En medio de la gran vorágine de acontecimientos que se está produciendo en nuestra Latinoamérica, es necesario no caer en el inmediatismo y hacer un análisis mucho más reposado sobre los procesos sociales que hoy nos toca vivir.
La asunción al poder de gobiernos populistas, socialdemócratas y reformistas, en nuestro continente, sirvió para sellar un nuevo intento de alianza de un sector de la burguesía con las transnacionales y con los sectores más poderosos de la economía en varios países de la región.
Lo novedoso de este proceso es que esta alianza, se apoya en los sectores populares y logra hegemonizar su movilización y sus aspiraciones, las más de las veces expresadas a través del voto popular.
Conseguido el poder político por estos sectores y apoyados en un alza relativa y pasajera de los precios de muchas de las materias primas que son la base de la renta de estos países, estos gobiernos tuvieron cierta autonomía económica para entregar una serie de soluciones asistenciales a los sectores más golpeados por el capitalismo en su etapa anterior. Y utilizando un discurso cercano a la izquierda revolucionaria, lograron hacerse de una base social de apoyo fundamentalmente ligada a la satisfacción parcial de algunas de sus demandas más urgentes.
Todos estos procesos fueron decretados como “verdaderas revoluciones” y en algunos casos, se les quiso asimilar con el socialismo. En todos estos procesos sin excepción, se elevó la democracia burguesa como máxima conquista a defender a toda costa y hasta se discutió, cual de nuestras pobres y restringidas democracias burguesas funcionaba mejor.
Desatada la crisis sistémica del capital, con la consiguiente carga restrictiva en los países capitalistas desarrollados, el margen de maniobra de estos gobiernos, también llamados progresistas por algunos analistas, se redujo significativamente y se vieron enfrentados a una nueva situación de la cual no podían escapar. O se optaba por profundizar los cambios y se le hacía pagar a la burguesía los efectos de la crisis capitalista, o se volvía a castigar a la clase trabajadora y explotada y se hacía recaer en ellos los efectos de la crisis sistémica del capital.
Tal como fue denunciado en su momento por nuestro movimiento, estos gobiernos no podían escapar a los intereses de clase que efectivamente representaban y fueron paulatinamente adoptando medidas que favorecían a la burguesía en desmedro de las trabajadoras y trabajadores.
Toda esta situación, ha generado un nuevo cuadro en Latinoamérica que se empieza a expresar por distintas vías y situaciones que a veces parecen coyunturales.
La criminalización creciente de la protesta social, el chantaje que se hace al asimilar toda movilización con desestabilización, el intento por entender la lucha social y política en blanco y negro; o es el reformismo el que gobierna, o es la derecha. La represión directa al emergente descontento en los sectores populares y la adopción de más y más medidas que favorecen a la burguesía, son todos síntomas que lo que está ocurriendo realmente, forma parte de un cuadro mayor del desarrollo de la lucha de clases que es necesario analizar y asumir por los sectores revolucionarios.
Debemos tener mucho cuidado en otorgar nuestro ciego apoyo a cualquier gobierno y frente a cualquier medida que estos adopten.
Una situación por ejemplo, que la izquierda revolucionaria no ha analizado del todo, es la vivida con ocasión del golpe de Estado desarrollado en Honduras. Vimos en ese momento y seguimos observando ahora, como compañeros y compañeras desde la izquierda, le daban un certificado casi de héroe popular, a un vulgar terrateniente y empresario, que no hacia otra cosa que defender los intereses de un sector de la burguesía en pugna inter clase con otro sector también burgués.
Una cosa es condenar el golpe de estado en la hermana república de Honduras y otra muy distinta, es el apoyo desmedido y sin base objetiva, que se le otorgó a Zelaya, presentándolo casi como un revolucionario. Nuestro apoyo siempre estará para nuestros hermanos de clase y jamás será comprometido con representantes de la burguesía, por mucho que desarrollen un discurso oportunista y populista. Queda pendiente la tarea de investigar y exponer con claridad, cuales eran y son los intereses que representa y defiende Zelaya en relación a Honduras.
Este análisis también es válido en relación a Ecuador. En nuestra página web, se han reflejado las posiciones de los diferentes frentes sociales frente al gobierno de Correa y como este ha ido paulatina, pero inexorablemente, asumiendo posiciones muy alejadas del movimiento social que fue su sustento electoral principal y que lesionan gravemente a los sectores populares. Su política en relación al petróleo, al conflicto del agua, a los salarios y frente a las comunidades indígenas, ha puesto a las claras, que no defiende los intereses de las clases populares y si representa una suerte de renovación en la dominación burguesa y capitalista.
El gobierno de Correa ha mantenido intacto el poder de la derecha en Ecuador y no solo no ha tratado de desmontar el complejo jurídico-político burgués, sino que ha tratado de fortalecerlo en varias direcciones. Al mismo tiempo ha tratado de criminalizar al movimiento social y ha reprimido duramente sus manifestaciones tal como lo demuestran los hechos concretos y de reciente data.
Lo anteriormente descrito, también se expresa en distinta medida, en otros puntos del continente donde existen estos tipos de gobierno y donde a partir de la crisis, las masas empiezan a exigir sus derechos y emprenden movilizaciones.
Lo concreto al momento del análisis, es justamente asumir una posición de clase, tal como lo hace la burguesía, que jamás equivoca el rumbo y que actúa corporativamente, por mucho que mantenga conflictos intestinos fruto de la feroz competencia capitalista.
El análisis de clase hasta donde entendemos, nos dice varias cosas que no podemos ocultar. Lo primero señalar que estamos, palabras más o palabras menos, viviendo en un continente que con una sola relativa excepción, tiene de común, un Estado capitalista, una institucionalidad jurídica-política burguesa, una economía capitalista y al servicio de las transnacionales, un entramado burocrático burgués y administradores de turno de ese complejo jurídico-político, económico, social, estamental y militar, de corte también burgueses. Nos referimos a los gobiernos. Sin duda son los administradores de turno que se da la burguesía para que defiendan sus intereses.
La crisis sistémica del capital, ha puesto de nuevo que florezcan los distintos segmentos de la burguesía para defender sus intereses particulares en cada región y es así como se han perfilado distintas manifestaciones de esta lucha inter burguesa.
Los sectores populares conducidos muchas veces, por organizaciones que han ido marchando a la zaga del reformismo más atrasado, no logran penetrar con su mirada esta situación y optan por apoyar en forma ciega, al sector que identifican como el más “progresista”, confundiendo dadivas y medidas de asistencia social, con políticas revolucionarias y obligan con su conducta vacilante, a que las masas sigan confiando su futuro en gobiernos que cada vez tienen menos margen de maniobra y que ya empiezan a ensayar, la respuesta represiva frente a las crecientes demandas y movilizaciones de las masas populares.
Las masas no tienen por qué optar por el mal menor. Sometidas en la actualidad al perverso juego burgués, de decidirse solo entre dos opciones en juego, reformismo burgués vs derecha también burguesa, las masas terminan convencidas que no hay otra salida y se entregan en brazos de cualquiera de las dos opciones. La opción efectivamente revolucionaria, queda invisible producto muchas veces de la cooperación que hacen con el sistema, personas que se dicen de izquierda.
Al no aparecer clara y nítida la opción revolucionaria, que exprese la necesaria independencia de clase, fortalecida con un programa de acción revolucionario y que ponga en el centro del debate la viabilidad o no del sistema capitalista, los sectores populares terminan muchas veces en manos nuevamente del populismo y en algunos casos, en manos del fascismo, cansado el pueblo de tanta desilusión.
Por tal razón, es necesario hoy que aún es tiempo, realizar un análisis de clase de nuestros estados burgueses, desnudar sus fuertes contradicciones, enfrentar a la burguesía con un programa de acción revolucionario, luchar por la construcción de las herramientas políticas de la clase obrera y el pueblo explotado de la ciudad y el campo, levantar las banderas del socialismo revolucionario, luchar efectivamente por lograr la hegemonía en la dinámica de la lucha de clases, y emprender consecuentemente el camino propio.
No tenemos que temerle al debate, ni con el reformismo, ni entre revolucionarios. Debemos recordar que él que no avanza, retrocede, y es por esta razón que hoy, aprovechamos la ocasión para abrir la discusión sobre estos temas.
La situación vivida en Ecuador, nos permite afirmar que el reformismo, al no romper definitivamente con las estructura del estado burgués y recrear una política antipopular en los últimos tiempos, posibilitó el surgimiento de una base objetiva de descontento y que pudo haber sido canalizada por la derecha y sectores de la oposición golpista. Esta situación lo único que denuncia, es la falta de consecuencia de un gobierno que al igual que el venezolano, lo ha tenido todo para transformar el viejo estado burgués y avanzar efectivamente al socialismo. ¿Porque no lo ha hecho? Sencillamente porque esa no es su misión al frente del estado.
El repudio a intentonas golpistas, no nos puede llevar a la confusión de identificar las posiciones de gobiernos burgueses, con los intereses de la clase obrera y el pueblo explotado de la ciudad y el campo. Si bien repudiamos los intentos golpistas comandados o respaldados por la derecha de la burguesía, no es menos cierto que debemos denunciar la serie interminable de promesas no cumplidas y el intento de hacer pagar a las trabajadoras y trabajadores, los efectos de la crisis del capital y ponernos a la cabeza de las movilizaciones por estos motivos.
De tal forma que seguiremos denunciando el carácter del gobierno de Correa y de otros gobiernos mal llamados progresistas. Seguiremos al lado y en solidaridad con el movimiento social, con las y los trabajadores, con los indígenas y con todo aquel que levante consecuentemente las banderas del socialismo revolucionario.
No se puede gobernar para el pueblo, sin romper con la burguesía, porque es algo utópico y fuera de todo análisis objetivo basado en una posición de independencia de clase.
Quienes pretenden seguir respaldando proyectos que en el mejor de los casos, solo buscan el fortalecimiento de un sector de la mal llamada burguesía “nacional” y que como gran solución al problema del desarrollo que enfrentan nuestros países, nos quieren convencer que lo que hace falta es más capitalismo, ahora impulsado por una burguesía “patriota”, quedaron en bancarrota. Estos sectores quedarán cada vez más sin respuesta frente a las sucesivas crisis que necesariamente tienen que ocurrir en el marco de una sociedad basada en la explotación.
Esos sectores son los mismos que ayer nos llamaban a votar por los candidatos de la alianza oficialista en Venezuela, no importando que algunos de ellos se hayan visto comprometidos en matanzas horrendas contra revolucionarios, como es el caso del ahora diputado impune, Roger Cordero Lara, acusado de ser uno de los pilotos que participó en el bombardeo de un campamento de revolucionarios, con una matanza de decenas de muertos, más conocida como “La Matanza de Cantaura”. Hasta allí llega el oportunismo de estos sectores, lo que demuestra que cada vez en mayor medida son conscientes de la crisis, pero que no pueden imaginar por propia incapacidad, otra respuesta que no sea sumarse dócilmente como vagón de cola al tren reformista burgués, aunque sea perdiendo hasta los valores mínimos que una persona debe mantener.
Los tiempos de los apoyos críticos, política en que estuvieron atrapados ciertos partidos y grupos de la izquierda, ha pasado. La misma dinámica de la lucha de clases, la ha lanzado por la borda siendo superada por la fuerza de los hechos. La realidad fue más fuerte y la lucha de clases impuso sus leyes de guerra que no pueden ser soslayadas. Quienes persisten en aquella política timorata, cada vez están llamados a desarrollar más apoyo y cada vez menos critica, terminando por justificar hasta la represión al movimiento social.
Desde el punto de vista revolucionario, no podemos olvidar eso sí, que el reformismo cuenta en estos momentos, con gran parte del movimiento social, que a su vez es expresión de una base social objetiva entre los sectores más desposeídos de nuestra población. Este no es solo un dato, sino que denuncia todo el trabajo que tenemos por delante en orden a esclarecer una táctica que implique llegar con nuestras ideas y planteamientos, precisamente a esos sectores e incidir de manera estratégica en su desarrollo político.
Todo lo anterior significa un enorme esfuerzo explicativo y una labor paciente y consecuente en el seno de las masas. Lo anterior está íntimamente ligado a una implacable lucha teórica por ganar el corazón y la mente de los sectores populares. Allí se librarán los combates definitivos y es allí donde debemos dirigir nuestros esfuerzos. De lo que se trata es de desarrollar cientos de miles de pequeñas batallas cotidianas, donde nuestro interlocutor sean las masas explotadas de la ciudad y el campo y realizar la experiencia organizativa y de combate con ellas.
El movimiento revolucionario no puede seguir amarrado al vagón trasero del reformismo, ni tampoco esperar eternamente por otras organizaciones que si bien manifiestan cercanías con nosotros, aún se debaten en confiar en sus propias fuerzas, o seguir a la zaga del reformismo. Discutir abiertamente esta cuestión, es sin duda una de nuestras tareas del presente que debemos asumir en toda su dimensión.
La unidad del movimiento revolucionario en Venezuela por ejemplo, es todavía una quimera. Son muchos los grupos que existen y muchas las lecturas que se tienen sobre lo que se debe hacer. Las dificultades para el encuentro de posiciones, son variadas, pero fundamentalmente radican en el análisis que se realiza del actual proceso y sobre dónde y cómo realizar la acumulación.
Nosotros guevaristas, insistiremos en los caminos de la unidad, pero no nos detendremos ahí. Seguiremos avanzando lentamente en el seno de las masas y construyendo con paciencia tanto la idea, como el instrumento revolucionario.
La lucha en contra del capitalismo, expresada no como consigna, sino en práctica política cotidiana, nos enfrentará necesariamente con los patronos y también con el Estado que defiende los intereses de la burguesía. En esos combates se seguirá desarrollando el espíritu guevarista y nuestra política seguirá encontrando nuevos cauces para desarrollarse. Podemos y debemos elevar las reivindicaciones de los sectores donde tenemos presencia y ponernos a la cabeza de esas luchas. No es necesario que nos identifiquemos como guevaristas con las masas por el momento, pero si como consecuentes revolucionarios.
Seguiremos demarcando aguas con el reformismo haciendo la clara distención entre la base honesta y comprometida y la dirigencia teórica, política y materialmente burguesa. Seguiremos rescatando la figura del Che de la vitrina inofensiva donde lo quieren poner para conmemorar cada 8 de Octubre su asesinato y aprovecharse mediáticamente de la fecha. El Che vive en las luchas de los pueblos y en el desarrollo de la independencia de clase necesaria para la revolución.
En estos días veremos a muchos oportunistas que ayer nos llamaban a votar hasta por asesinos del pueblo, como el caso ya nombrado, tomar la figura de nuestro comandante Che Guevara, para justificar la injustificable. No importa. Serán igualmente derrotados y expuestos frente a la historia en su triste papel de justificar y darle base social al capitalismo.
En Octubre las figuras del Che, de Miguel, de Raúl y de Cantaura, se agigantan y en su vuelo de dignidad y justicia, hacen que surjan nuevos revolucionarios combatientes de la alegría y la vida plena que significa el socialismo. Esos hermanos constituyen para nosotros, el verdadero destacamento de vanguardia y en su ejemplo, nos formaremos. A Guevara y al guevarismo, no lo conmemoramos en Octubre, es nuestra práctica política cotidiana y de eso nos sentimos más que orgullosos y orgullosas.
Nuestra práctica cotidiana subversiva, ha resistido en este tiempo, todo intento por domesticarla. Hemos puesto en retirada al reformismo de nuestras filas. Hemos combatido el acomodo fácil dentro del Estado, que no pocas veces tocó nuestra puerta. Con las uñas hemos ido construyendo una alternativa política para nuestra clase obrera y l@s explotad@s de la ciudad y el campo, en medio del más desenfrenado oportunismo político que ha conocido Venezuela. Y lo hemos hecho sin dar ni pedir cuartel, tal como la planteáramos en nuestra primera declaración pública y a pesar de todas las dificultades, hoy podemos decir con propiedad, que seguimos creciendo en el seno de los más humildes y de nuestra juventud. Por algo será.
Este segundo aniversario de nuestro movimiento, nos encuentra más alegres, más rebeldes, más subversivos y más guevaristas. Y no se puede ser guevarista, sino se lucha por la independencia política de la clase obrera y l@s explotad@s de la ciudad y el campo, por quebrar el bloque en el poder y superar la hegemonía burguesa capitalista, por construir el Poder Popular como poder autónomo del Estado y por derrotar política, social, económica, cultural y militarmente, al viejo estado burgués capitalista. La única forma de ser consecuente luchador antiimperialista, es luchar contra el capitalismo donde quiere que se encuentre y no otra cosa que capitalismo es la que encontramos en nuestros países. Por lo tanto la lucha contra el capitalismo, es lucha antiimperialista, no importando el ropaje político que este asuma en cada uno de nuestros países.
Este aniversario del asesinato del Che en Bolivia, no levantaremos campañas especiales. Tampoco haremos grandes actos, ni nos golpearemos el pecho con su nombre como algunos. Seguiremos trabajando pacientemente en el seno del pueblo, para subvertir el orden establecido. Sabemos quién con su estrella infatigable, nos acompaña día y noche por los senderos del pueblo. Sabemos que el Che vive en cada mujer y hombre humilde que se levanta y se incorpora al combate. Sabemos que el Che es guía y maestro de la futura revolución socialista que está por venir y en ese esfuerzo pondremos nuestra vida.
Con todos nuestros muertos heroicos, los conocidos y los que no lo son, con todos nuestros sueños de constructores sociales, con toda la poesía alegre y subversiva del pueblo humilde, con Briceño, con Támara, con Raúl y con Miguel, Con Santucho, Filiberto y con el Che,
¡¡¡ A construir la herramienta política revolucionaria!!!
¡¡¡Luchar contra el reformismo, es luchar contra el capitalismo!!!
¡¡¡Que la crisis la pague la burguesía!!!
¡¡¡Viva el segundo aniversario del MGR!!!
¡¡¡Adelante con todas las fuerzas de la historia!!!
MOVIMIENTO GUEVARISTA REVOLUCIONARIO