Deba­te sobre la sub­je­ti­vi­dad de la juven­tud trabajadora

Me habéis plan­tea­do que: «El deba­te gene­ral que que­re­mos acla­rar es el siguien­te: ¿Si el suje­to es la cla­se tra­ba­ja­do­ra, qué sub­je­ti­vi­da­des tene­mos los jóve­nes que tam­bién lo inte­gra­mos?». Me expli­cáis en vues­tra nota que tam­bién deba­ti­réis en otra char­la sobre qué es la cla­se obre­ra en la actua­li­dad, y que estas y otras dis­cu­sio­nes son par­te de un plan de for­ma­ción de la juven­tud militante.

Damos por supues­to que por «cla­se tra­ba­ja­do­ra» enten­de­mos esen­cial­men­te lo mis­mo y que voso­tros y voso­tras asu­mís que for­máis par­te ella. Tam­bién damos por supues­to que esta­mos de acuer­do en lo que enten­de­mos por «sub­je­ti­vi­dad» en su sen­ti­do bási­co. Expli­co lo de «sen­ti­do bási­co» por­que el tér­mino de «sub­je­ti­vi­dad» es bas­tan­te vago, muy mani­pu­la­ble por­que arras­tra des­de el ori­gen de la filo­so­fía una difi­cul­tad que reapa­re­ce en momen­tos de cri­sis en las prác­ti­cas colec­ti­vas y/​o per­so­na­les. Hay que decir que lo que ofi­cial­men­te se entien­de por «filo­so­fía» sur­gió como pen­sa­mien­to de las cla­ses domi­nan­tes para jus­ti­fi­car la opre­sión sobre la que se asen­ta­ban sus pri­vi­le­gios. Tam­bién fue este el ori­gen de la éti­ca, pero no pode­mos desa­rro­llar este pun­to ahora.

Ambos, filo­so­fía y éti­ca, o si se quie­re, las pri­me­ras inter­pre­ta­cio­nes de lo que es la socie­dad y el pen­sa­mien­to rea­li­za­das des­de las nece­si­da­des de la mino­ría domi­nan­te, topa­ron de inme­dia­to, al ins­tan­te, con el pro­ble­ma del suje­to y del obje­to y de las rela­cio­nes entre ellos. El suje­to era y sigue sien­do el hom­bre domi­nan­te, el obje­to era la mujer y el hom­bre escla­vi­za­dos, los pue­blos bár­ba­ros que había que domi­nar y explo­tar, o exter­mi­nar. El desa­rro­llo del dine­ro como equi­va­len­te uni­ver­sal, y de la mer­can­cía, agra­va­ron la inca­pa­ci­dad para resol­ver la dia­léc­ti­ca entre el suje­to y su sub­je­ti­vi­dad, y el obje­to al que se le negó la sub­je­ti­vi­dad por­que era eso: un obje­to, una cosa sin ideas pro­pias o en todo caso con ideas des­pre­cia­bles, sin civi­li­zar. La bur­gue­sía, la patro­nal sien­te un pro­fun­do des­pre­cio por la cla­se tra­ba­ja­do­ra, sobre todo cuan­do es mujer y más aún cuan­do es migrante.

Des­de enton­ces, y has­ta la apa­ri­ción de la lucha de cla­ses socia­lis­ta y su sín­te­sis teó­ri­ca en el mar­xis­mo, todo lo rela­cio­na­do con la sub­je­ti­vi­dad ha sido domi­nio exclu­si­vo de las cla­ses domi­nan­tes euro­cén­tri­cas y mas­cu­li­nas, sobre todo cuan­do la bur­gue­sía en ascen­so tenía que expli­car la exclu­sión del pro­le­ta­ria­do, de la mujer tra­ba­ja­do­ra y de los pue­blos colo­ni­za­dos de los dere­chos de ciu­da­da­nía que ella había crea­do para sí mis­ma en su lucha con­tra el feudalismo.

La solu­ción del pro­ble­ma de la sub­je­ti­vi­dad apa­re­ce por pri­me­ra vez en la Tesis sobre Feuer­bach de Marx, aun­que ya venía anun­cia­da por otros auto­res como Goethe cuan­do dijo que en el prin­ci­pio era la acción y no el ver­bo. La solu­ción es la pra­xis, la dia­léc­ti­ca entre la mano y la men­te: una vez que las luchas cons­cien­tes y orga­ni­za­das de las cla­ses y de los pue­blos habían demos­tra­do que la acción pen­sa­da y el pen­sa­mien­to prac­ti­ca­do se impo­nen sobre la sub­je­ti­vi­dad total­men­te sepa­ra de la obje­ti­vi­dad de las opre­sio­nes, negán­do­la inclu­so: todo depen­de del color del cris­tal con que se mire, ase­gu­ra la sub­je­ti­vi­dad solip­sis­ta. Fren­te a este can­to extre­mo a lo sub­je­ti­vo más reac­cio­na­rio, debe­mos decir que lo obje­ti­vo es aque­llo de lo que no pode­mos esca­par entre otras razo­nes por­que tam­bién es nues­tra subjetividad.

Habla­mos de pra­xis social pro­lon­ga­da en el tiem­po que aúna lo obje­ti­vo con lo sub­je­ti­vo, no de situa­cio­nes indi­vi­dua­les y ais­la­das, o mino­ri­ta­rias, en las que la sub­je­ti­vi­dad está divor­cia­da y has­ta enfren­ta­da a la reali­dad de los hechos, o sea en las filo­so­fías idea­lis­tas, en lo que lla­man «enfer­me­da­des men­ta­les», etc. Sin entrar por aho­ra a una crí­ti­ca del «orden psi­quiá­tri­co» y sin expli­car por qué fre­cuen­te­men­te es más sano inte­grar­se en una orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria y/​o sin­di­ca­to socio­po­lí­ti­co que ir a un psi­có­lo­go o a un con­fe­sor, exis­ten sub­je­ti­vi­da­des reac­cio­na­rias, per­so­na­li­da­des psi­có­pa­tas, soció­pa­tas, etc., y tam­bién «nor­ma­les» en el sen­ti­do que vere­mos den­tro de poco, que tie­nen mucha influen­cia en la polí­ti­ca bur­gue­sa para impo­ner a la juven­tud sub­je­ti­vi­da­des reac­cio­na­rias aun­que esté camu­fla­das deba­jo de celo­fa­nes de tole­ran­cia y progresía.

Como hemos dicho, el pro­ble­ma de la dia­léc­ti­ca entre la sub­je­ti­vi­dad y la obje­ti­vi­dad empe­zó a resol­ver­se cuan­do la cla­se pro­le­ta­ria entró en esce­na con un obje­ti­vo cada vez más con­cre­to: la des­truc­ción del Esta­do del capi­tal, la crea­ción de un Esta­do o Comu­na –para asu­mir la auto­crí­ti­ca de Engels en 1875 en el sen­ti­do de que para él y para Marx era mejor hablar de Comu­na que de Esta­do – , el avan­ce cons­cien­te hacia la supera­ción de la ley del valor y de la mer­can­cía y, simul­tá­nea­men­te, la crea­ción de una per­so­na­li­dad mul­ti­di­men­sio­nal, poli­fa­cé­ti­ca y omni­la­te­ral, polícroma.

En 1845 con las Tesis sobre Feuer­bach tomó for­ma bási­ca la solu­ción del pro­ble­ma de las sub­je­ti­vi­da­des. Pero en la medi­da en que el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio no había gene­ra­do aún la sufi­cien­te expe­rien­cia de pra­xis, exis­tían aún vacíos. Fue muy impor­tan­te la olea­da de luchas de 1830 y la resis­ten­cia popu­lar de 1842 – 1843, con la par­ti­ci­pa­ción de mucha juven­tud ale­ma­na, para recu­pe­rar leña y otras mate­rias en los bos­ques comu­nes que habían sido pri­va­ti­za­dos. El Mani­fies­to comu­nis­ta y la revo­lu­ción de 1848, El Capi­tal de 1867, la Comu­na de París de 1871, la revo­lu­ción de 1905, la gue­rra de 1914, fue­ron hitos de pra­xis que demos­tra­ron la vera­ci­dad de la solu­ción marxista.

Ya para enton­ces era incues­tio­na­ble que la juven­tud tra­ba­ja­do­ra for­ma­ba un pilar deci­si­vo en esa solu­ción. La matan­za de millo­nes de jóve­nes en la gue­rra indus­tria­li­za­da de 1914 azu­zó el pro­ble­ma al máxi­mo. En diciem­bre de 1916, Lenin escri­bió en el exi­lio lo que sigue:

Se sobre­en­tien­de que aún no hay cla­ri­dad teó­ri­ca ni fir­me­za en el órgano juve­nil y qui­zá nun­ca la haya, pre­ci­sa­men­te por­que es un órgano de la juven­tud impe­tuo­sa, bur­bu­jean­te, inda­ga­dor […] Una cosa son los adul­tos que con­fun­den al pro­le­ta­ria­do, que pre­ten­den guiar y ense­ñar a los demás; con­tra ellos hay que luchar des­pia­da­da­men­te. Otra cosa son las orga­ni­za­cio­nes de la juven­tud, que decla­ran de for­ma abier­ta que aún están apren­dien­do, que su tarea fun­da­men­tal es pre­pa­rar cua­dros de los par­ti­dos socia­lis­tas. A esta gen­te hay que ayu­dar­le por todos los medios, enca­ran­do con la mayor pacien­cia sus erro­res, tra­tan­do de corre­gir­los poco a poco, sobre todo con la per­sua­sión y no con la lucha. No pocas veces suce­de que los repre­sen­tan­tes de las gene­ra­cio­nes madu­ras y vie­jas no saben acer­car­se como corres­pon­de a la juven­tud que, nece­sa­ria­men­te, está obli­ga­da a apro­xi­mar­se al socia­lis­mo de una mane­ra dis­tin­ta, no por el mis­mo camino, ni en la mis­ma for­ma, ni en las mis­mas cir­cuns­tan­cias en que lo han hecho sus padres. Por lo tan­to, entre otras cosas, debe­mos estar incon­di­cio­nal­men­te a favor de la inde­pen­den­cia orgá­ni­ca de la unión juve­nil, y no solo por­que esta inde­pen­den­cia sea temi­da por los opor­tu­nis­tas, sino por la esen­cia mis­ma del asun­to. Por­que sin una total inde­pen­den­cia, la juven­tud no podrá for­mar de sí mis­ma bue­nos socia­lis­tas ni pre­pa­rar­se para lle­var el socia­lis­mo hacia delan­te. (La Inter­na­cio­nal de la juven­tud, Obras com­ple­tas, Pro­gre­so, Mos­cú 1984, tomo 30, p. 233.) 

Lenin pen­sa­ba enton­ces que no vería la revo­lu­ción ya que tar­da­ría mucho tiem­po en esta­llar. Se equi­vo­ca­ba por­que irrum­pió en esce­na tres meses des­pués. Pero ese error en el cálcu­lo de los tiem­pos demues­tra la impor­tan­cia de sus pala­bras por­que no res­pon­dían a una urgen­cia tác­ti­ca ante la inmi­nen­cia de las suble­va­cio­nes, sino que expo­nían una teo­ría estra­té­gi­ca de muy lar­go alcan­ce en un mun­do capi­ta­lis­ta en la cri­sis sufri­da en su his­to­ria. Son tan aplas­tan­tes los argu­men­tos de Lenin que no pode­mos aña­dir nada que los mejo­re, sino solo con­fir­mar que la his­to­ria los ha reva­li­da­do siem­pre y, tan­to aho­ra, cien­to dos años más tar­de en una socie­dad bur­gue­sa obse­sio­na­da por enve­je­cer men­tal­men­te y alie­nar a la juven­tud tra­ba­ja­do­ra, repri­mien­do sin pie­dad a la que adquie­re con­cien­cia revolucionaria.

La juven­tud obre­ra fue cla­ve en la vic­to­ria de la revo­lu­ción bol­che­vi­que de 1917 y en la olea­da de luchas des­ata­da por ella. La juven­tud peque­ño bur­gue­sa, cam­pe­si­na media y alta, y alto bur­gue­sa, así como la gran mayo­ría de la cris­tia­na, tam­bién fue impor­tan­te en el ascen­so del nazi­fas­cis­mo des­de 1923 en ade­lan­te. Pero la dog­ma­ti­za­ción del mar­xis­mo ofi­cial pre­ci­sa­men­te des­de esos años anu­ló el poten­cial teó­ri­co laten­te en las pala­bras de Lenin, en las con­quis­tas de 1919 – 1923 del bol­che­vis­mo en lo con­cer­nien­te a la liber­tad juve­nil, dete­rio­ro que sería retro­ce­so des­de 1933.

En este con­tex­to, W. Reich escri­bió en 1933 y 1934 las dos citas que tras­cri­bi­mos por su impor­tan­cia. En noviem­bre de 1932 el nazis­mo subió al poder al ganar las elec­cio­nes gene­ra­les y para febre­ro de 1933 des­ató la caza, cap­tu­ra y ase­si­na­to de la izquier­da. La juven­tud pro­le­ta­ria se había enfren­ta­do al nazis­mo pero el mar­xis­mo ofi­cia­li­za­do y dog­ma­ti­za­do ya para enton­ces no podía enten­der la natu­ra­le­za com­ple­ja del nazi­fas­cis­mo y menos sus raí­ces incons­cien­tes, lo que redu­cía a nada su lucha con­tra tan­ta irra­cio­na­li­dad. El mis­mo W. Reich había sido expul­sa­do del Par­ti­do Comu­nis­ta Ale­mán en 1932 por plan­tear abier­ta­men­te tales limi­ta­cio­nes suicidas.

Una de las solu­cio­nes que pro­pu­so para rom­per las cade­nas psi­co­po­lí­ti­cas que fre­na­ban la expan­sión del par­ti­do entre la juven­tud tra­ba­ja­do­ra fue la rea­li­za­ción de asam­bleas mili­tan­tes en las que padres y madres del par­ti­do deba­tie­ran con sus hijas e hijos tam­bién mili­tan­tes los pro­ble­mas a los que se enfren­ta­ban hacien­do espe­cial hin­ca­pié en los fami­lia­res, afec­ti­vos y sexua­les, dado que, para Reich y con razón, eran pesa­das anclas pro­fun­da­men­te incrus­ta­das en el fon­do de estruc­tu­ra psí­qui­ca. La buro­cra­cia adul­ta boi­co­teó estas y otra pro­pues­tas. Por tan­to, las dos citas han de leer­se e inter­pre­tar­se como una sola:

La psi­co­lo­gía bur­gue­sa tie­ne por cos­tum­bre en estos casos que­rer expli­car median­te la psi­co­lo­gía por qué moti­vos, lla­ma­dos irra­cio­na­les, se ha ido a la huel­ga o se ha roba­do, lo que con­du­ce siem­pre a expli­ca­cio­nes reac­cio­na­rias. Para la psi­co­lo­gía mate­ria­lis­ta dia­léc­ti­ca la cues­tión es exac­ta­men­te lo con­tra­rio: lo que es nece­sa­rio expli­car no es que el ham­brien­to robe o el que el explo­ta­do se decla­re en huel­ga, sino por qué la mayo­ría de los ham­brien­tos no roban y por qué la mayo­ría de los explo­ta­dos no van a la huel­ga […] La eco­no­mía ha igno­ra­do has­ta el momen­to que la cues­tión esen­cial no resi­de en saber que la con­cien­cia de cla­se exis­te, y de qué modo, entre los tra­ba­ja­do­res (esto es una cues­tión evi­den­te) sino en ave­ri­guar qué es lo que impi­de el desa­rro­llo de la con­cien­cia de cla­se. (Psi­co­lo­gía de masas del fas­cis­mo, Ayu­so, Madrid 1972, pp. 32 – 33.)

En todo joven actúa una ten­den­cia hacia la rebe­lión con­tra la repre­sión auto­ri­ta­ria, espe­cial­men­te con­tra los padres, que son los órga­nos eje­cu­ti­vos corrien­tes de la auto­ri­dad esta­tal. Es esta rebe­lión, en pri­mer lugar, la que sue­le atraer a los jóve­nes hacia las corrien­tes izquier­dis­tas. Va siem­pre liga­da, con una nece­si­dad más o menos cons­cien­te y urgen­te, a la rea­li­za­ción de la vida sexual […] Ha de poner­se así mis­mo cla­ra­men­te de mani­fies­to que la juven­tud, que aspi­ra a pasar de las tra­bas del hogar paterno a la liber­tad y la auto­de­ter­mi­na­ción, con lo que esta­mos de acuer­do y nos pro­po­ne­mos rea­li­zar­lo, cae, en reali­dad, en otra rela­ción de auto­ri­dad, esto es, en la del cam­pa­men­to del ser­vi­cio social o de la unión fas­cis­ta, don­de hay que callar­se nue­va­men­te […] No se tra­ta­ba sola­men­te de las tra­ba­ja­do­ras a las que la labor en la fábri­ca había madu­ra­do, orien­ta­das más ine­quí­vo­ca­men­te hacia la izquier­da, sino de la enor­me mayo­ría de las amas de casa, tra­ba­ja­do­ras domés­ti­cas, ten­de­ras, emplea­das de gran­des alma­ce­nes, etc. Según nues­tra expe­rien­cia, la rela­ción sexual extra­ma­tri­mo­nial, o la ten­den­cia hacia la mis­ma, cons­ti­tu­ye un ele­men­to sus­cep­ti­ble de des­ple­gar una gran efi­ca­cia con­tra influen­cias reac­cio­na­rias […] Revo­lu­cio­na­ria en la fábri­ca, más de una mujer es reac­cio­na­ria en la casa. (Mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co y psi­co­aná­li­sis, Siglo XXI, Madrid 1974, pp. 100 – 107.) 

La crí­ti­ca de W. Reich apor­ta aspec­tos cen­tra­les al deba­te sobre la sub­je­ti­vi­dad de la juven­tud tra­ba­ja­do­ra; el papel auto­ri­ta­rio del poder adul­to, de la fami­lia patriar­cal que es muy correc­ta­men­te defi­ni­da como órgano eje­cu­ti­vo del Esta­do y, por tan­to, la urgen­cia de que la juven­tud se auto­or­ga­ni­ce para con­quis­tar la inde­pen­den­cia viven­cial; la nece­si­dad de unir la revo­lu­ción sexual con la revo­lu­ción social en la pra­xis inde­pen­dien­te del poder adul­to y del Esta­do, y sobre todo en la libe­ra­ción de la mujer tra­ba­ja­do­ra en la que el matri­mo­nio es una cár­cel que des­tru­ye la con­cien­cia libre; el papel reac­cio­na­rio de la psi­co­lo­gía ofi­cial y la crí­ti­ca del dog­ma­tis­mo eco­no­mi­cis­ta que redu­ce la con­cien­cia de cla­se a un mero pro­ble­ma de pací­fi­ca nego­cia­ción sala­rial; el poder de alie­na­ción de la juven­tud obre­ra de los apa­ra­tos asis­ten­cia­les del Esta­do y del fas­cis­mo, la nece­si­dad de com­ba­tir toda rela­ción de auto­ri­dad

Siem­pre den­tro del capi­ta­lis­mo occi­den­tal, impe­ria­lis­ta, la expan­sión pos­te­rior a 1945 bus­có tam­bién inte­grar –mejor decir, desin­te­grar– a la juven­tud tra­ba­ja­do­ra no median­te el fas­cis­mo des­de lue­go, sino median­te el lla­ma­do Esta­do del bien­es­tar (¿?) y su asis­ten­cia inte­gra­do­ra, median­te la muy correc­ta­men­te deno­mi­na­da «desubli­ma­ción repre­si­va», denun­cia­da por Mar­cu­se y sec­to­res de izquier­da de la Escue­la de Frank­furt, en la que el con­su­mis­mo era ya un medio de alie­na­ción. Mar­cu­se se ade­lan­tó a su tiem­po y acer­tó de pleno por­que medio siglo más tar­de el capi­ta­lis­mo ofre­ce en espe­cial a la juven­tud una fic­ción de liber­tad ple­na por­que, según D. Rush­koff; «Se tra­ta de uti­li­zar la tec­no­lo­gía para esti­mu­lar con­duc­tas obse­si­vas y com­pul­si­vas en la medi­da en que nues­tros deseos son repe­ti­da­men­te ampli­fi­ca­dos para lue­go dar­nos la opor­tu­ni­dad de satis­fa­cer­los. La velo­ci­dad y la espe­ci­fi­ci­dad son las carac­te­rís­ti­cas que dife­ren­cian al futu­ro indi­vi­dua­li­za­do del mar­ke­ting tra­di­cio­nal al que esta­mos acos­tum­bra­dos» (Coer­ción. Por qué hace­mos caso a lo que nos dicen, La Lie­bre de Mar­zo, Bar­ce­lo­na 2001, p. 293.)

Este logro es cier­to, pero las difi­cul­ta­des que ha de ven­cer el poder adul­to son más gra­ves y estruc­tu­ra­les ya que el con­su­mis­mo depen­de en últi­ma ins­tan­cia de las fases de cri­sis capi­ta­lis­ta. Es por esto que, por deba­jo de la mani­pu­la­ción del con­su­mis­mo, el poder toma­ra medi­das más pro­fun­das de mani­pu­la­ción des­de la infan­cia. G. Jer­vis fue un mili­tan­te comu­nis­ta que jun­to con otras per­so­nas estu­dió el lla­ma­do «orden psi­quiá­tri­co» que inte­gra­do en la tota­li­dad del sis­te­ma de con­trol social refor­za­ba la alie­na­ción de masas jus­to en los momen­tos más álgi­dos de la lucha de cla­ses en la Euro­pa capi­ta­lis­ta de comien­zos de la déca­da de 1970:

Somos exhor­ta­dos a ser nor­ma­les obe­de­cien­do a las leyes, hon­ran­do al padre y a la madre, vis­tién­do­nos como requie­re nues­tra con­di­ción social, tenien­do las dis­trac­cio­nes y las cos­tum­bres de nues­tro pro­pio ambien­te, com­por­tán­do­nos de modo tran­qui­lo y sen­sa­to, así suce­si­va­men­te. La nor­ma­li­dad vie­ne pres­cri­ta como una serie varia­ble (según las cla­ses) de códi­gos de com­por­ta­mien­to; si ésta es vio­la­da inter­vie­nen la repre­sión judi­cial y la psi­quiá­tri­ca, en par­ti­cu­lar si el suje­to per­te­ne­ce a cla­ses socia­les subor­di­na­das». (Manual crí­ti­co de psi­quia­tría, Ana­gra­ma, Bar­ce­lo­na 1977, p. 207.) 

G. Jer­vis cri­ti­có tam­bién cómo la intro­duc­ción de la dro­ga des­tro­za­ba la juven­tud obre­ra y revo­lu­cio­na­ria, cómo la fla­man­te demo­cra­cia bur­gue­sa del momen­to recu­rría a la tor­tu­ra para ampliar esa des­truc­ción; cómo el Par­ti­do Comu­nis­ta Ita­liano (PCI) come­tía un error irre­pa­ra­ble en 1977 al ayu­dar a repri­mir a la izquier­da revo­lu­cio­na­ria, por­que des­co­no­cía la com­ple­ja dia­léc­ti­ca entre lo racio­nal y lo irra­cio­nal (G. Jer­vis: Psi­quia­tría y socie­dad, Fun­da­men­tos, Madrid 1981, pp. 147 – 156.) Jun­to con otros colec­ti­vos que ana­li­za­ban los medios de mani­pu­la­ción incons­cien­te y sub­cons­cien­te de masas, lle­ga­ron a escri­bir por esos años obras pre­mo­ni­to­rias, que inclu­so aho­ra son más váli­das que entonces.

Por ejem­plo, D. Sibony demos­tró cómo, en la Ita­lia y en la Euro­pa capi­ta­lis­ta ten­sa al extre­mo por la lucha de cla­ses, la bur­gue­sía sin embar­go esta­ba logran­do intro­du­cir en la socie­dad la cre­cien­te indi­fe­ren­cia por la polí­ti­ca median­te, entre otros méto­dos, refor­zar la «figu­ra del Amo» en la estruc­tu­ra psí­qui­ca de masas («De la indi­fe­ren­cia en mate­ria de polí­ti­ca», Locu­ra y socie­dad segre­ga­ti­va, Ana­gra­ma, Bar­ce­lo­na 1976, p. 108.) Debe­mos recor­dar que al cabo de pocos años el PCI se había auto­di­suel­to, des­apa­re­cien­do de la lucha socio­po­lí­ti­ca tras haber ayu­da­do a encar­ce­lar a la izquier­da; recor­de­mos que sobre ese desier­to social la «figu­ra del Amo» se encar­nó en el neo­fas­cis­ta Ber­lus­co­ni, dan­do fuer­za a la fas­cis­ti­za­ción en curso.

El PCI y el euro­co­mu­nis­mo en cuan­to tal fue­ron un efec­ti­vo ins­tru­men­to para impo­ner la «nor­ma­li­za­ción social» a la juven­tud tra­ba­ja­do­ra. En Eus­kal Herria esa tarea fue desa­rro­lla­da en un pri­mer momen­to por el Par­ti­do Comu­nis­ta de Eus­ka­di y por Eus­ka­di­ko Eske­rra y lue­go por el refor­mis­mo aber­tza­le. Des­de lue­go que la ofen­si­va con­tra la juven­tud abar­ca a todas las áreas de su vida, en espe­cial cuan­do esta des­bor­da la lega­li­dad del Esta­do que opri­me nacio­nal­men­te a su pue­blo: tal fue y es la cons­tan­te que sufre, por ejem­plo, la juven­tud aber­tza­le vas­ca. Recor­de­mos el bodrio reac­cio­na­rio lla­ma­do Sub­cul­tu­ra de la vio­len­cia en la juven­tud vas­ca de 1995. For­ma­ba par­te de una lar­ga ofen­si­va que, en su fase actual, se ini­ció con el Plan Zen de 1982 – 1983, dio un paso en 1987 con el gobier­ni­llo vas­con­ga­do de PNV-PSOE y de ahí has­ta las encar­ce­la­cio­nes inaca­ba­bles de mili­tan­cia joven en un con­tex­to de recen­tra­li­za­ción polí­ti­co-cul­tu­ral y admi­nis­tra­ti­va española.

Ade­más de estos méto­dos polí­ti­co-poli­cia­les, y en lo que con­cier­ne a las estra­te­gias del poder para impe­dir que crez­ca la sub­je­ti­vi­dad revo­lu­cio­na­ria en la juven­tud, debe­mos pres­tar tam­bién aten­ción, por un lado, al con­trol social que tie­ne el obje­ti­vo de, según O. Daza Díaz: «el estu­dio de los indi­vi­duos para la selec­ción y vigi­lan­cia; la efi­ca­cia y rapi­dez de la pro­duc­ción indus­trial; la refor­ma de los indi­vi­duos para adap­tar­los a esa tec­no­lo­gía y el pro­gre­so ili­mi­ta­do de nadie sabe quién» («El para­dig­ma del con­trol social en los orí­ge­nes de la psi­co­lo­gía», Antipsy-Cho­lo­gi­cum, Virus, Bar­ce­lo­na 2006, p. 42.)

Y por otro lado, tam­bién tene­mos que com­ba­tir lo que E. Acos­ta Matos defi­ne como «neo­len­gua­je» (Impe­ria­lis­mo del siglo XXI: Las Gue­rras Cul­tu­ra­les, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2009, pp. 323 – 335), una ter­mi­no­lo­gía borro­sa, gran­di­lo­cuen­te, apa­ren­te­men­te nue­va y ori­gi­nal que ha crea­do el neo­con­ser­va­du­ris­mo para erra­di­car con­cep­tos cien­tí­fi­co-crí­ti­cos que alu­dían a la obje­ti­vi­dad de la explo­ta­ción, de la injus­ti­ca, del saqueo, de los crí­me­nes impe­ria­lis­tas, de los terro­ris­mo patro­nal y patriar­cal, de los crí­me­nes racis­tas: si la juven­tud des­co­no­ce esos con­cep­tos des­co­no­ce­rá lo que expre­san y cómo inter­ac­túan las con­tra­dic­cio­nes obje­ti­vas que ana­li­zan. Logra­do esto, la juven­tud ten­drá una sub­je­ti­vi­dad anal­fa­be­ta, igna­ra, pasiva.

La leta­li­dad psi­co­po­lí­ti­ca y éti­ca del neo­len­gua­je es muy alta, por eso voy a vol­ver a citar aun a cos­ta de repe­ti­ti­vo y can­sino, unas pala­bras siem­pre nece­sa­rias de J. P. Gar­nier que nun­ca debe­mos olvidar:

«Capi­ta­lis­mo», «impe­ria­lis­mo», «explo­ta­ción», «domi­na­ción», «des­po­se­sión», «opre­sión», «alie­na­ción»… Estas pala­bras, anta­ño ele­va­das al ran­go de con­cep­tos y vin­cu­la­das a la exis­ten­cia de una «gue­rra civil lar­va­da», no tie­nen cabi­da en la «demo­cra­cia paci­fi­ca­da». Con­si­de­ra­das casi como pala­bro­tas, han sido supri­mi­das del voca­bu­la­rio que se emplea tan­to en los tri­bu­na­les como en las redac­cio­nes, en los anfi­tea­tros uni­ver­si­ta­rios o los pla­tós de tele­vi­sión. Y lo mis­mo les ha ocu­rri­do a otros con­cep­tos, cuyo ori­gen beli­ge­ran­te les ha vali­do el cali­fi­ca­ti­vo de «no ope­ra­ti­vos», como es el caso de «cla­se», «luchas», «anta­go­nis­mo», «con­tra­dic­cio­nes», «intere­ses», «bur­gue­sía», «pro­le­ta­ria­do», «tra­ba­ja­do­res»… ¡Y qué decir tie­ne de aque­llos voca­blos que nos remi­ten a uto­pías qui­mé­ri­cas, como «eman­ci­pa­ción», «socia­lis­mo», «comu­nis­mo» o «anar­quis­mo»! Todo el mun­do sabe, y los inves­ti­ga­do­res los pri­me­ros, que recu­rrir a ese anti­guo glo­sa­rio es sinó­ni­mo de expre­sar­se en una «len­gua muer­ta». (Con­tra los terri­to­rios del poder, Virus, Bar­ce­lo­na 2006, p. 22.) 

Bien, para ir ter­mi­nan­do a modo de pro­pues­ta en diez tesis para el deba­te que nos reúne:

  1. Dado que la sub­je­ti­vi­dad domi­nan­te en la juven­tud tra­ba­ja­do­ra alie­na­da es la bur­gue­so-patriar­cal con mayo­res o meno­res dosis de opio reli­gio­so en sus tres for­mas –espa­ño­la, fran­ce­sa y vas­ca – , lo pri­me­ro que debe lograr­se es desa­rro­llar la sub­je­ti­vi­dad eus­kal­dun con con­cien­cia nacio­nal de cla­se en el con­tex­to pre­sen­te: pre­ca­ri­za­ción, empo­bre­ci­mien­to, repre­sio­nes múl­ti­ples, res­tric­cio­nes de dere­chos y liber­ta­des… La sub­je­ti­vi­dad crí­ti­ca en desa­rro­llo ha de asu­mir que su cam­po de bata­lla es toda la socie­dad por­que no exis­te nin­gu­na zona de ella libre de la lógi­ca capi­ta­lis­ta. Tan­to en su con­jun­to como en cada una de esas injus­ti­cias con­cre­tas ha de expli­car­se median­te la peda­go­gía del ejem­plo que exis­ten alter­na­ti­vas par­ti­cu­la­res y gene­ra­les inte­gra­das en una estra­te­gia en la que el joven pro­le­ta­ria­do tie­ne un papel protagónico. 
  2. Dado que la sub­je­ti­vi­dad domi­nan­te se sos­tie­ne en el mie­do a la liber­tad y en la depen­den­cia hacia el poder adul­to, lo pri­me­ro que ha de desa­rro­llar la sub­je­ti­vi­dad crí­ti­ca es la sufi­cien­te inde­pen­den­cia viven­cial en cada caso, pero ten­dien­do siem­pre a que sea por fin liber­tad real auto­or­ga­ni­za­da median­te la auto­ges­tión colec­ti­va, deci­di­da median­te la auto­de­ter­mi­na­ción asam­blea­ria, y que asu­ma la auto­de­fen­sa de lo con­quis­ta­do. Esta libe­ra­ción es tan­to más fácil cuan­to mayor sean las tareas con­jun­tas con los movi­mien­tos veci­na­les, popu­la­res, cul­tu­ra­les, sin­di­ca­les, polí­ti­cos, etc., de la zona de militancia. 
  3. Dado que la sub­je­ti­vi­dad de la juven­tud alie­na­da es refor­za­da por el sis­te­ma edu­ca­ti­vo, por la indus­tria cul­tu­ral, etc., la sub­je­ti­vi­dad crí­ti­ca debe lle­var la opre­sión de la juven­tud tra­ba­ja­do­ra al inte­rior de la edu­ca­ción y crear su pren­sa inde­pen­dien­te. La indus­tria uni­ver­si­ta­ria tam­bién es un batus­tán de paro juve­nil y un potro de resig­na­ción pasi­va: cri­ti­car­la des­de den­tro para hacer de ella un espa­cio más de lucha inte­gra­da en la libe­ra­ción nacio­nal de cla­se es una tarea bási­ca para refor­zar la sub­je­ti­vi­dad libre. 
  4. Dado que la sub­je­ti­vi­dad alie­na­da acep­ta la obje­ti­vi­dad de la dic­ta­du­ra del sala­ria­do, dado que el sin­di­ca­lis­mo y el refor­mis­mo acep­tan el sala­ria­do, dado que la ideo­lo­gía refor­mis­ta recha­za la crí­ti­ca mar­xis­ta de la explo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo y la obje­ti­vi­dad de la ley del valor, dado que… enton­ces el desa­rro­llo de la sub­je­ti­vi­dad revo­lu­cio­na­ria debe basar­se en la tarea doble de luchar por mejo­rar lo más posi­ble las con­di­cio­nes de vida y tra­ba­jo pero, y den­tro de una lucha impla­ca­ble aun­que peda­gó­gi­ca­men­te expli­ca­da con el sis­te­ma sala­rial, ense­ñan­do que es obje­ti­va­men­te impo­si­ble de que exis­tan esas fic­cio­nes reac­cio­na­rias lla­ma­das «sala­rio jus­to», «repar­to de la rique­za», «jus­ti­cia social». No habrá sub­je­ti­va obre­ra algu­na, y menos juve­nil, mien­tras no asu­ma la nece­si­dad his­tó­ri­ca de aca­bar ade­más de con la pro­pie­dad pri­va­da sobre todo con la ley del valor, con el valor y con el tra­ba­jo abstracto. 
  5. Dado que la sub­je­ti­vi­dad de la cla­se obre­ra adul­ta acep­ta medi­das de aus­te­ri­dad, sub­con­tra­ta­cio­nes, des­lo­ca­li­za­cio­nes y des­cen­tra­li­za­cio­nes, nue­vos rit­mos y hora­rios, pre­ju­bi­la­cio­nes, etc., que pre­ca­ri­zan, sub­em­plean o des­em­plean a la juven­tud tra­ba­ja­do­ra y sobre todo a las muje­res jóve­nes; dado que el refor­mis­mo polí­ti­co-sin­di­cal no movi­li­za fron­tal­men­te al pue­blo tra­ba­ja­dor con­tra estas agre­sio­nes en el aho­ra, en el pre­sen­te, que gene­ra­rá lue­go, en el maña­na, ver­da­de­ra penu­ria de masas, sino que nego­cia a la baja cuan­do la bur­gue­sía acce­de, y cuan­do no acce­de ter­mi­na acep­tan­do sus con­di­cio­nes…, la sub­je­ti­vi­dad de la juven­tud revo­lu­cio­na­ria ha de lle­va la con­cien­cia­ción no sólo a las fábri­cas y cen­tros de tra­ba­jo, no sólo a los sin­di­ca­tos y par­ti­dos, a la pren­sa, etc., sino tam­bién al inte­rior de la fami­lia obre­ra, de la coti­dia­nei­dad alie­na­da de la fami­lia, al núcleo del poder adulto. 
  6. Dado que la sub­je­ti­vi­dad alie­na­da sos­tie­ne que la cla­se obre­ra ya no exis­te o ya no es revo­lu­cio­na­ria; dado que una gran par­te cree que es «cla­se media» o desea fer­vien­te­men­te ser­lo; dado que cree que ha pasa­do para siem­pre la épo­ca de la lucha revo­lu­cio­na­ria exis­tien­do solo la posi­bi­li­dad de la acción refor­mis­ta en lo sala­rial y en lo par­la­men­ta­rio, sabién­do­lo así, la sub­je­ti­vi­dad crí­ti­ca ha de ense­ñar que sin cla­se obre­ra no exis­ti­ría capi­ta­lis­mo, ha de ense­ñar la his­to­ria real de la lucha de cla­ses y, sobre todo, ha de mos­trar que el sis­te­ma capi­ta­lis­ta solo tole­ra algu­nas refor­mas insus­tan­cia­les que las inten­ta des­truir nada más apre­ciar des­unión, can­san­cio y dudas en el proletariado. 
  7. Dado que la sub­je­ti­vi­dad domi­nan­te es patriar­cal, racis­ta, auto­ri­ta­ria…; dado que admi­te las enor­mes dife­ren­cias sala­ria­les y de dere­chos entre la aris­to­cra­cia obre­ra y las fran­jas más gol­pea­das del pue­blo tra­ba­ja­dor; dado que tien­de a ais­lar la lucha de la fábri­ca de las luchas veci­na­les, popu­la­res y socia­les…; sabién­do­lo así, la sub­je­ti­vi­dad de la juven­tud tra­ba­ja­do­ra ha de defen­der a estos sec­to­res den­tro y fue­ra del lugar de tra­ba­jo, bus­can­do la inte­gra­ción socio­po­lí­ti­ca y geo­grá­fi­ca de la cla­se, orga­ni­zan­do ade­más deba­tes con­cien­cia­do­res y actos prác­ti­cos con sec­to­res juve­ni­les no aun no con­cien­cia­dos en espe­cial con mujeres. 
  8. Dado que la sub­je­ti­vi­dad domi­nan­te en la cla­se obre­ra acep­ta el desa­rro­llis­mo capi­ta­lis­ta a ultran­za; acep­ta la des­truc­ción de la natu­ra­le­za para man­te­ner los pues­tos de tra­ba­jo sacri­fi­can­do la salud por el sala­rio; acep­ta pro­du­cir armas para los crí­me­nes impe­ria­lis­tas con­tra pue­blos y cla­ses her­ma­nas a cam­bio de sala­rios…; sabién­do­lo así, la sub­je­ti­vi­dad crí­ti­ca ha de movi­li­zar­se con­tra el desa­rro­llis­mo, por la intro­duc­ción de ener­gías lim­pias, no con­ta­mi­nan­tes y por la emi­sión cero, por el reci­cla­je…; dado que la socio­eco­lo­gía empie­za por la salud de la espe­cie huma­na y de la natu­ra­le­za, la sub­je­ti­vi­dad juve­nil ha de luchar por la salud labo­ral y social y por la rein­te­gra­ción de la socie­dad en la naturaleza. 
  9. Dado que la sub­je­ti­vi­dad reac­cio­na­ria nie­ga el mar­xis­mo asu­mien­do en un caó­ti­co eclec­ti­cis­mo las modas post, el idea­lis­mo, ver­sio­nes posi­ti­vis­tas, etc., todo ello jus­ti­fi­ca­do con el «neo­len­gua­je» arri­ba vis­to, enton­ces la sub­je­ti­vi­dad revo­lu­cio­na­ria ha de recu­pe­rar en las con­di­cio­nes actua­les la vali­dez de los con­cep­tos cien­tí­fi­co-crí­ti­cos, la doc­tri­na o teo­ría del con­cep­to como ele­men­to cen­tral para la des­truc­ción del capi­ta­lis­mo: pen­sa­mos con con­cep­tos que nos reve­lan la esen­cia de las con­tra­dic­cio­nes obje­ti­vas, usar­los es requi­si­to pre­vio pasa saber cómo aca­bar con la mal­vi­ven­cia que pade­ce­mos. Sin teo­ría revo­lu­cio­na­ria no hay ni pra­xis ni sub­je­ti­vi­dad revolucionaria. 
  10. Dado que la sub­je­ti­vi­dad alie­na­da cree que el Esta­do es neu­tral ser­vi­dor de la «jus­ti­cia», que no es opre­sor, sino que a lo sumo come­te algu­nos erro­res y abu­sos corre­gi­bles des­de sus pro­pias leyes «demo­crá­ti­cas», sabien­do esto, la sub­je­ti­vi­dad de la juven­tud tra­ba­ja­do­ra ha de mos­trar cómo la teo­ría mar­xis­ta del Esta­do que­da con­fir­ma­da una vez más median­te la opre­sión nacio­nal de cla­se que sufre Eus­kal Herria. La sub­je­ti­vi­dad crí­ti­ca es emi­nen­te­men­te polí­ti­ca, es decir, sabe que debe des­truir el Esta­do bur­gués nacio­nal­men­te opre­sor por­que, ade­más de otras razo­nes, es ese Esta­do el que impo­ne la sub­je­ti­vi­dad reac­cio­na­ria mien­tras opri­me a la revo­lu­cio­na­ria, de modo que si la juven­tud obre­ra quie­re ser libre ha de des­truir el Esta­do. Pero tam­bién sabe que la inde­pen­den­cia socia­lis­ta exi­ge un poder pro­pio, una Comu­na o Esta­do obre­ro vas­co que garan­ti­ce la auto­de­fen­sa, la pro­pie­dad colec­ti­va de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, la demo­cra­cia con­se­jis­ta, la soli­da­ri­dad inter­na­cio­nal… mien­tras se avan­za al socia­lis­mo y esa mis­ma Comu­na se auto­di­suel­ve con­for­me des­apa­re­ce la lucha de clases. 

Iña­ki Gil de San Vicente 

Eus­kal Herria, 30 de octu­bre de 2018

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