A “Carlos”, quién en la mente de Bernardo Atxaga no logró entrar al estadio
Esta es un crónica imaginaria, patafísica si se quiere, pensada y vivida desde Colombia, no pretende se predictiva, quiere ser soñadora, solidaria, sobre lo que se vivirá en el juego del 25 de mayo entre el Athletic Club de Bilbao y el F.C. Barcelona. Por los azares del fútbol se concentrarán en la capital del reino de España, en el estadio “Vicente Calderón”, las dos grandes escuadras del fútbol vasco y catalán, equipos corajudos e intrépidos que arrastran consigo las ilusiones y los sueños de hinchadas que en su memoria cargan el dolor y la persecución políticas, y también la dignidad y la valentía, cargan todos los gritos, todas las lágrimas, todas las pasiones, todas las penas y sufrimientos, todas las ilegalizaciones, todas las torturas, las glorias y los sueños de victoria. Fútbol y lucha por la independencia se entrelazan en la estructura emocional, ponen a vibrar el cuerpo, pondrán a vibrar a Madrid entera. La final de la copa del rey de este 2012, concentra los ingredientes emocionales y políticos más sensibles de la historia de la península ibérica, equipos gloriosos, Barcelona y Athletic de Bilbao, sobre los que se agolpan hinchas que creen en las posibilidades de libertad y justicia, serán protagonistas de una fiesta estruendosa, quedarán opacadas, irrespetadas, la figura de un monarca deslegitimado y una ultra-derecha española temerosa y ridícula que sentirá humillada esa falsa unidad imperial del reino. Ya lo dijo Albet Camus: «no hay un lugar de mayor felicidad humana que un estadio lleno de fútbol». Con toda la alegría y el merecido derecho, y seguramente también junto a madrileños y españoles sensibles e inteligentes, simpatizantes de la libertad, “le moveremos el catre” al Madrid reaccionario. Ya veo a muchos hinchas disfrazados de elefantes, el estadio decorado con imágenes de Bielsa, de Messi, pancartas hermosas con imágenes de la recuperación soberana de YPF, la imagen de la juez María Servini de Cubría – quién tiene en sus manos el testimonio de cincuenta querellantes contra los crímenes franquistas, entre ellos el de Salvador Puig Antich – junto a la de Maradona y el Che Guevera, Argentina implicada, Argentina coherente y rebelde, los irrintzis también se entonan desde la América Latina.
Quizás para las dos hinchadas amigas no importe el resultado de este juego final, aunque sería excepcional que se repitiera esa goleada memorable de la temporada de 1929 cuando el Athletic le propinó 12 golazos a un Barcelona que apenas logró una simple y honrosa anotación. Es probable que esto acontezca, el Athletic viene con los arrojos encendidos y los méritos demostrados después de que la copa de la Europa League se le escapara en Bucarest ante un suertudo Atlético de Madrid. Esta tal “derrota”, como la llaman en los diarios deportivos, esconde grandes enseñanzas de madurez deportiva para la historia del club y de la hinchada. Como nos lo recuerda Bolívar el libertador, aquel caraqueño de ancestros vizcaínos, “el arte de vencer se aprende en las derrotas”, y vascos y catalanes en su historia y en sus luchas lo han atestiguado, la firmeza de sus convicciones y aspiraciones de libertad no abdican tan fácilmente, los caminos que se han forjado para alcanzar la superación de sus conflictos y la paz lo demuestran. Como lo repitiera el historiador colombiano Germán Arciniegas, “los vascos, siempre tozudos en cuestiones de honor”. Es inevitable no pensarlo, el fútbol y especialmente aquel juego del 25 de mayo será una poética metáfora de los caminos políticos transitados históricamente por vascos y catalanes, “el equipo está para jugársela toda, una vez más”, las derrotas no hacen mella, son potencializadoras de las aspiraciones colectivas. Esta vez el descalabro financiero y las desgracias no se camuflarán con goles, aquí se trata de un festejo deportivo colmado de pintxos, de copas, de abrazos, de reclamos al respeto a la autodeterminación. Decía Milán Kundera que el fútbol es un pensamiento que se juega más con la cabeza que con los pies, y metafóricamente al divertido fútbol, diría que la historia se juega con la cabeza y con el corazón y con las certezas ganadas y con las sonrisas. El fútbol como metáfora del juego político, como ejemplo mitigador de los sentidos dramáticos sobre la vida. Vaya oportunidad histórica para ser consecuentes con el nuevo momento político que vive Euskal Herria; vale la pena imaginar un encuentro en el campo de juego entre los gobiernos español y francés, éste último con su más reciente contratación François Hollande, y el pueblo vasco. Todos jugarán de locales y al desnudo, Rubalcaba y Rajoy como volantes en el conjunto español, incluso con el juez Grande Marlaska en la línea defensiva, guardia civil en la banca suplente, también en pelotas, borbones de guardametas y los banqueros seguramente en la asistencia técnica. El combinado euskaldún, fiel a su concepto de juego, insistirá en el juego limpio, saltará a la cancha con una alineación tesonera y experimentada conformada por sujetos colectivos, el Colectivo de Presos Políticos Vascos, Amaiur, EA, Aralar, Alternatiba, Sortu y GARA en el análisis de las jugadas destacadas. ETA en el área de calentamiento, con toda la buena voluntad, aguardando un nuevo momento protagónico. Pero para esto se requieren árbitros imparciales, incluso externos y reconocidos legítimamente. Porque ¿Cómo es posible que el equipo vasco no pueda contar con Rafa Díaz, Arkatiz Rodríguez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y su magistral delantero Arnaldo Otegi, todos formados en la cantera y suspendidos con amonestaciones injustas en medio del juego? Pero ya lo dijo el mismo Arnaldo, “no lograrán que perdamos la confianza en nuestras posibilidades”. Y así lo creen muchas y muchas en América Latina y el mundo, muchas y muchas que con seguridad estarán el 25 de mayo con sus televisores encendidos en campos, en barriadas, en universidades, en casas y bares, unos encaramados en el tejado ajustando la antena para coger la señal, otros compartiendo su señal de cable hight definition, otros en internet, asistiendo a un encuentro futbolístico histórico y sintiendo y gritando, quizás no «Athletic beti zurekin» ‑porque mucho hinchas del Barcelona hay por estas tierras‑, pero ciertamente “Askatasuna, beti zurekin”.