Los mercados, que sufren actualmente una crisis de acumulación de capitales, socializan sus pérdidas. Son los obreros quienes soportan unos recortes en derechos sociales que debilitan al Estado del Bienestar; que supone una débil cortapisa entre la lógica de los mercados y una vida digna, sustentada en los pilares de una educación y sanidad universales pero también sobre los derechos humanos, recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona (Art.3) Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas (Art. 4) entre otros artículos clarifican la incompatibilidad entre capitalismo y vida, dado que el sistema propicia un modo de vida esclavo y, como ejemplificaremos a continuación, un sometimiento ante una lógica mercantil que resulta contraria a la vida.
El ejemplo más evidente del conflicto entre el capital y la vida lo encontramos en que 24.000 personas mueren al día de hambre o por causas relacionadas con el hambre (1). La mayoría de las muertes se producen por desnutrición crónica, no por hambrunas o guerras, como habitualmente sugieren los medios de comunicación (2). Amaya Pérez Orozco recordaba en una conferencia reciente (3) que algunos países exportaban alimentos mientras gran parte de sus ciudadanos pasaban hambre. La lógica de los mercados dictaba que, ante un precio más rentable, resultaba racional que dichos países vendieran sus alimentos a otros. Al mismo tiempo los habitantes de los países de Occidente invierten en la consumición de unos bienes o servicios que no necesitan, los empresarios emplean su dinero – resultante de la explotación – en la maximización de beneficios; si por casualidad alguno de ellos enferma acudirá a la sanidad privada. Lo que quizás no imaginen es que las corporaciones farmacéuticas, siguiendo la misma lógica del mercado que los capitalistas defienden, anteponen el beneficio económico a la salud. Esto es, prefieren seguir incrementando sus beneficios a salvar vidas. Más dinero. Más beneficio. Más psicosis consumista. Más hambre. Más muerte. El capitalismo se nutre de sus contradicciones y busca perpetuarse a través de una naturaleza expansiva que está siendo puesta en entredicho.
Carlos Taibo, a quien entrevisté hace unos días (4), comentó Naturalmente [que existe un conflicto entre el capital y la vida]. Esa es una explicación certera de por qué estamos como estamos; la primacía rotunda de los intereses privados y la superstición paralela de que si los intereses privados ganan terreno eso al final nos beneficiará a todos. Creo que ese discurso que forma parte de la trama del organigrama liberal ha empezado a entrar en una quiebra muy aguda de la mano de lo que está ocurriendo ahora.
NOTAS:
1. Datos de las Naciones Unidas.
2. Según la organización humanitaria CARE.
3. La conferencia de Amaya Pérez Orozco ¿Personas para los mercados o economía para la vida? Una mirada a la crisis desde la sostenibilidad se impartió en la Universidad de Burgos el 23 de noviembre.
4. La entrevista completa aparecerá en el cuarto número de la Revista Subterránea.