Mirko C. Trudeau /Resumen Latinoamericano /26 de febrero de 2020
Las primarias del Partido Demócrata en Nevada fueron una contundente confirmación del impulso que ha cobrado la postulación de Bernie Sanders para alzarse con la candidatura presidencial del partido de la oposición, tras quedarse con las preferencias en las convenciones de Iowa y Nueva Jersey.
La composición demográfica y geográfica de la victoria de Sanders no solo le coloca en cabeza de las primarias con claridad por primera vez, sino que arroja serias dudas sobre la viabilidad de las demás candidaturas. Ahora, las primarias se adentran en su semana definitiva, donde el voto de las minorías y los jóvenes serán factores determinantes para consolidar a un favorito.
Durante el último año, un ejército de cientos de voluntarios ha recorrido Nevada puerta por puerta (más de 500.000 visitas en persona, según la campaña) pidiendo el voto para Sanders. “Hemos juntado una coalición multigeneracional y multirracial que no solo ha ganado en Nevada, sino que va a barrer en todo el país”, dijo Sanders.
Las siguientes citas son en Carolina del Sur, donde no se puede ganar sin liderar el voto entre los afroamericanos. Y es será la última oportunidad del expresidente Joe Biden, al que las encuestas colocan primero en el Estado, con un 50% de apoyos.
Pero inmediatamente después, el 3 de marzo, se celebra el llamado supermartes, con primarias en 14 Estados que repartirán un tercio de los delegados demócratas que van a elegir al nominado presidencial en julio. Ese día votan California y Texas y se reparten 415 y 228 delegados respectivamente (Iowa tiene 41, por ejemplo).
Sanders, el socialista
Sanders, hoy senador por Vermont, ha logrado incorporar entre las anquilosadas corrientes políticas dominantes de su partido, un conjunto de reivindicaciones y propuestas englobadas en la definición de socialismo democrático y que hasta ahora fueron consideradas herejes por los aparatos que manejan los partidos estadounidenses.
La manipulación se entretiene permanentemente con centristas y moderados que advierten que si Sanders es el candidato, Trump ganará la reelección. Viejos políticos , tanto republicanos como demócratas están resucitando esa antigua táctica de acusar de rojo a Sanders y los suyos.
En EEUU, el mero apelativo de liberal tiene un sentido peyorativo para imaginarios marcados y manipulados por las posiciones conservadoras, el anticomunismo trasnochado y el verso de la liucha contra terrorismo y el narcotráfico. La plataforma de Sanders está orientada a la atención de las necesidades sociales de los más desfavorecidos. Y eso, para los cogollos partidistas, es políticamente impresentable.
Sanders, quien no cuenta con un sólido músculo financiero para llevar adelante su campaña, está aún lejos de lograr la postulación, pero va en buen camino, lo que ha significado encender las alarmas de la clase política de su partido, que no han entendido o que rechazan de lleno sus propuestas de la coalición multirracial y multigeneracional .
Sorprendentemente, hasta ahora las primarias han visto desaparecer prácticamente la campaña del exvicepresidente Joe Biden y como principal oponente a Sanders surge Pete Buttigieg, un joven ex militar y ex alcalde de una pequeña localidad de Indiana, quien ha logrado el respaldo de 20 delegados.
Uno de sus principales oponentes a Sanders es el multimillonario Michael Bloomberg, ex alcalde de republicano Nueva York, pero aún sin haber logrado, pese a sus recursos financieros y mediáticos, un solo congresista de los mil 990 que se requieren para la postulación.
Sanders es un socialdemócrata que ha definido su tipo de socialismo como algo que tiene sus raíces en las políticas del New Deal de Franklin Roosevelt. Estas mismas propuestas de Sanders hubieran sido calificadas como centristas hace 70 años, lo cual demuestra el giro a la extrema derecha en EU, desde que se impuso la agenda neoliberal con Ronald Reagan.
Las propuestas pueden preocupar a las cúpulas partidistas, que se han visto desbordadas por un creciente movimiento plural encabezado por una coalición de nuevas y viejas fuerzas –sindicalistas, altermundistas, activistas ambientalistas, defensores de derechos civiles, entre otros– que rechaza el consenso neoliberal de las últimas cuatro décadas, y que no les asusta declararse a favor de una opción socialista.
Paralelamente, se está abriendo paso un nuevo activismo de organización horizontal, impulsado por y desde las redes sociales, que no busca el “apoyo” de grandes corporaciones o capitalistas, sino que va por minicontribuciones participativas.
Las encuestas han sorprendido al establishment: el 70 por ciento de los millennials (nacidos en este milenio) dice que votaría por un socialista, y la mayoría de los demócratas afirman que favorecen el socialismo sobre el capitalismo.
Socialismo a lo gringo
En un país en el cual el concepto de socialismo fue traducido como el enemigo durante más de un siglo (las primeras redadas masivas de migrantes en Estados Unidos fueron realizadas durante la Primera Guerra Mundial justo para expulsar a radicales extranjeros como Emma Goldman; en los 50 esta represión reapareció con el macartismo y la guerra fría), las definiciones son poco precisas.
Pero se puede afirmar, señala el analista David Brooks, que es un rechazo al neoliberalismo y a favor de imponer los derechos sociales sobre los derechos del mercado; un concepto basado en la solidaridad social y la justicia económica. Sanders dice que el eje es que los derechos económicos son derechos humanos.
El socialismo estadounidense en su sentido más amplio, sin diferir entre los grupos más radicales y los reformistas, incluye un abanico muy amplio de corrientes, movimientos y figuras relevantes de la historia reciente estadounidense, como Martin Luther King, Albert Einstein, Helen Keller, la gran sindicalista minera Mother Jones, el filósofo afroestadunidense Hubert Harrison, la fundadora del movimiento de Trabajador Católico Dorothy Day, el autor Jack London, Pete Seeger, Joe Hill, Paul Robeson…
Tal vez sea efímera e ilusoria pero por ahora existe en torno a Sanders una incipiente rebelión tierna y feroz que se atreve a imaginar un país de pan y rosas para todos (frase de una líder socialista/anarquista estadounidense de 1911).
* Economista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.
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