Artículo de colaboración para Borroka garaia da! Autor: E. Etxezarreta
La propuesta de trabajo presentada para la reorganización y estructuración de la IA en pueblos y barrios “Zutik Euskal Herria Zehazten”, trata de definir dos aspectos fundamentales en este momento político: el perfil de la militancia de la IA y las formas y recursos de trabajo en el ámbito local.
Algunas aportaciones a este debate:
1. Sobre la militancia de la IA
En primer lugar cabe resaltar que hay elementos que han condicionado y mucho la actividad política de la IA en pueblos y barrios, entre los cuales el elemento represivo ocupa un lugar destacado. Primero en el plano personal por el condicionante que sin duda representa la posibilidad de ser detenido, torturado y encarcelado. Pero también por la imposibilidad efectiva de desarrollar una militancia política si el “marcaje” al que te someten conlleva enmierdar a gente, organizaciones o estructuras. Pero por encima del coste personal está el coste en términos colectivos, el coste que han/hemos pagado las organizaciones durante un periodo largo de tiempo en el que la militancia clandestina o semiclandestina no ha sido una opción libre por más que lo pueda parecer, sino fruto de unas circunstancias muy concretas en las que sin duda el objetivo era seguir siendo un activo político en la calle, tratando de compatibilizar la militancia política con la propia seguridad.
Y en estas circunstancias tan especiales han surgido formas diferentes de entender y de desarrollar la militancia en infinidad de pueblos y barrios. Tanto que en la práctica la tensión acumulada por distintos factores tanto internos como externos ha hecho que en el seno de la IA hayan convivido bajo un mismo paraguas político e ideológico, sectores que han terminado por convertirse en compartimentos estancos. Como resultado de una fase especialmente dura y controvertida, a día de hoy en barrios y pueblos compartimos militancia dentro de la IA gentes que hace tiempo hemos perdido la capacidad de entendernos, de llegar a acuerdos e incluso de intentarlo.
Y en este punto conviene no engañarse sobre lo que cada sector de la IA aporta o ha aportado al conjunto. En demasiadas ocasiones se asocia casi de manera mecánica a un sector de militancia con las expresiones más duras del conflicto, y automáticamente se le descarta como activo para el trabajo en el movimiento popular o el trabajo en clave más constructiva. O por el contrario se pretende dar por hecho que quien desarrolla una actividad netamente municipalista está más capacitado o predispuesto para llegar a acuerdos o trabajar en equipo. Y ni una cosa ni la otra responden a una foto real de lo que a mi juicio ha sucedido en muchos pueblos y barrios de Euskal Herria.
En este sentido el debate realizado en el seno de la IA en estos dos últimos años ha forzado a una clarificación tal sobre la estrategia a desarrollar a nivel nacional, que como se reconoce en el documento Zutik EH Zehazten, “en ocasiones hasta los propios militantes que conforman las estructuras municipales eran incapaces de comprender correctamente que era lo que estábamos haciendo”. La militancia en pueblos y barrios hemos estado y estamos a años luz de entender y en muchas ocasiones de compartir lo que se está haciendo en el ámbito nacional. En ocasiones por falta de información o de capacidad, y en otras simplemente porque no compartimos decisiones o posiciones adoptadas. A los problemas internos que ya arrastrábamos, se unen los derivados de un proceso que, lejos de amortiguar o acortar las diferencias, no ha hecho sino agrandarlas.
El proceso interno de reorganización y reestructuración de la IA de pueblos y barrios debe responder al guión nacional en lo que a apuesta por abrirse a nuevos espacios y sectores se refiere. Pero debe igualmente ser un proceso que sirva para tratar de recuperar a un amplio sector de esa militancia de siempre, que a día de hoy no encuentra su espacio. Y no lo encuentra por al menos tres razones:
1) Primero porque si atendemos a lo que se plantea en el documento Zutik EH zehazten, “…todos ellos (quienes han trabajado dentro de la IA en los tiempos difíciles) deben continuar junto a nosotros en esta nueva fase política, adecuándose a adaptándose a los nuevos ámbitos y formas de trabajo. Es decir, la IA plantea a quienes, por distintas razones respondemos a un perfil diferente de militancia que o cambiamos, o nos quedamos sin espacio. Y eso es algo que desde luego no nos podemos permitir.
2) Segundo porque aunque se pretenda dar por superada una fase del conflicto político (en términos de confrontación político-militar), lo cierto es que las medidas que vamos adoptando tienen carácter unilateral. Y a día de hoy, igual que hace treinta y que hace diez años, el “marcaje” a que se somete a alguna militancia por parte de la policía es bestial. Las opciones de ser detenida, torturada, encarcelada o tener que huir siguen siendo reales, y por tanto no parece ni lógico ni prudente que a militantes que a día de hoy continúan enfrentándose a niveles de riesgo represivo distintos, se le exija tener un mismo perfil de militancia.
3) Y tercero porque el modelo de militancia que se plantea como el modelo “tipo” es un modelo para el desarrollo de una política de alianzas que debe permitir acercarnos a una base social y popular concreta. Pero cuanto más profundicemos en ese perfil de militancia, más nos estaremos alejando de otro perfil que ha sido el auténtico soporte de barrios y pueblos en más de una ocasión. Muchos pueblos y barrios cuentan con un movimiento popular y un activo militante que no va a comprender fácilmente que en aras a llegar a más sectores renunciemos a perfiles, modelos o tipos de militancia “clásicos”.
Y es en este punto donde surge una pregunta ¿A día de hoy es imprescindible compartir al 100% los planteamientos que la IA hace en el plano nacional, para poder ser un militante activo en el ámbito local? ¿Se le pedía a alguien para ser militante de la IA hace 5 o 10 años que compartiese la lucha armada o que saliese a tirar piedras? El actual modelo de militancia propuesto desde la IA, el perfil de militancia propuesto ¿no uniformiza hasta el extremo el concepto y el perfil de militancia?
A mi entender sí. Y es por ello que entiendo que el planteamiento hecho en torno al modelo de militancia no responde a lo que la IA de muchos pueblos y barrios necesita.
Me quedo de todo el apartado referido a la militancia con algo que también textualmente se dice en el documento Zutik EH Zehazten y que contradiciendo mucho de lo que en términos generales se refiere al perfil de la nueva militancia afirma: “Debemos invitar a todo aquel que desee participar en la dinámica política de la IA. La clave está en dar a cada cual su lugar. Por tanto cada invitación a trabajar deberá adecuarse a las características de cada individuo, y es que necesitamos gente para toda clase de tareas”.
2. Sobre las formas de lucha y su concreción en el ámbito local
La IA a lo largo de su debate sobre la estrategia a desarrollar en esta nueva fase política, ha adoptado decisiones que siendo de un calado y una trascendencia innegable, dejaban sobre la mesa unos márgenes de trabajo en esta nueva fase política, que tanto el documento “Zutik Euskal Herria Zehazten”, como la propuesta planteada para el barrio no desarrolla. Son a mi juicio elementos que deben ser tenidos en cuenta, porque sin ellos la única posibilidad de entender la militancia y el trabajo futuro de la IA en el barrio serían los que se hacen en la propuesta de funcionamiento.
En esta propuesta y dentro de la introducción sí que se apunta que “…se busca implementar una estrategia eficaz para avanzar en el proceso de liberación nacional y social, basada en la acumulación de fuerzas y la confrontación democrática, por medio de la lucha ideológica, institucional y de masas”.
a) Acumulación de fuerzas.
La acumulación de fuerzas es la bandera que más veces se ha alzado a lo largo de esta fase del proceso para argumentar (o justificar) aquellos pasos de dudosa comprensión por parte de la militancia. Porque curiosamente siempre que se habla de acumular fuerzas para dar pasos en los objetivos estratégicos, en realidad se está hablando de hasta donde bajamos el listón de nuestras demandas para encontrarnos con potenciales aliados. La acumulación de fuerzas por tanto de convierte en un objetivo con una serie de ingredientes imprescindibles: acuerdo, buen rollo, cintura política, pragmatismo, posibilismo, aprender a ceder, a perder debates…
Y frente a ese argumentario es hora de reivindicar que para la acumulación de fuerzas de una serie de sectores ese esquema de trabajo puede ser necesario, pero para la acumulación de fuerzas de otros sectores esas formas de trabajo no sirven.
En el diseño realizado se habla de tres fases: 1ª marco democrático, 2º estructuración del sujeto y 3º hacia la independencia a través del ejercicio del derecho de Autodeterminación. Y para este diseño, en el que los acuerdos van a pivotar fundamentalmente sobre alianzas de carácter nacional, es posible que el esquema sirva. El objetivo en clave nacional es acumular para luego confrontar. Si el objetivo es crear el sujeto soberanista es posible (aunque a mi entender erróneo) que tenga alguna lógica el aplazar el momento de confrontar con los estados, de romper con ellos.
Pero es evidente que cuando hablamos del tránsito hacia el objetivo estratégico de la Euskal Herria Socialista, no podemos seguir permaneciendo de brazos cruzados, porque la estrategia del capital nos obliga a confrontar desde ya. La estrategia de acumulación de fuerzas desarrollada en el ámbito sindical se ha demostrado claramente insuficiente y absolutamente ineficaz a la hora de frenar los avances de un modelo que es cada vez menos social y más injusto.
En muchos pueblos y barrios hay condiciones para acumular en esa clave social a través de una práctica política coherente con el modelo social que siempre hemos defendido. No es el momento de buscar sumar fuerzas vía mesa de acuerdos. Es hora de sumar sectores y sensibilidades desde la coherencia de los argumentos, la capacidad política para defenderlos y la determinación militante para demostrar que sí, que se pueden parar los desahucios o que se activan mecanismos para combatir la exclusión social. Y para eso hace falta evidentemente gente formada que además responda a un perfil de militancia que sin duda se siente más cómoda en esas batallas donde el cuerpo a cuerpo es imprescindible. Como, no nos engañemos, debería serlo en un planteamiento de huelga general con la que está cayendo. Ahí deberíamos ser capaces de liderar un movimiento socio político amplio que además fuese capaz no solo de hacer visible el hartazgo de la sociedad, sino también de articular mecanismos para hacer frente a la ofensiva del capital.
b) Sobre las formas de lucha.
La IA cierra, después del debate de estrategia celebrado, el ciclo de la confrontación en clave político-militar. Lo hace además de forma unilateral (lo cual no ocurrió ni en Irlanda ni en la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica por mucho que se usen estos procesos como modelo). En todo caso el cierre de la estrategia político-militar se ha asociado interesadamente con la apertura de una fase política donde nuestra actividad se basa casi en exclusividad en el entendimiento con el resto y en la apuesta exclusivamente por aquellas dinámicas que permitan acumular fuerzas y equipararnos al resto en términos democráticos y cívicos.
A mi entender eso supone, para cualquier organización de perfil revolucionario, para cualquiera que realmente opte a cambiar el actual estado de cosas hacerse el harakiri. Esos procesos de “reconversión” y de búsqueda de ser “aceptados como uno más” no han llevado a lo largo de la historia más que a ser asimilados por el sistema y al abandono progresivo de los objetivos estratégicos.
Nadie en la IA ha puesto sobre el papel que nuestra actividad deba ser “normalizada” o que esté sujeta a los topes que marca la legalidad, y sin embargo aceptamos que eso es así. El documento Zutik Euskal Herria Zehazten delimita tanto el espacio, las formas de lucha y el concepto de militancia que hace que en el seno de la IA solo pueda sentirse cómoda un perfil de militancia.
Reproduzco textualmente: “Apuesta por las vías políticas y pacíficas: Las organizaciones firmantes se comprometen a perseguir sus fines estrictamente por vías políticas y pacíficas, en el amplio marco que va desde lo institucional hasta la desobediencia civil.”
Este texto no pertenece a un documento interno de la IA. Es solo una parte de un amplio documento con el título “Euskal Herria Ezkerretik, Acuerdo por el cambio político y social entre independentistas y soberanistas de izquierda”, que en enero de 2011 firmamos la IA, Alternatiba y Eusko Alkartasuna.
Es evidente que siendo como es un documento de consenso entre tres formaciones políticas de perfil muy distinto, establece una serie de elementos de trabajo que superan con creces el modelo que ahora se presenta como modelo de trabajo para barrios y pueblos.
La estrategia de acumulación de fuerzas no excluye de por sí la puesta en práctica de dinámicas que sin duda abren el abanico de posibilidades y perfiles de militancia con los que poder trabajar y a los que llegar con propuestas y planteamientos concretos. Pero eso no se improvisa. Si aceptamos un perfil de militancia en el barrio que exclusivamente responda a una intencionalidad (la de hacer amigos) y una dinámica política donde la coherencia política, el compromiso militante, el “riesgo” político como parte de esa militancia quede relegado a un décimo plano, tal vez ganemos algún amigo, pero en muchos barrios y pueblos vamos a perder “por la izquierda” mucho más de lo que ganaremos en el espacio de lo políticamente correcto.
c) ¿ No violencia = legalidad ?
Dentro de la vorágine de ideas que se han ido instalando en el subconsciente de la militancia de la IA gracias a un permanente goteo de opiniones, declaraciones e interpretaciones, se ha establecido una lógica peligrosísima de la que debemos salir cuanto antes: fin de la estrategia político militar = aceptación de la no violencia = aceptación de la legalidad.
Esta lógica responde a un criterio (cuestionable en mi opinión) que ya quedaba plasmado en los primeros documentos de debate de la IA: nuestra vocación es la de participar de forma activa en la política vasca a través de sus instituciones. Y con ese objetivo convertido en prioridad, vamos dando todos los pasos necesarios para ser legales. Y no solo eso, para que nadie dude de nuestra disponibilidad a dar por superado el “ciclo de la violencia”, expresamos desacuerdos, pesares más o menos sentidos, cuestionamos lo hecho, … Para poder liderar el proceso, construir el sujeto y superar el marco de negación hay que pagar un precio, y en esas estamos.
Pero ¿Y eso que tiene que ver con los pueblos y los barrios? En cantidad de barrios y pueblos afortunadamente hace ya mucho tiempo que los topes legales lejos de ser un obstáculo para avanzar han servido justo para lo contrario, para dar pasos que nos han reafirmado en que para dar pasos hay que arriesgar. A veces a todo o nada, y en otras manejando con más cautela las cosas. Pero se ha hecho, y además lo hemos hecho compartiendo esas decisiones con vecinos, comerciantes, estudiantes…
La dimensión de las decisiones que la IA vaya viéndose (auto)obligada a adoptar en el ámbito nacional no puede frenar una forma de trabajo no sometida a los topes legales. No como estrategia tal vez, pero sí como instrumento. Y no nos engañemos, tampoco en este ámbito la IA a nivel general ha puesto en duda luchas como las desarrolladas en defensa del Gaztetze Kukutza o acciones tan simbólicas como contundente de los tartazos a Barcina.