Resulta tentador motejar a Obama de «demócrata» si se le compara con el trogloditismo de los elementos del mediático y financiadísimo Tea Party, que piensan que el presidente estadounidense es poco menos que un peligroso comunista, al igual que en el Estado español la caverna casposa quiere hacernos creer que el PSOE es un partido de izquierdas, aunque sólo sea por lo del matrimonio homosexual. El grupo Prisa, feliz de estos granos «guatepeor» que te reivindican como puro y genuino «guatemala». Es el juego: funkspiel. Apariencia, «velo de Maya», Upanishad hindú.
Como se sabe, el nombre Tea Party viene del Motín del Té que protagonizó un grupo de colonos norteamericanos en el siglo XVIII contra los elevados impuestos de la metrópolis y que arrojó los cargamentos de té a la bahía de Boston. Se supone que ahora se «rebelan» contra un gobierno federal «opresor» por su política de altas tasas, como si Obama fuera el equivalente de la Corona inglesa.
Si el Tea Party pasa por ser una fracción de la extrema derecha del ya de por sí ultrarreaccionario Partido Republicano, ¿qué no serán Obama y el Partido Demócrata sino bolcheviques embozados? Y es que por eso los tienen sus voceros más destacados, encabezados por la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin. Lo más divertido ‑yo así me lo tomo- es que estos fanáticos creen en lo que dicen ‑ya no es tan divertido- y no como en Hispanistán, donde los carpetovetónicos talibanes tribales ejercen de tales, pero no creen ni una sola palabra de lo que vociferan, son más pérfidos, aunque no tanto como los «sociolistos», peleles y mastines del capital, pero no menos trincones; hermanos sí, pero no «primos», mire usted.
¿Y qué dicen estas joyas? Al parecer sus bases se componen de jubilados, desempleados y amas de casa. Leyendo el «Granma» me entero de que la «bruja» ‑así la llaman- Christine O’Donell suelta estas perlas: «la evolución es un mito, porque si no, ¿cómo es que los monos hoy no se transforman en seres humanos?». Glen Beck, un bocazas de la cadena televisiva Fox (la que produce la corrosiva serie «Los Simpsons», pero con pingües beneficios, acabáramos), llama a Obama «racista antiblanco». Y ahora parecerá que yo defiendo a Obama. Es lo que tiene enzarzarse en estos anfibológicos juegos.
Sigue la «bruja» con sus sortilegios y nos informa de que, al igual que el tarado Bush Jr., oyó la voz de Dios y la previno contra China e Irán (que sería «el Diablo») y contra el ateísmo impío (la redundancia es suya), marxistas, «comunistas fascistas» (sic), «demócratas de extrema izquierda» (resic), antiblancos, feministas y anticristianos. Yo diría, ¡vaya nivel!, y el amigo Sumeta de Gorliz, más radical, ¡tócate los cojones! Luego abomina de los condones, el onanismo, que entregaría a Ana Frank a los nazis, con tal de no mentir, si le preguntaran si la oculta en su casa y, al final, nos explica por qué la llaman «bruja»: «me metí en la brujería, pero nunca formé parte de un aquelarre». ¡Qué alivio! Hay más gemas, pero no hay suficiente espacio.
Y luego algunos nos quejamos de Rubalcaba, verdadero aprendiz de brujo y químico de profesión. Yo, qué quieren, presido el txoko Jontonic Party. Quedan invitados.
Fuente: Gara