Estamos a diez días de un nuevo Día Nacional de Castilla. Castilla es una de las naciones oprimidas por el Estado español, quizás de las que más, puesto que la oligarquía española se ha apropiado de su idioma al que ha llegado a cambiarle de nombre llamándolo «español», de parte de su historia… de mil cosas más para crear lo que hoy conocemos como España.
Pero el pueblo trabajador castellano también es un pueblo exprimido por la avaricia de los oligarcas españoles y condenado a la desindustrialización, pobreza, despoblación…
Vamos a conversar con Comunistas de Castilla para que nos cuenten algo sobre la historia de Castilla, de donde viene el 23 de abril, de la revolución comunera… y que van a hacer en este 23 de abril en tiempos de pandemia, aunque nos tememos que las limitaciones que impone en confinamiento les impedirá hacer lo que tenían pensado.
Andoni Baserrigorri: Bueno, eskerrik asko por el tiempo que me vais a dedicar…aunque lo cierto que estos días si algo tenemos en abundancia es tiempo… quizás haya gente que no sepa de donde viene el Día Nacional de Castilla, posibles lectores de esta entrevista en América Latina… ¿Podríais comentar que fue la Revolución comunera y por qué se celebra este día del 23 de abril?
Comunistas de Castilla: Bueno, es una larga historia, pero vamos a tratar de resumir… La Revolución comunera tuvo lugar en el primer tercio del siglo XVI. Aunque como toda revolución tiene un largo proceso de gestación, el momento culminante se da entre los años 1520 y 1521, cuando la revolución se convierte en una guerra abierta entre el ejército imperial de Carlos I y las tropas del bando comunero. Como todo proceso revolucionario depende de quién lo analice según sus intereses de clase, hay diferentes interpretaciones en la historiografía, escasísimas desgraciadamente desde el campo del materialismo histórico.
Lo que nadie puede negar es que esa revolución fue un exponente de la lucha de clases en la época, y la composición del bando comunero no fue homogéneo ni lineal de principio a fin. Si bien es cierto que en su génesis el liderazgo se componía de elementos privilegiados de los nobles castellanos, su desarrollo fue basculando hacia una composición más popular, incorporándose al bando comunero sectores del campesinado y población de los núcleos urbanos que constituían una incipiente clase social que enfrentaba sus propios intereses a los de los señores de la nobleza, que eran el núcleo central de la base del poder del emperador Carlos I de España y V de Alemania.
Con la defensa de la Junta de Comunidades de Castilla frente al emperador y en contra de los abusos de los señoríos sobre el campesinado y la población urbana más pobre, la rebelión comunera se fue transformando en revolución antiseñorial y en cierto punto anticlerical, y ahí es donde comenzaron las defecciones… El movimiento comunero llegó a tener mucha fuerza y hubo multitud de villas y ciudades que no reconocían otro poder que el de la Junta de las Comunidades de Castilla, frente al poder imperial.
Desgraciadamente el poderío militar de ambos bandos era muy desigual. El ejército comunero tenía una composición más popular, sin apenas caballería ni artillería, lo que provocó la derrota final de estos en la conocida como batalla de Villalarfrente frente al ejército imperial, mucho más profesionalizado y mejor armado.
Al día siguiente de la derrota, los capitanes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron juzgados in situ y condenados a muerte. Fueron decapitados y sus cabezas expuestas a modo de escarmiento en unas picas, en el mismo lugar donde hoy se alza un monolito en su memoria.
Esa batalla y posterior derrota comunera tuvo lugar el 23 de abril de 1521, de ahí que los castellanos y castellanas celebremos esa fecha como nuestro día nacional. Hay que decir que la resistencia comunera continuó, prácticamente circunscrita a la ciudad de Toledo, capitaneada por una mujer, María de Pacheco, quien aguantó el asedio de las tropas imperiales hasta su rendición en febrero de 1522.
Hay quien nos recrimina el hecho de celebrar una derrota, pero ello es por puro desconocimiento de nuestra historia. No celebramos una derrota, celebramos una revolución, la del pueblo castellano que luchó en una pugna desigual hasta el final de sus fuerzas contra el ejército imperial de Carlos I de España. No nos cabe duda de que ese triunfo sentó las bases de la construcción histórica del actual estado español, de su naturaleza de clase y su profundo carácter opresor y antidemocrático.
Me he documentado un poquito y en los años de la llamada transición española se vio un resurgimiento del sentimiento comunero…
Sí, es cierto, pero la reivindicación del legado de los comuneros tiene raíces históricas más profundas. Hay que remontarse a inicios del siglo XIX. Cuando se extienden las ideas liberales y se produce el levantamiento contra el absolutismo de Fernando VII, el célebre Juan Martín Díez, El Empecinado, lideraba los sectores más radicales y reivindicaban el ejemplo de los comuneros. En 1821 organizó una expedición que partió a Villalar para desenterrar los supuestos restos de Padilla, Bravo y Maldonado, y les dieron sepultura en la catedral de Zamora, realizando poco después el primer homenaje popular en Villalar, el 23 de abril de ese mismo año. Luego de la derrota de los liberales, el régimen monárquico desenterró los restos, los tiraron al río Duero y ahorcaron al Empecinado el 18 de agosto de 1825.
Habría que esperar a los años de la Segunda República, cuando de nuevo se comenzó a reivindicar la historia de la guerra de las comunidades y el papel de los comuneros. Precisamente es en 1932 cuando la corporación municipal de Villalar decide que el pueblo pase a denominarse por su nombre actual, Villalar de los Comuneros. No en vano, durante la guerra antifascista de 1936 – 1939 se constituyó el llamado «Batallón Comunero», compuesto por milicianos y milicianas provenientes de las diferentes provincias castellanas que lucharon en el frente de Madrid para defender la ciudad del avance de las tropas fascistas.
En las postrimerías del franquismo y con el fortalecimiento de movimientos sociales y políticos democráticos facilita el surgimiento de un incipiente castellanismo de amplio espectro ideológico, y es entonces cuando empiezan a surgir voces que reclaman la historia de los comuneros y el derecho de Castilla a tener un reconocimiento como nación. En ese movimiento amplio y diverso había de todo, desde simples autonomistas hasta nacionalistas, y tuvieron lugar manifestaciones masivas en muchas provincias castellanas para reclamar el autogobierno. La primera convocatoria pública y unitaria para que se acuda a Villalar de los Comuneros se produce en abril de 1976, que fue duramente reprimida por las fuerzas del régimen español, quien desplegó en los alrededores de la villa comunera grandes contingentes de la Guardia Civil, al igual que en años posteriores. La presencia de este cuerpo con una amplia trayectoria de represión se alarga hasta nuestros días todos los 23 de abril. Nos tratan como potenciales terroristas…
¿Qué queda de ese espíritu comunero en la Castilla de 2020?
¡Buena pregunta! Bien, tengamos en cuenta que luchamos contra una gigantesca maquinaria estatal que ha hecho todo lo posible por impedir el resurgimiento de una conciencia nacional castellana. Desde la división administrativa de los territorios históricos castellanos en cinco comunidades autónomas, hasta la asimilación «de lo castellano a lo español». Como tú decías en la introducción en esta entrevista, nos han robado hasta nuestra propia lengua, el castellano, llamándolo español, e imponiendo su uso como «lengua de Estado» al conjunto de pueblos que viven bajo la opresión del Estado español, como hicieron también con los pueblos originarios en el continente americano.
Con esos mimbres, la reconstrucción de una conciencia nacional castellana y del espíritu comunero entenderás que no es fácil. El machaque ideológico ha sido brutal, y la españolización de nuestra cultura, de nuestros usos y costumbres, de nuestra propia historia hace que nuestra tarea sea ingente, pero no renunciamos a ella, al igual que no renunciamos a promover la conciencia de clase para construir la sociedad socialista en Castilla. Nuestra esperanza reside en multitud de colectivos sociales, culturales, musicales, y juveniles a lo largo y ancho de nuestra tierra que comienzan a despertar a una conciencia castellana paralelamente a su conciencia de clase. Un ejemplo de ello es nuestra propia militancia, con una media de edad muy joven y muy bien armada ideológicamente. Toda esa juventud es la esperanza para esta tierra…
En la entradilla he comentado algunos de los males que padece Castilla ¿Nos podrías hacer una radiografía de la situación actual de Castilla desde una óptica de clase?
La realidad de la situación en los diferentes territorios castellanos es muy desigual. La Castilla que nosotras reivindicamos tiene una extensión territorial enorme y una densidad de población muy escasa, si exceptuamos la ciudad de Madrid y su cinturón metropolitano.
Uno de los males más acuciantes para nuestra tierra es la despoblación y el envejecimiento. Existe un absoluto y premeditado olvido institucional de provincias y comarcas enteras que no interesan, sencillamente no sirven al capital en su lógica de reproducción y acumulación, y no olvidemos que esas instituciones, llámense Comunidades autónomas, diputaciones o lo que sea, responden a los mismos intereses de clase que representa el Estado español.
Si exceptuamos algunas ciudades y núcleos industriales que todavía constituyen un polo de atracción de población joven condenada al trabajo precario y rotatorio, la periferia de las ciudades y el campo se muere de abandono… Ni se invierte en sanidad para mejorar la calidad de vida de la población, ni se construyen infraestructuras para el desarrollo de los núcleos rurales ni existen planes de promover una economía sostenible… Todo ello constituye un cóctel perfecto para que esta tierra muera de abandono.
Castilla ha sido la gran olvidada en lo que se refiere a inversiones por parte del Estado central, y a nuestro juicio tiene unas características propias de una colonia interior. Se ha provocado el abandono del campo, la ruina de las explotaciones agrícolas y ganaderas familiares sostenibles en pro de las grandes empresas cárnicas con sus explotaciones de porcino industrial que abundan en nuestra tierra.
Se optó por el cierre de minas de interior porque no eran «competitivas» pero se sigue importando carbón de otros países y se autorizaron decenas de explotaciones mineras a cielo abierto que han destruido bellísimos ecosistemas. Se ha autorizado la explotación de minería de tierras raras en Ávila, Salamanca… Se aprobó la ubicación de un cementerio nuclear en Cuenca, etc. Afortunadamente algunas de estas tropelías se han conseguido paralizar gracias a la lucha incansable de vecinos y vecinas que reclaman para su tierra un futuro digno, sin que se destruya el medio natural ni la salud de los residentes.
La situación de esta tierra y de su pueblo trabajador no es nada halagüeña. Y merece la pena nombrar a Madrid, que para nosotras es una ciudad castellana ocupada por todo el aparataje militar-jurídico e institucional del Estado español: los burgueses hablan del «imparable» empuje y dinamismo económico de la capital del Estado, pero no hay más que fijarse en cómo vive la clase trabajadora en los barrios populares… Y por si no fuéramos suficientemente pobres, siembran sus calles de casas de apuestas. Hay dos Madrid, como hay dos clases sociales y dos tipos de nación, la burguesa y la nación proletaria. Nosotras tenemos muy claro qué tipo de Castilla queremos construir…
Hay quien dice eso de «la España vaciada», pero nosotras creemos que es más justo decir «la España vaciadora». España, el Estado español, ha vaciado Castilla, porque no le interesa que este pueblo tome conciencia de la necesidad de construir un futuro propio donde sentirse orgulloso de sí mismo.
El nivel organizativo del pueblo en los diferentes frentes de lucha… ¿Cuál es su estado actual?
El nivel organizativo es muy desigual, como lo es el nivel de conciencia nacional y de clase. Existen multitud de colectivos y movimientos sociales ligados a luchas concretas pero inconexos entre sí, y eso dificulta enormemente el coordinar y engranar esas luchas en un movimiento social más amplio y con una visión más avanzada de lo que necesita esta tierra y su pueblo trabajador. Naturalmente el enemigo de clase hace su trabajo y trata de aislar las luchas, de ocultar experiencias e incluso enfrentarnos en luchas cainitas por cuitas territoriales…
Pero hay experiencias, algunas ya las hemos nombrado antes, como las diferentes coordinadoras contra las explotaciones mineras de multinacionales en Ávila, Salamanca y Zamora, la plataforma contra el vertedero de residuos nucleares en Cuenca, los movimientos vecinales contra las industrias de porcino extensivo en Palencia o Zamora, las coordinadoras contra las casas de apuestas en algunas de las ciudades más pobladas, etc.
Y no podemos olvidar la fortaleza del movimiento feminista de clase que con su empuje y ejemplo está sirviendo de acicate para otras luchas que necesitaban de un referente. El movimiento anti patriarcal en Castilla tiene unas particularidades por las condiciones específicas que viven las mujeres en Castilla y que para nosotras forman parte de la triple explotación que padecemos: por ser mujeres, por ser clase trabajadora y por formar parte de una nación oprimida por un Estado centralista, capitalista y patriarcal español.
Todas estas luchas, todas estas experiencias constituyen un todo único, un movimiento popular castellano, pero estos movimientos aún no han tomado conciencia de su verdadera fuerza. Cuando seamos capaces de hacer converger las luchas en un proyecto propio, de nación, de clase, entonces estaremos en camino de nuestra independencia como pueblo y del socialismo, porque para nosotras, una cosa sin la otra es impensable e inviable.
Un poco con el tema de la pandemia se han trastocado vuestros planes… ¿Qué teníais planificado para este 23 de abril y finalmente que tipo de llamamientos vais a realizar?
Pues la verdad es que para nosotras es un golpe muy duro no poder acudir a la campa de Villalar de los Comuneros este 23 de abril. Hay que tener en cuenta que los más viejos del lugar llevamos acudiendo a Villalar prácticamente desde las primeras convocatorias, algunos éramos niños e íbamos con nuestros padres o hermanos mayores, con nuestras familias y amigos, porque siempre fue una celebración popular y hasta cierto punto autogestionada, donde las instituciones han tenido una presencia muy residual. También para la militancia más joven Villalar es una cita ineludible. Para todo el castellanismo de izquierdas es una pena no poder acudir físicamente y tenemos como un vacío… Pero las circunstancias son las que son y no queda otra que adaptarnos a la situación creada por la pandemia y el estado de alarma.
Siendo así las cosas este año no montaremos la tradicional carpa de Comunistas de Castilla, porque se ha suspendido la celebración, pero sí estamos poniendo en marcha algunas iniciativas propias o colaborando con otras colectivas, como poner el pendón comunero en nuestros balcones el 23 de abril, así como una campaña por las redes sociales subiendo fotos y vídeos de celebraciones anteriores que llevaremos a cabo el 22 y 23.
Al fin y al cabo, se trata de celebrar el 23 de abril desde casa. Hay que tener en cuenta que ese día solo es festivo oficial en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, lo que hace que, salvo que cayera en fin de semana, es muy difícil que personas de otras comunidades se desplazaran físicamente a Villalar, con lo cual para muchos y muchas este 23 de abril no será muy diferente a otras ediciones… Villalar de los Comuneros es un referente irrenunciable del castellanismo, pero el castellanismo no termina ni en Villalar ni el 23 de abril…
Como comunistas que sois no quiero perder la oportunidad de haceros un par de preguntas. La pandemia de Coronavirus está claro que traerá un post-coronavirus terrible en el plano represivo y de regresión de derechos. ¿Qué escenarios prevéis para los pueblos del mundo y la clase obrera en general?
No es que vaya a traer un Estado policial, es que ya está aquí… Esta pandemia ha puesto de manifiesto las miserias del capitalismo incluso en los países donde más «asentado» está. En el Estado español, los sucesivos gobiernos tanto de la socialdemocracia como de la ultraderecha se han caracterizado por los continuos recortes de las inversiones en la sanidad pública y su privatización. El desastre provocado por la pandemia ha hecho saltar por los aires los resortes de la sanidad pública con hospitales saturados, falta de medios y profesionales sanitarios, etc. Y eso tiene sus consecuencias en unas cifras alarmantes de mortalidad, especialmente de población envejecida y con patologías diversas, de pacientes con dolencias cronificadas y «olvidadas» por el sistema de salud, mayor transmisión vírica entre la clase trabajadora más empobrecida, etc.
Mención aparte merece el análisis del aumento brutal de las agresiones machistas desde el inicio del confinamiento. Las propias estadísticas del gobierno dicen que han aumentado un 18% desde su inicio, y es que es muy duro tener que convivir con tu maltratador y encima ahora no poder despegarte de él. El Estado, el gobierno, no ofrece una alternativa para estas mujeres…
Toda esta situación ha provocado que se vaya formando un cóctel explosivo que podría hacer enfurecer al pueblo trabajador, consciente del abandono y la corrupción sistemática del poder político y económico que ha puesto contra las cuerdas los sistemas de protección públicos. Y para prevenir y contener esa contestación social se han puesto en marcha mecanismos coercitivos que se nos antojan un tanto excesivos a quien tenga un mínimo de capacidad de análisis crítico. ¿La presencia del ejército español patrullando las calles, es realmente necesaria? Por otra parte, las redes sociales son testigos de los abusos de poder y brutalidad policial que están sucediendo estos días con gente que no puede justificar su presencia en la vía pública. Ahí están los vídeos, no lo decimos nosotras…
Paralelamente a la mayor presencia policial y militar en las calles, se ha articulado toda una táctica de ingeniería social por parte del Estado, un machaque constante del «quédate en casa», no tanto por el hecho en sí, ya naturalizado por la inmensa mayoría de la población, que disciplinadamente está en sus casas, sino para facilitar y alentar la vigilancia del otro, la delación del que se salta la norma, del chivatismo vecinal. Hay que tener en cuenta que la situación de confinamiento nos la venden muy bonita por televisión, con toda clase de señuelos, pero la realidad es que hay muchos miles de familias que viven hacinadas en pisos pequeños y en situaciones insalubres, lo que se suma a la pérdida de ingresos económicos para millones de bocas…
¿Y qué nos queda? La válvula de escape, los aplausos a las 8 de la tarde desde los balcones y ventanas, haciéndonos creer en un abrazo colectivo, en las bondades de nuestros dirigentes políticos, en los canales de TV lanzando constantemente mercadotecnia del «quédate en casa» y consume desde casa… Todo ello, junto al empuje de organizaciones abiertamente fascistas que saben que se da el perfecto caldo de cultivo para su posterior triunfo, dibuja un panorama muy complicado para el futuro más inmediato.
En el Estado español, pero también en otros países las medidas de contención de la pandemia han ido acompañadas de medidas de coerción y represión, y muchas de ellas han llegado para quedarse, y lo hacen, y lo harán de la mano de un gobierno que se dice de izquierdas. La historia se repite.
La declaración de alarma y el confinamiento ya está llevando a la ruina económica a miles de familias, de trabajadoras y trabajadores asalariados, a pequeños autónomos… Pero no es nada comparado con lo que vendrá en los próximos meses, porque el gobierno dibuja un panorama muy bonito de recuperación económica y promete una lluvia de millones que no termina de llegar a nuestros bolsillos, pero las situaciones de precariedad se van a multiplicar exponencialmente.
Es necesario que los revolucionarios y revolucionarias seamos capaces de articular una respuesta social en escenarios muy complejos de inmovilización y desmovilización. Informando, estudiando, buscando nuevas formas de confrontación con el sistema, y coordinando nuestras acciones desde el respeto a la diversidad de cada organización.
Y en este escenario ¿Qué papel creéis que deben jugar los comunistas de todo el mundo?
Creemos que hemos de poner en la práctica la teoría, esto es, situarnos en posiciones de vanguardia, de combate frontal con el sistema. Tenemos que decir las verdades por muy duras que parezcan y ganarnos la confianza de la clase social de la que formamos parte para que nos reconozcan como vanguardia. Muchas veces caemos en la trampa de la retórica y las pomposas declaraciones, pero la lucha ha de estar en la calle. Y señalar también a esa izquierda socialdemócrata y neoliberal, así como a los traidores dentro de nuestra propia clase, quienes bajo un manto de progresismo nos llevan a la misma tumba que nos llevan las derechas, pero por distintos caminos, y eso en el estado español lo estamos viendo y viviendo.
Bueno pues eskerrik asko y esperemos que el venidero 2021 tengamos un Día Nacional de Castilla, diferente, lleno de luchas y porque no, de victorias.