Palestina. El Genocidio del Siglo

Pales­ti­na. El Geno­ci­dio del Siglo

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Luz Mari­na López Espi­no­sa /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​26 de febre­ro de 2020

Los niños fue­ron ador­me­ci­dos con el llan­to de las madres que caían des­mem­bra­das, afe­rra­das al cru­ci­fi­jo fati­ga­do de ben­de­cir ver­du­gos. Vino la san­gre en silen­cio y pobló su nue­vo terri­to­rio: el olvi­do”. Omar Ardila

Si alguien hoy, en este nacien­te año 2020 con los pas­mo­sos avan­ces de la cien­cia hicie­ra ver­dad la máqui­na del tiem­po y tra­je­ra al momen­to pre­sen­te los cam­pos de con­cen­tra­ción de Ausch­witz y Tre­blin­ka, y ese alguien pro­pu­sie­ra como solu­ción de “la cues­tión judía” que esos cam­pos fue­ran ben­de­ci­dos y ofi­cia­li­za­dos para que siguie­ran rigien­do a per­pe­tui­dad como par­te de un “Acuer­do del Siglo”, acuer­do jus­to que si eran razo­na­bles los judíos y cier­to que que­rían vivir en con­vi­ven­cia pací­fi­ca con sus veci­nos los nazis no podían recha­zar. Si esa com­po­si­ción de tiem­po y lugar se die­ra, ese alguien sería til­da­do de loco deli­ran­te. Sí; y no sólo eso: sería judi­cia­li­za­do por múl­ti­ples car­gos cri­mi­na­les; lo tacha­rían de anti­se­mi­ta, de pre­di­car una doc­tri­na de odio y de favo­re­cer crí­me­nes de lesa huma­ni­dad. En fin, de ser un enemi­go del géne­ro, un terro­ris­ta glo­bal, y sin duda seria condenado.

Pues bien, ese loco sí exis­te. Con un agra­van­te: no actúa en soli­ta­rio. Son varios. Cuer­dos, lúci­dos y pode­ro­sos, tan­to que la suer­te de la pobre huma­ni­dad, casi pue­de decir­se está en sus manos. Cono­ci­dos uni­ver­sal­men­te, gozan de enor­me inci­den­cia; bue­na par­te del mun­do por temor, opor­tu­nis­mo o con­ve­nien­cia hace segui­dis­mo a sus deci­sio­nes. Sólo que la suya es una cor­du­ra poseí­da de odio al otro, su luci­dez bri­lla con cen­te­lleos de muer­te para el otro, su poder es una cru­za­da de exter­mi­nio del otro. Y este, no es nadie dis­tin­to a la huma­ni­dad ente­ra que no se plie­ga a acep­tar la supe­rio­ri­dad de su raza que ese tal invo­ca, que por ser man­da­to de la Pro­vi­den­cia, no le es dable al míse­ro pro­fano dis­cu­tir. Y ni qué decir de la dimen­sión espi­ri­tual de los ener­gú­me­nos y sus pos­tu­la­cio­nes, que eso raya­ría en tontería.

Sí. Por­que esa hipo­té­ti­ca situa­ción plan­tea­da como un des­va­río no lo es tal hoy. Que nadie hon­ra­do se lla­me a enga­ño: el “Acuer­do del Siglo” que Donald Trump y Ben­ja­mín Netan­yahu en nom­bre del más odio­so sio­nis­mo pro­po­nen al mun­do como fór­mu­la defi­ni­ti­va de solu­ción de “la cues­tión pales­ti­na”, es, hechas las tras­po­si­cio­nes supues­tas, exac­ta­men­te ‑y resal­to la pala­bra exac­ta­men­te-, eso: legi­ti­mar, acre­cer, enco­miar y per­pe­tuar Ausch­witz y Tre­blin­ka. Que ven­dría acom­pa­ña­do de un chan­ta­je adi­cio­nal al pue­blo judío: el de la ame­na­za de bru­ta­les puni­cio­nes si por su incom­pren­si­ble odio y sober­bia, se mues­tran rea­cios a acep­tar al tra­to gene­ro­so que se les ofre­ce. Por­que a cam­bio, ten­drían ade­más la posi­bi­li­dad a futu­ro de ser un Esta­do. Eso sí, des­mi­li­ta­ri­za­do, par­ce­la­do, des­mem­bra­do, sin auto­no­mía ple­na y sin fron­te­ras con nin­gu­na nación de la tie­rra que no sea la Ale­ma­nia hitleriana. 

Tal el mun­do que nos tocó vivir. El de todas las iniqui­da­des, la prin­ci­pal, la de la supe­rio­ri­dad racial de “pue­blos ele­gi­dos”, que con­du­cen a las demás; la más pér­fi­da, poder dis­po­ner sobe­ra­na­men­te de la vida, bie­nes, terri­to­rio y liber­tad de “los infe­rio­res” y gozar­se en ello. Y pon­gá­mos­le nom­bre pro­pio: los pri­me­ros son los sio­nis­tas, los israe­líes (no los judíos que son una cul­tu­ra y una reli­gión). Los segun­dos, los palestinos.

El omi­no­so “Acuer­do del Siglo” hace irri­sión del dere­cho inter­na­cio­nal todo, de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal toda que si en algo está váli­da­men­te repre­sen­ta­da, es en las doce­nas de reso­lu­cio­nes del Con­se­jo de Segu­ri­dad y la Asam­blea Gene­ral de las Nacio­nes Uni­das que con­de­nan los crí­me­nes de Israel, y reco­no­cen la abso­lu­ta intan­gi­bi­li­dad de los dere­chos pales­ti­nos. La ONU, orga­nis­mo que sabe­mos fue el que por reso­lu­ción dio lugar a la crea­ción del Esta­do de Israel a cos­ta de la vida, bie­nes, terri­to­rio y liber­tad de los pales­ti­nos. Cla­ro, hacien­do la hipó­cri­ta sal­ve­dad sabi­da men­ti­ro­sa, de que estos ten­drían tam­bién un Esta­do libre y sobe­rano. Úni­ca reso­lu­ción que ha acep­ta­do Israel. Las demás, son des­pre­cia­das y des­co­no­ci­das bajo el mote de “anti­se­mi­tas”, pala­bra acu­ña­da e impues­ta a tra­vés de los medios de comu­ni­ca­ción del mun­do bajo su con­trol, para cri­mi­na­li­zar a quie­nes denun­cian sus pavo­ro­sos crímenes.

Opi­nio­nes Con­sul­ti­vas de la Cor­te Inter­na­cio­nal de Jus­ti­cia, 26 Reso­lu­cio­nes del Con­se­jo de Segu­ri­dad de las Nacio­nes Uni­das –con­tan­do has­ta el 2002- sobre la impe­ra­ti­va apli­ca­ción del IV Con­ve­nio de Gine­bra en favor de Pales­ti­na como terri­to­rio ocu­pa­do, 17 Reso­lu­cio­nes del mis­mo Con­se­jo entre 1948 y 1996 sobre el esta­tus de Jeru­sa­lén como ciu­dad bajo juris­dic­ción inter­na­cio­nal ile­gal­men­te ocu­pa­da por Israel, y 9 Reso­lu­cio­nes entre 1968 y 1980 con rela­ción a los asentamientos.

Pero son muchas más las mani­fes­ta­cio­nes del dere­cho y la comu­ni­dad inter­na­cio­nal en con­tra de las dema­sías de Israel y en favor de los dere­chos pales­ti­nos, voces de las que hace mofa el ocu­pan­te. La pri­me­ra y prin­ci­pal bur­la­da, la famo­sa Reso­lu­ción 181 de 1947 de las Nacio­nes Uni­das, el Plan de Par­ti­ción de Pales­ti­na con base en el cual los sio­nis­tas decla­ra­ron la cons­ti­tu­ción de su Esta­do en 1948, al tiem­po que la vol­vían añi­cos por la vía de arra­sar cien­tos de pobla­dos pales­ti­nos masa­cran­do a miles de sus his­tó­ri­cos habi­tan­tes, para mul­ti­pli­car por cin­co el terri­to­rio que se les rega­la­ba. La Reso­lu­ción 194 de 1948 sobre el dere­cho al retorno de los refu­gia­dos pales­ti­nos des­te­rra­dos a raíz de esas masa­cres y la gue­rra de ese año; la 242 de 1967 y 338 de 1973 sobre la ile­ga­li­dad de la pre­sen­cia israe­lí en los terri­to­rios ocu­pa­dos en las gue­rras de 1967 y 1973 y la con­si­guien­te obli­ga­ción de reti­rar­se; la 3470 de 1979 sobre el dere­cho a la libre deter­mi­na­ción del pue­blo pales­tino; la 43177 de 1988 reco­no­cien­do que la pro­cla­ma­ción del Esta­do pales­tino es acor­de con la Reso­lu­ción 181, las 476 y 480 ambas de 1980 y 1322 de 2000 reafir­man­do lo dicho sobre la apli­ca­ción del IV Con­ve­nio de Gine­bra en los terri­to­rios ocu­pa­dos y la ile­gi­ti­mi­dad de los des­po­jos de casas y terre­nos de cul­ti­vos pales­ti­nos median­te méto­dos brutales.

Tal el esta­do de cosas al que es fun­cio­nal y quie­re per­pe­tuar el gro­tes­co “Acuer­do del Siglo” de Trump y Netan­yahu que como lo han afir­ma­do nume­ro­sos jefes de Esta­do del Medio Orien­te, nació muer­to. Es tan­to el des­pre­cio por los pales­ti­nos, por sus dere­chos his­tó­ri­cos y por la nor­ma­ti­va uni­ver­sal que los reco­no­ce y pro­te­ge, que la pala­bra “Acuer­do”, ya es una bur­la: no ha sido pac­ta­do con ellos la par­te con­cer­ni­da, que se ente­ró por la prensa.

Siem­pre habrá una per­ver­si­dad mayor en este bien lla­ma­do no “Acuer­do” sino “Geno­ci­dio del Siglo”, por­que lo que hace es legi­ti­mar uno en cur­so hace ochen­ta años. Ella es que la cau­sa pales­ti­na, esos mis­mos años exi­gien­do jus­ti­cia para sus cien­tos de miles de des­te­rra­dos, indem­ni­za­ción y cas­ti­go por sus doce­nas de miles ase­si­na­dos, repa­ra­ción por los millo­na­rios des­po­jos y devas­ta­cio­nes y sobre todo el des­alo­jo de los inva­so­res de su terri­to­rio, ban­de­ra que les ha gene­ra­do sufrir incon­ta­bles nue­vas masa­cres y miles de ase­si­na­tos que per­vi­ven has­ta hoy, esa cau­sa des­apa­re­ce de un tajo. No sola­men­te no hay una pala­bra sobre ella, sino que con la inso­len­cia del que se sien­te supe­rior, exi­ge que los pales­ti­nos “sí quie­ren la paz” y “tener un Esta­do” renun­cien abso­lu­ta­men­te a todas sus recla­ma­cio­nes por los casi cen­te­na­rios agra­vios pade­ci­dos. De lo con­tra­rio pen­den nue­vas ame­na­zas sobre sus cabezas.

Cuán­ta dife­ren­cia hace lo ante­rior con la furia con la que hoy, por hechos más anti­guos, los atro­pe­llos y des­po­jos sufri­dos por los judíos en la Segun­da Gue­rra Mun­dial en ven­gan­za de los cua­les la nación res­pon­sa­ble fue des­trui­da, ocu­pa­da y divi­di­da y su diri­gen­cia ase­si­na­da, encar­ce­la­da y expro­pia­da, hoy repi­to, los judíos tie­nen enta­bla­das accio­nes judi­cia­les con­tra per­so­nas, ins­ti­tu­cio­nes y gobier­nos en deman­da de res­ti­tu­ción de pro­pie­da­des, dine­ros, obras de arte y joyas que les fue­ron confiscadas.

Pales­ti­na no se humi­lla­rá. No acep­ta­rá ser “raza infe­rior”, y menos que el sio­nis­mo la sea supe­rior. Pales­ti­na con el heroís­mo que ha demos­tra­do aun en sus niños y niñas que han pade­ci­do la fero­ci­dad del enemi­go y cada día mue­ren en “com­ba­tes cuer­po a cuer­po” con sol­da­dos aco­ra­za­dos que ter­mi­nan dán­do­les un tiro en la cabe­za, segui­rá de pie dicién­do­le al nazi sio­nis­mo: ¡No pasarán!

Alian­za de Medios por la Paz

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