La opacidad de la transición lleva a que intelectuales y artistas de relieve mundial, alcancen en el estado español un reconocimiento muy limitado. Sobre todo, si como en el caso de Josep Renau (1907−1982), se funden en grado máximo la conciencia social, la militancia política (comunista) y la creatividad artística. Renau fue director general de Bellas Artes durante la II República (1936), miembro del Comité Central del PCE y fundador en 1932 de la Unión de Escritores y Artistas Proletarios. Sus carteles, pinturas, fotomontajes y murales defendieron la causa de la II República durante la guerra civil, pero también sacudían las conciencias frente al fascismo o el “modo de vida americano”. Con una fuerza desgarradora. A la propaganda proletaria dedicó Renau sus murales. Al terminar la guerra civil, encadenó exilios: Francia (campo de concentración de Argelès-Sur-Mer), México y la República Democrática Alemana (RDA), desde 1958.
Al muralismo de Renau en los años 60 y 70 en la RDA ha dedicado la Universitat de València una mesa redonda, con la intervención de Oliver Sukrow, miembro del Instituto de Historia del Arte de Munich, especializado en la relación entre artes visuales y arquitectura, y en la teoría socialista de la arquitectura en época de la RDA. Desde 2012 estudia la trayectoria del pintor y fotomontador valenciano en Alemania, además de la relación de éste con algunos de sus maestros, los pintores mexicanos David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera. Actualmente el estudioso alemán investiga en los archivos de Renau en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).
En el exilio mexicano se asentaron algunas bases importantes de la obra posterior de Renau. En México colaboró con Siqueiros en un mural –“Retrato de la burguesía”- para el sindicato de electricistas. Utilizaron en la obra medios muy modernos, como el fotomontaje, los principios de la fotografía y sobre todo, un elemento al que Renau otorgó mucha importancia: el dinamismo, que recuerda la narración cinematográfica y obliga al desplazamiento del espectador para contemplar el mural. Se han apuntado diferentes factores para explicar la partida de México a Alemania, entre otros, “el vinculo que mantenía el fotomontador con el comunismo, su idea de superar los límites que tenía el artista en el sistema capitalista y poder influir en la sociedad mediante el arte”, explica Oliver Sukrow. Renau apuntó también en los años 60 que siempre se sintió influido por el arte alemán. El investigador indica además otros factores, como las presiones políticas de Estados Unidos sobre México, o la relación que tuvo en el exilio con artistas alemanes.
Sea como fuere, la primera oferta concreta que recibió Renau en la Alemania Democrática vino de la televisión, para realizar películas animadas (no se han encontrado copias de los cinco filmes realizados). El primer encargo como muralista lo recibió en 1959, del que se conservan sólo los bocetos pues finalmente no se ejecutó. Lo importante son los criterios que utiliza el artista: no tiene como objetivo mostrar sin más el contenido del edificio, sino que, mediante una alegoría, incita a la reflexión crítica y la movilización. Además, se trata de que el espectador vaya modificando el lugar de observación para apreciar el mural. Al principio de los años 60, Renau continúa trabajando para la televisión, diseña carteles y un mural –“La conquista del cosmos” (1966)- para el Círculo de Televisión de Berlín.
En 1969 colabora con Richard Paulick, arquitecto de la Bauhaus, en una nueva obra: “El futuro trabajador del comunismo”, que al final no se realiza (quedan los bocetos). Por el contrario, sí que se llevan a término los murales “La conquista del sol” (también titulado “El uso pacífico de la energía atómica”) en Halle (1970); y “La naturaleza, el hombre y la cultura”, en Erfurt (capital de Turingia). En una visita a Josep Renau en Berlín, David Alfaro Siqueiros reconoció que el artista valenciano logró dar un paso al frente y evolucionar en su obra, además de conservar el espíritu militante de la etapa mexicana. Se conservan los bocetos del mural para el complejo residencial de Schwedt (1972) y el diseño para el vestíbulo central del Palacio de la República de Berlín. En todo caso, el punto culminante de la obra muralística de Renau en la RDA es son los trabajos para Halle-Neustadt, en los años 70.
El blog “Ciudad Futura” incluye un artículo de aproximación al muralismo del artista en su etapa alemana (“Renau: nostalgia del futuro”, publicado en noviembre de 2014). En el conjunto de trabajos de Halle-Neustadt (actualmente un distrito de Halle, Sajonia) se incluye “La conquista del sol”, un mural cerámico de 18 metros de longitud por seis de altura para un edificio público (el instituto de gestión de la energía y el agua). En la residencia de estudiantes de Halle-Neustadt sobresale un enorme díptico (13 plantas) con dos trabajos: “El dominio de la naturaleza por el hombre” y “Unidad de la clase trabajadora y fundación de la RDA”, mural presidido en la parte superior por la efigie de Marx. “La Marcha de la juventud en el futuro” es otro magno mural, de los más significativos en la obra de Renau. El artículo citado de “Ciudad Futura” lo define como “una deslumbrante alegoría de la construcción del socialismo, que expresa dinamismo a raudales en la línea del mejor futurismo constructivista de la primera vanguardia artística de la Revolución Soviética de Octubre”.
En los bocetos previos para este trabajo, Oliver Sukrow encuentra muchos de los rasgos del creador: la precisión, el rigor y la racionalidad; el dinamismo; la conversión de la fotografía en abstracción pictórica; la mezcla de disciplinas (arte gráfico, pintura, fotomontaje, fotografía…); evitar las expresiones estáticas al tiempo que se apuesta por la exaltación poética y el movimiento (el dinamismo y el juego de perspectivas separa a Renau de otros artistas de su tiempo en la RDA). Si se observa “La marcha de la juventud en el futuro”, de derecha a izquierda, puede apreciarse la evolución del tiempo, así como el paso de lo concreto a lo abstracto. El último mural de Josep Renau –“La Naturaleza, el Hombre y la Cultura”- respondía a un encargo del Ayuntamiento de Erfurt (Turingia) para decorar la fachada de un centro cultural. Así lo caracteriza el artículo “Renau: nostalgia del futuro”: “Un testamento vital que derrocha optimismo histórico y anhelos de un futuro luminoso para el hombre, ligado a la naturaleza y al desarrollo de la ciencia, la tecnología y la cultura”. Concluyeron la obra los colaboradores del artista, en 1983, un año después de su muerte en Berlín.
¿Qué ocurrió con el legado artístico de Renau? Sukrow explica que en los años 90, tras la reunificación alemana, se desarrolló un “movimiento iconoclasta” que llevó a la destrucción o el abandono de una parte del patrimonio público de la RDA. Esto afectó, entre otros muchos ejemplos, al Palacio de la República en Berlín y se tradujo en el desmontaje de estatuas de Lenin. “Se consideró simplemente un arte dictatorial que se debía eliminar”, apunta Sukrow en la Universitat de València, “aunque en los últimos años se ha dado un cierto cambio, favorable a la conservación”. La obra de Josep Renau ha sufrido este proceso. Otra de las cuestiones debatidas es qué hacer con el arte público de la Alemania Democrática, si éste debía o no trasladarse a archivos y museos.
A día de hoy, el legado de Renau en Alemania está sometido a un tratamiento desigual. El mural titulado “El uso pacífico de la energía atómica” se halla en buenas condiciones, pero el edificio que lo acoge necesita la rehabilitación, informa Emili Payà, director del Centre Octubre de Cultura Contemporània de València y miembro de la Fundación Renau. “La marcha de la juventud en el futuro” cayó en 1999. “El dominio de la naturaleza por el hombre” se ha rehabilitado y se halla en buenas condiciones. En el caso de “Unidad de la clase trabajadora y fundación de la RDA”, se alega que no hay dinero para la rehabilitación. “La naturaleza, el hombre y la cultura” se ha librado de las obras para la construcción de un centro comercial. El mural se desmontó en su día y actualmente se está a la espera de reimplantarlo en un edificio distinto al inicial. En cuanto al legado político de su trabajo en la RDA, afirma Oliver Sukrow, “luchaba por los encargos oficiales, pero se alejó del realismo socialista; constituía una especie de vanguardia viva, de hecho, en la RDA no hubo muchos artistas que se le pudieran comparar”.