absolución.
Salvando las distancias, evidentemente, y echando una mirada a nuestra tierra, en breve conoceremos la sentencia sobre el caso Inama ‑Muxika, Bizkaia‑, contaminante empresa que durante tantos años ha campado a sus anchas. Confiemos en que nadie haya buceado entre lodos, que haberlos también los hay por Urdaibai.