Cientos de personas se acercaron ayer a las inmediaciones de la prisión de Logroño para exigir la inmediata liberación de Arnaldo Otegi. En realidad, esta reivindicación abarcaba a los cientos de presos políticos vascos encarcelados en Francia y España, pero cobró especial relevancia a las puertas del presidio riojano, puesto que la permanencia en prisión de Otegi representa, por su impronta personal y ascendencia simbólica, la imposibilidad de hacer política en Euskal Herria.
Arnaldo está en prisión condenado por haber defendido en la plaza de Zornotza la necesidad de liberar cuanto antes a Jose Mari Sagardui, el preso europeo que más años lleva entre rejas. Fue detenido por enésima vez en octubre de 2009 bajo la inaudita acusación de pretender obtener de ETA » treguas encubiertas», al tiempo que trataba de fraguar “un frente soberanista sin el PNV”. Sólo la mención de estos cargos da una idea exacta del nivel democrático del estado que se jacta de mantenerlo encarcelado. Así pues, al invocar la necesidad de excarcelarlo estamos reclamando la necesidad de acabar con este régimen de excepción, liberticida y cínico, que con una mano anima a la izquierda abertzale a hacer política, y con la otra cercena cualquier posibilidad de hacerlo, incluso cumpliendo los requisitos legales establecidos al respecto.
Nuestro compañero no es el máximo exponente de la represión padecida por los presos políticos vascos en las últimas tres décadas. Las muertes por desasistencia, la “cadena perpetua” encubierta, los interminables años de aislamiento y dispersión, el padecimiento añadido a los familiares, describen un castigo colectivo prolongado en el tiempo que ninguna situación individual es capaz de resumir. Sin embargo, el encarcelamiento de uno de los principales referentes de la izquierda abertzale cuando ésta se manifiesta de manera inequívoca a favor de las vías exclusivamente políticas y democráticas, es un escándalo de primer orden. Exigir su libertad, la plena libertad de acción política, tiene un calado colectivo evidente: con él y otras much@s, mantienen secuestrados los derechos civiles y políticos de decenas de miles de personas.