Expresaba recientemente el escritor Koldo Izagirre, con respecto a la supervivencia del euskara, que las campañas están bien, son necesarias, pero que se le asemejan al rezo: pueden volverse tranquilizantes de la conciencia y servir de excusa para no tomar las necesarias decisiones prácticas y radicales. Similar reflexión cabe hacer en referencia a la lucha contra el cambio climático. O miramos a la raíz del deterioro y actuamos en consecuencia, o echamos mano del tranquilizante. De hecho, los datos son muy esclarecedores. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han incrementado en Nafarroa un 73,9% entre 1990 y 2009, alejándose enormemente de los límites establecidos en el Protocolo de Kyoto (-5% para el conjunto del planeta, +15% para el Estado español). De nada sirve la treta de restar exportaciones de electricidad, modo de contabilizar descartado por las instancias internacionales. ¿Razones del aumento de emisiones? Mayormente, voracidad empresarial y permisividad gubernamental. La ascendente utilización de combustibles fósiles conlleva que tan sólo entre las térmicas de Castejón y la cementera de Olazti alcancen el 24,5% de las emisiones. Entretanto, la consejera Sanzberro ha presentado lo que denomina “Estrategia frente al cambio climático”. ¿Habrá decidido poner freno al desmán? Tras un más figurativo que real proceso de participación pública, tenemos el resultado: continuismo, complacencia con las insaciables eléctricas y más tolerancia con las grandes empresas contaminantes. Rechaza tomar medidas contra la sobreproducción eléctrica a base de combustibles fósiles y evita tomar iniciativas contra el incremento de emisiones del transporte. El llamado Plan de Acción frente al cambio climático contiene cuatro metas. Ambición a espuertas, vean. Una toma por objetivo “desarrollar conocimiento”, otra “formar, sensibilizar y difundir”, otra “desarrollar herramientas”. La más importante la denominan “reducción”, si bien a continuación buscamos concreciones y nos encontramos con que el objetivo no es reducir emisiones, sino aumentar un máximo del 20%. En fin. De modo revelador, la consejera Sanzberro oculta en la presentación las emisiones directas de GEI. Además se vanagloria de la aprobación de 124 medidas, ¡124!. Se aprovecha de que jubilaron a Las tacañonas del Un, dos, tres; no le hubieran permitido contar las repeticiones: la medida 3.3. y la 4.2. son la misma, la 3.4 y la 4.3 también… Pero bueno, más allá de la cantidad, destaca la arrolladora fuerza del Plan. Potentes medidas como “estudio de potenciales de uso…”, “estudio de posibilidades de desarrollo…”, “campaña de adhesión”… ¿Nos recuerdan alguna letanía?. Todo vale para disfrazar una inacción lamentable. Y es que ni Sanz ni Sanzberro quieren actuar. Sólo rezar. |