Si revisamos con detenimiento las conclusiones del informe del Servicio Geológico De Los Estados Unidos sobre las reservas petroleras venezolanas encontramos con asombro la conclusión que afirma: “El Servicio Geológico de EE.UU. estima un volumen medio de 513 mil millones de barriles de petróleo pesado técnicamente recuperable en la Unidad de Evaluación Petrolífera del Orinoco Belt del este de Venezuela, Provincia de la Cuenca, el rango es de 380 a 652 millones de barriles. La Faja Petrolífera del Orinoco contiene una de las mayores acumulaciones recuperables de petróleo en el mundo” , esto junto a los 77.000 millones de barriles que componían nuestras reservas pareciera condenar a venezuela a la ruta del estractivismo, la minería y condición primario exportadora, es decir a una economía primitiva sujeta a los vaivenes que la economía del petróleo comporta.
Ligados a este cíclico juego del mercado mundial del petróleo y su impacto en la economía Venezolana, vemos como los datos de nuestra economía en relación al crecimiento, vuelven a ser positivos después de la dramática caída de los precios del petróleo entre el 2008 y el 2009, para el año 2011, la economía creció 4.2%, de la misma forma los precios de la cesta petrolera OPEP y Venezolana se mantienen en alza, ubicándose para este mes de febrero de 2012 en US 117,26 para la Cesta OPEP y US 110,82 para la Cesta Venezolana. Ante los vientos de guerra en oriente medio muy probablemente el precio aumentará, pero igualmente ante el frágil estado de la economía mundial esta curva ascendente en el precio de una materia prima vital acelerará la caída de todo el andamiaje mundial de la economía y consecuentemente Venezuela podría vivir una de las peores crisis de las últimas décadas.
Buscando abandonar los presagios dramáticos e intentando sembrar en el suelo firme de una economía nacional y latinoamericana sostenible, necesitamos volver en el nuevo Plan General de la Nación que hoy se encuentra en elaboración, sobre la tantas veces enunciada fórmula de la diversificación industrial y la sustitución de importaciones. Dicha estrategia ha sido asumida en otros períodos con una alta dosis de retórica; pero la crisis mundial coloca esta política como un centro obligado a desarrollar en la próxima ruta estratégica.
Llegó el momento de pensar y realizar un modelo industrial sistemático, planificado, coherente y viable de acuerdo a las potencialidades y límites que nuestra realidad productiva, desarrollo tecnológico y formación de la fuerza laboral.
En el terreno del modelo de industrialización a realizar es necesaria la reflexión que nos permita orientar los procesos de construcción de nuevas cadenas y redes socio-productivas priorizando nuestras potencialidades, no todos los sectores pueden ser vistos con potencialidad de arrastre, sería iluso en el actual contexto de precio de las manufacturas chinas pretender tejer cadenas en todos los sectores, así mismo la preeminencia regional de Brazil y su desarrollo industrial nos impone una racionalidad ligada a la viabilidad de los esfuerzos a emprender.
Es innegable que un sector como la petroquímica, tiene grandes condiciones de arrastre y activación productiva aguas arriba y aguas abajo, tiene potencialidad de estimular y articular redes productivas locales a la par que se ganan niveles de impacto en los mercados regionales y mundiales, igualmente las telecomunicaciones y la electrónica son un sector en el que hemos ganado un buen avance de experimentación y podría ser diseñado como cadena de manufacturación de bienes a la par que ganamos protagonismo en los marcos nacionales y regionales con las plataformas de servicios.
El modelo industrial necesariamente significa diversificar productivamente y superar la dependencia de la renta petrolera, significa sustituir importaciones, es común frente a esta política encontrar rechazo sin ningún argumento por parte de los sectores políticos y académicos neoliberales, argumentando que esta política ya se intentó y fracasó en América Latina.
Es verdad que el modelo de sustitución de importaciones ya fue intentado por diversas economías latinoamericanas desde la década del 50, pero los neoliberales no dicen que el fracaso de la sustitución de importaciones fue producto del bloqueo intencionado que el capital financiero y trasnacional generó hacia las matrices nacionales de industrialización, logrando reproducir las lógicas de dependencia en la mayoría de las experiencias productivas, no dicen que la sustitución de improtanciones solo es posible en un contexto de revolución nacional capaz de desafiar la preeminencia del capital financiero.
En un detallado estudio, Urs Heierli analiza los factores que llevaron a la crisis de la estrategia sustitutiva en América Latina:
- En primer lugar el fracaso del modelo sustitutivo estuvo dado por una ausencia de conciencia sobre las fuerzas y valores propios de las respectivas sociedades, se mantuvo la preeminencia de patrones culturales y de consumo imperiales a la par que se despreciaron las capacidades nacionales propias.
- Dicha estrategia fue establecida sin tomar en cuenta la disponibilidad de recursos y factores productivos nacionales, limitándose a producir internamente los productos que demandaban los estratos alto y medio alto de elevado poder de compra y que son intensivos en divisas o insumos importados.
- Los tejidos industriales desarrollados terminaron concentrando el uso de los escasos recursos financieros en determinadas ramas industriales con elevadas capacidades ociosas y de producción, que absorbían fuerza de trabajo marginalmente.
- Los tejidos industriales estaban concentrados en las urbes, y estaban alineados con el exterior en la obtención de insumos y tecnología, no había esfuerzos nacionales de construcción de redes socio-productivas complementarias, terminaron reprimiendo a las pequeñas empresas.
- El modelo sustitutivo terminó alentando la concentración de capitales, y el deterioro en la distribución del ingreso nacional.
Es de destacar el abandono de las burguesías “productivas” de su voluntad industrializadora ante el posicionamiento hegemónico del capital financiero, el cual ligado a los intereses transnacionales globales vino a imponer un nuevo patrón de acumulación o modelo de desarrollo, que buscaba la captura por parte del capital financiero transnacional de todos los sectores de la vida económica nacional, fundamentalmente los grandes negocios de servicios públicos y la penetración desde los agro negocios. Las otrora burguesías industriales fueron migrando en busca de migajas hacia el sector servicios.
Finalmente resaltemos la importancia que en la realización de nuestro modelo industrial venezolano tiene el entorno internacional y nuestra política de integración regional desde el Alba, Mercosur y la UNASUR.
Debemos ser conscientes que las cadenas productivas traspasan nuestras fronteras y elevar los niveles de productividad exige alimentarse de experiencias, tecnologías y oportunidades que están más allá de Venezuela.
Las políticas y estrategias que adoptemos deben estar enmarcadas, sin comprometer nuestra soberanía y nuestro modelo político, en las políticas de complementariedad productiva y en la integración de las cadenas productivas de la región.
El nuevo escenario señalado recientemente por el Presidente Chávez, en relación a la formulación del nuevo Plan General de la Nación, será un escenario fundamental para profundizar en esta obligada reflexión.
Los grandes avances en el terreno de lo politico y lo social, requieren para este nuevo sexsenio de un gran esfuerzo en la construccion de nuestro modelo Economico- Productivo.
Jesse Chacòn
Director
GISXXI
www.gisxxi.org