Este lunes 25 de abril pasará a la historia de las luchas revolucionarias como el día en que se tiraron a la basura los principios más elementales de solidaridad internacionalista. No es posible callarse, ni mirar a un costado, cuando un hermano, un colega, un compañero, un revolucionario, es enviado a la tortura y a la cárcel en Colombia, por culpa de acuerdos espúreos (casi siempre económicos, porque el maldito dinero, usted lo sabe, huele a azufre compañero Chávez).
Lo que por lógica no tenía que ocurrir, ocurrió: Joaquín Pérez, excelente periodista de la agencia alternativa ANNCOL, de la que nos nutrimos quien a diario practicamos el periodismo que no se vende ni se alquila, fue deportado por su gobierno revolucionario para que lo juzgue y lo maltrate el gobierno fascista de Juan Manuel Santos.
Esto, compañero Chávez, su (nuestra) admirada Cuba no lo hubiera hecho, y nos consta que no lo hizo en sus 52 años de existencia rebelde. Jamás hubiera cedido un milímetro (y vaya si estuvo y está presionada) a los enemigos de los pueblos latinoamericanos. Sin embargo no podemos decir lo mismo de su gestión, a pesar de lo cual, y usted bien lo sabe, hemos puesto el cuerpo para respaldarlo a Usted al frente de su pueblo. Somos de los que no enmudecemos cuando vemos que algo anda mal, pero también somos de los que no ponemos palos en la rueda ni le hacemos el juego al enemigo, conspirando estúpidamente al primer yerro de un proceso revolucionario. Por eso, porque esto que ahora ha ocurrido no es poca cosa, le decimos compañero Chávez: este grueso error, lamentablemente va a dejar huella.
Claro que ya hubo antecedentes en su propio gobierno, que nos advertían sobre un camino equivocado en cuanto a la solidaridad internacionalista: primero fue expulsado ‑al comienzo de su gestión- un compañero vasco que se hallaba legalmente refugiado en Venezuela, luego comenzó el idilio con Santos y se fueron para Colombia de la peor manera compañeros del ELN y las FARC, posteriormente le tocó el turno a un internacionalista vasco al que también expulsaron sin ningún tipo de razones y a sabiendas de que en España (la del Rey que lo insultó con aquel burdo «Por qué no te callas!», y la de Zapatero) se violan todos los derechos humanos de los vascos y vascas. Y ahora, la guinda de la torta, en función de lo conversado en la reunión con Santos.
Nos da rabia escribir esta nota, y suponíamos que no lo íbamos a hacer jamás, pero nos enseñaron en la política de la calle, esa que se practica en los barrios, en las fábricas, en el llano, que lo peor que puede ocurrirle a un hombre o a una mujer es no sensibilizarse ante la injusticia, y en aras de las dichosas «políticas de Estado», buscar argumentos para finalmente conceder sumisamente ante los enemigos de nuestros pueblos.
Nosotros, compañero Chávez, los que apoyamos su revolución desde fines de 1998, los que nos movilizamos en el exterior para defenderla cuando el fascista Carmona intentó frustrarla, o cuando la oligarquía petrolera volvió a probar suerte allá por el 2002, nosotros, que defendemos al ALBA y todo lo que ello significa, le preguntamos: ¿nos tendremos que cuidar cada vez que viajemos a Venezuela para que no nos acusen de terroristas?.
Nosotros, que no callamos nuestra defensa de los que luchan en el mundo contra el fascismo y el imperialismo, y por eso respaldamos a los luchadores independentistas vascos, a los combatientes de las FARC y el ELN y a todos los que, como ellos, dan su vida por la libertad y la soberanía de sus pueblos, nos preguntamos: ¿Seremos los próximos expulsados, extraditados, entregados a los enemigos de la Revolución bolivariana?.
Hoy, nos sentimos heridos, doloridos, desconcertados pero alerta, porque sabemos que en las guaridas de los enemigos, de los nuestros y de los suyos, Compañero Chávez, hay un descomunal festejo. Nos imaginamos a la señora Clinton, a Obama, a la oligarquía colombiana y a sus escribas de «El Tiempo» o «El Expectador» y a toda esa mafia de asesinos, torturadores y gestores de la destrucción de pueblos enteros, sonreírse y decir ‑esta vez con razón- que han obtenido una victoria contra la solidaridad pueblo a pueblo.
Le repetimos Compañero Chávez: humilde pero revolucionariamente, Usted se ha equivocado muy fiero, y lamentablemente esta claudicación no tiene retorno en lo que hace al compañero Pérez Becerra. Sólo nos queda decirle, piense por un momento, qué habría pensado usted, cuando andaba alzado en armas con su Movimiento Bolivariano Revolucionario 2000, y le hubiera puesto el destino ante una circunstancia parecida. Seguramente así, podrá comprender esta bronca descomunal que nos genera la actitud que su Gobierno ha tomado en este caso.
Desde Argentina, volvemos a plantear que la solidaridad internacionalista debe ser defendida con el cuerpo, y es por ello que abrazamos al compañero Joaquín Pérez Becerra y exigimos su libertad inmediata. Antes, perdimos la batalla pidiéndolo fraternalmente al gobierno revolucionario de Venezuela. Ahora, lo exigimos al gobierno contra-revolucionario de Colombia, y llamamos a redoblar la movilización hasta lograrlo.