En estas últimas semanas, sin embargo, esta convicción se tambalea. El propio presidente del EBB pasó a decir en abril que «no entendería que volviéramos a estar en el escenario de hace cuatro años». Una semana después añadió que «la actitud de PSE y PSOE con Bildu me tiene confundido». Y ahora percibe que PSOE y PP han visto «con su doble lupa» que si quieren ganar terreno en las instituciones necesitan cargarse a la nueva coalición. Tampoco sus compañeros se aclaran. Para la secretaria del EBB, Belén Greaves, «tiene toda la pinta» de que «la mayoría» de las listas será vetada. Por contra, para el diputado Josu Erkoreka «finalmente Bildu no tendrá ninguna dificultad».
Ocurre, sin embargo, que las elecciones son algo más serio que las quinielas y las porras. Y que aunque se disfracen de futurólogos, Urkullu, Erkoreka y Greaves son políticos. No unos políticos cualesquiera, sino los socios e interlocutores del Gobierno del PSOE. Hace sólo tres semanas que Zapatero invitó a Urkullu a cenar por última vez, y resulta inverosímil que no hablaran de las elecciones, aunque fuera en el postre. Algo tenía que contarle, algo que Urkullu prefiere callarle al resto. Está en su derecho, pero resulta una broma pesada que luego insinúe que la izquierda abertzale «anda con engaños». Los hechos sólo muestran dos engaños posibles: o Zapatero le toma el pelo al PNV, o el PNV a la sociedad vasca.
Fuente: Gara