Testimonios como los que acabamos de escuchar no son más que un triste botón de muestra de la realidad que sufren nuestros familiares, amigas y amigos encarcelados. Y es que la política penitenciaria vigente, basada en criterios de venganza, utilización y represión, vulnera de forma permanente sus derechos más elementales.
Una cruel realidad a la que se debe de poner freno de manera inmediata. Los familiares, amigos y amigas de las y los presos políticos vascos nos jugamos la vida en cada curva, en cada carretera, durante todos los fines de semana. En 2011 son ya 13 los siniestros que hemos padecido y 400 en los últimos 22 años. Por desgracia, el riesgo de sufrir un accidente es una mera cuestión de probabilidad, ya que cada fin de semana somos miles las personas que debemos de realizar miles y miles de kilómetros para poder ir a una visita. Esta cruel ruleta rusa, denunciada por un sin fin de organismos y autoridades tanto en Euskal Herria como fuera de nuestras fronteras, debe de terminar cuanto antes.
El pasado fin de semana el Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos (EPPK) anunció su intención de solicitar que las y los presos que sufren las medidas excepción solicitarán su libertad. Se trata de una medida totalmente necesaria, ya que las y los presos que ya han cumplido su condena, les han impuesto la doctrina 197⁄2006 o los que han cumplido los dos tercios o las tres cuartas partes de su condena deberían estar en libertad desde hace tiempo. Su situación no puede seguir alargándose ni un minuto más, ya que los motivos por los que siguen en prisión tienen poco que ver con los criterios de derecho y mucho con ciertas ansias de venganza.
Los presos que padecen enfermedades deben de ser puestos en libertad de forma inmediata. Con especial mención para el caso de Txus Martín. Martín ha sido trasladado a la cárcel de Basauri, pero su estado de salud obliga a que sea puesto en libertad sin más dilación. Asimismo, no debemos olvidar que la prisión es un foco de infecciones y enfermedades y que un 25% de las y los presos políticos sufren algún tipo de problema de salud.
Las condiciones de vida en prisión, tal y como hemos vuelto a comprobar una vez más con lo sucedido en Liancourt, ponen en serio riesgo la vida de nuestros familiares, amigos y amigas encarceladas. Tristemente, no es la primera vez en la que en una prisión del Estado francés se produce un intento de suicidio y en el que el humo entra en el resto de celdas, entre ellas las de las y los presos políticos vascos. Y tampoco es la primera ocasión en la que los funcionarios tardan mucho más de lo debido en solucionar la situación y poner a salvo la vida de nuestros familiares.
Todo esto tiene que terminar. Etxerat va a seguir trabajando con ahínco hasta que la o el último preso y exiliado político retorne a casa. Etxerat, junto con el resto de la sociedad vasca, va a continuar exigiendo para que se respeten los derechos de nuestros familiares, amigos y amigas. Es tarea de todos y todas construir un futuro inclusivo en el que todos nos sintamos vencedores. Un escenario en el que no haya presos, presas, exiliados y exiliadas políticas. Un escenario que supere definitivamente las raíces y consecuencias del conflicto que ha llevado a nuestros familiares, amigos y amigas a la cárcel o el exilio. Es decir, es responsabilidad de todos construir el ansiado escenario de resolución democrática.
Es nuestro deseo y el de toda la sociedad vasca. Por tanto, trabajaremos sin descanso, mediante la denuncia y el testimonio directo en torno a la vulneración de derechos permanente que supone la política penitenciaria y lo haremos codo a codo con el resto de agentes y de la mano de la sociedad.
Muchas gracias