Un hom­bre luminoso

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[El Colec­ti­vo «Vie­jo Bebe Sen­dic vive» [Uru­guay] apro­bó el per­fil ela­bo­ra­do por Jor­ge Sel­ves —que se trans­cri­be a con­ti­nua­ción— para con­vo­car a sumar­se, de una mane­ra u otra, a las acti­vi­da­des que esta­mos coor­di­nan­do a trein­ta años del cor­te­jo que lo acom­pa­ñó has­ta el cemen­te­rio de La Teja.

Somos pocos y la mayo­ría vie­jos. Se pre­ci­san bra­zos y piernas.

En ABITAB se abrió la cuen­ta n° 97609, «Colec­ti­vo Bebe Sen­dic vive». Acla­ra­ción: el núme­ro no tie­ne impli­can­cias polí­ti­cas ni ideo­ló­gi­cas, lo fija Abitab.

Con­ti­nua­re­mos comu­ni­can­do más deta­lles próximamente.]

Nadie es más her­mano de los explo­ta­dos, que aque­llos que luchan con­tra la explo­ta­ción. A veces no se cono­cen. Pero cuan­do en un minu­to de su his­to­ria de lucha sus cami­nos y mira­das se cru­zan, se reco­no­cen, y sus pupi­las se con­vier­ten en cau­sas com­par­ti­das. Y se echan a andar jun­tos. Por­que entien­den que ese ins­tan­te de cam­bios no es de nadie y es de todos, y que solo cabe en un espa­cio colec­ti­vo. Ese es el tiem­po de las Revo­lu­cio­nes. Sur­ge siem­pre des­de aba­jo, de la acu­mu­la­ción de las mejo­res expe­rien­cias de lucha del pue­blo tra­ba­ja­dor. Como sur­gen los hom­bres y muje­res que logran sin­te­ti­zar la con­cien­cia de cam­bio de la mayo­ría. Esos seres que nun­ca se entre­gan, ni transan, por­que saben que los pue­blos pier­den bata­llas pero nun­ca depo­nen su lucha. Cons­tru­yen­do en el seno de la mis­ma, hom­bres y muje­res que ilu­mi­nan el camino. Son pocos, pero impres­cin­di­bles. Son el sos­tén ideo­ló­gi­co y moral de millo­nes de explo­ta­dos que nece­si­tan cam­biar las injus­ti­cias del capi­ta­lis­mo por una socie­dad más equi­ta­ti­va, jus­ta y soli­da­ria. Por eso hoy, des­pués de años de espe­rar pro­me­sas de cam­bios pro­fun­dos de gobier­nos que no cum­plen con las expec­ta­ti­vas del pue­blo tra­ba­ja­dor, sen­ti­mos la impe­rio­sa nece­si­dad de rom­per tres déca­das de silen­cio sobre un hom­bre que ilu­mi­nó sus luchas: habla­mos de Raúl Sen­dic Anto­nac­cio, al que todos lla­ma­mos afec­tuo­sa­men­te «Bebe». Uno de los pri­me­ros lucha­do­res de este país que depu­so el bien­es­tar per­so­nal para dedi­car su vida a los más explo­ta­dos de esta tie­rra: los peo­nes arro­ce­ros, remo­la­che­ros y de la caña de azú­car, los «Pelu­dos».

Fun­dan­do sin­di­ca­tos como el SUDOR, URDE, UTAA, coope­ra­ti­vas de pes­ca­do­res arte­sa­na­les, crean­do con­cien­cia y orga­ni­za­ción de cla­se, orga­ni­zan­do mar­chas de cien­tos de hom­bres, muje­res y niños que cami­na­ron de Nor­te a Sur para acam­par alre­de­dor de un Par­la­men­to que nun­ca los había escu­cha­do. Por­que hacien­do pro­me­sas a los de aba­jo a cam­bio de votos, legis­la­ba para los de arri­ba. Y hacien­do oídos sor­dos de aque­llos recla­mos de «tie­rra pal que la tra­ba­ja», hizo la venia al Eje­cu­ti­vo de turno y a la poli­cía para repri­mir sal­va­je­men­te aque­llas mar­chas que se atre­vían a des­em­pol­var des­pués de más de un siglo, el man­da­to Anti­güis­ta de 1813…

Pero esas mar­chas hicie­ron reso­nar su con­sig­na en los oídos de los tra­ba­ja­do­res de la ciu­dad, en las capas medias, que al per­der poder adqui­si­ti­vo des­per­ta­ban del sue­ño del bien­es­tar Batllis­ta, de los estu­dian­tes, los inte­lec­tua­les y de las orga­ni­za­cio­nes de izquier­da. Por­que esas mar­chas que tenían la fuer­za de una idea, se con­vir­tie­ron rápi­da­men­te en una idea fuer­za: «Por la tie­rra y con Sen­dic» fue un lati­ga­zo que anun­cia­ba a los de arri­ba nue­vas for­mas de lucha de los de aba­jo, obli­gán­do­los a repri­mir para defen­der sus intere­ses. Y mos­trar que su demo­cra­cia, la del voto, tenía una care­ta. La cara ver­da­de­ra era la de un gobierno de pocos. De ricos. De oli­gar­cas due­ños del país.

Aquel pue­blo de cami­nan­tes se vol­vió al Nor­te con las manos vacías, mucha ham­bre y varios heri­dos. Pero logra­ron cosas his­tó­ri­ca­men­te fun­da­men­ta­les para los trabajadores.

La expe­rien­cia de que solo la lucha podría dar­le tie­rra al que la tra­ba­je y que para arre­ba­tár­se­la a la oli­gar­quía terra­te­nien­te no alcan­za­ba sola­men­te con la lucha sin­di­cal y parlamentaria.

La con­cien­cia de que la demo­cra­cia bur­gue­sa solo podía ofre­cer pro­me­sas median­te el voto.

Y la cer­te­za de que aquel hom­bre que los guia­ba nun­ca entre­ga­ría sus ban­de­ras. Por el con­tra­rio, las haría más anchas y pro­fun­das, exten­dién­do­las a todos los explo­ta­dos, a tra­vés de un «habrá Patria para todos o para nadie». Y madu­ran­do ade­más, nue­vas for­mas de lucha. Pri­me­ro, des­de la clan­des­ti­ni­dad, lue­go des­de la gue­rri­lla urba­na que jaqueó al poder esta­ble­ci­do des­nu­dan­do los nego­cia­dos de polí­ti­cos, ban­que­ros y terra­te­nien­tes que roba­ban la rique­za de los tra­ba­ja­do­res y apa­lea­ban y tor­tu­ra­ban a obre­ros y estu­dian­tes con total impu­ni­dad. Y por últi­mo, ela­bo­ran­do des­de el fon­do de los cala­bo­zos de la dic­ta­du­ra en con­di­ción de rehén, una sali­da de lucha para el pue­blo tra­ba­ja­dor. Aquel pue­blo que des­de el 27 de junio del 73, dio lo mejor de sí en la resis­ten­cia a la dic­ta­du­ra cívi­co mili­tar. El mis­mo pue­blo que sin ren­dir­se for­mó ríos y arro­yos que des­de los sin­di­ca­tos obre­ros y gre­mios estu­dian­ti­les, los comi­tés de base del Fren­te, las coope­ra­ti­vas de vivien­da, el can­to popu­lar y las asam­bleas barria­les, desem­bo­ca­ron en el torren­te incon­te­ni­ble del Obe­lis­co. Ese pue­blo se había uni­do por aba­jo, demos­tran­do que era posi­ble la uni­dad sin exclu­sio­nes, que tan­to recla­mó his­tó­ri­ca­men­te el Bebe Sen­dic a toda la izquier­da uru­gua­ya. Sin ban­de­rías par­ti­da­rias, pro­ta­go­nis­mos o apa­ra­tis­mos. Ese fue el pue­blo que el Bebe encon­tró al salir de la pri­sión. Por eso, pro­yec­tó la crea­ción de un gran espa­cio polí­ti­co, un gran apa­ra­to polí­ti­co con­du­ci­do por los tra­ba­ja­do­res: el Fren­te Gran­de. Y un con­jun­to de medi­das de fon­do para sacar rápi­da­men­te de la pobre­za extre­ma a casi la mitad de los tra­ba­ja­do­res del país, y que­brar­le el espi­na­zo del poder a la oli­gar­quía terra­te­nien­te y al capi­tal finan­cie­ro. Fue enton­ces que vol­vió a lan­zar nue­vas ideas fuer­za: «el plan de lucha por la tie­rra y con­tra la pobre­za», cuyo motor sería el Movi­mien­to por la Tie­rra. El no pago de la deu­da exter­na y sus intere­ses. La expro­pia­ción inme­dia­ta por el Esta­do de todos los esta­ble­ci­mien­tos agra­rios que supe­ra­sen las 2.500 hec­tá­reas, sin indem­ni­za­ción y la entre­ga de tie­rras a colo­nos para repo­blar la cam­pa­ña con pla­nes pro­duc­ti­vos para todos los tra­ba­ja­do­res. Y vol­car toda esa enor­me masa de capi­tal al sala­rio en pri­mer lugar, pro­vo­can­do un shock de altí­si­mo impac­to en el con­su­mo interno y en la pro­duc­ción en su con­jun­to. Con esas medi­das, que la dere­cha y bue­na par­te de la izquier­da com­ba­tió, por radi­ca­les, el Bebe plan­tea­ba, de hecho, la encru­ci­ja­da his­tó­ri­ca de la mar­cha al socia­lis­mo. Por­que la lucha fron­tal con­tra los pode­ro­sos no admi­te el camino del medio, tra­zó una vez más el camino rec­to que su con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria le dic­ta­ba. No es casual enton­ces que las cla­ses domi­nan­tes y quie­nes transa­ron con ellas hayan cons­trui­do un man­to de silen­cio en torno a la figu­ra de este gran revo­lu­cio­na­rio. Un man­to teji­do a lo lar­go de tres déca­das. Teji­do por los mis­mos que tram­pea­ron la demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va que el pue­blo for­jó en su lucha con­tra la dic­ta­du­ra, nego­cian­do con geno­ci­das y explo­ta­do­res unos, y apa­ra­tean­do y des­mo­vi­li­zan­do otros.

Ya casi ni se lo nom­bra, por­que hablar del Bebe es con­vo­car luchas, rebe­lio­nes y resis­ten­cia sin con­ce­sio­nes a todo poder domi­nan­te, a toda impu­ni­dad, y a cual­quier for­ma de explo­ta­ción del hom­bre por el hombre.

Por eso nos reuni­mos hoy un gru­po de mili­tan­tes. Para hon­rar su memo­ria, su ejem­plo y sus ideas. Para rom­per un silen­cio labra­do en los pasi­llos don­de se cuen­tan y recuen­tan votos para cal­cu­lar el queha­cer político.

Para que vuel­van su ejem­plo y sus ideas al seno del pue­blo tra­ba­ja­dor, y ger­mi­nen en la con­cien­cia de las nue­vas gene­ra­cio­nes, que bus­can a tra­vés de orga­ni­za­cio­nes socia­les otro mode­lo pro­duc­ti­vo. El que se opo­ne al «cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co» apo­ya­do en la extran­je­ri­za­ción de la tie­rra (hoy un ter­cio del terri­to­rio), la soja trans­gé­ni­ca, las pas­te­ras que enve­ne­nan el ambien­te con su mode­lo mono pro­duc­ti­vo, la agri­cul­tu­ra de los agro tóxi­cos que bus­can­do la máxi­ma ren­ta­bi­li­dad into­xi­can la tie­rra, el ali­men­to, los ríos y los mares. Un mode­lo agro­ex­por­ta­dor, depen­dien­te de las mul­ti­na­cio­na­les y el capi­tal financiero.

Será nece­sa­rio con­vo­car a esas orga­ni­za­cio­nes socia­les para unir esfuer­zos, como lo hizo siem­pre el Bebe.

Será una lucha ardua, al des­cam­pa­do de pro­me­sas elec­to­ra­les o recom­pen­sas personales.

Un esfuer­zo pacien­te, que algu­nas veces nos hará sen­tir como pro­fe­tas en el desier­to. Una lucha que nos enfren­ta­rá a los pode­res establecidos.

Que cada uno asu­ma su responsabilidad.

Pero val­drá el esfuer­zo, por­que a poco de andar, encon­tra­re­mos que en la memo­ria de los más humil­des, el Bebe lucha y vive.

Por eso, el Bebe Sen­dic es la Bandera.

Jor­ge Pedro Zabalza

9 de mar­zo de 2019

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