Con el Aberri Eguna a la vuelta de la esquina, cabe preguntarse si el próximo domingo se celebra el día de la Patria vasca en singular, como objetivo político, o por el contrario, existe más de una patria como reivindicación política y social.
Qué duda cabe que desde hace bastantes años vienen definiéndose, cada vez con más nitidez en los hechos, dos “modelos” de patria distintos, enfrentados en numerosas ocasiones en lo cotidiano.
Hay una reivindicación de la patria que se autodefine como posibilista, argumentando que es necesario el avance gradual en cotas de autogobierno (de carácter regional) para poder llegar al esperado escenario de la creación de un estado propio. Pero la realidad de los actos que acompañan estas afirmaciones está muy lejos de ser coherentes con ella.
Después de más de treinta años de autonomismo recortado y vapuleado, hemos llegado a una situación en la que se percibe, con claridad meridiana, que los “Estatutos vascongado y navarro” no dan más de si.
Reivindicados ahora también por quienes en su día los rechazaron por “separatistas”, se encuentran totalmente bloqueados por la Constitución española que, reinterpretada de manera cada vez más restrictiva y totalitaria, establece de manera contundente los límites a los que puede aspirar y que no son otros que los de la inclusión forzosa en la ¨”Patria española única e indivisible”.
Pero lo realmente preocupante no es tanto el hecho de que los poderes del estado marquen los límites de las aspiraciones nacionales vascas, negando la soberanía del pueblo vasco a ser el único sujeto de derecho en la articulación de su futuro político y social. Lo alarmante es que las élites que defienden la “vía estatutaria” avancen en un entendimiento cada vez mayor con la oligarquía española y sus representantes políticos (PP-PSOE) en las materias de carácter económico (Concierto y Convenio) y político que más directamente afectan a la inmensa mayoría del pueblo vasco o de su ciudadanía, como dicen ahora.
Que las sucursales del PPSOE en los territorios vascos de hegoalde mantengan esa posición no puede ser motivo de extrañeza, pero que el PNV-UPN, auto-depositarios de las “esencias patrias” hayan venido siendo un apoyo imprescindible para llevar a cabo y vender como necesaria la mayor agresión a los derechos de los trabajadores, la aceptación del saqueo de las arcas públicas y el desmantelamiento creciente de las tímidas conquistas sociales logradas en años de lucha, no puede entenderse de ninguna forma en clave regionalista y mucho menos abertzale.
Cada vez más se constata el grado de vinculación creciente entre los intereses económicos, sociales y, por ende, políticos entre el sector dominante de la burguesía vasca y la oligarquía española. La definición del PNV como el Partido del Negocio Vasco y de UPN como la Unión de Padrinos para el Negocio, son calificativos que ilustran de manera clara la evidencia.
Pero no es solamente en el terreno directamente relacionado con la economía donde se manifiesta la colaboración necesaria entre la burguesía vasca, representada básicamente por el PNV-UPN, y la oligarquía española, con el Estado español como garante, sino en el terreno más descaradamente político.
No se puede olvidar el papel jugado por el PNV-UPN al frente de las consejerías de interior y comunicación durante más de dos décadas.
En cualquier caso, el modelo de Patria latente en sus discursos políticos (que no en sus esfuerzos para materializarlo) contrasta con su política de supeditación de los derechos y necesidades de la gran mayoría del pueblo vasco (la clase trabajadora) a los intereses de esa minoría que reclama para sí, poco menos que por derecho divino, los privilegios que considera inherentes a su gestión.
No descubrimos nada si señalamos que hay otro proyecto de Patria basado en la Construcción nacional de Euskal Herria, entendido como proceso aglutinante de las organizaciones, culturas y movimientos políticos y sociales que en la lucha por la defensa de los derechos sociales, avanza sin pausa hacia ese horizonte deseado de la construcción de una República socialista vasca.
Sí nos parece útil señalar que el momento político en que se encuentra el proceso de Construcción nacional viene de un proceso con características muy precisas y que avanza hacia otro con grandes posibilidades y esperanzas, pero también con algunas incertidumbres. La brutal ofensiva mediática que dirige la acción política contra la izquierda abertzale, busca influir en su inmediato desarrollo, atacando los aspectos que la han definido como más revolucionarios, tanto en el fondo como en la forma.
La Construcción nacional en la clave del proceso hacia la independencia y el socialismo es la peor pesadilla que pueden tener el Régimen español y francés, el Imperialismo que los caracteriza y el sistema sociopolítico que los dirige.
Por eso entendemos que “lo nacional” y “lo social” no son dos montones que, como el cemento y la arena, se puedan mezclar como elementos separados según convenga la consistencia de la mezcla.
La potencialidad de la lucha por la independencia tiene su garantía en el hecho de que además lo es por una sociedad socialista. Sin ese doble carácter todas las luchas y sacrificios realizados resultarían estériles.
El salto cualitativo que la izquierda abertzale está realizando demandará complejas combinaciones de acción política y social y las adecuaciones organizativas necesarias.
Lo más consciente y esperanzador de los pueblos de Europa hace tiempo que tienen puestos sus ojos en nuestro pequeño País.
Euskal Herriko Komunistak (EHK)
20 abril 2011