Traducido del francés por Boltxe kolektiboa
Nuestras tropas han salido de Irak «con la cabeza alta», ha anunciado el comandante en jefe Barack Obama. Estados Unidos puede estar orgulloso. Abandona un país invadido en 2003 bajo el motivo de que tenía armas de destrucción masiva, motivo que se ha revelado totalmente infundado. Puesto el país a fuego y sangre por más de millón y medio de soldados, que el Pentágono ha desplegado por rotación, con centenares de contratantes militares (mercenarios), empleando cualquier medio para aplastar la resistencia: desde bombas de fósforo contra la población de Fallujah hata las torturas de Abu Ghraib.
Provocando alrededor de un millón de víctimas civiles, a las que se deben añadir las de la primera guerra contra Irak y durante el embargo. Obligando a más de 2 millones de iraquíes a abandonar su casa e ir a refugiarse a Siria y a Jordania. Dejando un país siniestrado, con un paro de más del 50%, la mitad de los médicos que había antes de la invasión, un tercio de niños afectados de malnutrición, más los que tienen malformaciones genéticas debido a las armas del Pentágono. Una guerra que Estados Unidos ha pagado con 4.500 muertos y más de 30.000 heridos entre los militares, de los que el 30% han vuelto a casa con graves problemas psíquicos. Guerra que ha costado 1.000 billones de dólares, a los que se deben añadir alrededor de 4 mil billones de gastos indirectos, como los de asistencia a los antiguos combatientes. Sin embargo, es una guerra que ha valido la pena: a partir de ahora «el futuro de Irak se encuentra entre las manos de su pueblo», asegura el presidente Obama.
¿Es así como ha ganado el premio Nobel de la Paz? Podemos dudarlo leyendo el manual del ejército de Estados Unidos sobre «la guerra subrogada para el siglo XXI»: una guerra conducida sustituyendo las fuerzas armadas tradiciones, que intervienen abiertamente, por fuerzas especiales y agentes secretos que trabajan en la sombra, con el apoyo de fuerzas aliadas, que se encuentran bajo dirección estadounidense. Varios hechos lo confirman. El personal de la embajada estadounidense en Bagdad, la más grande del mundo, pasará de 8.000 a 16.000 personas. Su «oficina de cooperación y seguridad», que entrena y arma a las fuerzas iraquíes será reforzada. Desde 2005, el gobierno iraquí ha comprado armas a Estados Unidos por valor de 5 millones de dólares y, según lo programado, comprará otros 26 billones. Entre los cuales, 36 cazas F‑6 con su armamento correspondiente (cuyo número podría aumentar hasta 96), cuyos pilotos son entrenados en Estados Unidos y cuyas bases se encontrarán, de hecho, bajo el control del Pentágono. Unidades de la CIA y de las fuerzas especiales estadounidenses continúan entrenando (y de hecho dirigiendo) las «fuerzas de seguridad» que, por órdenes del primer ministro Nouri al-Maliki, han detenido centenanes de ex-baasistas acusados, en base a pruebas proporcionadas por el CNT libio, de preparar un golpe de Estado con apoyo de Gadafi. Al mismo tiempo Washington ha llegado a acuerdos con el gobierno regional kurdo de Masoud Barzani con el que ExxonMobil ha firmado un importante contrato de explotación petrolífera, a espaldas del gobierno de Bagdad.
En el Kurdistan iraquí operan desde 2003 fuerzas especiales estadounidenses, bajo las órdenes del general Charles Cleveland. El mismo que ‑según revelaciones del periódico egipcio al-Arabi- entrena y dirige actualmente en Turquía los comandos del «ejército sirio libre» para la «guerra subrogada» contra Siria.
Manlio Dinucci
Edición de 20 de diciembre de 2011 de Il Manifiesto.
http://www.ilmanifesto.it/area-abbonati/in-edicola/manip2n1/…
Traducido del francés por Boltxe kolektiboa