Estuve hace ya varios años en la primera aparición pública de Causa Galiza. Algunos años ya han trascurrido desde entonces y ha ido cambiando y transformándose. Fuera de Galiza, realmente desconocemos bastante, yo el primero, lo que es Causa Galiza. He tenido una conversación con su portavoz Cris Rodrigues para aclarar estos puntos y que Causa Galiza sea algo más conocida fuera de la nación gallega.
Andoni Baserrigorri: ¿Como empezó Causa Galiza?
Cris Rodrigues: Empezamos en 2007. En este momento, existía la posibilidad de un proceso de reforma estatutaria bajo un gobierno de Rodríguez Zapatero en el Estado y con un bipartito PSOE-BNG gestionando la Xunta de Galiza. Ante este escenario, y con un mapa independentista y soberanista muy atomizado, desde lo que se dio en llamar el «independentismo histórico» se vio la posibilidad de establecer un frente común anti-autonomista, que denunciase el eventual proceso de reforma y sus límites estructurales e hiciese una apuesta explícita por el derecho de autodeterminación, la ruptura con el Estado y la soberanía. Esa unidad de acción de mínimos iba, en el fondo, hacia unidades más orgánicas y políticas que fueron imposibles de alcanzar. En 2012, cuando el sector beirista del BNG se escinde, esa crisis impacta en sectores que se agrupaban bajo el paraguas de Causa Galiza, que se desligan de la unidad de acción y se embarcan en lo que con el tiempo será Anova. La recomposición del mapa político nacionalista que estaba en curso y la desaparición de la posibilidad de la reforma autonómica, hicieron que aquella Causa Galiza inicial perdiese su funcionalidad original y se reformulase en dos años como organización política independentista y socialista a partir de los sectores que la constituyeran y con un cuerpo social y político de referencia ya mucho más reducido que el inicial.
Luego vino la Operación Jaro
Sí. En marzo de 2013 nos constituíamos como organización política, en setiembre se dictaba en la Audiencia Nacional la primera sentencia que decretaba la existencia jurídica de una organización armada ilegal en nuestro país y en octubre de 2015 fuimos objeto de un montaje policial organizado por la Guardia Civil. Básicamente, nos acusaban de ser el «brazo político» de una imaginaria organización armada, Resistência Galega. No existe el menor tipo de prueba en este sentido y, a falta de ella, la Guardia Civil apuntó a nuestra solidaridad con los presos independentistas gallegos, los actos de homenaje a la Revolución Gallega de 1846, o el hecho de aspirar a aglutinar el independentismo que ellos identifican como «radical». Esa operación se salda con 9 detenciones de militantes que, cuatro años después, aún están investigadas en la Audiencia Nacional, y una Operación Jaro II, que afectará al organismo anti-represivo Ceivar, con tres detenciones. Los y las militantes de la primera parte son investigados por «pertenencia» y «enaltecimiento», y los de la segunda por el segundo tipo delictivo. La operación supone además la «suspensión de actividades» de Causa Galiza, que fue de hecho una ilegalización fáctica y se prolongó durante un año. Curiosamente, la propia Audiencia Nacional nos devolvía en 2016 la condición de organización política legal después de dar luz verde a una operación en que, mediáticamente, aparecíamos como «brazo político» de una supuesta organización armada. Dato significativo es que la investigación de la que seríamos objeto desde 2015 tenga una duración temporal superior a la que llevó una causa infinitamente más compleja como el referéndum de autodeterminación de Catalunya. En esta dilación se adivina con claridad una estrategia de desgaste político y de mantener un grupo de cuadros y militantes en una especie de limbo penal, político y personal de manera prolongada.
Definirnos que es Causa Galiza… ¿Un partido? ¿Un movimiento?… ¿Una unidad popular?
Causa Galiza es una organización política independentista y socialista, que considera que la conquista de la independencia nacional es la condición previa imprescindible, primero, para superar la dependencia colonial, que es nuestro objetivo prioritario, y segundo, para transformar el modelo socioeconómico actual en dirección al socialismo. Esta prioridad es la que determina hoy todo nuestro trabajo y nuestra política de alianzas y el eje central de todo nuestra intervención.
¿En qué parámetros ideológicos os movéis? ¿Os consideras marxistas? Además de independentistas por supuesto…
Entendemos que el marxismo es el método de análisis más adecuado para la comprensión y la transformación de la realidad. Sin embargo, en coherencia con el comentario anterior, no hacemos de esta condición un perfil central de nuestro discurso ni una exigencia para todos los afiliados y afiliadas. Nuestro discurso y práctica se centran, sobre todo, en evidenciar cómo un sistema de capitalismo colonial, y el régimen político que lo expresa, son completamente lesivos para los intereses de nuestro pueblo y cómo la independencia es la única solución a esta problemática tanto por esta condición colonial como por el hecho de que el español no es un Estado reformable o democratizable donde nuestra cuestión nacional pueda alcanzar una solución aceptable. Coherentemente con ese planteamiento apostamos por una alianza de clases populares para la ruptura con el Reino de España. Bajo este paraguas común se agrupa gente de izquierda con distintas perspectivas ideológicas.
¿Cómo valoráis la situación del movimiento independentista galego?
Como realidad sociológica, como estado de opinión difuso y no organizado alrededor de un único proyecto político y una estrategia determinadas, el independentismo alcanza hoy en Galiza techos históricos de apoyo a pesar de seguir siendo minoritario en el país y dentro del propio nacionalismo considerado en su sentido más extenso. Su presencia se extiende más allá de los grupos políticos independentistas organizados y alcanza un sector de las bases militantes y electorales del BNG e, incluso, a pesar de lo que desde nuestra óptica son muy graves las contradicciones, de Anova. Esto, desde nuestra óptica, es en gran parte el fruto de las décadas de lucha independentista casi en solitario que nos antecedió enfrentando altísimos niveles de represión. Hoy, la reivindicación independentista pierde progresivamente el carácter de «tabú» que le impuso históricamente el piñeirismo y le impone hoy la dirección del nacionalismo hegemónico en Galiza y coge fuerza en particular en la juventud. El reto reside ahora mismo ‑después de una historia muy marcada por el fraccionalismo, la minorización social en un país con sus señales de identidad y su base material muy agredidas y los efectos de una represión brutal- en construir un proyecto político y una estrategia que doten de referencias claras y confiables ese estado de opinión. Esa tarea es la que, modestamente, con importantes dificultades y con una presión represiva desproporcionada como apuntábamos más arriba, estamos tratando de resolver en estos momentos a través de lo que se llama el Processo Trevinca.
¿En que consiste este proceso?
El Processo Trevinca parte de una premisa básica: si bien nuestro movimiento fue capaz de llegar hasta el día de hoy a pesar de la fuerte presión represiva recibida, es también evidente que se hace necesario un reseteado, una actualización o una puesta a punto de nuestros diagnósticos sobre la situación nacional e internacional que posibiliten una intervención más acertada y, también, una clarificación de la estrategia general para llevar a puerto a medio y largo plazo un proceso de ruptura democrática nacional con el Estado que abra las puertas de la independencia. Eso es lo que, con paso lento y luces largas, estamos tratando de articular en estos momentos. El proceso pretende abrir el debate a sectores que comparten con nosotros y nosotras la apuesta estratégica independentista, fortalecer el proyecto político e ilusionar, activar e incorporar en primer lugar a nuestras bases sociales.
Sin querer entrar a valorar nada, no soy quien para hacerlo, ¿cómo están ahora mismo las relaciones entre diferentes colectivos independentistas en Galiza?
Es complejo hacer una síntesis. Resumiendo en extremo, lo que tenemos hoy, con seguridad, es que el estado de opinión independentista se encuentra en sus máximos históricos de apoyo al margen de que carezca de un proyecto, una estrategia y una legitimidad sobre las que cristalice este estado de opinión. Luego, existen distintas formulaciones políticas y organizativas, desde Anova y FPG, que se reclamam «independentistas» y mantienen sin embargo vínculos políticos con formaciones que defienden la unidad estatal, como IU y Podemos, por ejemplo, hasta sectores que avalan, críticamente, la estrategia del BNG, que aspira de hecho a un Estado plurinacional, con el reconocimiento formal de nuestra condición nacional y a una elevación del techo competencial, como el Movimento Galego al Socialismo.
En cada caso, estas formaciones tienen sus respectivas organizaciones juveniles y ámbitos de influencia social y sindical de referencia. Nosotros y nosotras, como Causa Galiza, mantenemos relaciones formales con estos sectores y estaremos siempre abiertas y abiertos a iniciativas comunes en clave de país, pero las importantes divergencias teóricas y políticas hacen inviable hoy otro tipo de interacción. Finalmente, existen colectivos que se reclaman «de izquierda revolucionaria» con los que en el pasado se compartieron experiencias organizativas como fue el caso de NÓS-Unidade Popular con el final ya conocido. A pesar de que tanto en unos casos como en otros se mantienen relaciones cordiales, las distintas diagnosis y perspectivas, junto a la inexistencia de espacios comunes, hacen que, hoy, nuestra apuesta se centre sobre todo en la construcción de un proyecto político y una estrategia independentistas con vocación de masas y mayor pluralidad interna sobre las bases de lo que hoy es Causa Galiza. Solo la práctica, y no los apriorismos, los acuerdos superestructurales o las autoproclamaciones vanguardistas, dirán en el futuro si esta apuesta nuestra de hoy era la acertada o no lo era.
Los presos independentistas galegos, ¿nos podríais hablar de ellos, de su estado de ánimo y de su situación…?
Actualmente, después de las últimas detenciones y encarcelamientos en el marco de la Operación Lusista, hay seis presas y presos independentistas integrados en el Coletivo de Presas y Presos Independentistas Galegos (CPIG) y tres independentistas presos que se disociaron de ese colectivo. Antes de la citada operación policial, el Gobierno español, después de años de dispersión, ha trasladado a los presos a centros penitenciarios situados en Galiza y por parte del movimiento antirrepresivo y solidario se trataba de ganar la progresión de grado, el reagrupamiento y la libertad.
En la represión de estos militantes, que fueron juzgados por acciones de violencia política, o que están presos sin juicio con similares acusaciones, el Estado introdujo en 2013 la pertenencia a una supuesta organización armada, lo que le permitió desde esa fecha dictar condenas más duras y, por otra parte, desarrollar una estrategia represiva que permitiese extender la represión sobre cualquier estructura independentista legal anunciando que es parte de un entramado «terrorista». En ese marco, que supuso el triunfo de las tesis que mantenía en solitario la Guardia Civil desde 2005, se encuadran las dos ediciones de la Operación Jaro, que afectaron a Causa Galiza en 2015 y al organismo antirrepresivo Ceivar en 2017.
Hablabas de las últimas detenciones y encarcelamientos…
Efectivamente. A mediados de junio fueron detenidas por la Guardia Civil cuatro personas a las que el cuerpo policial acusa de integrar un «grupo terrorista» denominado Resistencia Galega. Dos de ellas llevaban 13 años huidas de la acción policial y penal. A todas les fue aplicada la legislación antiterrorista y detenciones incomunicadas. Estas detenciones dieron pié además a un discurso policial y mediático que anuncia «la derrota del último grupo terrorista de España». Lo cierto es que si bien es constatable la comisión de acciones de violencia política entre 2005 y 2014, la existencia de una organización armada que las promueva es parte del reino de la política ficción y fue utilizada por el Estado a partir de 2013 para endurecer las condenas de cárcel y aplicar un modelo represivo nuevo en nuestro país, pero ya ensayado en Euskal Herria, en el que una actividad delictiva de naturaleza política ya no corresponde solo a las personas que, eventualmente, la ejecutan, sino también a todo tipo de organizaciones, colectivos y redes sociales con los que aquella puedan compartir unos objetivos estratégicos genéricos, como la independencia, la solidaridad con los represaliados y represaliadas, etc.
¿Y cuál es la salud de los movimientos sociales galegos?
Es difícil dar una respuesta acertada a una pregunta tan extensa. Como regla general pensamos que se puede decir que los movimientos populares en nuestro país gozan de una vitalidad que posiblemente no se expresa luego con la misma intensidad en el ámbito político e institucional. De hecho, tenemos uno de los niveles de conflictividad laboral más alta, con un sindicato propio –la CIG– que es el principal sindicato del país; una tasa altísima de movilización social que el propio Estado mide en número de manifestaciones y concentraciones, un rico entramado de asociaciones socioculturales, dinámicas importantes en defensa del territorio que evidencian la identificación de nuestro pueblo con el espacio físico que ocupa, etc. Felizmente, la nación organizada y en lucha va mucho más allá de los grupos políticos que la reclaman.
Desde mi experiencia y vínculo con Galiza conozco una Galiza combatiente, militante, luchadora… pero existe el tópico fuera de Galiza que la califica como una tierra reaccionaria, conservadora… ¿Qué replicaríais a tal tópico?
Los tópicos sobre un determinado pueblo nunca son desinteresados y, cuando menos, en nuestro caso, responden a una intención clara de estigmatizar, inferiorizar y desmovilizar que es un clásico en los contextos coloniales. De hecho, gracias a esa presión sistemática, fueron interiorizados por importantes sectores de nuestro pueblo a pesar de que tenemos detrás una historia de lucha y resistencia poco común y socialmente desconocida. Pensamos que se podría hablar de un cierto conservadurismo antropológico, que permitió hasta hoy la supervivencia de nuestra identidad en una situación extremadamente adversa, pero políticamente nos parece falso afirmar –a pesar de la hegemonía electoral del PP, que está en su fin de ciclo– que la sociedad gallega sea «españolista», o que asuma mayoritariamente presupuestos de extrema derecha. Un dato reciente: Vox no tiene un solo concejal o concejala en nuestro país, la presencia de Ciudadanos es marginal y la filial del PP en Galiza evita utilizar simbología española para esquivar el rechazo que genera un españolismo explícito. Lo que si existe, a nuestro entender, es una espesa red clientelar, de control mediático e institucional que el PP articuló en los últimos cuarenta años de postfranquismo, y que es la que garantiza su hegemonía electoral, que como decimos está en caída libre. Con todas las distancias necesarias, se podría comparar esta red de favores y control social con la que articuló el PNV en la CAV durante décadas de gestión y que favorece su preminencia actual.
Ya para terminar, ¿cómo es la Galiza que soñáis, la Galiza por la que militáis y dejáis lo mejor de vosotros mismos?
Nosotras y nosotros apostamos por una nación independiente, con una sociedad autoorganizada y un Estado proprio que permitan desarrollar ya no solo un proceso de transición al socialismo, sino, en primera instancia, la reconstrucción y diginificación del país, la conciencia nacional, el control sobre nuestros recursos, territorio y condiciones de vida y trabajo de mujeres y hombres, que es como decíamos para nosotras la tarea principal.
Bueno, pues eskerrik asko, nada más, un placer haber mantenido esta conversación y espero que sirva para un mejor conocimiento de Galiza y de Causa Galiza.
Eskerrik asko a vosotros y vosotras. Y seguimos en contacto.
1 de julio de 2019
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