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Vene­zue­la: ¿cómo se pre­pa­ra un gol­pe en el siglo XXI?

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No se entien­de nada. Si se lee a los gran­des medios, las agen­cias inter­na­cio­na­les de noti­cias, las decla­ra­cio­nes de pre­si­den­tes como Macri o Duque, del secre­ta­rio gene­ral de la OEA, Luis Alma­gro, o las fra­ses de Cathe­ri­ne Fulop o Ricar­do Mon­ta­ner, sen­ci­lla­men­te no se entien­de. ¿No era que ya esta­ba por caer Nico­lás Madu­ro? ¿No era que millo­nes de per­so­nas esta­ban en las calles pidien­do su trono y su vida?

Muchas veces los mis­mos corres­pon­sa­les envia­dos espe­cial­men­te al país no entien­den nada: Nel­son Cas­tro en pose corres­pon­sal de gue­rra con un cas­co de moto de plás­ti­co que solo sir­ve para evi­tar mul­tas, un fotó­gra­fo inter­na­cio­nal con el mejor len­te del mer­ca­do bus­can­do la masi­va con­vo­ca­to­ria de Juan Guai­dó y solo encuen­tra puña­dos de segui­do­res. No entien­den, o son mer­ce­na­rios con ple­na cons­cien­cia de apor­tar su ima­gen, su nota, su tuit a un obje­ti­vo pre­ci­so: derro­car a Madu­ro.

La dis­tan­cia entre la cons­truc­ción mediá­ti­co-polí­ti­ca y lo que efec­ti­va­men­te suce­de es inmen­sa. No se pue­de enten­der el con­flic­to en Vene­zue­la sin tener­lo siem­pre pre­sen­te, sin sos­pe­char de las noti­cias, los titu­la­res, las imá­ge­nes. Nada pue­de dar­se por cier­to de pri­me­ra mano: hay que corro­bo­rar fuen­tes, ver­sio­nes, des­creer. Por ejem­plo: Guai­dó sos­tie­ne que el 30 de abril hubo una movi­li­za­ción masi­va de la socie­dad en res­pal­do a la acción mili­tar que inten­tó enca­be­zar en Cara­cas. Ese día, en el mejor momen­to y en el mejor sitio, no hubo más de cin­co mil per­so­nas. Dijo tam­bién que gran par­te del país se había movi­li­za­do y no hubo repor­te que pudie­ra sostenerlo.

No es nue­vo que la dere­cha mien­ta. La vene­zo­la­na tie­ne la par­ti­cu­la­ri­dad de ser ines­ta­ble, poco con­fia­ble, de dis­pa­rar­se entre sí a los pies, y de ser cla­sis­ta con asco. Esta­dos Uni­dos tomó la delan­te­ra públi­ca, entre otras cosas, por esa mis­ma razón. Fue tan evi­den­te como impu­ne: Guai­dó se auto­pro­cla­mó pre­si­den­te en una pla­za en las antí­po­das del pala­cio pre­si­den­cial, Donald Trump tui­teó que lo reco­no­cía, le siguie­ron los gobier­nos de dere­cha de Amé­ri­ca Lati­na, de Euro­pa, Israel, Cana­dá, Gran Bre­ta­ña, y se mul­ti­pli­ca­ron los aná­li­sis afir­man­do con rotun­da con­tun­den­cia que Vene­zue­la tenía dos pre­si­den­tes. La úni­ca for­ma de afir­mar­lo era no enten­der nada, ser un mer­ce­na­rio, o un mer­ce­na­rio que no entien­de nada.

Cuan­do se dice Esta­dos Uni­dos se habla de dis­tin­tas par­tes que con­for­man un todo que a su vez tie­ne ten­sio­nes, dispu­tas y dife­ren­cias. En el caso de la ope­ra­ción con­tra Vene­zue­la exis­ten varias pie­zas cen­tra­les: el pre­si­den­te Trump, su admi­nis­tra­ción con los encar­ga­dos de los pla­nes, y el Esta­do pro­fun­do. El pri­me­ro es una pie­za cen­tral: pis­to­le­ro, bocón, tor­pe, con lógi­cas de empre­sa­rio mafio­so que ame­na­za para nego­ciar mejor. Su equi­po com­bi­na a neo­con­ser­va­do­res, que vie­nen de la admi­nis­tra­ción de Ronald Reagan, las «gue­rras sucias» de Amé­ri­ca Cen­tral, las inva­sio­nes en Medio Orien­te, el lobby israe­li­ta, y hom­bres de las pro­fun­di­da­des de las cloa­cas de los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia. El tri­den­te prin­ci­pal es John Bol­ton, con­se­je­ro de segu­ri­dad; Elliot Abrams, envia­do espe­cial; y Mike Pom­peo, secre­ta­rio de Esta­do. Los tres tie­nen pron­tua­rios de masa­cres, tor­tu­ras y men­ti­ras, ellos mis­mos lo reco­no­cen. En cuan­to al Esta­do pro­fun­do, se tra­ta de las estruc­tu­ras gene­ral­men­te invi­si­bles que con­du­cen las polí­ti­cas estra­té­gi­cas esta­dou­ni­den­ses y que se man­tie­nen inva­ria­bles esté quien esté en la Casa Blan­ca. En el caso de Vene­zue­la el obje­ti­vo lla­ma­do cha­vis­mo se man­tu­vo con Geor­ge Bush, Barack Oba­ma y Trump. Cam­bia­ron méto­dos, narra­ti­vas, momen­tos de los asal­tos según tiem­pos inter­nos de Esta­dos Uni­dos, del mapa mun­dial de con­flic­tos o del con­ti­nen­te latinoamericano.

¿Qué papel le die­ron a Guai­dó en esta arqui­tec­tu­ra del gol­pe de Esta­do? Ser la facha­da nacio­nal, la cara vene­zo­la­na para enca­be­zar una for­ma ya uti­li­za­da en Medio Orien­te: el gobierno para­le­lo arma­do, finan­cia­do y movi­do des­de fue­ra. ¿Qué expec­ta­ti­vas tenían sobre él? Al prin­ci­pio apos­ta­ron por crear un lide­raz­go con capa­ci­dad de movi­li­za­ción en un cua­dro de deso­la­ción de la dere­cha. Que­dó des­car­ta­do lue­go de la inca­pa­ci­dad evi­den­cia­da el 30 abril y los días siguien­tes. Guai­dó ven­dió humo, aun­que, según lo que fue publi­ca­do en perió­di­cos como el Washing­ton Post, Trump que­dó dis­con­for­me con las pro­pias fuen­tes de inte­li­gen­cias nor­te­ame­ri­ca­nas res­pec­to a las infor­ma­cio­nes que mane­ja­ban. ¿Será ver­dad? Siem­pre hay que sospechar.

La esce­na impac­tó: un gru­po de mili­ta­res sobre un puen­te con armas lar­gas, cin­tas de balas, civi­les con pis­to­las, Guai­dó, Leo­pol­do López, en la zona emble­má­ti­ca de la opo­si­ción de Cara­cas –un Paler­mo cara­que­ño – . La con­fu­sión tam­bién impac­tó, el pró­fu­go ter­mi­nó en la emba­ja­da de Espa­ña, y los alza­dos en la de Bra­sil. Pom­peo afir­mó que Madu­ro tenía el avión lis­to para irse, pero los rusos lo habrían obli­ga­do a que­dar­se. Tan increí­ble como la decla­ra­ción de Guai­dó, que afir­mó que él no podría hacer un gol­pe de Esta­do por­que es el ver­da­de­ro pre­si­den­te.

Esta­dos Uni­dos tomó nota. Pom­peo y Bol­ton refor­za­ron la ame­na­za de inter­ven­ción mili­tar, se reu­nie­ron con el secre­ta­rio de defen­sa en el Pen­tá­gono y con el jefe del Coman­do Sur. Todo esca­la­ba cuan­do Trump lla­mó a Putin y cam­bió la narra­ti­va: Rusia no esta­ría por invo­lu­crar­se mili­tar­men­te en Vene­zue­la. Des­in­fló el glo­bo anti-ruso que él mis­mo había arma­do. Según habían repe­ti­do, Madu­ro se sos­ten­dría úni­ca­men­te por el apo­yo de Rusia, Cuba, jun­to con Chi­na e Irán. Pom­peo via­jó a Fin­lan­dia a reu­nir­se con su par ruso, Ser­guei Lavrov, lue­go de la reu­nión de este últi­mo con el can­ci­ller vene­zo­lano, Jor­ge Arrea­za. Las dos poten­cias deba­ten mucho más que Vene­zue­la, dispu­tan cues­tio­nes como Ucra­nia, Corea del Nor­te, Medio Orien­te. El mun­do es un table­ro polí­ti­co, mili­tar, eco­nó­mi­co, las dispu­tas geo­po­lí­ti­cas están abier­tas, Esta­dos Uni­dos ya no hace y des­ha­ce como antes. Por eso, entre otras cosas, quie­re a Vene­zue­la y al con­ti­nen­te ali­nea­dos integralmente.

Sobre Vene­zue­la, Trump pue­de decir lo con­tra­rio maña­na: es su for­ma apli­ca­da en Corea del Nor­te y en los nego­cios. Lo que no ha cam­bia­do por el momen­to es la deci­sión de lograr una vic­to­ria, no irse con las manos vacías. El pro­ble­ma es que la situa­ción actual no era la pre­vis­ta. Las cosas debían ser más rápi­das, cues­tión de sema­nas como mucho. Lo reco­no­ció el mis­mo minis­tro de rela­cio­nes exte­rio­res de Espa­ña. Es lo que se lla­ma un error de cálcu­lo. La Fuer­za Arma­da Nacio­nal Boli­va­ria­na (FANB) debía que­brar­se, el efec­to Guai­dó debía ser impa­ra­ble, y el blo­queo sobre la eco­no­mía jun­to con accio­nes de sabo­ta­je debían des­en­ca­de­nar la ira popu­lar. No pasó. Enton­ces tie­nen que esca­lar la apues­ta o vol­ver a apos­tar por un mediano plazo.

Exis­ten una serie de posi­bi­li­da­des: una acción direc­ta con­tra el pre­si­den­te o figu­ras del alto man­do, un des­plie­gue de fuer­zas mer­ce­na­rias con esca­la­da de accio­nes mili­ta­res, un nue­vo inten­to de des­en­la­ce vía frac­tu­ra de la FANB aho­ra sí con cuar­te­les, gene­ra­les y quie­bres institucionales. 

¿Por qué se equi­vo­ca­ron en la lec­tu­ra del cam­po de bata­lla? Esa mis­ma pre­gun­ta ocu­rrió en 2017 y las res­pues­tas no son tan dis­tan­tes. Lo pri­me­ro es que redu­je­ron el cha­vis­mo a un círcu­lo pre­si­den­cial cívi­co-mili­tar. Todo lo demás se habría des­va­ne­ci­do: la iden­ti­dad polí­ti­ca, la orga­ni­za­ción popu­lar que adop­ta muchas for­mas, la movi­li­za­ción, el par­ti­do, la volun­tad de pelea, la resi­lien­cia, la defen­sa de una cau­sa. Si el cha­vis­mo esta­ba muer­to solo bas­ta­ba patear el pala­cio de Mira­flo­res para que huye­ra Madu­ro. Pero la lec­tu­ra esta­ba equi­vo­ca­da: nor­te­ame­ri­ca­nos y opo­si­to­res diag­nos­ti­can a Vene­zue­la des­de des­pa­chos, des­de el extran­je­ro, des­de las bur­bu­jas dola­ri­za­das de las zonas de pla­ta del país, des­de las redes socia­les.

Lo segun­do es que pen­sa­ron que la FANB se rom­pe­ría con una com­bi­na­ción de ame­na­zas, pro­pues­tas de amnis­tía, paque­tes millo­na­rios de dóla­res para enca­be­zar trai­cio­nes y alza­mien­tos. Esa car­ta esta­ba pen­sa­da para fechas cla­ves, como el 23 de febre­ro, cuan­do inten­ta­ron el ingre­so por la fuer­za vía Colom­bia con la par­ti­ci­pa­ción este­lar de Malu­ma, Miguel Bose o Die­go Torres, o el 30 de abril en la madru­ga­da. ¿Exis­te garan­tía de que la FANB no se rom­pa? No. Pero has­ta el momen­to no ha pasa­do, y sin eso la posi­bi­li­dad del asal­to final resul­ta difí­cil.

La situa­ción es com­ple­ja. Por la vio­len­cia de los asal­tos en pre­pa­ra­ción, los acto­res y obje­ti­vos en jue­go, por la mate­ria­li­dad eco­nó­mi­ca que evi­den­cia un país que retro­ce­de por un blo­queo eco­nó­mi­co inter­na­cio­nal, erro­res pro­pios acu­mu­la­dos, inca­pa­ci­dad para resol­ver la con­jun­ción de ambas varia­bles, y que tie­ne zonas del país hura­ca­na­das y una capi­tal que man­tie­ne nive­les de mayor esta­bi­li­dad y una magia siem­pre cari­be­ña. Tan solo un mes resul­ta una dis­tan­cia leja­na, y, por el momen­to, no apa­re­ce un terreno de diá­lo­go ‑nece­sa­rio- que per­mi­ta ver cómo resol­ver el esce­na­rio. Los pro­nós­ti­cos son por apro­xi­ma­ción, sín­te­sis de tan­tas varia­bles nacio­na­les, geo­po­lí­ti­cas, deseos o la cer­te­za de la nece­si­dad de pelear, esa que habi­ta en los sub­sue­los que emer­gie­ron con Chá­vez y no se rendirán. 

Mar­co Teruggi

15 de mayo de 2019

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