La primera opinión que manifesté sobre este asunto ha quedado clara. Viene ahora la segunda, desde la apreciación de alguna de las críticas que agradezco, no así los habituales insultos. Alguien dijo que no hay nada más parecido a la derecha española que la izquierda española y a tenor de la chulería y la soberbia de algunos elementos a veces esto se revela como cierto. No voy a responder a la izquierda española fricky, a esa se la ignora y ya está. pero si a las críticas argumentadas.
Hay quien ha señalado que el análisis realizado por mí no tenía como centro el problema de la privatización de los aeropuertos. Pues bien, vamos al dato. El 29 – S cientos de miles de trabajadoras y trabajadores de los distintos pueblos del estado salieron a la calle contra las medidas liberales ultra derechistas de Zapatero, curioso que el movimiento de la derecha insumisa del USCA no valorase esa cita para responder a el proceso de privatizaciones. Lo malo de la izquierda revolucionaria del estado español es que desde siempre se ha resistido a tomar la situación objetiva como referencia.
Soñar es bonito y entre sueño y sueño han llegado a descubrir la existencia de nuevos compañeros de lucha. Recuerda mucho al tema de los GAL. El PP exigía la clarificación de aquellos hechos para desgastar a Felipe Gonzalez. Una vez descabalgado el PSOE el interés neo franquista por el conocimiento de la verdad desapareció. El 29 – S convergieron en el estado cientos de miles de manifestantes y huelguistas y entre los que salieron a la calle no hubo ni un solo afiliado o dirigente del sindicato ultraderechista USCA.
Uno es sindicalista así que creo que puedo hablar del tema con cierto conocimiento. En cualquier conflicto la principal preocupación de quienes participamos en él es informar a la opinión pública, al pueblo trabajador de las causas, valoramos el impacto y tratamos de no agredir a los sectores populares. En los aeropuertos quedaron atrapados decenas de miles de trabajadoras y trabajadores con sus familias, sin dinero para pernoctar en albergue alguno. Nuestra extrema izquierda sigue como siempre. Declara una posición supuestamente principista y se lanza a la piscina del apoyo total a los controladores ofendiendo a otros trabajadores.
Respeto todas las opiniones pero algunas solidaridades me parecen fuera de lugar. El sindicato corporativo USCA no es de los nuestros, del Pueblo Trabajador. Les importa un bledo la privatización de los servicios públicos, convendrán quienes critican esta denuncia del sindicato del PP en los aeropuertos en que jamás han bajado de sus torres para sumarse a las movilizaciones populares los ahora sorprendentemente reivindicativos controladores.
Y si no lo han hecho no ha sido porque no tuviesen conocimiento de las convocatorias. Ni se sumaron en los aeropuertos de Euskal Herria el 29 – J ni lo hicieron en el estado español el 29 – S. Para estar tan preocupados por las privatizaciones no se les vio el pelo.
Hasta hay quien se atreve a esgrimir el argumento del hecho de ser asalariados para indicar el error de negar la solidaridad, del estúpido exabrupto de la supuesta envidia a los salarios de los amotinados del PP tan solo me queda indicar que cree el ladrón que todos son de su condición, tal vez Freud nos explique como un comunista de pro puede presentar semejante mamarrachada como argumento. Cero Zapatero para esa degradante boutade.
La extrema izquierda española se responde a sí misma cuando en los foros de internet clama contra la popularidad de la medida intervencionista del gobierno entre la población. Vayamos a la prueba del algodón, convoque quien quiera y se atreva a las movilizaciones en el lugar por el que opte, llame a la solidaridad de clase con quienes tienen una disponibilidad en horas extras de 500 horas año a 1500 euros la hora y después le invito a que relate el resultado de ese llamamiento en el medio que desee, creo que se puede adivinar perfectamente el resultado.
En otra época esa misma izquierda autodenominada revolucionaria marcó a hierro y fuego al independentismo vasco, los resultados de lo que cada cual construye desde un punto objetivo cantan, quien erró y quien sigue su marcha. Ahora de nuevo lanza la cruzada radical y hasta se critica el hecho de que las conclusiones que se pretenden lo sean para los pueblos que siguen en la competición frente al estado, principalmente Catalunya y Euskal Herria en lugar de apoyar a una nueva patética vanguardia, el esquirolaje amotinado del USCA.
La hoja de ruta de la soberanía nacional está marcada y lo cierto es que los resultados políticos de las fuerzas estatalistas de la izquierda radical no suman en total los 10.000 apoyos en Catalunya. Lo más trágico de esas compañeras y compañeros es el recurso reiterado a la ilusión corto placista. En ese espíritu corto placista se entiende el terrible susto producido en sus análisis políticos cuando el Estado de Alarma ha irrumpido en la lucha de clases como un recurso defensivo de una parte de la derecha, la del PSOE contra la otra derecha, la de los controladores del PP.
Durante décadas esas mismas izquierdas han señalado el carácter táctico de las libertades básicas existentes en la constitución española frente a quienes la rechazaron en la teoría y sobre todo en la práctica. Estas son las garantías civiles y políticas del engendro del 6 de Diciembre de 1978, es lo que hay treinta y dos años más tarde.
Los apoyos a los que desprecian al movimiento obrero y conspiran con Aznar, el hombre que les permitió la gestión de los turnos y la obtención de los salarios de las horas extras les convierte en aliados de los añorantes de los tiempo del emperador de Valladolid. Cientos de miles de personas atrapada en los aeropuertos a los que condujeron los controladores en una perfecta ‑y burda- operación política con sus valedores del PP reaccionaron decididamente contra quienes no habían advertido previamente del estallido del conflicto antes de que comprasen los billete y después solo intereconomía y algunos compañeros de la izquierda revolucionaria estatal han preferido señalar -¡que viene el ejercito!- a intervenir en el conflicto sindical y analizarlo en sus vertientes sindical, política y de clase.
Algo que con el más común de los sentidos han hecho las trabajadoras y trabajadores más humildes, se le llama instinto de clase y sirve para no quedarse con los ojos a cuadros cuando las enseñanza del conflicto para USCA no consisten en unirse a las movilizaciones populares sino implorar el perdón del gobierno para asumir que es mejor bajar de 330.000 euros a 200.000 a perder todo su salario añorando los tiempo gloriosos y ya pasados de las horas extras de oro. Expliquen los que han acudido a la llamada del amarillismo político y sindical al calor del impacto mediático el final de la retirada de las élites sociales de una guerra en la que no han llegado a librar ni siquiera la primera batalla. Equivocar a Espartaco y su ejército de esclavos con las gentes afiliadas a USCA residentes en la zonas vip de cada ciudad supone un ejemplo inaudito de miopía analítica y un caso tremendo de despiste político, también evidencia una más que preocupante toma de posición de clase.
Tiene todo el aspecto de que las izquierdas revolucionarias estatales continúan con problemas para entablar contacto y diálogo con los sectores obreros y populares a los que dirigen su acción estratégica, terrible es que se haya despachado la situación de cientos de miles de personas maltratadas con el argumento de clase (ironicamente lo expreso así) de que eran unos turistas, para algunos o putos turistas para otros. Sin comentarios desde una óptica de clase.
Mi aplauso sincero para el profesor Manuel F. Trillo, por su análisis de clase y ponderado y mi solidaridad para con él en la hora en que el ala más descolocada de la izquierda española le ha llamado de casi todo.
Espero ver a los controladores aéreos en las siguientes movilizaciones de la izquierda sindical por ahí ahora que una parte de esta les ha reconocido la valentía y el arrojo puestos sobre la mesa para supuestamente combatir las privatizaciones de los aeropuertos y las medidas anti obreras y anti populares de Zapatero que el PP económico (los 37 de la Moncloa) han apoyado sin reservas indicando lo que espera cuando sea la otra derecha, la del PP la que obtenga mayoría política.
Joseba Izaga es miembro de Boltxe Kolektiboa