Tras la negativa de EA a aceptar las humillantes condiciones impuestas por PNV-Aralar y su consiguiente exclusión, el futuro de NaBai parece diseñarse de forma más clara. El culebrón vivido desde que hace un año Aralar, por boca de Txentxo Jiménez, dio su «último» plazo y dijo su «última» palabra de cara a cerrar el proyecto de NaBai, parece estar llegando a su fin.
En cualquier caso, es evidente que de la NaBai nacida en 2004 a la realidad actual media un gran trecho. Y en este trecho, quien más ha arrimado el ascua a su sardina ha sido el PNV con su política neoliberal en lo social y autonomista/constitucional en lo nacional.
Desprendido Batzarre del grupo inicial y excluida ahora EA por lo antes señalado, difícilmente puede venderse hoy en día una imagen de pluralidad en la composición de Na-Bai.
Entre las leoninas condiciones impuestas a EA estaba la de renunciar a cualquier compromiso adquirido con terceros que pueda afectar a Navarra así como a «no proceder a nuevas declaraciones, escenificaciones conjuntas o compromisos con Batasuna, que tengan Navarra como escenario o puedan ser entendidos como un cuestionamiento los compromisos adquiridos con NaBai».
Pues bien, al margen de que lo anterior pueda recordarnos algunos párrafos de la Ley de Partidos (¿qué significa eso de «declaraciones, escenificaciones o compromisos… que puedan ser entendidos…»?), resulta curioso comprobar como este mismo razonamiento ha sido utilizado por Yolanda Barcina, quien al comentar la exclusión de EA ha señalado que «no se puede estar jugando con dos barajas a la vez», repitiendo casi textualmente lo afirmado el día anterior por Aguirrebengoa (PNV), que afirmó que «no cabe jugar con dos barajas».
El PNV es hoy el mejor aliado del PSOE de cara al impulso de una política neoliberal y a resituar en parámetros autonomistas/constitucionalistas las reivindicaciones nacionales de Euskal Herria.
Su postura ante los últimos Presupuestos Generales del Estado (apoyo a cambio de algunas transferencias), su defensa ardiente de la reforma laboral (las enmiendas del PNV pretendieron, incluso, endurecerla) y su reciente apoyo al mazado dado al régimen de pensiones han mostrado a este partido como un claro defensor de los intereses de la patronal y la Banca y en las antípodas de cualquier planteamiento, no sólo de izquierdas, sino mínimamente progresista.
Dicho lo dicho, pregunto: ¿qué pasa?, ¿que todos estos pactos PNV-PSOE no afectan a Nafarroa? ¿La situación de decenas de miles de personas en paro o jubiladas en nuestra comunidad que tanto parece preocupar a NaBai no se ve empeorada acaso por esos acuerdos?
Tras publicarse ayer mismo el nuevo y brutal incremento del paro, Patxi Zabaleta ha afirmado que esto es «la primera demostración del fracaso de las políticas económicas y sociales del Gobierno de UPN y PSN». Se oculta así, a sabiendas, que todo esto se debe, en lo esencial, a decisiones adoptadas en Madrid, no en Nafarroa, y tomadas por el PSOE, con el apoyo del PNV, socio principal de Aralar en Na-Bai.
Sigamos. ¿Acaso las partidas negociadas por el PNV en Madrid para las ikastolas navarras o hacer una Casa de Cultura en Lesaka (alcaldía del PNV), cuyo fin es hacer una política clientelista en el movimiento euskaltzale de Nafarroa y en sus ámbitos de influencia locales, no son «interferencias» claras en el campo de acción de NaBai? En última instancia, ¿por qué el PNV puede pactar lo que quiera, con quien quiera y donde quiera, sin que ni nadie le levante la voz en NaBai y las imposiciones son tan sólo para Batasuna y EA?
NaBai ha afirmado estar en contra de la reforma laboral y de la de las pensiones. Muy bien. Sin embargo, ante las cuatro huelgas generales pasadas ha callado como un muerto: ni sí ni no, ni blanco ni negro, ni arre ni so.
Por supuesto, para quien quiera ver y entender, esta política del silencio evidencia que es el PNV quien pone sus límites a NaBai a fin de, cuando más, su oposición sea únicamente verbal, o, como ha hecho Patxi Zabaleta, desviar las críticas a la situación social a espacios políticos que no incomoden al PNV.
Enterradas ya por el PNV las veleidades soberanistas del Plan Ibarretxe, este partido ha vuelto al redil de la España autonómica y a la política diaria del regateo y trueque de cromos con Madrid. El PSOE, por su parte, a cambio del plato de competencias concedido, le ha exigido que renuncie a cuestionar lo más mínimo el actual marco autonómico ‑soberanía- y de división territorial existente ‑Nafarroa/CAV-. El blindaje de NaBai a todo lo que sea una política integrada entre los cuatro territorios es así consecuencia directa de lo anterior.
Por eso se consideran «ingerencias» los acuerdos EA-Batasuna a nivel de Euskal Herria, pero no los pactos estatales PNV-PSOE.
El actual acuerdo PNV-Aralar afecta en exclusiva al ámbito municipal-foral de los cuatro próximos años. Quedan fuera las próximas elecciones generales de 2012 (NaBai nació en 2004, en una de ellas), que ya llaman a la puerta.
Pues bien, sería bueno que estos partidos explicaran qué postura van a tener frente a las mismas, pues seguro que ya han pensado algo al respecto. ¿Apostarán también por NaBai o no está tan claro? Y si es esto segundo, ¿a santo de que viene zahora vestirse de furibundos nabaizales? ¿Acaso no está claro que NaBai es hoy, sobre todo, una herramienta del PNV para lograr un espacio político que no ha logrado ocupar en Nafarroa en las últimas décadas?
Las recientes ínfulas de Zabaleta afirmando que «pretendemos ganar a UPN-PP», no superan el más mínimo examen de estrés político, electoral o de sentido común. El actual proyecto de NaBai está hoy lastrado por los condicionantes impuestos por el PNV y aceptados por Aralar. Sumar fuerzas y adhesiones, despertar ilusiones y, por esa vía, ganar a UPN, solo podría hacerse hoy apostando por impulsar un marco de unidad con EA y la izquierda abertzale.
A día de hoy, PNV y Aralar van en dirección contraria (¿sorprende a alguien que Barcina haya aplaudido la decisión de PNV-Aralar?), pero el último capítulo de esta novela aún está aún por escribir.
¡Tiempo al tiempo!.