Cla­ves del anti­ca­pi­ta­lis­mo y el anti­im­pe­ria­lis­mo hoy

Pue­de ser muy valio­so poner­nos de acuer­do para estu­diar, dis­cu­tir y socia­li­zar ese período.

Des­de hace un año esta­mos oyen­do decir que la situa­ción en nues­tro con­ti­nen­te se ha vuel­to cada vez más difí­cil, por que acon­te­cen hechos adver­sos a los pue­blos, y por la ofen­si­va del impe­ria­lis­mo y sus cóm­pli­ces de cla­ses que son a la vez domi­na­das por él y domi­nan­tes en sus paí­ses. Aun­que parez­ca que empie­zo por el final, qui­sie­ra comen­zar con un comen­ta­rio acer­ca de las rela­cio­nes que exis­ten entre difi­cul­ta­des y revolución.

Para los revo­lu­cio­na­rios, y duran­te los pro­ce­sos de revo­lu­ción, hay momen­tos feli­ces y pro­ce­sos feli­ces, pero en las revo­lu­cio­nes ver­da­de­ras no hay coyun­tu­ras fáci­les. Cuan­do pue­dan pare­cer­nos fáci­les es sola­men­te por­que no nos hemos dado cuen­ta de sus difi­cul­ta­des. Y es así por­que estas revo­lu­cio­nes, a las que ama­mos y por las que esta­mos dis­pues­tos a todo, son las ini­cia­ti­vas más auda­ces y arries­ga­das de los seres huma­nos, que empren­den trans­for­ma­cio­nes pro­di­gio­sas libe­ra­do­ras de las per­so­nas y de las rela­cio­nes socia­les, a tal gra­do que nun­ca más quie­ran, ni pue­dan, vol­ver a vivir en vidas y socie­da­des de domi­na­ción y de vio­len­cias y daños de unos con­tra otros, de indi­vi­dua­lis­mo y afán de lucro. Son revo­lu­cio­nes que pre­ten­den ir crean­do per­so­nas cada vez más ple­nas y capa­ces, y reali­da­des que con­ten­gan cada vez más liber­tad y jus­ti­cia, don­de entre todos se logre cam­biar el mun­do y la vida. Es decir, crear per­so­nas y reali­da­des nuevas.

Si lo que aca­bo de decir le pare­ce impo­si­ble al mun­do exis­ten­te y las creen­cias vigen­tes en la pre­his­to­ria de la huma­ni­dad, al sen­ti­do común y al con­sen­so con lo esen­cial que man­tie­ne a las socie­da­des suje­tas al capi­ta­lis­mo, ¿cómo no va a ser suma­men­te difí­cil todo lo que haga­mos y pro­yec­te­mos? Si jamás las cla­ses domi­nan­tes esta­rán dis­pues­tas a admi­tir que se levan­te el pue­blo y adquie­ra dig­ni­dad, orgu­llo de sí mis­mo y domi­nio de la situa­ción, con­cien­cia y orga­ni­za­cio­nes suyas, a su ser­vi­cio y efi­ca­ces, que esté en el poder y que lo con­vier­ta en un poder popu­lar, enton­ces hay que con­ve­nir en que en esas épo­cas todo se vuel­ve muy difí­cil para la cau­sa del pue­blo. El joven Car­los Marx avi­zo­ra­ba bien cuan­do escri­bió que sola­men­te median­te la revo­lu­ción podrán los domi­na­dos salir del fan­go en que viven meti­dos toda su vida, por­que los cam­bios y la crea­ción de nue­vas socie­da­des exi­gen tam­bién libe­ra­cio­nes colo­sa­les de los enemi­gos ínti­mos que todos alber­ga­mos den­tro. ¿Cómo no van ser tan difí­ci­les las revo­lu­cio­nes de liberación?

Pero, si mira­mos bien y no nos deja­mos des­ani­mar, cons­ta­ta­re­mos que el cam­po popu­lar ya tie­ne mucho a su favor. Entre­mos con esas armas en un pro­ble­ma inme­dia­to, que no es peque­ño. La coyun­tu­ra actual expre­sa de mane­ra escan­da­lo­sa una caren­cia del cam­po popu­lar que se ha ido acu­mu­lan­do en las últi­mas déca­das, al mis­mo tiem­po que esa caren­cia deja­ba de ser per­ci­bi­da como una gra­ve debi­li­dad: la de un pen­sa­mien­to ver­da­de­ra­men­te pro­pio, capaz de fun­da­men­tar su iden­ti­dad en rela­ción con su con­flic­to irre­me­dia­ble con la domi­na­ción del capi­ta­lis­mo, y capaz de ser­vir para com­pren­der las cues­tio­nes esen­cia­les de la épo­ca, las coyun­tu­ras, los cam­pos socia­les impli­ca­dos y las fuer­zas en pugna.

Un pen­sa­mien­to, por con­si­guien­te, fuer­te, con­vin­cen­te y atrac­ti­vo, al mis­mo tiem­po que útil como ins­tru­men­to movi­li­za­dor y uni­fi­can­te de lo diver­so, y como herra­mien­ta efi­caz para guiar aná­li­sis y polí­ti­cas acer­ta­das que con­tri­bu­yan a la actua­ción y a la for­mu­la­ción de proyectos.

Esa ausen­cia del desa­rro­llo de un pen­sa­mien­to pode­ro­so del cam­po popu­lar, crí­ti­co y crea­dor, pue­de cons­ta­tar­se ante el estu­por y la fal­ta de expli­ca­cio­nes váli­das que han abun­da­do fren­te a los acon­te­ci­mien­tos en cur­so en varios paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, que han regis­tra­do dife­ren­tes que­bran­tos, derro­tas o retro­ce­sos de pro­ce­sos que han sido favo­ra­bles a sus pobla­cio­nes y a su auto­no­mía fren­te al impe­ria­lis­mo en lo que va de este siglo. En lugar de aná­li­sis cohe­ren­tes, pro­fun­dos y orien­ta­do­res hemos escu­cha­do o leí­do más de una vez comen­ta­rios super­fi­cia­les reves­ti­dos con pala­bras que qui­sie­ran ser con­cep­tos, o dog­mas que qui­sie­ran cum­plir fun­cio­nes de interpretación.

Nada se avan­za cuan­do se til­da de mala­gra­de­ci­dos a sec­to­res pobres o pau­pé­rri­mos que mejo­ra­ron su ali­men­ta­ción y sus ingre­sos, y tuvie­ron más opor­tu­ni­da­des de ascen­der uno o dos pel­da­ños des­de el fon­do del terri­ble orden social, por­que no han sido acti­vos en defen­der a gobier­nos que los han favo­re­ci­do, o has­ta les han vuel­to la espal­da en deter­mi­na­dos even­tos que les apor­tan triun­fos a los reac­cio­na­rios. Y has­ta se inten­ta expli­car esos suce­sos con reta­zos de una supues­ta teo­ría de las cla­ses socia­les, como cuan­do se repi­te la pro­po­si­ción absur­da de que se con­vir­tie­ron en cla­se media, y aho­ra actúan como tales. Es pre­fe­ri­ble comen­zar por ser pre­ci­sos ante los hechos y par­tir siem­pre de ellos, como cuan­do el diri­gen­te del Movi­mien­to de los Sin Tie­rra de Bra­sil, Joao Pedro Ste­di­le, dice: Tene­mos muchos retos de cor­to pla­zo para poder enfren­tar a los gol­pis­tas. La cla­se tra­ba­ja­do­ra sigue en casa, no se movi­li­zó. Se movi­li­za­ron los mili­tan­tes, los sec­to­res más orga­ni­za­dos. Pero el 85 por cien­to de la cla­se sigue vien­do nove­las en la tele­vi­sión.

Tam­po­co se va lejos cuan­do se ela­bo­ran y dis­cu­ten expli­ca­cio­nes de los even­tos y las situa­cio­nes polí­ti­cas e ideo­ló­gi­cas can­den­tes de la coyun­tu­ra a base de men­cio­nes acer­ca del fin de ciclos de altos pre­cios de las mate­rias pri­mas, ni siquie­ra cuan­do eco­no­mis­tas capa­ces ofre­cen datos serios y aña­den el des­cen­so de la diná­mi­ca de la eco­no­mía mun­dial y otros fac­to­res y pro­ce­sos adversos.

Sim­pli­fi­can­do un poco más, habría­mos teni­do unos quin­ce años de vic­to­rias elec­to­ra­les, gobier­nos lla­ma­dos pro­gre­sis­tas y nota­bles logros por medi­das socia­les, una fuer­te auto­no­mi­za­ción de gran par­te del con­ti­nen­te res­pec­to a los dic­ta­dos de Esta­dos Uni­dos y avan­ces en las rela­cio­nes bila­te­ra­les y las coor­di­na­cio­nes de los paí­ses de la región hacia una futu­ra inte­gra­ción, sola­men­te por­que tuvi­mos un lar­go ciclo de altos pre­cios de expor­ta­ción de las mate­rias pri­mas, algo que es expli­ca­ble por los ava­ta­res de la eco­no­mía mun­dial. Y como aho­ra esta se mue­ve en otro sen­ti­do y bajan los pre­cios, debe ter­mi­nar el ciclo polí­ti­co y social, y la dere­cha debe avan­zar y recu­pe­rar sin reme­dio la posi­ción domi­nan­te que había perdido.

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