La derecha conservadora internacional con sus puñales mediáticos, los “grandes” medios de comunicación, utilizan el término “Sociedad Civil” para atacar a los gobiernos progresistas, en particular, y a la izquierda, en general, además de con el propósito de engañar y manipular a los pueblos del mundo.
Los ultraconservadores, con sus poderes fácticos, acuñaron ese término o concepto, como le queramos llamar, con intenciones retorcidas, y lo replican una y otra vez, para hacer creer que su telaraña perniciosa engloba a todos los ciudadanos de una nación, de una región, o del planeta tierra.
Sin embargo, la “Sociedad Civil” de esos poderosos y sus emporios mediáticos, se reduce a “opositores” o “disidentes que son fabricados, pagados y dirigidos como drones desde Estados Unidos y Europa, a través de supuestas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), de “cooperación o “defensoras” de los Derechos Humanos, que tienen financiamientos directos de gobiernos e instituciones secretas.
¿Cómo pueden formar parte de la “Sociedad Civil” grupúsculos o ciudadanos que reciben salarios de la norteamericana Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), por medio de disfrazadas ONGs estrechamente vinculadas a Washington y a regímenes derechistas europeos?
Esos pequeños grupos e individuos no son otra cosa que uniformados con “plata” del Pentágono, la CIA, y cuerpos de espionaje del llamado Viejo Continente para subvertir el orden en naciones a las que consideran adversarias a sus intereses de dominación.
Los llamados “disidentes” cubanos se reúnen frecuentemente con connotados terroristas en Miami, como Luis Posada Carriles, son asalariados confesos y probados del régimen norteamericano, y sus amos dicen que pertenecen a la “Sociedad Civil”.
Igual vociferan de opositores venezolanos, también pagados por Washington, y protagonistas de hechos violentos, crímenes e intentos de Golpes de Estado “Made in USA”.
Por supuesto que todos esos mercenarios que sirven por dinero a una potencia extranjera saben muy bien que no son reconocidos en sus pueblos y difícilmente pueden llegar al poder, razones por las cuales utilizan la fuerza y los show mediáticos preparados por sus dueños para desestabilizar a sus propios países, y pretender imponerse violando las leyes.
Actúan como títeres de Washington, al igual que lo fueron dictadores como Fulgencio Batista, en Cuba, Carlos Andrés Pérez, en Venezuela, y Augusto Pinochet, en Chile, por citar a algunos de una larga lista.
La misión de esos mercenarios es clara: Si llegan al poder por la fuerza es entregar las riquezas de sus respectivas naciones a Estados Unidos y sus aliados, a cambio de prebendas de sus amos, como lo hicieron Batista, Andrés Perez y Pinochet, y todavía lo hacen algunos “obedientes” a la Casa Blanca, bien identificados.
¿Cuál es la “Sociedad Civil” que reconocen los poderosos, la de las minorías negras, indígenas, campesinas, obreras, la de los más desposeídos? Pues claro que no. Ninguna de ellas recibe recursos para mejorar sus condiciones de vida, únicamente si se prestan para la subversión a favor de los designios de Washington.
La única Sociedad Civil que debe ser reconocida es la que conformen organizaciones y entidades autóctonas, sin dinero ni injerencia extranjera de las potencias del Norte, que a cualquier precio quieren seguir sometiendo al Sur.