Pac­to social: “todo para unos y unos con­tra todos” – Corrien­te Roja

El Pac­to Social para la con­tra­rre­for­ma de las pen­sio­nes fir­ma­do por CCOO y UGT y el Gobierno, y aplau­di­do de for­ma entu­sias­ta por la patro­nal, no sólo es una puña­la­da tra­pe­ra en las espal­das de la cla­se obre­ra, sino que tie­ne una tras­cen­den­tal dimen­sión política.

Se pro­du­jo a toda pri­sa para ser­vír­se­lo en ban­de­ja a Ánge­la Mer­kel, inves­ti­da como repre­sen­tan­te del FMI y la UE, y a quien el Gobierno ren­día plei­te­sía con un acuer­do que va mucho más allá de su pro­pio con­te­ni­do. Cerra­ba el capí­tu­lo de la movi­li­za­ción social abier­to por la huel­ga gene­ral del 29S, zan­ja­ba cual­quier posi­bi­li­dad de resis­ten­cia a la Refor­ma Labo­ral y deja­ba a los pies de los caba­llos a un movi­mien­to obre­ro más debi­li­ta­do que nunca.

Pero Mer­kel no había ter­mi­na­do de feli­ci­tar a Zapa­te­ro por el Pac­to cuan­do intro­du­jo los pró­xi­mos obje­ti­vos: limi­tar por ley o en la Cons­ti­tu­ción el défi­cit públi­co – es decir, recor­tar los gas­tos socia­les -, retra­sar aún más la edad de jubi­la­ción y supri­mir las cláu­su­las auto­má­ti­cas de revi­sión sala­rial y de pen­sio­nes vin­cu­la­das a la infla­ción. La res­pues­ta de Zapa­te­ro, como buen vasa­llo, fue el aplau­so entu­sias­ta y la pro­me­sa de lle­var­lo a la práctica.

Las pro­tes­tas de Toxo y Mén­dez son las de deva­lua­dos títe­res sin cabe­za, mien­tras el PP y las dere­chas nacio­na­lis­tas asis­ten rego­ci­ja­dos al espec­tácu­lo de un “gobierno de izquier­das” que les hace el tra­ba­jo sucio a la espe­ra de su deba­cle elec­to­ral. Más paté­ti­ca es la situa­ción en la que que­da una IU y un PCE que hubie­ran podi­do con­ver­tir­se en refe­ren­te popu­lar sim­ple­men­te man­te­nien­do sus pro­pues­tas de huel­ga y movi­li­za­ción y que han pre­fe­ri­do no enfren­tar­se al PSOE y a “los sin­di­ca­tos”. Las decla­ra­cio­nes de sus prin­ci­pa­les diri­gen­tes el mis­mo 27E hablan por sí solas: “no hay moti­vos para la huel­ga gene­ral mien­tras los sin­di­ca­tos negocian”

-decla­ra­cio­nes de Lla­ma­za­res para des­ca­li­fi­car las huel­gas gene­ra­les vas­ca y gallega‑, o las de Cayo Lara: «los sin­di­ca­tos están para sacar lo que pue­den en las nego­cia­cio­nes, por lo que IU no se enfren­ta­rá a ellos y man­ten­drá una fra­ter­ni­dad de cla­ses (sic)”.

IU a los pies del gobierno

Den­tro del sis­te­ma no hay mar­gen alguno para pro­pues­tas polí­ti­cas dife­ren­cia­das. En el Esta­do espa­ñol, si la cla­se obre­ra y los pue­blos no lo evi­ta­mos, el PP suce­de­rá al PSOE y con­ti­nua­rá el mis­mo camino. La quie­bra de IU como pro­yec­to alter­na­ti­vo, aun­que pue­da ras­car algún voto de la deba­cle del PSOE, es evi­den­te: habla de la movi­li­za­ción de “boqui­lla”, sin el menor pro­pó­si­to de orga­ni­zar­la, mien­tras Cayo Lara decla­ra que “no des­car­ta apo­yar al PSOE”.

Ante tales posi­cio­nes, las cla­ses domi­nan­tes pre­pa­ran nue­vos y más duros ata­ques des­de la tran­qui­li­dad de que éstos no ten­drán una con­tes­ta­ción rele­van­te. La pro­pia bur­gue­sía defi­nía el papel de IU y el PCE en un edi­to­rial de ABC, tras la derro­ta elec­to­ral de 2004: ”el pai­sa­je demo­crá­ti­co espa­ñol ofre­ce his­tó­ri­ca­men­te un espa­cio cla­ro a la izquier­da del PSOE, don­de debe asen­tar­se una for­ma­ción que refuer­ce la cen­tra­li­dad polí­ti­ca de la social­de­mo­cra­cia y al tiem­po sir­va de dique de con­ten­ción para las ten­ta­cio­nes anti­sis­te­ma. IU ha ejer­ci­do, des­de su refun­da­ción a par­tir del vie­jo PCE, como fac­tor de esta­bi­li­dad que ha car­ga­do a sus espal­das con los dis­tin­tos impul­sos de izquier­da alter­na­ti­va que se han ido con­fi­gu­ran­do tras la cri­sis del mar­xis­mo tra­di­cio­nal, evi­tan­do que se pro­duz­can ten­ta­cio­nes esca­pis­tas y rup­tu­ris­tas al mar­gen de los cau­ces de la democracia(…)”.

La cal­de­ra de la indig­na­ción popu­lar va aumen­tan­do la pre­sión, no hay vál­vu­la de segu­ri­dad y el col­chón de legi­ti­ma­ción se des­ha­ce. El impa­ra­ble des­cré­di­to de CCOO y UGT y el hun­di­mien­to de IU mar­can un final de eta­pa en el esce­na­rio polí­ti­co y sin­di­cal que la Tran­si­ción dise­ñó. Inclu­so los que se mues­tran dis­con­for­mes con lo fir­ma­do, como IU o el PCE, ponen empe­ño en no cri­ti­car a la direc­ción de CCOO-UGT. En el fon­do nin­gu­na de estas opcio­nes tie­ne otra alter­na­ti­va en esen­cia dife­ren­te ante la cri­sis eco­nó­mi­ca a la que vie­ne plan­tean­do el Gobierno. Nin­guno está dis­pues­to a levan­tar medi­das resuel­ta­men­te anti­ca­pi­ta­lis­tas, a exi­gir que la cri­sis la paguen los capi­ta­lis­tas, a exi­gir la expro­pia­ción de la ban­ca, a no pagar la deu­da, a redu­cir la jor­na­da sin redu­cir el sala­rio, a garan­ti­zar sub­si­dio inde­fi­ni­do a los parados/​as, a rom­per con la Unión euro­pea y el FMI. Son par­ti­dos del régi­men y del sis­te­ma: por eso, como hicie­ran en los Pac­to de la Mon­cloa en 1977 y en el apo­yo a la cons­ti­tu­ción del 78, cuan­do ven ame­na­za­da su exis­ten­cia cie­rran filas en un gran acuer­do nacional.

Los pri­me­ros pasos de un nue­vo movi­mien­to obre­ro y popular

Lo nue­vo, si bien debe reanu­dar nece­sa­ria­men­te el hilo rojo de la lucha obre­ra y popu­lar que la Tran­si­ción pre­ten­dió des­ha­cer, no será la mera con­ti­nua­ción de lo ante­rior. No sólo por­que las orga­ni­za­cio­nes serán dife­ren­tes. El nue­vo movi­mien­to obre­ro, diri­gi­do por la cla­se obre­ra de hoy ‑jóve­nes pre­ca­rios, muje­res, inmi­gran­tes y lo mejor de los vete­ra­nos lucha­do­res y lucha­do­ras que no con­si­guie­ron doble­gar– tie­ne ante sí, con mucha más cla­ri­dad que en otras épo­cas, dos líneas de fuer­za fun­da­men­ta­les sobre las que cons­ti­tuir­se: la eman­ci­pa­ción de cla­se y el inter­na­cio­na­lis­mo, es decir, el dere­cho de los pue­blos a libe­rar­se del yugo del impe­ria­lis­mo, inclui­do el espa­ñol. Los avan­ces en la coor­di­na­ción de las luchas y en la uni­dad de acción del sin­di­ca­lis­mo de cla­se, con toda su com­ple­ja reali­dad nacio­nal e ideo­ló­gi­ca, van abrien­do un camino que nece­sa­ria­men­te debe afron­tar, al igual que en Gre­cia, la con­vo­ca­to­ria de movi­li­za­cio­nes superan­do la opo­si­ción de las cúpu­las de CCOO y UGT.

En el ámbi­to polí­ti­co, la cons­truc­ción del refe­ren­te uni­ta­rio requie­re inelu­di­ble­men­te la con­ver­gen­cia des­de la base de la uni­dad real en la movi­li­za­ción social. Más allá de acuer­dos cupu­la­res, las con­di­cio­nes de exis­ten­cia del refe­ren­te polí­ti­co de la izquier­da real sólo pue­den ser engen­dra­das por la lucha obre­ra y popu­lar. El acuer­do debe sus­tan­ciar­se en torno a un pro­gra­ma inde­pen­dien­te y dife­ren­cia­do del de la izquier­da adap­ta­da al sis­te­ma. De nada sir­ven las auto­pro­cla­ma­cio­nes o las lla­ma­das a la uni­dad en abs­trac­to. La expre­sión polí­ti­ca del des­con­ten­to social ha de asen­tar­se sobre las dos patas del pro­gra­ma y la lucha. Corrien­te Roja man­tie­ne su empe­ño en esta impos­ter­ga­ble tarea.


Los que logren tener tra­ba­jo, tra­ba­ja­rán más y cobra­rán menos 

¡Ese es el “gran acuer­do” del pac­to social!

Gobierno, patro­nal y CCOO y UGT se pro­di­gan en elo­gios hacia el acuer­do fir­ma­do sobre las pen­sio­nes públi­cas y el “Pac­to social”. Lo pre­sen­tan, al igual que su coro de escri­to­res pese­bre­ros, como un ejer­ci­cio de “rea­lis­mo”, que solo una mino­ría “de revo­lu­cio­na­rios de salón que apues­tan al maxi­ma­lis­mo” no quie­re entender.

Sin embar­go, el repu­dio expre­so a este acuer­do mani­fes­ta­do en la jor­na­da de lucha del 27 de enero y el des­acuer­do gene­ral entre los tra­ba­ja­do­res hace que las pro­pias encues­tan seña­len un recha­zo del 70% de la pobla­ción. Así pues, como diría el poe­ta Juan Ramón Jimé­nez, somos una “inmen­sa mino­ría” los que recha­za­mos esta capi­tu­la­ción ver­gon­zo­sa a la que lla­man Pacto.

Un enor­me retroceso

En un país con cin­co millo­nes de parados/​as y don­de la tasa de des­em­pleo juve­nil supera el 40%, retra­sar la edad de jubi­la­ción a los 67 años y exi­gir 38,5 años coti­za­dos para jubi­lar­se a los 65 ¿es un gran acuer­do? Ampliar el perío­do de cómpu­to de 15 a 25 años, recor­tan­do las ya míse­ras pen­sio­nes entre un 20 y un 25% ¿es un gran acuerdo?

“Pero se pue­den jubi­lar tam­bién con 65 años” cla­man cíni­ca­men­te los defen­so­res de esta tro­pe­lía. ¡Cla­ro! Solo  hace fal­ta comen­zar a tra­ba­jar a los 26 años y no que­dar­se en el paro ni un solo día de la vida has­ta los 65 ¿Fácil no?

“Hemos sal­va­do el sis­te­ma públi­co de pen­sio­nes” gri­tan estos pia­do­sos ver­du­gos mien­tras matan al reo para que no sufra. Pero la ame­na­za a las pen­sio­nes vie­ne de los que, con los Pac­tos de Tole­do, exi­mie­ron al Esta­do de esta obli­ga­ción social y aho­ra dedi­can todos los fon­dos públi­cos que hagan fal­ta para sal­var a los ban­que­ros o pri­va­ti­zar las Cajas. La ame­na­za vie­ne de man­dar al des­em­pleo a millo­nes de trabajadores/​as, impi­dien­do que coti­cen a la segu­ri­dad social.

Aho­rrar a cos­ta de los tra­ba­ja­do­res para man­te­ner los bene­fi­cios millo­na­rios de los ban­que­ros, derro­char en gas­tos mili­ta­res o en sala­rios de pri­vi­le­gio de minis­tros, monar­quía, dipu­tados, con­se­je­ros y alcal­des no es sal­var las pen­sio­nes. Es robar a los de aba­jo para man­te­ner a los de arriba.

Mien­tras los para­dos siguen sin empleo, los que tra­ba­jen ten­drán que tra­ba­jar más y ganar menos ¡Ese es el gran acuerdo!

Es una bur­la hablar de “nego­cia­ción” por­que CCOO y UGT se limi­ta­ron a ava­lar, en un acto de vasa­lla­je, el plan del Gobierno, hecho al dic­ta­do de los Botín, la Unión Euro­pea y el FMI.

El acuer­do es par­te de un ata­que gene­ral a los sala­rios, los direc­tos y los dife­ri­dos (esos que se cobran en pen­sio­nes, indem­ni­za­cio­nes por des­pi­do, salud o edu­ca­ción). Repre­sen­ta un enor­me retro­ce­so para una con­quis­ta fun­da­men­tal de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, ya muy macha­ca­da. El Pac­to supo­ne un empo­bre­ci­mien­to gene­ral de los trabajadores/​as y satis­fa­ce los anhe­los del capi­tal finan­cie­ro de des­mon­tar las pen­sio­nes públi­cas para ase­gu­rar­se el sucu­len­to nego­cio de las pen­sio­nes privadas.

Un pac­to de “uni­dad nacio­nal” que ava­la la polí­ti­ca gene­ral del gobierno

El pac­to es, ade­más, un frau­de anti­de­mo­crá­ti­co que des­nu­da al régi­men polí­ti­co. Sus “seño­rías”, los mis­mos dipu­tados que van a votar que un tra­ba­ja­dor nor­mal debe­rá coti­zar 38,5 años para jubi­lar­se a los 65 con una pen­sión insu­fi­cien­te, se apli­can a sí mis­mos cri­te­rios bien dife­ren­tes. Les bas­ta­rán 7 años de “tra­ba­jo” para embol­sar­se la jubi­la­ción máxi­ma… más su suel­dos de ase­so­res de empre­sas, expre­si­den­tes, etc,

Todos se feli­ci­tan de la paz social alcan­za­da, pero ¿de qué paz hablan cuan­do gobierno y patro­nal pro­si­guen su gue­rra social? En rigor, no es un pac­to de paz social sino de pasi­vi­dad social fren­te a la gue­rra declarada.

Esta­mos, en esen­cia, ante un pac­to polí­ti­co de “uni­dad nacio­nal” para sos­te­ner a Zapa­te­ro y al régi­men monár­qui­co y para ava­lar la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca y social del gobierno, que tan­to ZP como Rajoy van a seguir pro­fun­di­zan­do mien­tras se les deje.

Esta­mos ante una trai­ción en toda la regla, un Pac­to de Judas a cam­bio de dine­ro para sos­te­ner el des­acre­di­ta­do apa­ra­to de CCOO y UGT y de pre­ser­var y refor­zar su papel ins­ti­tu­cio­nal. CCOO y UGT han que­da­do con­ver­ti­dos en unos apén­di­ces del gobierno para garan­ti­zar los pla­nes del capi­tal financiero.

UGT y CCOO inten­tan mania­tar la capa­ci­dad de res­pues­ta obre­ra. Por eso, tras el acuer­do, la patro­nal se cre­ce con más des­pi­dos, incum­pli­mien­to de las cláu­su­las de revi­sión sala­rial, reduc­cio­nes de suel­do, aumen­tos de jor­na­das y abu­sos tirá­ni­cos en muchas empresas.

Res­pon­der unidos

En las pró­xi­mas sema­nas se pre­pa­ra una ida a Madrid des­de dis­tin­tos pun­tos del Esta­do para hacer una gran mani­fes­ta­ción con­tra el pen­sio­na­zo y el pac­to social el 12 de mar­zo. Des­de Corrien­te Roja salu­da­mos y apo­ya­re­mos con todo el empe­ño esta ini­cia­ti­va de la opo­si­ción sin­di­cal, que ha de ser­vir para pro­fun­di­zar las movi­li­za­cio­nes del 27 de Enero, seguir alen­tan­do la uni­dad del sin­di­ca­lis­mo de cla­se y com­ba­ti­vo y hacer que la cla­se obre­ra recu­pe­re una herra­mien­ta cla­ve para plan­tar cara al gobierno y la patronal.

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