Sendoa Jurado, aparte de ser portavoz del Movimiento Pro Amnistía y Contra la Represión, debo decir que es paisano mío. Él y yo somos barakaldarrak, venimos de un pueblo de tradición obrera, luchadora y que ha aportado mucha gente en las diferentes peleas.
Consecuencia de ello, es que es un pueblo que ha conocido la represión como pocos. Ya en los oscuros años del franquismo los fascistas españoles encarcelaron, y torturaron a numerosos paisanos por participar en huelgas, movilizaciones… Después del franquismo y tras la falsa transición, nuestro pueblo vio cómo algunos de sus mejores hijos e hijas sufrieron de nuevo detenciones, torturas y muchas y muchos de ellos exilio y cárcel.
Existen en nuestro país determinados pueblos «míticos» que la imaginación popular se imaginaba en los 80 y 90, poco menos que en «pie de guerra», pero lo cierto es que Barakaldo ha dado un altísimo numero de personas que han sufrido la represión española y francesa.
Tras esta entrada, quizás un poco «chovinista» reivindicando a nuestro Barakaldo (creo que es la primera vez que entrevisto a un paisano…) y yendo a lo que nos movía a entrevistar a Sendoa, en estos tiempos de Coronavirus, está la situación de los presos. Las cárceles son un lugar inhóspito, estos días más aún. Nos preocupan las presas, los presos y de eso vamos a charlar con Sendoa.
Andoni Baserrigorri: Sendoa, eskerrik asko por dedicarme un rato, el tema tiene la suficiente importancia para hablar de ello. Estamos ante un panorama desolador, confinados en casa… los presos y presas peor en las cárceles españolas y francesas, agravándose su situación carcelaria. La primera pregunta es obligada. ¿Se sabe cuál es la actual situación de los presos en estas condiciones?
Sendoa Jurado: Eskerrik asko zuri hitza emateagatik. Nuestro movimiento hace un seguimiento habitual bastante exhaustivo sobre la situación de las cárceles porque es, junto con la línea antirrepresiva, la otra línea política sobre la que trabajamos. Las vías de comunicación que mantenemos con el interior de las cárceles son las que nos abren los presos y presas políticas a las que asistimos, ya que mantenemos un contacto constante, así como las que nos abren otros presos y presas a las que no asistimos pero con las que también mantenemos contacto. También recopilamos información que facilitan otras organizaciones de Euskal Herria, del Estado español y del Estado francés.
La situación en las cárceles en estos momentos es aún peor de lo que es habitualmente, y ya es decir. A la desasitencia médica de siempre se le suma un virus desconocido hasta ahora. Un virus para el que nos recomiendan mantener una distancia y medidas de higiene que la cárcel dificulta. Paradójicamente, los presos que viven en aislamiento tienen un menor riesgo de contagio, aunque triste consuelo para estas personas, que ya sin virus viven en una situación que genera profundas heridas psicológicas.
El encierro prolongado afecta negativamente al sistema inmunológico, el estrés y la ansiedad también. Muchos presos tienen enfermedades crónicas y son inmunodeprimidos, y antes del coronavirus se les ponían todas las trabas del mundo para ser tratados. La salidas a los hospitales se retrasan constantemente, a veces años, y los médicos que tienen que atender en las cárceles están en un número muy inferior a lo necesario. Hay casos en los que no hay ni médico, como es el caso de Sevilla II, donde están sin médico desde el verano de 2019.
No hay actividades de ningún tipo, por lo que a los presos se les condena a no tener prácticamente nada que hacer. Y además los carceleros, en muchos casos, no toman las medidas necesarias para no contagiar a los presos. Ellos son los únicos que pueden meter el virus desde la calle, pero una vez dentro, en un espacio cerrado y hacinado, el virus se podría propagar con mucha facilidad.
Sabemos que desde hace un mes no reciben visitas. ¿Que comunicación tienen las familias con ellas y ellos? ¿Podrías hablarnos del estado de animo tanto de familias como de prisioneros?
Tanto en el Estado francés como en el Estado español se ha suspendido todo tipo de visita en locutorio. Antes de entrar en el tema de las comunicaciones con las familias, me gustaría hacer un apunte que tiene que ver con las comunicaciones. En las cárceles españolas no pueden entrar ni los abogados, y en las francesas solo pueden acceder en casos de gravedad, aunque no se determina qué casos consideran de gravedad. Esto deja a presos y presas en una situación de indefensión absoluta, que solo podrán mantener comunicación telefónica con ellos.
En cuanto a las familias, en las cárceles españolas la comunicación puede ser telefónica y por correo. Hasta ahora los presos políticos podían hacer ocho llamadas a la semana (frente a las 10 de los presos sociales, salvo los que están en régimen FIES), de 8 minutos cada una. Ahora les permiten hacer 12 para compensar, y en algunos casos han podido realizar una videollamada de 10 minutos. En cuanto a las cartas, pasan de poder enviar dos semanales a no tener límite, y de tardar un mes en llegar (al estar en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento las retienen a menudo un mes, aunque legalmente solo pueden retenerlas 15 días) a llegar sin retenerlas, aunque lo de las cartas parece que queda a criterio de cada cárcel.
En algunas cárceles de cumplimiento francesas, en las que no hay límite de llamadas siempre que las pagues, caro por cierto, les han cargado 20 euros de teléfono en marzo y 40 en abril. Los horarios más restrictivos impuestos a raíz del coronavirus, hacen que se tengan que organizar para llamar. En cuanto a las cartas no hay restricciones.
En cualquier caso, la situación ha acarreado que los presos y las presas estén más aisladas de su entorno y también entre sí. Aislar al preso es una de las formas más eficaces para anular su voluntad, para dejarle indefenso y para tratar de someterle. Se envía a miles de trabajadores a producir, se permite a gente que participa en programas de la telebasura que se junte para que hacer debates sin ninguna otra sustancia que no sea la de agilipollar al pueblo, pero se impide que se hagan visitas con cristal, ni siquiera a los abogados.
Respondiendo a la segunda de las cuestiones, sobre el estado de ánimo de familiares y presos, hay que suponer que cada persona lo vivirá de una manera diferente, como viven de forma diferente la condena, pero está claro que esto no lo mejora. Creo que hay dos palabras que sí deben ser comunes para todas las familias: preocupación e incertidumbre. Preocupación porque sabemos que los diferentes factores de la cárcel convierten las enfermedades en un problema mucho mayor, e incertidumbre por no saber hasta cuándo se va a alargar esta situación, ni si una vez pasada se volverá a repetir.
Existen varias denuncias de colectivos en el sentido de que los carceleros no cumplen con las medidas para evitar que los presos puedan contagiarse del Coronavirus ¿Qué nos puedes decir de ello?
Estamos de acuerdo con esas denuncias. Es algo evidente que cuando se trata de presos la prioridad nunca es la salud, ya que al fin y al cabo lo que se pretende es castigar. Ni reinserción ni milongas por el estilo. Por eso queremos ir más allá de lo que supone la crítica a la gestión de las cárceles. No nos queremos quedar ahí y queremos explicar cual es su función.
En más de una ocasión hemos explicado que las cárceles son el cubo de la basura de este sistema. La cárcel no se creó como herramienta para dar respuesta a la delincuencia, sino como medida para sacar de la calle a grupos de populación considerados contrarios al orden social, ligados directamente a la pobreza. Y evidentemente, también para borrar de la faz de la tierra a los militantes políticos que se revelan contra las injusticias y luchan por cambiar el orden establecido.
Es fácil de entender, por tanto, que si para el sistema capitalista la cárcel es el cubo de la basura, tratará a los presos y las presas como basura. Es la única manera en la que se puede explicar que en una situación como esta sigan manteniendo en prisión a los enfermos, los preventivos etcétera. La cárcel es un elemento a destruir.
Ante este panorama y en la situación de confinamientos en nuestros domicilios ¿Qué podemos hacer las personas que nos sentimos solidarias ante la represión?
Como estamos viendo, la represión requiere de dos cosas: una, los represores, que van desde los policías hasta los jueces, pasando por periodistas del sistema, partidos políticos, carceleros y, en muchos casos, abogados y médicos que no cumplen con el código deontológico, y que lo que hacen es, con su presencia, dar una imagen de garantías que en realidad no son tal, porque se dedican a lo contrario de lo que se supone. Se dedican a ser el disfraz de benefactor de un sistema que en realidad es salvaje.
Es decir, que cuando un médico en prisión le dice al preso que no va a mandar que le realicen determinadas pruebas médicas porque la cárcel quiere evitar su salida al hospital, porque le considera preso de Especial Seguimiento, y el médico antepone ese criterio carcelario ante el criterio profesional, está colaborando con la represión y le está dando carácter de legalidad a esta negación de un derecho básico como es el de la salud.
La segunda de las cosas que requiere la represión, es la aceptación social. Para ello se antepone la seguridad a la libertad, determinando la oligarquía, siempre, qué es lo seguro y qué no. Para ello se crean alarmas sociales, con más o menos sentido, pero siempre dirigidas a beneficiar a los intereses de unos pocos. Por eso no nos dejan salir de casa para reivindicar derechos, pero sí para hacinarnos en el transporte público de camino al puesto de trabajo; no nos dejan despedir a los enfermos que van a morir, pero sí ir a producir o a limpiar las casas de los ricos.
Como te decía, la represión requiere aceptación social, y se fomenta la existencia de la policía de balcón. Nos dicen a quién aplaudir, e incluyen en los aplausos a las fuerzas represivas. En ocasiones, las mismas personas que aplauden por el balcón increpan a la gente que va por la calle, sin importarles si vienen de trabajar, si tienen enfermedades por las que les conviene pasear, o cualquier otra circunstancia. Vemos a vecinos poniendo carteles pidiendo a personas que trabajan en los hospitales o las residencias, que no vuelvan a casa porque les pueden contagiar. En este contexto se está fomentando una falsa solidaridad basada en el aplauso, en ese que no cuestiona al sistema, pero se está fortaleciendo el control social.
Explico todo esto para centrarme en la pregunta que me haces. La mejor forma de hacer frente a la represión es la lucha ideológica en todos sus planos, que son la solidaridad (que no la caridad), la formación política, la creación de herramientas para hacerle frente, y combatir las actitudes borreguiles.
Sendoa, eres portavoz del Movimiento Pro Amnistía y contra la represión. Hablemos de represión. Tras el coronavirus, me temo que se recrudecerá la represión contra los sectores populares y obreros ¿Qué escenarios piensas que se pueden dar?
Uno de los escenarios que se preveían antes de la aparición del covid-19 era el de un nuevo colapso del sistema capitalista. Lleva una década agonizando porque el capitalismo es insostenible. Cuanto más produce, más fomenta la competencia y más arruina a pequeños comerciantes, a la vez que para rebajar precios y ser competentes, más rebaja el poder adquisitivo de la clase trabajadora, hasta tal punto que acaba reventando su propia base, que es el consumo. Consumo que no se puede dar porque previamente a empobrecido a la mayor parte de la población.
Nos van a asustar diciendo que debemos ceder aún más derechos porque el sistema lo necesita, que si no no funciona, y nos van a tratar de convencer de que este es el único sistema posible. A los sectores revolucionarios no nos corresponde ser un salvavidas para que el sistema no reviente, ni para que nos dejen gestionar sus migajas. Lo que nos corresponde es llevarlo a la muerte.
Hay que frenar la nueva ofensiva capitalista que ya se ha empezado a desarrollar durante el confinamiento, poner las bases para la revolución socialista y liberar a la clase trabajadora y a los pueblos oprimidos. Eso es lo que nos corresponde.
La represión se va a acentuar contra el pueblo vasco, pero también contra otros pueblos. Ya conocemos el caso de Ceivar, el de Catalunya, hay presos políticos también en Andalucía, revolucionarios españoles… ¿Piensas que se debería dar una respuesta antirrepresiva coordinada con otros pueblos y movimientos?
Creo que hay que ver antes las circunstancias en las que se daría esa coordinación, las capacidades de cada movimiento y la concreción de objetivos. Evidentemente la unión ante el enemigo nos fortalece, y ya en el año 2015 el Movimiento Pro Amnistía puso como una de sus necesidades la creación de vínculos con organizaciones de otros países.
Hay intereses comunes con otras organizaciones, y creo que la solidaridad antirrepresiva los fortalece, y además tenemos contactos habituales con algunas de ellas. Con otras han sido contactos más puntuales, pero lo cierto es que hemos tenido contactos con militantes catalanes, españoles, asturianos, bretones, franceses, italianos, irlandeses, argentinos…
La falta de medios nos impide llevar a cabo relaciones más fluidas con otras organizaciones de fuera de Euskal Herria, pero nos gustaría fortalecerlas. Tendríamos disposición para la colaboración, siempre y cuando se respete el marco de lucha que a Euskal Herria le corresponde como pueblo oprimido por dos estados.
Aunque nos sobra el tiempo, vamos a ir concluyendo la entrevista… ¿Nos podrías hablar del estado de salud del movimiento antirrepresivo vasco?
No son buenos tiempos para los movimientos sociales en Euskal Herria, y el movimiento antirrepresivo no es la excepción. Sin embargo, a lo largo del último año hemos ido abriendo algunas líneas de colaboración con otras organizaciones en aquellos ámbitos en los que trabajamos. Prueba de ello es la dinámica a nivel local que se ha puesto en marcha en Bilbo, como es «Jazarpenari Bidea Itxi», para hacer frente a la represión que en el Estado de Excepción que vivimos se está llevando a cabo.
Como comentábamos antes, vienen años duros, si la respuesta es fuerte la represión también lo será, y si la respuesta es más débil el nivel de represión se amoldará a las circunstancias y será más sutil, pero seguirá siendo.
Precisamente por eso, nos toca prepararnos para hacer frente a esa represión en unas circunstancias un tanto diferentes a lo que han sido en Euskal Herria durante las últimas décadas. Toca estar en la calle, ver la represión de cerca para poder analizarla y crear los muros de contención ante esta. Lo que no vamos a hacer es ver desde la grada cómo la historia nos pasa por encima sin hacer nada.
Y ya sí, la última. ¿Qué llamada harías a las personas sensibles y solidarias para que en estos días tan especiales y después estén con las y los represaliados?
En el caso de los presos y las presas, es buen momento para escribirles y hacerles ver que no están solas, que hay gente que quiere seguir luchando y que se organiza para ello. Y creo que una buena manera de mostrar la solidaridad hacia estos militantes políticos es defender la amnistía, porque defender la amnistía significa defender su dignidad, defender el derecho a la lucha y defender la resolución de las causas por las que se rebelaron. Creo que la mejor forma de mostrar solidaridad es seguir luchando.
Bueno, pues nada más… nos vemos en venideras luchas o por las calles de nuestro combativo Barakaldo.