Nos encontramos ante un nuevo Aberri Eguna, Día de la Patria Vasca. Este año con unos condicionantes que lo hacen diferente e histórico. Histórico, no porque el proceso vasco de liberación nacional y social haya avanzado, no porque estemos a las puertas de nuestra libertad, histórico porque con el pretexto del coronavirus, lo vamos a vivir en un estado practicamente policial, estando confinados en casa y con unas perspectivas muy negras en cuanto a nuestros objetivos históricos, a no ser que empecemos desde este momento a darle la vuelta a esta situación.
Un mediático parlamentario catalán del ámbito del reformismo socialdemócrata decía hace unos días que «con la que esta cayendo, si nos ponemos a hablar ahora de autodeterminación se nos echa la gente encima». Pues sí. Hay que hablar de autodeterminación, de independencia, de organización. Con la que esta cayendo encima y cuando escampe.
Es precisamente en los tiempos complicados cuando se pone en evidencia que la independencia nacional de nuestro pueblo es más necesaria que nunca. Por que no somos independientes, porque estamos ocupados, el Estado español no ha enviado a su ejército que no ha cesado en sus provocaciones, en su exhibición de violencia y españolismo rancio (en un claro aviso a navegantes…) y nos ha impuesto un estado de excepción, una ley marcial que curiosamente nos reprime en el día a día, pero que acepta que tengamos que ir a trabajar hacinándonos en metros, trenes y autobuses, jugándonos nuestra salud y quizá nuestra vida.
No es casual esta presencia militar y policial tan desmesurada. Saben que los tiempos post-coronavirus serán muy duros para la clase obrera y sectores populares. Como dijo Mireia Vehí en el parlamento español, solo nos dejan la opción de salir a luchar a la calle y se están anticipando a esos escenarios dejándonos claro que la represión va a llegar a niveles extremadamente altos.
Nuestra burguesia vasca, el PNV, se ha sumado con entusiasmos a la estrategia del Estado español. Como viene siendo habitual, tras un par de aspavientos en seguida se ha avenido a sumarse a la estrategia represora y defensora de los intereses de la oligarquía local.
Son significativas las palabras tanto del lehendakari Urkullu, como de varios dirigentes del PNV en defensa de los intereses de Confebask y del empresariado. Para ellos el Aberri Eguna tan solo pasa por el folclorismo habitual y la defensa a capa y espada «del capitalismo vasco»
Nuestra salud, nuestras vidas no importa ni a la burguesía española ni a la vasca. El capital no tiene patria y se evidencia una vez más que les une la defensa de un capitalismo que nació chorreando sangre y que en su decadencia continúa haciéndolo.
Frente a este estado de cosas, seguimos reivindicando y luchando por la Patria Socialista Vasca. No hay ninguna otra alternativa, no hay terceras vías. La socialdemocracia vasca solo ofrece hacer el juego a nuestros opresores jugando al parlamentarismo en la CAV, en Nafarroa, en Madrid, en Bruselas, engañando al pueblo vasco para que deje de luchar por sus intereses.
Recurramos a Lenin. ¿Qué hacer? Solo hay una respuesta
Organizar la revolución. Tan sencillo como eso.
Los intereses del pueblo trabajador vasco pasan por la construcción de una patria socialista y tenemos muy claro que ante los planes del imperialismo y de las oligarquías vascas y españolas solo tenemos dos caminos. O rendirnos, bajar las banderas y sumisamente aceptar lo que venga u organizarnos para plantarles cara y derrotarles.
El pueblo trabajador vasco necesita urgentemente organizarse, si no lo hace será derrotado y aplastado por las terribles medidas tanto económicas como políticas que el Estado español tomará con la excusa de salir de la pandemia y salvar sus intereses, como hizo hace cuarenta años con los Pactos de la Moncloa.
Ya es una urgencia que lo hagamos. El tiempo juega a favor de nuestros enemigos nacionales y de clase. O nos organizamos o nos derrotarán.
La herramienta que necesitamos para vencer es una organización que tenga claro que solo en la lucha, solo en la calle, podemos vencer. La creación de una organización revolucionaria es tan urgente como que nos va la vida en ello.
Como dijo Marx, solo podemos perder nuestras cadenas… pero tenemos una patria socialista por ganar.
Hacemos un llamamiento a poner en los balcones la ikurriña. Y al día siguiente a continuar en la resistencia desde el confinamiento.
Pero sobre todo a empezar a organizarnos. Por nosotras como clase trabajadora. Como mujeres. Como Euskal Herria.