Iden­ti­dad, cul­tu­ra, hege­mo­nía- Luis Britto

La Per­so­na­li­dad es la suma del Tem­pe­ra­men­to y del Carác­ter que la acción social for­ja sobre un ser. No hay ras­gos sico­ló­gi­cos inna­tos que defi­nan y dis­tin­gan a gru­pos huma­nos. La Iden­ti­dad de un gru­po social es lo que los sicó­lo­gos deno­mi­nan Per­so­na­li­dad Bási­ca: la suma­to­ria del con­jun­to de nece­si­da­des, creen­cias, valo­res, acti­tu­des, moti­va­cio­nes y con­duc­tas imbui­dos por la acción colec­ti­va, com­par­ti­dos por la mayo­ría de sus inte­gran­tes, y que lo dis­tin­guen de otros con­jun­tos humanos.
Así, la Iden­ti­dad es tam­bién un asun­to cul­tu­ral. Sin cul­tu­ra, no hay iden­ti­dad. Somos en gran medi­da el lega­do de sig­nos que nues­tro gru­po nos trans­mi­te y que se con­fun­de con nues­tra mane­ra de ser. Pero la Iden­ti­dad es asi­mis­mo un asun­to polí­ti­co. Acep­ta­mos for­mar par­te de colec­ti­vos con los cua­les com­par­ti­mos un sen­ti­do de per­te­nen­cia. Adver­tía Maquia­ve­lo que la tarea de un Prín­ci­pe que con­quis­ta­ba Esta­dos con reli­gión, len­guas y cos­tum­bres dis­tin­tas de las de sus otras pose­sio­nes era tan difí­cil, que debía dejar­los con­ser­var tales ras­gos y limi­tar­se a cobrar un tri­bu­to. Se le atri­bu­ye el dicho “divi­de y ven­ce­rás”, por­que nada hace más vul­ne­ra­ble a un Esta­do que la con­tra­po­si­ción incon­ci­lia­ble de cos­tum­bres, idio­mas y creen­cias dis­tin­tas. “Inte­gra y per­du­ra­rás”, podría­mos aña­dir, en el sen­ti­do de que la tarea del esta­dis­ta es poner de mani­fies­to y esti­mu­lar aque­llo que une a la colec­ti­vi­dad en lugar de lo que la desintegra.
CULTURA REVOLUCIONARIA
Cul­tu­ra es la suma­to­ria de las crea­cio­nes de la huma­ni­dad. Éstas acti­van las fuer­zas pro­duc­ti­vas, tra­man las rela­cio­nes de pro­duc­ción y arman super­es­truc­tu­ras ideo­ló­gi­cas que man­tie­nen esta­ble un cier­to modo de pro­duc­ción. Pero den­tro de éste hay fuer­zas inno­va­do­ras que eri­gen otro nue­vo: movi­li­zan nove­do­sas fuer­zas pro­duc­ti­vas, esta­ble­cen ori­gi­na­les rela­cio­nes de pro­duc­ción, pro­du­cen super­es­truc­tu­ras iné­di­tas, que des­tru­yen lo cadu­co. No hay revo­lu­ción sin cul­tu­ra revo­lu­cio­na­ria. En todas las épo­cas los uni­ver­sos de la cien­cia, el dere­cho, la filo­so­fía, la esté­ti­ca, son expre­sio­nes sen­si­bles de la lucha de un para­dig­ma mori­bun­do con­tra otro que nace. Toda revo­lu­ción arro­ja sobre el mun­do un dilu­vio de temas, for­mas y esti­los iné­di­tos. La sovié­ti­ca, por men­cio­nar sólo una, creó el cons­truc­ti­vis­mo, el abs­trac­cio­nis­mo, el len­gua­je del cine, la arqui­tec­tu­ra y la músi­ca moder­nas. Ima­gi­ne­mos las cul­tu­ras del Rei­no de la Libertad.

Hege­mo­nía cultural

Hege­mo­nía es el poder de deter­mi­nar con­duc­tas más por la per­sua­sión y el con­sen­so que por la repre­sión. Toda Revo­lu­ción es hija de una hege­mo­nía cul­tu­ral nacien­te. El pen­sa­mien­to racio­na­lis­ta de Mon­tes­quieu, Vol­tai­re y Rous­seau pre­do­mi­na sobre el vetus­to cle­ri­ca­lis­mo de la feu­da­li­dad y da paso a las Revo­lu­cio­nes Bur­gue­sas. Marx y Engels abren el camino a casi un siglo de pre­do­mi­nio pla­ne­ta­rio de los socia­lis­mos. En la Vene­zue­la de los años sesen­ta, seten­ta y ochen­ta, la Izquier­da Cul­tu­ral ejer­ce una casi abso­lu­ta hege­mo­nía en poe­sía, narra­ti­va, plás­ti­ca, tea­tro, cine­ma­to­gra­fía revo­lu­cio­na­ria, can­ción de pro­tes­ta, ensa­yo crí­ti­co, inter­pre­ta­ción mate­ria­lis­ta de la His­to­ria y mane­jo de la pro­vo­ca­ción. Bajo esa hege­mo­nía cul­tu­ral ope­ran el auge de masas de los sesen­tas y la lucha arma­da con la cual éste se defien­de. Casi toda mani­fes­ta­ción cul­tu­ral impor­tan­te es crea­da bajo el signo revo­lu­cio­na­rio; ni una sola gran obra resu­me o legi­ti­ma el idea­rio de la reac­ción. La insu­rrec­ción es derro­ta­da en lo mili­tar y lo polí­ti­co, pero el sus­tra­to ideo­ló­gi­co que cons­tru­yó sigue laten­te, influ­ye en los alza­mien­tos popu­la­res del Meri­da­zo y el Cara­ca­zo, y sir­ve de mar­co para la rebe­lión mili­tar de 1992 y la cons­truc­ción del boli­va­ria­nis­mo. En el cam­po cul­tu­ral, uno de los mas deci­si­vos, tie­ne la izquier­da una hege­mo­nía que pue­de deci­dir­lo todo.

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