- PRESENTACION
- MARX, GRAMSCI Y W. REICH
- G. LUKACS Y LA SINRAZON
- PATOLOGIA DE LA OBEDIENCIA
- TERROR DURO Y TERROR BLANDO
- VEINTE PROPUESTAS A DEBATE
PATXI RUIZ‑i eskainia[1]
1.- PRESENTACION:
A comienzos de febrero
me pidieron mi opinión sobre los cambios acaecidos en Euskal Herria en la
última década. Dije que sí, naturalmente, pero avisé que tardaría un tiempo
porque la situación se estaba complejizando rápidamente y era necesario ver si
las diversas crisis ya existentes entonces daban un salto cualitativo a otra
crisis superior: Aumentaba la agresividad yanqui y la resistencia de los
pueblos contra ella. El capitalismo mundial se acercaba a la recesión que podía
anunciar una depresión. Los datos de la crisis socioecológica empeoraban día a
día. Los Estados español y francés tenían cada vez más dificultades pese a
arreglos puntuales. En Euskal Herria, por el lado de la realidad, aumentaban
los grupos que se reivindican de la izquierda abertzale, y la lucha de clases
avanzaba con múltiples ejemplos que no podemos resumir aquí; y por el lado de
la «normalización social», se intensificaba el acercamiento entre el reformismo
abertzale y la socialdemocracia estatal.
De repente se produjo lo
que ya se venía anunciando con reiterada insistencia: el impacto de un proceso
«exterior», el coronavirus, sobre un sistema muy debilitado en su «interior»,
dentro de la totalidad socionatural. En muy poco tiempo volvió a confirmarse la
incapacidad burguesa para responder a catástrofes súbitas, fracaso tanto más
estrepitoso cuanto que existían muchas advertencias de que podría producirse de
manera inminente, y de que el capitalismo estaba tan podrido que apenas
resistiría golpes contundentes a no ser que fuera girando rápidamente al
autoritarismo más reaccionario basado en la represión reforzada por una
pasividad obediente irracional.
La primera cuestión que
se debía aclarar era, por tanto, la del poder[2] y la de la crisis[3], es decir, la de
esclarecer cómo las facciones más poderosas del capital utilizarían el Covid-19
como arma para salvarse ellas descargando la muerte sobre la humanidad y
debilitando a las burguesías competidoras, y de ahí el texto del 25 de marzo
centrado en el poder. Y la segunda cuestión era, es, la de analizar y prevenir
la ola de irracionalismo que se expande impulsada por dos fuerzas: una, la
planificada provocación por los aparatos estatales, extra y para estatales, por
la industria político-mediática, por grupos de extrema derecha y por las
iglesias cristianas, etc.; y otra, la relativa fuerza autónoma que tiene el
irracionalismo anclado en lo más profundo del inconsciente, autonomía siempre
sujeta en última instancia a la dialéctica de las contradicciones sociales y de
la lucha de clases en suma, pero que nunca debemos despreciar porque, como se
verá, se convierte en una terrible fuerza opresora en manos de la reacción.
En lo que respecta a la
segunda parte, a esta, el irracionalismo rebrota y crece en la medida en que
las contradicciones que impulsan la aceleración del tiempo histórico han dado
forma a un explosivo coctel de represión, miseria y fascismo[4], coctel que no puede ser
interpretado ni por la parte democraticista abstracta de la ideología burguesa,
ni tampoco por la más abiertamente reaccionaria porque esa ideología, en cuanto
falsa conciencia, está incapacitada estructuralmente[5] para ello. Incluso la
propia ciencia médica no imaginaba lo que se le venía encima[6], y lo que es
cualitativamente peor ya que atenta al principio de precaución supeditando la
vida al capital: la poderosa farmaindustria se negó a investigar la prevención
de posibles pandemias[7].
Por esto, el componente
irracional de la ideología burguesa ha tenido tanta facilidad para recurrir a
los irracionalismos surgidos en pasadas crisis, buscando en ellos el modelo
para la presente. La aceleración del tiempo histórico es un indicio característico
de la velocidad creciente de formación de una crisis estructural, sistémica.
Tal aceleración se incrementa en la medida en que esa crisis se refuerza con
nuevas contradicciones que han emergido de golpe aunque llevaran un tiempo
gestándose. Entonces, el imperialismo[8] opta decididamente por la
sinrazón de la fuerza bruta.
La ideología burguesa en
su forma «democrática», está sorprendida y superada, desbordada, por una
situación que aparece como un caos sin leyes internas, aunque existan de hecho.
Semejante abismo inquietante entre apariencia y realidad, refuerza el
irracionalismo genérico con nuevas formas concretas impulsadas por las
facciones más poderosas del capital, mientras que otras facciones menores y el
reformismo pretenden reavivar viejas creencias e ilusiones que fracasaron ya en
su tiempo, como los diversos neo keynesianismos, filantropismos[9] y alivios
bienintencionados de la deuda[10], por no hablar sobre la
infinidad de propuestas de un «nuevo contrato social». Pero la esperanza roja radica
en que, bajo estas gigantescas presiones tectónicas, pueda acelerarse la
aparición de una izquierda revolucionaria que materialice en el presente
aquella máxima de Lenin según la cual debemos ser tan radicales como radicales
son las contradicciones del capital.
En efecto, si algo llama
la atención de la última década en la izquierda abertzale es la forma
particular y singular en la que vuelve a repetirse la experiencia universal de
las contradicciones nuevas generadas por las crisis. En diez años, la izquierda
abertzale primero se rompió en su misma identidad, en su razón de ser; luego
sufrió un tremendo bajón en su combatividad mientras que simultáneamente el
reformismo se cimentaba; después se han empezado a recuperar diversas bases
militantes a la vez que surgían nuevos
grupos de izquierda; y ahora, la mayoría de estos grupos revolucionarios
desarrollan una visión estratégica contra el actual capitalismo y,
gradualmente, esa mayoría va comprendiendo la necesidad de un acercamiento
siempre vivido pensado dentro de la creciente lucha de liberación nacional de
clase reiniciada desde al menos comienzos de 2018. Quien desee una explicación
más detallada de la situación vasca de hace diecisiete meses, casi de ayer, la
encontrará aquí[11].
Dando por supuesto que
se haya leído (¿?) la entrevista, debemos añadir que lo más importante acaecido
en este año y medio transcurrido ha sido, en síntesis, la agudización lenta
pero imparable del choque entre la razón y la sinrazón en dos fases: la primera,
hasta finales del 2019; y la segunda con
un súbito relanzamiento planificado del irracionalismo sociopolítico desde que
los tres partidos de la derecha y extrema derecha –C’s, PP y Vox – , con el apoyo absoluto de
organizaciones llamadas «sociales» y «civiles» de ideología frecuentemente
tridentina, nacional-católica, fascista[12]. De entre las
características de este irracionalismo en ascenso planificado una de ellas es
el llamado a la «libertad individual» que ya en 2007 Aznar, líder de la
derecha-derecha, reivindicó nada menos que con la libertad de beber todo el
alcohol que se quisiera antes de conducir un vehículo.
En 2018 D. Bernabé había
constatado que «Existe un fascismo subyacente en la sociedad neoliberal que
plantea los problemas sociales como una simple suma de malas decisiones
individuales»[13]:
se trata de anular el antagonismo capital-trabajo y de reforzar el nacionalismo
imperialista, troceando la realidad hasta tal punto que la atomización absoluta
impida la lucha común. Entonces los grupos fascistas se atreven a atacar al
pueblo porque creen que no resistirá, cosa que intentaron en la primavera de
2019 en varios sitios de Euskal Herria sufriendo una tremenda derrota[14], pero ahora vuelven a la
carga.
El asalto a las calles y
a la razón que en las últimas semanas está realizando la extrema derecha
española, mostrando orgullosamente su «libertad» de infectarse con el Covid-19,
nos remite en directo a la irracionalidad del capital. Lo mismo ocurre con la
burguesía vascongada cuando hace que su partido más representativo, el PNV, se
comporte como un obseso[15] del dinero al imponer la
rápida vuelta a la explotación laboral, al adoctrinamiento escolar y el
adelanto de las elecciones autonómicas al mes de julio sin existir garantía de
seguridad sanitaria, ocultando datos sobre la mayor represión en los barrios
obreros que en los burgueses[16]: en el fondo es la misma
irracionalidad de Trump[17] cuando obliga al
proletariado a escoger entre coronavirus o hambre para que no se hunda la bolsa
de valores.
La importancia de
explicar un poco porqué y cómo las cadenas irracionales impiden la praxis de
las clases explotadas, radica precisamente en que, aun habiendo una
recuperación de la lucha de clases, sin embargo y por el lado humano,
permanecen pasivas amplias franjas explotadas, y por el lado irracional, se
recompone su expresión social: el fascismo. Sigamos un poco este proceso porque
necesitamos una mínima perspectiva histórica. En 2003, en plena euforia
imperialista, Jappe escribió que:
«La
crítica del fetichismo de la mercancía exige la superación de todas las formas
fetichistas, y en consecuencia también de la forma fetichista del sujeto que no
puede imaginar que “el vender y el comprar jamás tendrán fin”. Hay que romper
también en el plano personal, por todos los valores impuestos por la sociedad
mercantil, las exigencias creadas por el dinero, la valoración del trabajo, la
dicha prometida por la mercancía y el culto al éxito y a la eficacia»[18].
La izquierda debía
enfrentarse al fetichismo de la mercancía incluso en los años de auge aparente
porque ahí, en el fetichismo, se escondía el nudo gordiano del antagonismo
entre la libertad y la irracionalidad, como veremos. Jappe pertenecía a ese reducido grupito que,
contra la aparente «realidad», profundizaba en el rigor marxista. Aparente
«realidad» porque por debajo de la propaganda, el capitalismo estaba podrido,
aunque demostrarlo antes de 2007 parecía imposible del todo ya que todo parecía
indicar que el vender y el comprar eran eternos. La realidad cruda empezó a
sufrirse desde ese 2007, cuando el capital develo su sinrazón, pero entonces
las fuerzas irracionales que ya aullaban desde hacía unos años empezaron a
hacerse más aterradoras. Fue en ese momento cuando la izquierda abertzale aceleró
su desplome en el fetichismo básico: el de la supeditación de todas las
expresiones de la lucha de clases a la adoración del legalismo burgués.
Como dijimos en la
entrevista arriba recomendada, no es casualidad que fuera precisamente en 2007
cuando en una historia cuasi-oficial de ETA se justificaba sin venir a cuentos y sin posibilidad de
réplica una de las tesis centrales del reformismo de siempre: «A partir del
Mayo del 68 se empieza a hablar abiertamente en la izquierda en Europa de la
crisis del proletariado como sujeto histórico y la necesidad de encontrar
nuevos motores del proceso en los movimientos sociales, aunque en el Estado
español este relevo había quedado ralentizado por la pervivencia de la
dictadura»[19].
La recordamos aquí no
para hablar sobre su escoramiento hacia corrientes postmodernas y
postmarxistas, a las que volveremos en este texto; ni para refocilarnos en la
fácil venganza de la historia tras los 13 años que dura la actual Gran
Depresión, sino para mostrar el marco ideológico que iba extendiéndose en la
izquierda abertzale y que al muy poco terminaría produciendo vergüenza
intelectual ajena al leer los documentos oficiales que explicaban la «nueva
estrategia». Para 2010 estaba muy arraigada en ciertos sectores de la izquierda
abertzale la creencia de que el proletariado, si no había desaparecido
físicamente, sí se había aburguesado bastante. Hubiera sido muy positivo frente
a tanta superficialidad, reflexionar sobres estas palabras de T. Eagleton:
«Un
esclavo sabe que lo es, pero conocer por qué es un esclavo supone el primer
paso para dejar de serlo. Así pues, al describir cómo son las cosas, esas
teorías ofrecen también una vía para superarlas y alcanzar un estado más
deseable. Pasan de exponer “cual es” la situación a proponer “cual debería
ser”. Las teorías de ese tipo hacen posible que los hombres y las mujeres se
describan a sí mismos y describan sus situaciones de un modo que controvierte
tales realidades, y que, por consiguiente, les permite redescribirse a sí mismo
y a sí misma. Hay, en este sentido, una estrecha relación entre razón,
conocimiento y libertad […] Cuanto más podemos comprender, más podemos hacer
[…] el tipo de comprensión que realmente
importa es el que solo puede producirse a partir de la lucha práctica»[20],
La relación entre razón,
conocimiento y libertad es la esencia de la praxis, o si deseamos ir al núcleo
del materialismo, el corazón de la antropogenia. El propio T. Eagleton nos dice
que el término praxis procede del griego antiguo que denota «aquellas
actividades que son libres y que nos realizan personalmente mediante las que
transformamos el mundo. En la antigua Grecia, la palabra hace referencia, de
hecho, a cualquier actividad de un hombre libre por contraposición a la de los
esclavos»[21].
Por tanto, la importancia clave de la lucha contra el irracionalismo radica en que
la razón, el conocimiento y la libertad son la base de la praxis que
humaniza a nuestra especie.
2.- MARX, GRAMSCI Y W. REICH
La experiencia vasca confirma
y actualiza la permanente lección histórica según la cual una de las víctimas
más golpeadas por las contrarrevoluciones, si no la que más, es nuestra capacidad
de pensamiento racional y de conocimiento, que se demuestra verdadero o falso
en la práctica de nuestra libertad.
Marx, después de la
derrota de 1848, escribió en 1852 una cruda autocrítica con la que la minoría
comunista inició la lenta recuperación de la lucha revolucionaria habiendo
aprendido que debía vencer también el irracionalismo basado en «la tradición de
todas las generaciones muertas». Había que reconstruir la fuerza crítica de la
razón revolucionaria para que penetrase en la cabeza de las generaciones vivas:
«Los
hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo
circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con
que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el
pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una
pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse
precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca
visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran
temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres,
sus consignas de guerra, sus ropajes, para, con este disfraz de vejez venerable
y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal»[22].
La ideología
reaccionaria del pasado machaca la conciencia de los vivos, impidiéndoles liberarse
de la atadura de la muerte, del dogma, de su irracionalidad. Esta devastadora
crítica a la falsa racionalidad burguesa sea contrarrevolucionaria y
reformista, vertebra toda la obra. Además, en este muy necesario libro que es
un desguace minucioso de las posteriores divagaciones de Laclau, etc., también
aparecen ideas que permitirán pensar algunas características de los regímenes
bonapartistas, cesaristas, los diversos fascismos…; y en especial para entender
la obediencia enfermiza al líder, característica del irracionalismo. Exacto, ya
el inicio critica a Proudhon por caer «en el defecto de los pretendidos
historiadores objetivos. Yo, por el contrario,
demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las
condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el
papel de héroe»[23].
Más adelante, cuando volvamos al papel de personajillos como Trump, Bolsonaro,
Le Pen, Salvini, Abascal y otros deberemos recordar el papel de la lucha de
clases.
Poco después reseña así
el lema de todas las fuerzas contrarrevolucionarias desde entonces: «Propiedad, familia, religión y orden»[24]. Explica cómo «Frente a
la burguesía coaligada se había formado una coalición de pequeños burgueses y
obreros, el llamado socialdemócrata […]
El carácter peculiar de la socialdemocracia consiste en exigir instituciones
democrático-republicanas, no para abolir a la par los dos extremos, capital y
trabajo asalariado, sino para atenuar su antítesis y convertirla en armonía»[25]. Contra la armonía
anhelada por la socialdemocracia, la burguesía y a pesar de sus diferencias
internas, opone un poderoso Estado
«…donde
el poder ejecutivo dispone de un ejército de funcionarios de más de medio
millón de individuos y tiene por tanto constantemente bajo su dependencia más
incondicional a una masa inmensa de intereses y existencias, donde el Estado
tiene atada, fiscalizada, regulada, vigilada y tutelada a la sociedad civil,
desde sus manifestaciones más amplias de vida hasta sus vibraciones más
insignificantes, desde sus modalidades más generales de existencia hasta la
existencia privada de los individuos, donde este cuerpo parasitario adquiere,
por medio de una centralización extraordinaria, una ubicuidad, una
omnisciencia, una capacidad acelerada de movimientos y una elasticidad que sólo
encuentran correspondencia en la dependencia desamparada, en el carácter
caóticamente informe del auténtico cuerpo social…»[26].
Sería largo presentar
aquí otras críticas idénticas de Marx[27] al Estado y a su
burocracia porque lo que ahora queremos decir es que, si bien el Estado ha
ampliado su poder de control cuasi absoluto, pero nunca invencible ni total, que
su flexible y elástica ubicuidad, su omnisciencia… penetran en casi todos los
rincones, si bien esto es cierto, también lo es que no lo ve todo ni puede
adelantarse siempre a la libertad. Consciente de sus límites, intenta pudrir la
libertad atacando su epicentro, su núcleo: la conciencia y la razón crítica
mediante la sinrazón y el irracionalismo. Para lograrlo, además de las
burocracias necesarias para materializar el lema «Propiedad, familia, religión y orden», se dota de otras
organizaciones:
«Bajo
el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al
lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida
por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto
a los roués arruinados, con equívocos
medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y
aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de
presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y
rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda,
escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos; en
una palabra, toda esa masa informe, difusa y errante que los franceses llaman
la bohème; con estos elementos tan
afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de Diciembre,
«Sociedad de Beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al
igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación
trabajadora»[28].
Marx describe
perfectamente en estas palabras la virtud del capital en su sentido doble: el
Estado como centralizador estratégico de todas las formas de explotación,
opresión y dominación mediante, entre otras cosas, la creación de bandas
exoneradas de todos sus crímenes; y el humanismo burgués, la Beneficencia en
este caso, como ideología que justifica el saqueo y la explotación de la
«nación trabajadora» por las bandas defensoras de la «nación burguesa». Para
tal fin, el bonapartismo tenía una cualitativa ventaja sobre el resto de
partidos burgueses: «le llevaba al truhan burgués la ventaja de que podía
librar la lucha con medios rastreros»[29].
Toda política burguesa
es rastrera pero la de Bonaparte no sólo lo era en grado sumo, sino que además
no lo ocultaba. Abría así la senda por la que avanzaría la ferocidad de la
extrema derecha y el fascismo: propaganda descarnada de sus fines y
justificación impúdica de sus medios, en especial la loa de lo irracional: para
ganar votos manipulando la ignorancia y la dependencia inconsciente ante el
líder, Trump dijo que inyectarse detergente inmuniza ante el Covid-19, lo que
ha llevado al hospital a más de cien personas envenenadas[30] al obedecer a su líder. Y
para ganar más votos, apoya en público a los grupos armados de extrema derecha
que protestan[31]
contra el confinamiento, en defensa de la «libertad»
No es este el momento
para profundizar en el debate sobre si Marx adelantaba en esta obra lo
fundamental del fascismo, nos contentamos con decir que sí adelanto ideas básicas
sobre el irracionalismo y sobre la opción desesperada de amplios sectores de la
burguesía para entregarse atada de pies y manos a un personajillo grotesco que
le salve del peligro de la revolución. Según Marx, la burguesía francesa asustada
por la inminencia de la revolución, gritó: «“¡Antes un final terrible que un terror sin fin”! Bonaparte supo
entender este grito»[32]. El líder irrumpe en
escena y salva a quienes se han postrado ante él dándole todos los poderes.
Pero con esto crea más contradicciones que las que soluciona porque, si bien ha
sido aupado al poder por las «clases medias»[33] también tiene que velar
por los intereses del campesinado medio y rico, y por los de otros sectores
burgueses, lo que hace inviable una política globalmente racional.
Entregar el destino
propio en manos de un líder es una característica de la sinrazón. La obra de
Marx y Engels contiene una despiadada crítica de semejante renuncia a la
libertad propia y colectiva, crítica que será ampliada y enriquecida por
marxistas posteriores. Centrándonos en las relaciones entre irracionalismo,
religión, fascismo y Estado, Gramsci nos aporta una visión profunda centrada en
Italia pero válida en general. Como muchas otras personas, el sardo pensaba que
Mussolini había cedido ante el Vaticano respetando su monopolio del sistema
educativo[34]
a cambio de su apoyo sociopolítico, movilizando la base de masas que controlaba
en defensa del fascismo cuando fuese necesario. Gramsci es radical en su
análisis:
«Para
esta defensa no excluye ningún medio, ni la insurrección armada, ni el atentado
individual, ni la apelación a la invasión extranjera […] Dadas estas premisas,
el “pensamiento social” católico tiene un valor puramente académico. Es preciso
estudiarlo y analizarlo en cuanto elemento ideológico narcotizador, tendente a
mantener determinados estados de ánimo de expectativa pasiva de tipo religioso;
mas no como elemento de vida política e histórica directamente activo. […] es
un elemento de reserva, no de primera
línea y por ello puede en todo momento ser “olvidado” prácticamente y
“callado”, aun sin renunciar a él por completo, porque podría volver a
presentarse la ocasión en que fuera preciso utilizarlo. Los católicos son muy
astutos, pero me parece que en este caso son “demasiado” astutos»[35].
Una reserva de personalidad colectiva narcotizada que la Iglesia en concreto y el
poder en general pueden activar, movilizar en la calle como fuerza reaccionaria
en cualquier crisis que amenace al orden establecido. Fuerza irracional de
masas que permanece en latencia, dormida hasta que despierta al son del
llamamiento del Papa o del líder, que dominan las técnicas propagandísticas que
mueven las palancas mentales que transforman la mansedumbre en ferocidad y
odio, aunque el mandato divino es que perseveremos en la obediencia. En 1932 W.
Reich dio un paso más en la crítica gramsciana:
«La
psicología burguesa tiene por costumbre en estos casos el querer explicar
mediante la psicología por qué motivos, llamados irracionales, se ha ido a la
huelga o se ha robado, lo que conduce siempre a explicaciones reaccionarias.
Para la psicología materialista dialéctica la cuestión es exactamente lo
contrario: lo que es necesario explicar no es que el hambriento robe o el
explotado se declare en huelga, sino por qué la mayoría de los hambrientos no
roban y por qué la mayoría de los
explotados no van a la huelga. La socioeconomía, por tanto, explica
íntegramente un hecho social cuando la acción y el pensamiento son racionales y
adecuados, es decir, están al servicio de la satisfacción de la necesidad y reproducen
y continúan de una manera inmediata la situación económica. No lo consigue
cuando el pensamiento y la acción de los hombres están en contradicción con la situación económica y, por tanto, son irracionales»[36].
En otro texto de la
misma época, W. Reich escribe lo siguiente: «(11) Si la masa se rebela contra
la miseria material y sexual, esto no constituye problema alguno; hay que ver
siempre un problema incomprendido cuando la masa actúa contra su propio
interés (“conducta irracional”); por ejemplo, las mujeres aceptan el
matrimonio, aun si se convierte en yugo. Los trabajadores olvidan la
explotación cuando a la empresa le va bien, o los jóvenes aceptan la represión
sexual. (12) Llevar la conciencia de clase a las masas no es forma de sistema
de teoremas, como maestrillos de escuela, sino desarrollarla a partir de la
experiencia de la masa. Politización de todas las necesidades.»[37]
W. Reich pertenecía a un
movimiento político-intelectual que desarrollaba la dialéctica entre la
subjetividad y la objetividad partiendo de Marx y de Freud. Sus innegables
aportaciones fueron trituradas por la dogmática mecanicista y economicista de
la II Internacional y del estalinismo, más la represión fascista y el estallido
de la IIGM. Luego una parte de la Escuela de Frankfurt y de otros colectivos
revivieron al calor de la ola prerrevolucionaria iniciada en 1968, como
veremos, pero de nuevo sus vitales aportaciones fueron arrinconadas por la
ofensiva mundial llamada neoliberalismo.
3.- G. LUKACS Y LA SINRAZON:
EEUU, Gran Bretaña y
Francia no hicieron una desnazificación seria y sistemática. Se negaron a
realizar una intensa y extensa desnazificación[38], al igual que en Italia y
Japón, adelantando parte de lo que un
tercio de siglo después sucedería en el Estado español, en donde no se asistió
a una especie de suicidio de Hitler, justicia popular contra Mussolini y juicio
contra el Emperador. En el Estado
español, la democracia burguesa se
suicidó a los pies de la monarquía militar impuesta por el franquismo. En la
Europa capitalista la OTAN, los servicios secretos policiales y militares,
etc., ampararon al nazifascismo, al terror de los grupos de extrema derecha, a
las campañas de miedo e intimidación contra las izquierdas políticas,
sindicales, culturales…[39]. Fue en este contexto en
el que G. Lukács redactó El asalto a la
razón, obra en la que no pierde el tiempo divagando sino que muy al
comienzo afirma que «Hechas todas estas reservas, es evidente que este solo
hecho ilumina claramente lo que aquí y en lo sucesivo se trata de demostrar, a
saber: que no existe posición filosófica “inocente”»[40]. Sigue explicando que si
bien las tesis irracionalistas de Bergson, Spengler, Stefan George, Croce o
James no eran estrictamente nazifascistas, es innegable que ayudaron mucho a
sentar sus bases filosóficas, y concreta:
«El
simple hecho de que los entronques y las conexiones aquí señalados debiera ser
un importante discite moniti (sabed
que estáis advertidos) para todo intelectual honrado del mundo occidental. Ello
demuestra que allí donde levanta cabeza el irracionalismo, en filosofía, lleva
implícita ya, por lo menos, la posibilidad de una ideología fascista,
agresivamente reaccionaria. Cuándo, dónde y cómo esta posibilidad –en apariencia inocente– llegue a convertirse en una pavorosa realidad
fascista, no puede decirlo ya la filosofía. Pero la conciencia de estos
entronques, lejos de embotar el sentido de la responsabilidad, de los
pensadores debiera, por el contrario, avisarlo, hacerlo más sensible. Sería
engañarse peligrosamente a uno mismo, pura hipocresía, lavarse las manos en
protesta de inocencia, el querer mirar despectivamente por encima del hombro
–en nombre de un Croce o de una James–
a la trayectoria seguida por el irracionalismo alemán»[41].
La advertencia de que la
irracionalidad no había desaparecido y de que podría ir derivando en fascismo
dependiendo de las circunstancias y países, esta advertencia que ahora se ha
materializado en una rica complejidad de casos particulares que, empero, nos
remiten al mismo problema de fondo, aparece en todas las páginas de manera
directa o indirecta:
«El
irracionalismo arranca de esta –necesaria e insuperable, pero siempre relativa–
discrepancia entre la imagen mental y el original objetivo. El punto de partida
consiste en que los problemas directamente planteados al pensamiento en cada
caso, en tanto que son tales problemas no resueltos, se presentan bajo una
forma en la que parece, a primera vista, como si el pensamiento, los conceptos,
fallasen ante la realidad, como si la realidad enfrentada al pensamiento
constituyera un más allá de la razón (de la racionalidad del sistema de
categorías, del método conceptual hasta entonces utilizado) Como hemos visto,
Hegel analizó certeramente esta situación. Su dialéctica del fenómeno y la
esencia, de la existencia y la ley y, sobre todo, su dialéctica de los conceptos
intelectivos, de las demarcaciones de la reflexión, del tránsito del
entendimiento a la razón, trazan con toda claridad el verdadero camino para la
solución de estas dificultades»[42].
Muy en síntesis, cuando
la imagen mental y la realidad objetiva no concuerdan, discrepan, es porque ha
comenzado un proceso de negación de lo real y de aceptación de lo irreal. La
posibilidad de deriva o caída al irracionalismo en cualquiera de sus
intensidades está presente, por tanto, en todo proceso de pensamiento:
«Es
evidente que este problema surge en cada una de las fases del conocimiento, es
decir, cada vez que el desarrollo social y, por tanto, la ciencia y la
filosofía, se ven obligadas a dar un salto hacia adelante para dominar los
problemas reales que se plantean. Lo cual indica ya de por sí, que la opción entre
la ratio y la irratio no es nunca un problema filosófico “inmanente”. En la
opción de un pensador entre los nuevo y lo viejo no deciden, en primer plano,
las consideraciones filosóficas o mentales, sino la situación de clase y la
vinculación a una clase. Vista la cosa a través de la gran perspectiva de los
siglos, resulta a veces casi increíble cómo importantes pensadores, en los
umbrales de un problema casi resuelto, se detienen, dan media vuelta y, cuando
parece que van a encontrar la solución, huyen en dirección contraria. Son
“enigmas” que sólo puede aclarar el carácter de clase de la actitud por ellos
adoptada […] las condiciones sociales dominan a los pensadores hasta en sus
propias y profundas convicciones, en su modo de pensar, en su modo de plantear
los problemas, etc., sin que ellos mismos lo adviertan»[43]
No existe una historia
única, lineal y obligada del irracionalismo como un todo inmanente al
pensamiento entendido como algo suprahistórico:
«…cómo
aquella forma específica de huir ante todo planteamiento filosófico decisivo,
ante todos los problemas metodológicos y de concepción del mundo, actitud que
constituye, según hemos visto, la forma fundamental y general del
irracionalismo, tiene necesariamente que revestir modalidades cualitativamente
diferentes en las diversas fases del desarrollo social y, a tenor con ello, del
desarrollo filosófico. De donde se sigue, al mismo tiempo, que el
irracionalismo, aunque se le descubra, o algo semejante a él, en las más
diferentes épocas de crisis de formaciones sociales muy distintas, no puede
poseer una historia única y coherente, a la manera que cabe hablar de la
historia del materialismo o la dialéctica […] Es una simple forma de reacción (empleando
aquí la palabra reacción en el doble sentido de lo secundario y lo retrógrado)
al desarrollo dialéctico del pensamiento humano. Su historia depende, por
tanto, del desarrollo de la ciencia y de la filosofía, a cuyos nuevos
planteamientos reacciona de tal modo, que convierte el problema mismo en
solución, proclamando la supuesta imposibilidad de principio del resolver el problema como una
forma superior de comprender el mundo […] Es cierto que también el agnosticismo
rehúye la solución a tales problemas; pero el agnosticismo se limita a
declararlos insolubles, negándose de un modo más o menos abierto a contestarlos
en nombre de una filosofía científica supuestamente exacta»[44]
Es en las crisis
sistémicas, cuando aumentan las posibilidades de nuevos y más duros irracionalismos
entre otras causas porque en estas crisis también la religión dominante,
antigua, es desacreditada en sus dogmas por la inhumanidad de las
contradicciones que desbordan a esa religión. Entonces «la actitud defensiva de
la religión»[45]
no le sirve para frenar la aparición de nuevas religiones diferentes aunque
sigan llamándose cristianas. Este es el caso, por ejemplo, del tomismo de la
Contrarreforma que instaura un catolicismo diferente al medieval, y de las
reformas protestantes que crean un cristianismo diferente al católico. Como
también lo es la «ario-germanización» de
Cristo creando un cristianismo racista acorde con las necesidades del nazismo desarrollando
la «línea puramente agnóstica del neokantismo imperialista»[46]
Ni la religión, ni la
ciencia, ni la filosofía, ni el arte…, se libran de los determinantes
materiales objetivos y subjetivos que surgen de la agudización de la crisis
estructural, siendo la opción político-filosófica
de partido consciente o inconsciente
la que puede imponer una alternativa o su antagónica:
«Como
es natural, tales crisis no tienen, ni mucho menos, un carácter puramente
científico. Por el contrario. La agudización de una crisis científica, la
inexorable necesidad de optar entre seguir avanzando por el camino de la
dialéctica o emprender la fuga hacia lo irracional, coincide casi siempre –y no de un modo casual, por cierto– con las grandes crisis sociales. […] La
decisión acerca de si las síntesis filosóficas de las ciencias naturales
representan un avance en cuanto al método y a la concepción del mundo o, por el
contrario, entorpecen la marcha hacia adelante o marcan un retroceso; o, dicho
en otros términos, la posición de partido
de la filosofía ante este problema responde
–consciente o inconscientemente–
a la actitud que sus representantes adopten en la lucha de clases del
período en el que viven»[47]
Obviando la brillante denuncia
lukacsiana de las formas de irracionalismo en la filosofía burguesa, nos detenemos en las
relaciones entre sociología e irracionalismo. Max Weber, por ejemplo,
evolucionó a posiciones claramente reaccionarias como efecto de la derrota de su amado imperialismo alemán en
1918, cuando habla de superioridad del «pueblo señorial» sobre los demás
pueblos, cuando asume un «cesarismo bonapartista» basado en la dirección
carismática de un Führer, etc.[48] También estudia las de
otros sociólogos de renombre, de entre los que destacamos a Mannheim presentado
como progresista por su oposición débil al nazismo que le llevó al exilio.
Lukács analiza su relativismo y su agnosticismo, la subjetividad de su teoría del
conocimiento y la importancia que otorga a la «intelectualidad libre» como capa
social «que abriga la ilusión de estar por encima de las clases y de la lucha
de clases»[49].
Pero la esencia de la crítica lukacsiana a Mannheim aparece dos páginas más
adelante:
«Solamente
en un punto encontramos en Mannheim una actitud clara. Este autor repudia toda
solución social por medio de la violencia, pero equiparando una vez más, en un
plano formalista, la dictadura fascista y la dictadura del proletariado, el
Poder revolucionario y el contrarrevolucionario, como si fuese uno y lo mismo.
Como lo hacen siempre los ideólogos que temen bastante más a la democratización
radical de la sociedad, a la eliminación real de las fuerzas del capital
monopolista y el imperialismo, que el retorno y la restauración del fascismo»[50].
Para 1952 la llamada
Guerra Fría era impuesta al mundo por la «democracia» del capital. Llamarla así
era un eufemismo que ocultaba las barbaries del imperialismo contra los pueblos
antiimperialistas, y su irracionalismo militarista plasmado en las armas
termonucleares, químicas y bacteriológicas.
Además, empezaba la «guerra fría» cultural y científica en la que la
sociología como disciplina esencialmente política jugaría un papel clave. En
este contexto, el siguiente párrafo de Lukács nos recuerda tanto la importancia
de la lucha teórico-política radical
contra el irracionalismo, como la responsabilidad histórica y ética de
quienes, negando toda evidencia práctica, creen que se le puede vencer exclusivamente
con la «democracia» del capital, negándose a luchar decididamente con, según y
para otro programa cualitativa y antagónicamente superior: el revolucionario:
«La
profunda esterilidad del movimiento sociológico que arranca de Max Weber se
revela claramente en este programa, trazado por los representantes de la
ideología burguesa que no se resignan a capitular sin lucha ante el
irracionalismo reaccionario-fascista, pero que se muestran, sin embargo, incapaces
de oponer a él un claro y resuelto programa democrático; para no hablar de que
sus propias concepciones gnoseológicas y sociológicas se hallan profundamente
enraizadas en aquellas tendencias reaccionarias de las que, ideológicamente y
en última instancia, brota el fascismo. Esta discrepancia coloca a la parte de
la intelectualidad a la que nos referimos en una posición de debilidad y hasta
de indefensión ideológica frente a la reacción fascista. Indefensión que, como
demuestra el ejemplo del propio Mannheim, no es superada por las mismas
experiencias del fascismo. Sus ideas, tal como en este libro quedan esbozadas,
representan la ideología de la capitulación indefensa ante la ola reaccionaria
de la posguerra, ni más ni menos que su sociología del saber había representado
dicha capitulación en el período anterior a la guerra»[51].
De capitulación en
capitulación, mucho antes del Mussolini de 1923, en el irracionalismo genérico
creado por el capitalismo desde al menos el siglo XVII, surgían corrientes irracionales cada vez más
implacables según se tensionaba la lucha de clases, hasta desembocar en la
barbarie nazi: «El barbarismo es, para los hitlerianos, un principio. He aquí
cómo se expresaba acerca de esto Hitler, ante Rauschning, por los días de sus conflictos
con los nacional alemanes de Hugenberg: “Esas gentes me consideran como un
bárbaro sin educación… ¡Sí, somos bárbaros! Y queremos serlo. Éste es, para
nosotros, un título de honor. ¡Nosotros rejuveneceremos el mundo!”»[52].
La heroicidad del
Ejército Rojo, sobre todo, impidió que el nazismo «rejuveneciera» al mundo a
pesar de la masiva eugenesia y exterminio genocida aplicado, pero su proyecto
ha renacido[53]
con fuerza gracias al Covid-19 en la misma Alemania. Pero también renace bajo
otras formas en los EEUU: «Un artículo reciente de la revista Science
señala que el programa de desarrollo de vacunas “a máxima velocidad” de la
Administración de Trump se basa en “evitar la cooperación internacional y
cualquier candidato a vacuna de China”, y tiene como objetivo desarrollar
vacunas “reservadas para los estadounidenses”.»[54]. Hitler reservaba la
«ciencia alemana» para Alemania; ahora, Trump, ávido lector de irracionalismo
nazi en su juventud, reserva la «ciencia americana» para los EEUU. Para ambos
la humidad no tiene valor, excepto el de la explotación hasta la muerte. Recordemos:
discite moniti.
En 1952 Lukács denunció
que «para poder luchar eficazmente contra el comunismo, la “democracia” se ve
obligada a sellar un significativo maridaje con los restos alemanes del nazismo
(los Hjalmar Schacht, los Krupp, los generales de Hitler), con Franco […] hemos
destacado, como se ve, aquellos rasgos de la ideología del “mundo libre”
acaudillada por los Estados Unidos en que se muestra su coincidencia con el
fascismo»[55].
El autor habla de «coincidencia», no de «identidad», pero más adelante hace una
precisión decisiva para entender qué ha sucedido desde 1952 hasta ahora:
«La
demagogia social hitleriana iba asociada a un irracionalismo descarado y
culminaba en esto: las contradicciones del capitalismo, consideradas como
insolubles –mediante el empleo de medios normales– empujaban al salto a un mito radicalmente
irracionalista. La defensa actual
–directamente apologética– del
capitalismo, renuncia al menos aparentemente al mito y al irracionalismo. En
cuanto a la forma, al modo de exposición y al
estilo, nos encontramos aquí con una línea de argumentación puramente
conceptual y científica. Pero sólo aparentemente. El contenido de la
construcción conceptual es, en realidad, la pura ausencia de conceptos, la
construcción de concatenaciones inexistentes y la negación de las leyes reales,
el aferramiento a las concatenaciones aparentes reveladas directamente (es
decir, al margen de los conceptos) por la superficie inmediata de la realidad
económica. Estamos, por tanto, ante una nueva forma de irracionalismo, envuelto
bajo un ropaje aparentemente racional. Pero no, ciertamente, ante una forma
fundamentalmente nueva»[56].
Esta forma nueva del
irracionalismo genérico, correspondiente al modo de producción capitalista, es
decir, esta especie de modernización no cualitativa sino sólo formalmente nueva
del irracionalismo genérico burgués, tenía en 1952 la misma función esencial
que en la mitad del siglo XIX, objetivo que Lukács define respondiendo a la
pregunta que él mismo se hace:
«¿Qué
es lo esencial, en todo ello? La contraposición entre la ideología burguesa y
el marxismo. Éste ha sabido comprender y poner de manifiesto el entronque con
el presente de la trayectoria histórica que va desde 1848 hasta nuestros días;
la ideología burguesa, en cambio, no. Schmitt resume así la situación: “La
conciencia de la continuidad lleva consigo una marcada superioridad y hasta un
monopolio de los autores comunistas con respecto a los otros historiadores que
no se orientan en los acontecimientos de 1848 y pierden, a consecuencia de
ello, el derecho a emitir un juicio acerca del presente. La perplejidad de los
historiadores burgueses es grande. De una parte, condenan la represión de la
revolución, mientras, por otra parte, saludan la restauración de la paz y la
seguridad como una victoria del orden»[57].
Karl Schmitt fue uno de
los más potentes ideólogos de la contrarrevolución. A pesar de los altibajos
sufridos en sus vaivenes políticos, siempre estuvo en el núcleo duro de la dirección
político-filosófica y jurídica del poder total de la derecha. Inculcó en la
casta intelectual burguesa la conciencia de la necesidad de acabar con la
superioridad teórica y con el prestigio ético del marxismo, lo que significa
dejar vía libre al irracionalismo en cualquiera de sus formas, también la más
blanda y disimulada: el reformismo. ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo impedir que la
posible reaparición de la irracionalidad de masas salte a una realidad
pavorosa? Hay una sola respuesta: intensificando la lucha de clases. Lukács lo
explica así: «es la defensa de la razón
como movimiento de masas […] Esta rebelión
de las masas en apoyo de la razón constituye la gran contrapartida de
nuestro tiempo contra el terror pánico a la “masificación” y contra el
irracionalismo que va estrechamente unido a él»[58].
4.- PATOLOGIA DE LA OBEDIENCIA:
La advertencia de
Lukács — discite moniti (sabed que estáis advertidos)– está escrita en 1952. En la presentación a la
edición de 1956 no se retracta de ella por la sencilla razón de que la llamada
«guerra fría» se ha vuelto bárbara guerra caliente de exterminio de las luchas
por la libertad humana. La «guerra fría»
contra el socialismo y los pueblos tuvo varios frentes y niveles, siendo la
«guerra cultural» para desprestigiar el marxismo, tal como proponía K. Schmitt,
el más decisivo en el plano teórico y político, pero tampoco debemos olvidar la
importancia que se dio a la derrota de las luchas de liberación de la mujer
como eje prioritario, aplastamiento necesario para disciplinar a la mujer
trabajadora y en especial a la revolucionaria[59] porque la burguesía
intuye que la mejor praxis de la razón humana es la que se materializa en el
lema de las mujeres del Ejército Rojo que vencieron al nazismo: «Podemos hacer
cuanto nos propongamos»[60], o también la de
limpiadoras parisinas más recientemente:
«Dejar de fregar y tomar las armas»[61].
Desde al menos 1963 se
inició en los EEUU una descarada batalla dirigida por la escritora Helen
Andelin para prestigiar la forma de vida
de la mujer burguesa, doméstica, elegante y entregada a su marido. Un movimiento
reaccionario impulsado por la industria
cultural yanqui que conectó con otros similares, por ejemplo con el brasileño
de finales de esa década: una campaña de movilización de la mujer con tintes
de ideología nazi que hacía de la mujer
un baluarte de la reacción. La burguesía chilena hizo que las principales
manifestaciones reaccionarias contra el Gobierno Popular de Allende desde 1971,
elegido democráticamente en septiembre de 1970, fueron las de las mujeres, de
tal modo que un observador brasileño de la manifestación de enero de 1974,
comentó: «Una vez que vimos marchar a las mujeres chilenas, supimos que los
días de Allende estaban contados»[62]. Luego proliferaron toda
serie de colectivos «pacifistas», «democráticos», culturales, religiosos, etc.,
de la misma índole, notoria o solapadamente reaccionarios, todos ellos
mercenarios de la «paz»[63].
La propaganda del
feminismo reaccionario se sostenía en buena medida en la recién creada
mitología tecnocrática, en los robots
que ahorrarían trabajo en el domicilio, etc. En 1967 H. Lefèbvre publicó su
premonitora obra Cibernántropo en la
que desmontaba el mito tecnocrático en base también a la crítica del fetichismo
de la mercancía:
«El
fetichismo del sistema produce resultados que los fetichistas toman por
descubrimientos y por suprema objetividad […] La forma de la mercancía
introduce en la práctica social relaciones caracterizadas por poner entre
paréntesis, “espontáneamente”, el trabajo productivo y las relaciones de
producción. La forma de la mercancía introduce, igualmente, cadenas de significantes desvinculados
de los significados (necesidades y actividades reales) constituyendo el
lenguaje y el mundo de la mercancía, susceptibles de dar pretexto a múltiples
connotaciones, metáforas y simbolismos. La sociedad en la cual reina la
mercancía, en la cual esta impregna las conciencias, da lugar a una extraña
forma de inconciencia. La conciencia misma es el asiento de lo inconsciente, de
la escisión entre la inconciencia y la representación consciente. Es la
conciencia de los objetos que se objetiva dando la inconciencia (el
desconocimiento) de los objetos como productos de las relaciones de producción.
Entre la conciencia y la realidad se abre una laguna. Quisiéramos que un puente
se tendiera sobre el abismo para restablecer la realidad en la conciencia y la
verdad en el pensamiento»[64].
Entre 1952 y 1967 la
tecnocracia se había desarrollado mucho, y ahí radica la leve diferencia entre
lo dicho por Lukács, que llamaba a una movilización de masas en defensa de la
razón, y lo expresado por Lefrèbvre, que llama a restablecer la verdad en el pensamiento
y la realidad en la conciencia: idéntico mensaje para idéntico combate contra
el irracionalismo. Pero en esos 15 años Lefèbvre pudo conocer más en detalle la
robótica que ya se gestaba en la sofisticada
tecnociencia, y compararlo con la especie humana: «Los pobres humanos se
distinguen por sus miserias: fracasos, olvidos, lagunas, vacilaciones,
emotividad, sufrimiento, ilusión de creatividad, placeres, locura,
ambigüedades, incluso su actitud ambigua con respecto al robot: tienen miedo de
él y él los fascina»[65].
Surgía un temor
reverencial y fascinado hacia el robot, hacia la tecnociencia. La crítica de
Marx al fetichismo de la mercancía encuentra aquí una de sus confirmaciones más
incuestionables. Ahora, cuando poderosas farmaindustrias[66] compiten duramente entre
sí con la ayuda de sus Estados-cuna por el negocio de las vacunas[67] contra el Covid-19, ante
un mundo que las mira aterrorizado, fascinado e ignorante, sometido a la
desinformación casi absoluta y a los llamamientos histéricos de la extrema
derecha y del fascismo, comprendemos la necesidad urgente de la lucha contra el
fetichismo y a favor de la razón científica[68]. Combare que sólo puede
hacerse desde y para una perspectiva revolucionaria, la única que puede
guiarnos en medio de la incertidumbre[69] y la imprecisión,
angustias que nos hacen dependientes de una autoridad que nos tranquilice aunque ello suponga la amenaza
tecnototalitaria[70].
En realidad, no es nada
nuevo, como estamos viendo desde el inicio. Tampoco lo era hace medio siglo
cuando las reflexiones sobre por qué aumentaba la patología de la obediencia
llegaban a una conclusión plenamente actual, que P. Brückner expresó así: «se
necesitan muy pocas palabras para expresar uno de los núcleos centrales de la
problemática de la obediencia: ¿qué es lo que realmente pretenden nuestros
esfuerzos pedagógicos: tranquilidad o
libertad?»[71].
Educar en la tranquilidad exige no estudiar, no denunciar y no combatir la
injusticia, exige una dosis alta de ignorancia y de silenciamiento de la razón.
Educar en la libertad exige educar en el estudio, la crítica y el combate por
esa libertad, por conquistarla y por defenderla. El mismo autor escribe más
adelante:
«La
obediencia está también caracterizada por unas relaciones desequilibradas de
poder, mantenimiento en el que alguna de las partes se encuentra especialmente
interesado. El poder que no puede demostrar una
legitimidad racional, y aceptable por lo tanto para el ser humano, sino
que más bien descansa en el derecho del más fuerte o en la posesión de la
conciencia, tiene como consecuencia una obediencia cuyos resultados son
necesariamente patológicos»[72].
Tras el estallido de
1968, en 1971 la lucha de clases y de liberación nacional se extendía por todo
el mundo. Masificar la patología de la obediencia mediante la ley del más
fuerte y la manipulación de las conciencias siempre es una de las fuerzas del irracionalismo y de
su asalto a la razón, y también lo era en aquellos años. Para la burguesía era
urgente imponer la tranquilidad y la
obediencia patológica, persiguiendo la libertad.
Debía impedir a cualquier precio que la humanidad explotada hiciera suya y
practicase la máxima de las mujeres del Ejército Rojo que derrotaron al nazismo:
«Podemos hacer cuanto nos propongamos»; tenía que cortar el avance de la razón
y de la teoría, implantando la irracionalidad del dogma, al decir de M.
Horkheimer:
«Bajo
determinadas circunstancias se impone una decisión dogmática en lugar de un
juicio especializado y limpio de mácula. En aquellos lugares en los que la
confrontación con la realidad va acompañada de inseguridad o miedo, nos
sentimos inclinados a elevar hasta lo absoluto las escalas subjetivas,
simplificando el mundo a una simple consecuencia de valores medidos con esta
escala de valor absoluto. Cuando observamos ocasionalmente nuestros deseos,
esperanzas y temores ante las situaciones, vemos que ninguna de ellas está
completamente libre de restricciones y desfiguraciones de lo percibido, aunque
unos se inclinan más, y otros menos, hacia ello»[73].
La subjetivación y
simplificación de la realidad por parte de la población obediente le facilita
al poder «hacer un uso racional de su irracionalidad […] se trata de un poder
que no se ve obstaculizado por la objetividad racional»[74], según explicaba Adorno
en 1972. Esta idea era importante en aquél momento porque advertía de la
posibilidad aterradora de que el capitalismo en crisis manipulase tanto la
racionalidad fascista subsidiaria como la que correspondía a esa fase de
acumulación, con la racionalidad parcial
suficiente como para, junto con otros métodos, derrotar la radicalización al
alza de la lucha de clases: «De acuerdo con la ideología dominante en la
actualidad, se establece que cuanto más se encuentran los hombres a la merced
de cuestiones objetivas sobre las que no pueden influir o creen no poder
hacerlo, tanto más subjetivizan su incapacidad […] En el lenguaje de la
filosofía podría decirse que la alienación del pueblo respecto de la democracia
refleja la autoalienación de la sociedad»[75].
Un pueblo muy limitado
en su capacidad de analizar objetivamente la explotación que padece, que desfigura
y simplifica esa realidad hasta caer en
la subjetivación obediente, un pueblo así se desliza hacia la pasiva indiferencia
social y la apatía política, facilitando de ese modo la efectividad de la
represión que cae sobre su parte luchadora, la que sí sabe qué sucede, por qué
sucede y, sobre todo, cómo luchar contra lo que sucede. En el Chile de 1972, hubo un debate en el que se dijo entre otras
muchas cosas:
«El
papel que juegan las pautas de conducta autoritaria como mecanismo de
producción y reproducción de la estructura de clases puede ser ilustrado por
dos implicancias ejemplares. En primer lugar, cabe llamar la atención sobre la
estrecha correlación entre estructura de personalidad autoritaria y apatía
política. […] En segundo lugar, y en relación con la apatía política,
cabe señalar la facilidad con la que el individuo mutilado en su capacidad
cognitiva e inseguro en su identidad es manipulado en su agresividad»[76].
Recientemente, M. Tobón
ha escrito un texto en el que describe la unidad entre la patología de la
obediencia, la agresividad y la patogénesis[77] fascista. Volviendo al
Chile de 1972, tres años después y muy probablemente impactado por el golpe
fascista que ahogó en sangre a su pueblo trabajador, D. Siboney también
estudiaba en la Italia de 1975 la por entonces impensable vuelta de un
neofascismo populista «suave» al estilo de Berlusconi en 1994, dada la enorme
fuerza parlamentaria del PCI. En contra del dogma miope determinista y
mecanicista de la socialdemocracia y del eurocomunismo entonces todopoderoso,
D. Sibony se atrevió a estudiar la sumisión a la «figura del Amo»[78] según la feliz expresión que introduce en su estudio sobre el avance soterrado de la
indiferencia en política, tal como tituló a su texto.
La peste de la apatía
política en una primera fase, y de la agresividad neofascista que emergerá sin
rubor alguno, al estilo de la organización lumpen bonapartista, carcomió
imperceptiblemente al principio la sociedad italiana, en la que el PCI llegó a
ser el primer partido en 1984, para aparecer luego a la superficie política, al
igual que el Covid-19 pudre el cuerpo por dentro hasta que le apetece salir a
escena. Una de las razones que explican esta hecatombe es la pasividad del
grueso de las izquierdas ante la estrategia del capital de intensificar la
batalla irracional, abierta poco antes incluso de la ejecución de Mussolini a
manos de la justicia popular. G. Jervis denunció que:
«En la sociedad industrial avanzada,
postcristiana y posliberal, la crisis de los valores tradicionales deja abierto
el campo a intrincadas batallas. La complejidad y la inseguridad de la vida
cotidiana hacen extremadamente difícil el discernimiento de los criterios que
gobiernan la racionalidad de la conducta […] Somos exhortados a ser normales
obedeciendo a las leyes, honrando al padre y a la madre, vistiéndonos como
requiere nuestra condición social, teniendo las distracciones y las costumbres
de nuestro propio ambiente, comportándonos de modo tranquilo y sensato, así
sucesivamente. La normalidad viene prescrita como una serie variable (según las
clases) de códigos de comportamiento; si ésta es violada intervienen la
represión judicial y la psiquiátrica, en particular si el sujeto pertenece a
clases sociales subordinadas»[79].
G. Jervis también afirmó
que: «Las más típicas e importantes
necesidades sociales son necesidades radicales, aparentemente no vinculadas a
las necesidades inmediatas del cuerpo, tales como por ejemplo, la necesidad de
libertad, la necesidad de justicia, la necesidad de igualdad, la necesidad de
conocimiento. Se puede observar que aunque todas ellas sean necesidades históricas (es decir, no dadas a priori, sino nacidas y determinadas
por modos concretos de vida) tienen también todas ellas algo de constante, al
igual que las necesidades elementales […] Las necesidades sociales radicales no
vienen de arriba sino que nacen de la praxis, es decir, que se definen en el
definirse de los hombres a través de la
historia de las generaciones, y del proceso de la lucha de clases.»[80].
G. Jervis tocaba aquí de
forma directa una cuestión clave en aquellos años: el rechazo de la lucha de
clases y de la propia existencia del proletariado, por parte de la casta
intelectual en general y en concreto el postmodernismo. Argumentar la
existencia de la lucha de clases y sus efectos sobre la estructura
psicopolítica del capitalismo era contravenir en directo las «modas post»[81] según la ocurrente
expresión de N. Kohan. La crítica de Callínicos a las tesis de Habermas[82] y sus diferencias con las
de Schmitt sobre la democracia son más válidas ahora que entonces –1989– porque
el Covid-19 es una excusa perfecta para recortar la democracia. Además, el
relativismo epistémico[83] del postmodernismo ha
debilitado la fuerza de la razón, restándole mucha capacidad para enfrentarse
al irracionalismo.
La crítica de la
democracia burguesa se sustenta en último análisis sobre la crítica del fetichismo
de la mercancía porque ésta descubre el límite de la ideología dominante. En
2009 A. Jappe puso en claro este asunto y, además, recuperó la importancia del
estudio de las relaciones entre fetichismo e inconsciencia: «El fetichismo es
el secreto fundamental de la sociedad moderna, lo que no se dice ni se debe
revelar. En eso se parece al inconsciente; y la descripción marxiana del
fetichismo como forma de inconsciencia social y como ciego proceso
autorregulador muestra interesantes analogías con la teoría freudiana»[84], llamando así la atención
sobre una problemática crucial: cómo volver el inconsciente reaccionario en el
consciente revolucionario[85].
El fetichismo impone el
silencio y oculta lo real: vuelve inconsciente a la sociedad. De este modo,
cuando no se puede ver, ni oír, ni hablar en un contexto autorregulado
ciegamente por la dictadura de la mercancía, ahí, en ese desierto sin
humanidad, existen las condiciones para el irracionalismo porque: «Criticar las
teorías posmodernas resulta difícil debido a su carácter auto-afirmador que
hace imposible toda discusión, transformando sus afirmaciones en verdades de fe
ante las cuales sólo cabe creer o no creer»[86]. A la vez, la docta
ignorancia[87]
postmoderna en sus ataques al marxismo ha servido para reforzar la apatía
política dando bazas a las burocracias reformistas para girar al «centro
izquierdismo»[88].
Es por esto que F. Erice aconseja: «reaccionar frente a planteamientos
posmodernos que constituyen un verdadero “asalto a la razón” y
alertar sobre la difusión acrítica de estas ideas entre cierta izquierda
política y social»[89].
No nos precipitemos en el
tiempo. Para mediados de los ’80 autores marxistas habían recuperado la
rigurosa radicalidad teórica de su método al calor de la crisis de 1986 – 73, pero
seguía creciendo el abismo entre el inagotable potencial heurístico de esta
guía revolucionaria y el agotamiento de la dogmática estalinista y
eurocomunista en su deliberado rechazo de lo subjetivo, de las cadenas
irracionales del fetichismo. Ya hemos hablado del esplendor del PCI en 1984 y
de su estallido siete años más tarde. En esa situación, una autora
representante del reformismo duro, Susan Stangre, escribió en 1986 la famosa la
expresión «capitalismo de casino»[90] para mostrar cómo la gran
burguesía nadaba en oro y champán mientras aumentaba la masa de empobrecidos. Pero
hablar de casino y de «dinero loco» significa asumir que la incertidumbre y el
azar rigen la vida y las finanzas, sobre todo en Wall Street[91].
Visto esto, la pregunta
es: ¿acaso el azar y la incertidumbre inherente a la economía de casino, a la
especulación de alto riesgo, no está sujeta a la necesidad de crisis del
capital cada vez más frecuentes y duras? Pero responder a esta pregunta
requiere de un dominio suficiente de las categorías filosóficas y de su
aplicabilidad a la dialéctica del capital, saber que iba siendo marginado
porque la dialéctica en inconciliable con el reformismo. Debemos decir que las
contradicciones se agudizaban tanto en lo objetivo que, al margen ahora de las
cadenas subjetivas del fetichismo, sectores reformistas no tuvieron más remedio
que constatarlo.
Ese clima de
contingencia e indeterminación de la vida social que empezó a expandirse con
altibajos a finales de los ’80 sería una de las bases sobre las que crecerían
nuevos irracionalismos, alimentados también por los demoledores efectos del
neoliberalismo sobre la libertad, justicia, igualdad y conocimiento. A mediados
de los ’90 un colectivo de intelectuales reformistas, los resumió en cuatro
puntos centrales: 1) ataque el «Estado del bienestar»; 2) ausencia de política
industrial; 3) flexibilización del mercado laboral; y 4) proteccionismo
respecto a las importaciones del Tercer Mundo[92]. Todos y cada uno de
ellos atacan los fundamentos de las «necesidades radicales». Un capitalismo de casino en el que el dinero loco podía
hacer y deshacer a su antojo porque se había debilitado el control financiero y
fiscal del Estado, porque éste ya no intentaba frenar la pobreza y la enfermedad
al alza, porque la industria estaba supeditada a la especulación
financiera, porque destrozaba los
derechos laborales, y porque multiplicaba las agresiones contra el Tercer
Mundo.
Resulta por tanto
comprensible que capitales ociosos entrasen en el lucrativo negocio de «explotar la histeria»[93] ampliando el mercado de
la «inseguridad» y de la represión a raíz de la sucesión de crisis entre 1994 y
2001. Ya antes de los terribles efectos de la tercera Gran Depresión de 2007 se
reconocía que: «Domina la incertidumbre […]
una inseguridad difusa, en una crisis de representación política, en una
crisis de identidad. […] La creciente
demanda de protección, que ha favorecido el nacimiento de un verdadero mercado
de la seguridad, constituye un índice significativo de la difusión social de un
vocabulario motivacional de la precariedad y el miedo»[94], todo ello presionado al
máximo por un mundo sometido a una «nueva economía
política (global) de la guerra”[95].
Entre 2007 y 2019 se
multiplicaron las condiciones que pueden reactivar irracionalismos varios tanto
por reforzar su relativa autonomía como debido a la directa intervención de los aparatos de
sojuzgamiento psicológico de masas. A comienzos de 2010, el sindicato LAB[96] denunció el aumento de
depresiones, infartos y suicidios como efecto de la crisis. Mientras tanto, la
alternativa del aparato psiquiátrico oficial a la devastación era mejorar la
«psicología de la sumisión»[97] para normalizar la
miseria mental y sus peligros. Pero los suicidios aumentaban: una seria investigación
colectiva[98]
aportaba porcentajes escandalosos sobre la relación directa entre crisis y
suicidio.
Volvía a confirmarse lo
que ya se sabía desde hacía tiempo: las relaciones entre miedo y control político[99], en una sociedad que no
podía resolver necesidades básicas como vivienda[100] y trabajo, lo que
empeoraba la salud psicosomática del
proletariado. Poco antes de la aparición
pública del coronavirus un estudio afirmaba que: «En pleno 2019 no hace falta colgarse de un andamio para jugarse la vida.
La precariedad, el estrés y el exceso de trabajo también enferman. Y matan.
Matan mucho más que los accidentes»[101].
5.- TERROR DURO Y BUEN TERROR
La irrupción del
Covid-19 hizo que apenas se conociera el resultado de un estudio según el cual
la burguesía yanqui y británica vivía un promedio de casi 10 años más y mejor
que el proletariado[102], confirmando los
resultados de otros muchos estudios al respecto. La imposición
de una vida trabajadora peor y
más corta, destruye de raíz la
satisfacción cualitativa de las «necesidades
radicales»: libertad, justicia, igualdad,
conocimiento. Esta sobrexplotación inhumana es una de las causas de que
el coronavirus mate más al proletariado y al campesinado que a la burguesía. También
es una de las razones que explican por qué sectores alienados de las masas
populares se aferran a creencias como salvavidas, y por qué las burocracias
religiosas redoblan sus ataques al método racional de pensamiento, y su fobia
misógina[103],
involución reforzada por el proceso de
beatificación de la reina Isabel I de Castilla[104], un auténtico asalto a
la razón en su forma histórica por lo que supuso esta reina en el empeoramiento
de las condiciones de vida de los pueblos explotados en su época.
El cristianismo es
un poder irracional que supedita la salud humana y las «necesidades radiales» a lo que dicen que es la
voluntad de un supuesto dios. El fanatismo cristiano por realizar sus cultos
esotéricos y mistéricos, de encantamientos mágicos tomados del politeísmo, en
especial el canibalismo ritual del Sacramento de la Comunión, facilita que haya
un verdadero canibalismo pero en beneficio del Covid-19 que puede alimentarse
de carne humana en esas reuniones: «En situaciones de crisis como la actual, los
fundamentalismos religiosos (de todas las confesiones) se oponen a las
regulaciones humanas a la ley de dios, exigiendo obediencia a mandatos divinos
que supuestamente interpretan y gestionan […] El lógico temor que genera la
pandemia permite a los líderes fundamentalistas apelar al discurso apocalíptico
y aconsejar a los pecadores un regreso a la verdad revelada.»[105]. O por decirlo de otro
modo:
«La religión es la máxima
expresión de la alienación del ser humano, que “transfiere” su impotencia para
cambiar el presente a unos seres que sólo existen en su cabeza. Pero
como toda ideología, para que tenga fuerza real, tiene que expresarse en
organizaciones: las iglesias son las cristalizaciones de las
ideas que bullen en la cabeza de los seres humanos. Esa alienación surge
de la impotencia frente a la naturaleza, fuerza incontrolable para los seres
humanos; bajo el capitalismo y su economía, la “mano oscura del mercado”, etc.,
que actúa frente a los seres humanos como cualquier fuerza de la naturaleza,
fuera del control de la voluntad humana; o bien frente a los dos al unísono.
En el capitalismo la
alienación se complica con la cosificación de las relaciones sociales,
deshumanizándolas hasta el extremo; el
mercado es el lugar (¿”paraíso”?) en el que los seres humanos se relacionan,
comprando y vendiendo sus mercancías y donde está atrapada la voluntad
individual. El extremo al que conduce esta alienación es la reificación,
la atribución a las cosas, y especialmente a una, el dinero, de cualidades
humanas. […] una sociedad que tiene ese alto nivel de racionalidad en
su desarrollo no ha sido capaz de abolir, de desterrar la superstición, la
irracionalidad y la religión de sus vidas.»[106].
El Covid-19 está desbordando los débiles sistemas de contención del
irracionalismo, y ha agudizado el choque de clases y de políticas de clase entre
la razón y la sinrazón[107],
choque que se ve claramente en las movilizaciones fascistas al alza[108], en los ataques a la ciencia[109]
de la Administración Trump, etc. De este modo, por un lado, tenemos que:
«El mundo contemporáneo se rige por
un rumbo incierto y volátil que, en su maremágnum, tiende a perder sentido ante
nuestros ojos y parámetros mentales. La instauración de esta era de la
incertidumbre no sólo dinamitó aquello que considerábamos como dado y
seguro, sino que también arraigó incredulidad y descrédito respecto a la
ciencia. Como parte de este síndrome de la desconfianza –que
es, en sí, una desconfianza hacia “el otro”– se impusieron los demagogos que
masacran y trivializan la palabra y que se tornan vendedores de humo desde las
cavernas de la reacción o del progresismo, aún sin ser especialistas en casi
nada más que la calumnia y la intriga.
Este negacionismo –financiado, sobre
todo, por la decadente industria petrolera– es una especie de desprecio hacia
el conocimiento razonado, sistematizado y riguroso, que lo mismo proviene de
las clases dirigentes que de los sectores populares, en sus afanes por
trivializar la verdad. El fundamento de esta actitud displicente es el arribo
de un mundo postfactual, regido no por los hechos susceptibles de
contrastación y confirmación, sino por el resorte de las pulsiones y emociones
más primitivas de los individuos. El mundo fenoménico da paso a los llamados
“hechos alternativos” (los alternative facts de Kellyanne Conway,
consejera presidencial de Donald Trump) que encubren la mentira y el engaño
maniqueísta.»[110] .
Por otro lado tenemos que, según Muñoz, varias décadas antes
del 2000 empezaron a surgir debates sobre la razón y la racionalidad[111] en las teorías del
conocimiento, mostrando la creciente preocupación por esta problemática. Pero
lo que aquí y ahora nos interesa es constatar cómo el irracionalismo se oculta
y se refuerza con dosis de racionalismo. Por el lado de la irracionalidad
global, H. Krivine critica con toda lógica el avance de la «miseria
intelectual»[112],
es decir el aumento del irracionalismo y de la religión, peligro ante el cual
hace un llamando a la defensa a ultranza
del método racional y científico de pensamiento. Por el lado de la racionalidad
parcial, otro colectivo hace un
llamamiento a la muy necesaria lucha contra la dominación digital[113], contra el mito reaccionario
de que es la tecnociencia la que nos salvará de la hecatombe, cuando en
realidad nos sumergerá en algo infinitamente peor que el panóptico de Bentham.
Ya antes del Covid-19 había quedado establecido que:
«El
miedo es el mensaje, mensaje que el aparato ideológico de nuestras sociedades
democráticas llamadas “avanzadas”, articula. Miedo necesario para justificar y
para llevar a cabo, por parte del Estado, el control –cada vez más técnico– en
aras de la seguridad de sus súbditos/ciudadanos. Miedo a la crisis, miedo a no
llegar a fin de mes, miedo al terrorista, miedo al otro, miedo al migrante,
miedo a los bárbaros, miedos que se acumulan hasta llegar al miedo. Miedo que
vertebra nuestras sociedades militarizadas.»[114]
Y ahora crece el miedo
atávico al Covid-19 porque, al ser atávico, surge de nuestra antropogenia y vuelve
a ella reforzado por la alienación social. Mediante esta ida y vuelta, se
produce un salto cualitativo bifronte, con dos caras. Una es la del terror
bruto: que el proletariado muera, se suicide en beneficio de la burguesía yendo
a trabajar con alto peligro de contagio, levantando la cuarentena antes de
tiempo, reduciendo las pruebas y la curación, reduciendo la asistencia en los
domicilios, etc. Esta es la exigencia social-darwinista de cada vez más
ideólogos del capital internacional: activar la producción de valor y la
obtención de beneficio a costa de la vida humana. Dado que el virus no destruye
materialmente fábricas, trenes, campos, hospitales, puentes, líneas eléctricas,
ciudades, barcos, laboratorios, escuelas, presas y embalses…, como en la guerra
de 1941 – 45 que revivió al capitalismo, ahora y para salir de esta crisis al
menos hay que destruir fuerza de trabajo mientras el imperialismo organiza una
«guerra global»[115].
La otra cara que
refuerza la efectividad del terror duro es el «buen terror»[116]. Sobre la primera forma
de terror no vamos a decir nada que no se sepa, sólo recordar que el mismo
gobierno español reconoce que en los últimos diez años se han realizado más de
950 torturas[117]
en las cárceles, lo que sugiere que el número real será mucho mayor, sin contar
los malos tratos y otras formas de tortura que se han podido dar en comisarías.
El «buen terror» es el que se empieza a sufrir en Chile, pero que es una
táctica común a la contrainsurgencia, también contra Euskal Herria: bajar la
dureza de la represión física y aumentar
la legal, las multas especialmente contra las protestas en barrios obreros[118], las incautaciones de
cuentas[119],
las detenciones, el cierre de locales y gaztetxes[120], la censura, los
despidos, las restricciones de derechos…, diciendo que se hace para frenar la
pandemia en bien de la «ciudadanía»
El «buen terror», con
poca violencia ni visible ni estridente, busca crear la mayor «normalidad
social» posible dentro de la pandemia mediante la legitimación de la «figura
del Amo» en nuestros miedos e incertidumbres, camuflando la patología de la
obediencia con la excusa de la «responsabilidad ciudadana». La «normalidad
social» es, entre otras cosas, también la tapadera de la legitimación del
principio de autoridad que protege los abusos represivos[121], «buen terror» que
necesita la burguesía de cara a elecciones cercanas, para colar medidas
sociales duras, etc., sin que esos recortes de la democracia azucen la autoorganización
obrera y popular primero defensiva y luego ofensiva.
Autoorganizaciones
defensivas empiezan a aparecer ante el incremento represivo, danto razón a los
temores de la burguesía española[122] y francesa[123], clase social que al
margen ahora de sus diferencias estatales sabe que las durísimas medidas que
quiere imponer para recuperar y sobre todo aumentar su tasa de ganancia, serán
duros golpes sobre la clase proletaria, sobre la mujer trabajadora
especialmente. En Madrid, poco más de 100.000 personas, por ahora, sólo pueden
alimentarse gracias a la ayuda mutua[124], y todo indica que son
bastantes decenas de miles de personas que padecen subalimentación y
malnutrición.
Naturalmente, entre
ambos extremos hay muchas variantes y mezclas que deben estudiarse en cada
caso, pero que se mueven dentro del círculo de fuego determinado por la
política del imperialismo yanqui que se desploma del desorden a la agonía[125], según la feliz
expresión de H. Polo. Viendo esto, podemos aplicar al miedo y a la inseguridad
creada por el Covid-19 algunas de las conclusiones extraídas por G. Kessler en su estudio sobre los efectos
paralizantes provocados por la manipulación burguesa del crimen, del delito y
del riesgo de «salir a la calle». Ante la remota posibilidad de que seamos
asaltados por un atracador, «la gestión de la inseguridad» que hace el Estado
le legitima para aconsejarnos que, en bien de nuestra tranquilidad, mantengamos una distancia interpersonal suficiente[126]
para reaccionar a tiempo. Debemos distanciarnos de los demás, evitar zonas y
horarios peligrosos, e implorar protección al Estado para prevenir un
hipotético ataque: cedamos voluntariamente derechos
para obtener seguridad que nos
proteja.
Como hemos visto, en los ’70 el dilema era: tranquilidad o libertad.
Medio siglo después era: seguridad o
derechos. Tras el Covid-19 es: tranquilidad
y seguridad a costa de libertad y
derechos. Si ante el
peligro de un atracador la autoridad aconseja una distancia de seguridad, una
especie de glacis militar que dé tiempo a responder, frente al Covid-19 esta
distancia también ha de mantenerse
pero con una diferencia cualitativa mucho más destructora de la socialidad
humana: cualquier persona puede infectarnos, todas son sospechosas y potencialmente
dañinas, mientras que la estadística demuestra que los asaltadores, cacos,
maleantes y malandrines son muchos menos y más fácilmente identificables. Mientras
no se invente una vacuna gratuita, se nos dirá que recelemos y desconfiemos de
todo: sólo el Estado burgués puede salvarnos:
«Este miedo, que ya se extiende a la vida cotidiana de los
individuos y a sus relaciones sociales, induce la necesidad de bioseguridad
ante la amenaza viral. Primero se extiende como desconfianza hacia el vecino,
el compañero de trabajo y al desconocido que transita por las calles. Todos
somos sospechosos y ello erosiona los lazos de la cohesión social, virtualiza
las relaciones y entroniza el individualismo. Instalado el miedo como sensación
a flor de piel y la desconfianza como actitud cotidiana, la bioseguridad
se erige como la nueva narrativa dotada de significaciones que posicionan a la
muerte en el horizonte. Nada es más efectivo que explotar la vena de la
inestabilidad, vulnerabilidad y fragilidad humanas en aras de construir el
poder y los mecanismos de control sobre los cuerpos y la mente»[127].
Una década después de G.
Kessler, R. Aronskind, sostiene que la
derecha va «camino de una irracionalidad creciente», que dentro del
imperialismo yanqui cunde la alarma y con ella la opción más reaccionaria, que
la prensa distorsiona la realidad, porque frente al peligro de los atracadores en
la calle, como hacía una década, ahora está el peligro mortal del Covid-19 y de su irracionalismo. ¿Cómo
impedir el auge del irracionalismo? Según el autor, recurriendo al Estado: « De
quien sí cabe esperar el esfuerzo de romper con los comportamientos
irracionales, antisociales, es del Estado, acompañado por las organizaciones
sociales y políticas que comprendan su rol en este momento histórico. En la
pandemia, y en la pos-pandemia, lo mejor que nos puede pasar es que el Estado
descubra que es capaz de “plantarse” frente a los intereses facciosos, y
movilizar el respaldo de la gran mayoría para defender lo público, lo
colectivo, el interés general.»[128].
Nuestra pregunta es:
¿puede el Estado actual «“plantarse” frente a los intereses facciosos, y
movilizar el respaldo de la gran mayoría para defender lo público, lo
colectivo, el interés general», sin enfrentarse a muerte al imperialismo y a la
burguesía “propia”? ¿Puede nacionalizar la industria farmacéutica bajo control
obrero sin enfrentarse a los grandes capitales[129] que la poseen en
propiedad privada? ¿Puede hacerlo sin asestar un duro golpe a la poderosa trama
de intereses de toda índole que ahora se enriquecen con la pandemia[130], y que lo seguirán
haciendo cuando acabe? ¿Puede expropiar a gigantescas corporaciones como
Amazon, Novacyt y tantas otras sin chocar con la propiedad capitalista
mundial concentrada en menos de treinta
personas[131],
que con la ayuda los Estados llevan años enriqueciéndose con la
mercantilización de la salud?[132]
La respuesta es que,
además de tener el apoyo de la gran mayoría, debe tener una voluntad decidida
para afrontar todos los ataques del imperialismo sanitario que estará apoyado
por el imperialismo en su totalidad. Sin esta radical decisión política de
luchar por su soberanía sanitaria y de movilizar permanentemente a la gran
mayoría en esa lucha, fracasará. La
experiencia histórica enseña que solo así
puede lograrlo: un ejemplo de ello es, además de Cuba, Venezuela, que
resiste un salvaje ataque contra su
salud[133]
y su economía que, hasta mayo de 2019, le había causado más de 40.000 muertes[134]. El Covid-19 eleva esta
lección a un nivel superior porque ahora más que nunca antes, la crisis actual
es una «crisis de racionalidad»:
«Si
todo entra en crisis es porque la crisis ha constituido al sujeto en objeto de
la crisis. El sujeto renuncia a su condición de sujeto y transfiere al fenómeno
su propia voluntad; entonces se produce la incertidumbre y la crisis ya no se
la enfrenta, sólo se la padece. Porque comprender y entender la crisis
sería ya, de algún modo, más que enfrentarla, superarla; pero esto
presupone un conocimiento que debiera estar a la altura de la crisis y dé razón
de la crisis.»[135].
Toda crisis de
racionalidad se malvive, se padece, en su límite objetivo histórico. El límite
subjetivo de la crisis de racionalidad solo puede superarse mediante la ruptura
de la objetividad histórica, mediante la revolución. El miedo y el conjunto de
irracionalismos que estamos viendo, tienen también la función de reforzar la
obediencia para impedir que la subjetividad se emancipe y supere el límite de
la objetividad. Son muchas las investigaciones que profundizan en las
relaciones entre el Covid-19 y los efectos paralizantes que tiene el miedo[136], empleado por gobiernos
criminales para intentar derrotar luchas populares, como explica M. Constanzo.
Recordemos que el vacío
existencial, la depresión, el estrés, la ansiedad y otros problemas
psicológicos, también refuerzan la dominación capitalista[137]. Todo indica, por tanto,
que puede generarse una situación de irrealidad que se expresa así: «Cuando se
acabe la crisis del Covid-19 (o como se llame) y respiremos aliviados, la
crisis capitalista nos parecerá mucho más llevadera»[138]. La sinrazón sólo puede
ser vencida por un movimiento de masas,
por la lucha de clases, que reinstaure la razón explicando y demostrando en la
práctica que, por ejemplo, la fantasía del «buen capitalismo» queda destrozada
cuando la Factoría Disney deja de pagar el salario a 100.000 trabajadores[139], Nissan va a hacer lo
mismo con otros 20.000 y Renault podría desaparecer[140] si no es salvada por el
Estado francés.
No resulta fácil superar
ilusiones en contextos de «normalidad social» porque lo aparente oculta lo
real, y la apariencia es la ficción democrática, el fetichismo parlamentario. Pero
el presente no es «normal». Hace muy poco hemos sabido que Trump ha reiniciado
su ataque a la misma base de la democracia burguesa intentando restringir las
posibilidades de las clases trabajadoras para votar[141], tendencia represiva
hacia formas de dictadura más acentuada en los EEUU pero que, con otras
tácticas no tan directas, laten o se activan en muchas «democracias
consolidadas». Estas y otras propuestas
buscan ampliar el sistema represivo para, en su momento, aplastar el movimiento de masas a favor de la razón,
el conocimiento y la libertad, mediante la activación de las reservas de
irracionalidad.
Mientras Patxi Ruíz,
paradigma de la racionalidad, está a punto de ser asesinado por el orden
irracional aplicado ahora por el PSOE, identificable por su historia de
represión[142],
y por UP, identificable por su sumisión[143] al poder, mientras esto
sucede, ¿Cuánto podemos esperar ya que el tiempo de acaba[144] mientras avanza la
sinrazón y la crisis? Las soluciones dadas por el reformismo abertzale a la
situación de Patxi Ruiz, que se encamina del drama a la tragedia, se centran en
el posibilismo de la utilización del marco legal español[145].
Una alternativa contraria
la tenemos, salvando las distancias, en la propuesta de la izquierda argentina
ante la exigencia del imperialismo de que el Gobierno pague la inmensa deuda
contraída por la burguesía, que no ha beneficiado al pueblo, sino que lo ha
encadenado más. Frente al reformismo que propone negociar las posibles formas
de pago, la izquierda propone: «Hay que salir del imaginario de lo posible»[146]. Propuesta idéntica a
esta otra:
«Y
no tenemos tiempo que perder. La pandemia pasará, todas las pandemias pasan.
Pero el cambio climático, cuyas consecuencias serán infinitamente más graves,
no podrá ser detenido sin abolir un sistema social depredador que se encuentra
ya ante sus propios límites civilizatorios: no puede continuar desarrollándose
bajo sus propias premisas. O mejor dicho: sólo puede hacerlo sumergiendo a la
inmensa mayoría de la humanidad en una barbarie jamás vista. Quizá, quizá, lo
más sensato sea procurar convertir esta guerra planetaria contra el COVID-19 en
una guerra no menos planetaria contra la burguesía y el capitalismo. Lo
primero, lo urgente, es abandonar toda expectativa posibilista, toda ensoñación
reformista. Por difícil e improbable que parezca, hay que romper toda atadura
política y subjetiva con el orden del capital. Sólo así se podrá imaginar un
orden nuevo, que nos salve del desastre.»[147].
6.- VEINTE PROPUESTAS A DEBATE:
Una de las grandes
incoherencias de la izquierda mecanicista y sobre todo del reformismo es
subvalorar o despreciar los nudos irracionales que atan al pueblo trabajador a
la burguesía, nudos que, en contra de toda evidencia, refuerzan su dependencia política.
El proletariado es encadenado mentalmente a la burguesía con el fetichismo de
la mercancía, que se presenta de muchas formas para aumentar su efectividad
sobre todo en la ensoñación reformista, en la fantasía parlamentarista y el
posibilismo electoral, expresiones todas ellas del fetiche de la democracia
burguesa.
Por esto, en la medida
en que el virus del reformismo va pudriendo internamente un movimiento
revolucionario, en esa medida se descompone, su ratio se transubstancia en irratio,
en creencia irracional en milagros y fantasías imposibles dentro de la dictadura
del capital. ¿Cómo revertir en la medida de lo posible esta involución?
Proponemos a debate esta veintena de puntos.
1)
La primera cuestión a resolver es la del método de estudio de las
contradicciones: materialista o idealista, dialéctico o metafísico. No es una
«paja intelectual» sino una exigencia ineludible de la praxis. El materialismo
sostiene que los procesos, también los espirituales, nacen, existen y mueren
por causas inmanentes, internas a la concatenación universal que las enlaza
como totalidad. El Covid-19 y el capital, con sus diferencias, surgen sin
embargo de las contradicciones internas socionaturales, no son creadas por
dioses malvados y vengativos, que trascienden a la humanidad. La inmanencia de
la materia explica por qué ésta es objetiva, cognoscible y transformable sólo
desde su interior, nunca desde espíritus. La dialéctica sostiene que todo cambia, nada
permanece, todo está interrelacionado, la lucha de contrarios es la vida y la muerte
de los procesos, y la desencadenante de la aparición de lo nuevo. Pero la
dialéctica no es un manual con fórmulas, sino que sólo se descubre en la
inmanencia de los procesos. Materialismo y dialéctica tienen una unidad interna
que explica que todo lo que existe debe perecer. El reformismo es por ello
mismo incompatible con esta unidad dialéctico-materialista.
2)
La crisis de «capivirus» de inicios de 2020 ha integrado en sus formas y en
su novedad histórico-genética los
fundamentos de la crisis del capital en su identidad de contrarios
genético-estructural. Recordemos que, según la dialéctica, lo causal es menos
importante que lo fundamental. Pero lo causal, por serlo y por responder a lo
posible, también expresa el antagonismo interno a lo fundamental. El Covid-19
es la causa de la crisis del «capivirus», pero podían haber sido otros virus, o
un avatar inesperado como una cadena de erupciones volcánicas o el choque
devastador de un asteroide, o… Pero era más posible que fuera el Covid-19 o
alguna otra epidemia grave porque los fundamentos del capitalismo habían creado
las condiciones objetivas para que se materializara la posibilidad del
Covid-19, posibilidad que, en silencio, se transformó en probabilidad, como se
venía advirtiendo desde colectivos que aplicaban la razón a la dialéctica de la
naturaleza.
3)
Es así que, en el tránsito de lo posible a lo real, pasando por lo probable,
tenemos la actual crisis. Así comprendemos mejor la concatenación de
contradicciones del sistema socionatural bajo la presión del capitalismo senil,
del coronavirus y de la incapacidad de la burguesía occidental: acumulación
cuantitativa de procesos diferentes, opuestos y contrarios que, de repente,
estalla en la aparición de algo nuevo: «capivirus». Todas las crisis sistémicas
del capital son idénticas en su universalidad, diferentes en sus
particularidades y únicas en sus singularidades. Pero de la misma forma en que
la crisis de 1873 creó las condiciones para la lucha a muerte entre el
imperialismo y el antiimperialismo; la de 1929 creó la de la lucha a muerte
entre el fascismo y el socialismo; la de finales de 2019, espoleada por las de
1968 – 73 y la de 2007, ha confirmado el antagonismo entre el capital y la vida,
elevándolo a un nivel más destructivo porque la «venganza de la naturaleza» es
ya incuestionable. La pandemia político-económica del capital desde el siglo
XVII, como Moloch irracional, con su tenaz lucha de clases interna, ha llegado
en el presente a este nivel histórico-genético:
4)
Desproporción creciente entre las fuerzas productivas y la reducida capacidad
del consumo. Incapacidad del capital para iniciar una larga y significativa
fase tendencial de aumento de la tasa media de ganancia, a pesar de toda la
propaganda sobre la actual «revolución industrial» que, según auguran, se
introducirá para superar la catástrofe del coronavirus, como teletrabajo, inteligencia
artificial, nano y biotecnología, robótica, etc., aplicados a todas las ramas
económicas. Lo que agudizará la contradicción entre superproducción y
subconsumo en un mundo más empobrecido cada día. Además, se incrementan los
sobrecostos causados por los desastres socioecológicos, el calentamiento
climático, el agotamiento de los recursos, el despilfarro irracional, y la ruptura
del metabolismo social, la brecha metabólica que facilita el incremento de enfermedades,
epidemias, pandemias…
5)
Por un lado, concentración y centralización de la propiedad del capital en una
parte ínfima de la población; por el otro lado, proletarización generalizada. Reducción de la fuerza de trabajo cualificada
frente al incremento incontenible de la precarizada, descualificada,
autoexplotada, analfabeta funcional. Feminización de la fuerza de trabajo,
esclavismo contemporáneo, subempleo, pluriempleo intermitente, desempleo
estructural, depauperación relativa y absoluta, deterioro psicosomático por la
sobreexplotación y tendencia fuerte al alza de reacciones irracionales.
6) Sobreabundancia
de capital que no se invierte tanto en la producción de bienes de producción, como
sí lo hace sobre todo en servicios, mercados financiero-especulativos y de alto
riesgo, producción de bienes de destrucción, consumo suntuario, economía
sumergida e ilegal… Imparable aumento
estratosférico de la deuda global mundial y del capital ficticio sin soporte de
valor material. Empleo de la deuda como medio de encadenamiento, explotación y
opresión.
7) Militarización
y politización de la tecnociencia como parte del capital constante fijo;
mercantilización de la Universidad convertida en industria subsidiaria de la
tecnociencia, de las grandes corporaciones y de los Estados que la controlan
férreamente por medio de subvenciones,
convenios y contratos públicos o
secretos cuando están relacionados con la industria militar y represiva.
Tendencia al alza de la conversión de las Universidades en empresas
imperialistas que penetran en países empobrecidos, compran tierras e
intensifican la colonización y guerra culturales. Incremento del fraude, copia
y robo científico debido a las exigencias de la competitividad mercantil en la
tecnociencia; exclusión de la ciencia-crítica
porque no es rentable, explotación de las y los trabajadores en la
tecnociencia.
8) Ataque a los
derechos y libertades concretas de la humanidad explotada, militarización
intensiva con el apoyo de ejércitos terroristas privados con sus propias
cárceles y leyes fácticas, reforzamiento de las burocracias invisibles –«Estado profundo», «poder en la sombra»,
«cloacas»– inaccesibles al cada vez más débil y corrupto control parlamentario y pudrimiento de éste
por las redes lobistas y las puertas giratorias. Mejora de la centralización estatal
del terror duro y del buen terror, del neofascismo y de los irracionalismos que
se diversificarán para intentar
controlarlo todo.
9) Amplia
impunidad de las grandes corporaciones y conglomerados para imponer sus planes
a los Estados débiles y para burlar los acuerdos, convenios e instituciones
internacionales en su carrera hacia la total mercantilización de la vida,
apoyados por sus Estados-cuna, con el objeto de adecuar la Lex Mercatoria al capitalismo. Incumplimiento descarado y cínico de
acuerdos internacionales firmados por el imperialismo, para hacer frente al
ascenso de subimperialismos y de potencias regionales, y sobre todo para
derrotar la tendencia al alza de la lucha de clases en los antagonismos que
enfrentan al capital y a la naturaleza, a la reproducción de la vida.
10) Agravamiento
de la contradicción expansivo-constrictiva inherente a la definición simple de
capital que, en las condiciones actuales, se plasma en la tendencia a reforzar
el proteccionismo de los Estados para navegar en el maremoto del «copivirus»,
defendiéndose de la competencia desatada, de la ley de la perecuación a escala
mundial, de la mundialización de las cadenas de valor, etc. En este contexto,
la definición simple de capital explica las alianzas regionales entre
burguesías fuertes y débiles para crear Estados más amplios que les protejan
frente a otras alianzas regionales más poderosas. El proteccionismo al alza
integra así los intereses de la potencia dominante en primer lugar; en segundo lugar los de las burguesías
estatales más débiles; y en tercer lugar los de las burguesías que han
renunciado a su Estado independiente
aliándose con el Estado que oprime a su pueblo, reprimiendo su derecho a la
independencia.
11) Negativa
feroz del imperialismo a las propuestas de reformar los organismos
internacionales que plantean otros Estados y pueblos, y que afectan al FMI, BM,
OMC, ONU, etc.; intentos de control absoluto de la OPEP; presiones de toda
índole para controlar o hundir la OMS, la Oficina de los DD.HH., UNICEF, FAO, UNESCO y todas
aquellas instituciones u organismos que puedan
obstaculizar de algún modo los objetivos y la estrategia imperialista,
pretendiendo extender a todo el mundo la especial crueldad yanqui contra
Nuestramérica para aplastar el proyecto de la Patria Grande, su vertebración
endógena y de hermandad internacional. En este punto debemos incluir el éxito
del imperialismo en derrotar los llamados «procesos de negoción» entre los movimientos revolucionarios y los Estados opresores.
12) Conflictos estos
en aumento que expresan parte de las crecientes tensiones en la compleja pugna por una nueva
jerarquía mundial en medio de bloqueos y embargos económicos, injerencias
múltiples, provocación de conflictos y guerras regionales por el
imperialismo. Empleo creciente de la sed,
hambre, enfermedad, incultura, miedo, racismo e irracionalismos como armas biológicas de
exterminio de fuerza de trabajo explotable y «sobrante». Alarmante reducción del umbral temporal de
prevención y solución de súbitas crisis prebélicas por accidentes azarosos, por
espionaje, por colisión fortuita o provocada de intereses en zonas geoestratégicas, y por el
expansionismo militar dirigido por Trump que pueden acabar en hecatombe si no se
desactivan rápidamente.
13) El Covid-19 lo
ha exacerbado todo, en especial el
choque entre la razón y la sinrazón. Desde la agroindustria hasta la
credibilidad de los Estados; desde las mafias sanitarias hasta la incompetencia
burguesa; desde el recorte de libertades y la prepotencia represiva hasta el
egoísmo de la burocracia cristiana; desde las triquiñuelas de grandes empresas
y bancos enriqueciéndose acosta de las masas obreras en la cuarentena y de las
inmensas ayudas estatales, hasta la fulgurante reorganización de narcos,
proxenetas, ladrones, timadores; desde la masiva mentira planificada de la
extrema derecha y el neofascismo, con miles de cuentas en la red para
manipular, engañar y amedrentar, hasta el envalentonamiento de las zonas
residenciales que se han lanzado a aplaudir en la calle a Franco y a Hitler;
desde las voces a favor de la eugenesia hasta la quema de trigales en Siria por
los yanquis para que el pueblo hambriento abandone sus tierras…
14) El
reforzamiento del imperialismo franco-español, que corresponde a la fase actual
de la contradicción de la definición simple de capital antes vista, indica que
no estamos ante una medida pasajera, coyuntural. Es una necesidad básica para recuperar el
poder económico-político cara a la represión interna de las luchas que surgirán
en protesta a las salvajes medidas de ajuste salarial directo, diferido en
forma de jubilaciones y pensiones, e
indirecto, el de los débiles servicios públicos, sociales y asistenciales. Sin
ellas el capital francés, y el español sobre todo no podrá pagar su deuda,
apenas recibirá más préstamos, no podrá modernizar un poco la industria para
aumentar la productividad del trabajo y con ella la competitividad, no tendrá
apenas recursos para la intensa militarización que viene, no podrá apoyar
masivamente a las grandes empresas del subimperialismo hispano, tal vez tenga
muy ligeros problemillas con las burguesías vasca y catalana y en menos medida
con las otras autonomías, etc…Es decir:
es una necesidad imperiosa.
15) La
dominación franco-española va unida al rebrote de diversos irracionalismos.
Citamos algunos: el fetichismo de la «gran nación» francesa o española en
sectores de la población vasca del norte y del sur, con sus variantes políticas
específicas, que, en su unidad, reprime la mínima posibilidad de satisfacer las
«necesidades radicales» tal cual se
presentan en Euskal Herria; el fetichismo de la nación vasca abstracta e
interclasista reducida mayoritariamente a «Euzkadi», en vez de la nación
trabajadora concreta, nucleada por el proletariado que vertebra a toda Euskal
Herria. El fetichismo de la cultura vasca mercantilizada y «neutral»,
masivamente en francés y español, con dependencia estructural de la industria
cultural yanqui, que ha cooptado política, egoísta o asalariadamente a casi
toda la casta académica y cultural. El
fetichismo de la «paz», la «democracia» y la «normalidad social» en un orden
mundial amansado por la «gobernanza» europea e internacional… Hay otras
expresiones fetichistas más irracionales: el machismo, el racismo y fascismo,
la religión y sobre todo el mito de la «mano invisible del mercado»
16) Esta
«reserva de irracionalidad» se moviliza respondiendo a dos impulsos: uno
consciente, el de la burguesía y sus aparatos de alienación; el otro, la
autonomía relativa del propio submundo irracional que opera por sí mismo bajo
la presión de las condiciones subjetivas y objetivas. La burguesía sabe cómo
azuzar y dirigir hacia objetivos concretos esa relativa autonomía de lo irracional,
por ejemplo, la bazofia reaccionaria planificada desde los ’90 siguiendo el
Plan ZEN de 1983, con programas televisivos, películas, «informativos», etc.,
más el papel de la Iglesia, la intervención de la «sociedad civil», de la
«democracia sindical», del lazo azul, etc., todo ello bien reforzado por las
represiones múltiples y por la desestructuración del proletariado a
consecuencia del neoliberalismo. Ahora, aunque la pandemia baje en letalidad e
incluso sea vencida, su impacto emocional profundo unido al empeoramiento de
las condiciones sociopolíticas y democráticas, ofrece al capital nuevos
espacios de manipulación, sobre todo los que se refieren al reforzamiento del
centralismo estatal, al nacionalismo más fascista, al miedo a la libertad y a
la necesidad del Amo protector, etc.
17) La izquierda
abertzale debe comenzar la lucha contra la sinrazón. Las lecciones acumuladas
por la praxis revolucionaria desde, al menos, la mitad del siglo XIX en lo que
concierne a la lucha contra el irracionalismo genérico capitalista, indican
sobre todo cinco vías de una misma estrategia: Una, la verdad derrota a la
sinrazón siempre que surja de y vuelva a la praxis, enriquecida por la lucha. Dos,
la movilización de masas, la fuerza popular y obrera en la calle, es la única
garantía además del requisito previo a cualquier presentación de una
alternativa general: un avance práctico vale más que cien programas. Tres, el
objetivo de Estado Socialista Vasco ha de vertebrar la muy enriquecedora
diversidad de luchas contra todas las opresiones: nunca ha de intentar
suplantarlas. Cuatro, la «revolución de la cotidianeidad» es parte sustantiva
de la revolución en su conjunto, porque es en la subjetividad fetichizada y en
la falsa «intimidad» de lo personal en donde la sinrazón tiene su más fuerte
anclaje reproductor: es cierta la frase «lo personal es político» pero en un sentido
y en su contrario. Cinco, la libertad/derecho proletario y la libertad/derecho burgués
son inconciliables: el antagonismo entre razón y sinrazón debe sentirse, verse,
olerse, palparse, debe llegar al fondo de la obediencia y del miedo para
elevarse a la conciencia revolucionaria.
18) Es necesaria
una perspectiva histórica que oriente estos aspectos mucho más allá del
objetivo del Estado Socialista, porque éste sólo es un paso para avanzar de
forma segura a una sociedad humana, la comunista. La perspectiva histórica ha
de estar presente siquiera en su ideario básico en todas las reivindicaciones,
enseñando que ninguna de ellas está segura dentro del capitalismo. Por ejemplo,
cualquier lucha por la mejora de la salud no ha plantearse sólo desde y para la
obtención de una salud pública, estatal, gratuita, objetivos que empiezan por
la lucha por el control inmediato por consejos de trabajadores conectados con
las necesidades sociales y la autoorganización obrera y popular, etc.; todo
esto es necesario. Pero también lo es plantear la estatalización de la
farmaindustria para la soberanía sanitaria dentro un internacionalismo vital;
sobre todo, popularidad otro concepto de salud humana no constreñida por las
limitaciones capitalistas, no supeditada al valor de cambio, sino, además de
desmercantilizada, sobre todo centrada en la concepción comunista de la especie
humana, no aplastada por la ley del valor ni por el trabajo abstracto. Esta
perspectiva ha cohesionar todas y cada una de las reivindicaciones porque es la
única manera de vencer a la sinrazón en la vida diaria.
19) A la vez,
luchar por la recuperación bajo control obrero de la sanidad privada, o de toda
industria decisiva y necesaria para el bienestar popular en la actual crisis
capitalista salvaje, requiere de una creciente movilización de masas que
temprano o tarde chocará con la burguesía por la simple razón de que busca
expropiarla de su capital y su Estado, para destruirlos. Sin debatir abiertamente
y mejorar esta necesidad con el pueblo trabajador, es imposible, primero,
debilitar a la sinrazón y fortalecer la razón. Segundo, mostrar a las múltiples
reivindicaciones en luchas concretas que debajo de sus particularidades y
singularidades hay una contradicción objetiva que lo determina todo: la
plusvalía. Tercero, integrar a sectores de la pequeña burguesía para que se
sumen a la lucha popular, e intimidar y asustar a sus sectores reaccionarios y
a la burguesía en su conjunto, paralizándolos e impidiendo que contraataquen.
Cuarto, crear la fuerza popular que, si lo decide así, lleve al parlamento el
creciente movimiento de masas en la calle, haciendo del parlamento un
campo de batalla táctico supeditado a la guerra social que se libra sobre todo
en el exterior. Quinto, crear la red de organizaciones de vanguardia, de
sindicatos sociopolíticos, de movimientos populares, de asociaciones y grupos
sociopolíticos que luchen en todas las reivindicaciones, capaz de resistir sin
graves daños en su capacidad la inevitable escala represiva que se
producirá. Y sexto, avanzar en la coordinación del internacionalismo
proletario.
Y 20) Son varías
las tareas inmediatas que debiera realizar esta necesaria red de confluencia de
los colectivos que forman la actual izquierda abertzale, siendo las más
urgentes en esta fase: una, superar los sectarismos y personalismos confluyendo
en las movilizaciones diarias; dos, estudiar crítica y constructivamente todas
las propuestas, alternativas y reivindicaciones de los colectivos en lucha para
elaborar un programa estratégico, otro de transición y otro táctico; y tres,
divulgarlo masiva y pedagógicamente.
IÑAKI GIL DE SAN VICENTE
EUSKAL
HERRIA 25 de mayo de 2029
[1] Carlos Aznárez: S.O.S. por Patxi
Ruíz, preso político vasco en lucha por sus derechos. 16 de mayo de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/05/16/s‑o-s-por-patxi-ruiz-preso-politico-vasco-en-lucha-por-sus-derechos/
[2] Véase: El Covid-19 y la cuestión del poder. 26 de marzo de
2020. Disponible en la red.
[3] Véase: De las subcrisis al Covid-19: 1987,1991, 1994, 1996, 2001,
2007… (1 de 2) Doce apuntes sobre marxismo (XI de XII). 13 de abril de
2020. Disponible en la red.
[4] BGD: Mezcla explosiva de miseria, represión y fascismo. 25 de
mayo de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/05/25/mezcla-explosiva-de-miseria-represion-y-fascismo/
[5] Lisímaco Velasco: Nadie estaba
preparado. 2 de mayo de 2020 https://diario-octubre.com/2020/05/02/nadie-estaba-preparado/
[6] Oriol Güell: Los guardianes de la salud europea subestimaron el
peligro del virus. 13 de mayo de 2020 https://elpais.com/sociedad/2020 – 05-18/los-guardianes-de-la-salud-europea-subestimaron-el-peligro-del-virus.html
[7] R. Rejón, A. Gil: Las farmacéuticas rechazaron investigar en
prevención de pandemias como la Covid-19 en la entidad mixta de medicamentos de
la UE. 25 de mayo de 2020 https://www.eldiario.es/sociedad/farmaceuticas-rechazaron-COVID-19-medicamentos-UE_0_1029947343.html
[8] Stella Calloni: Un imperio en
decadencia. Terrorismo residual y fundamentalismo bárbaro. 30 de abril de
2020 https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/04/30/pensamiento-critico-un-imperio-en-decadencia-terrorismo-residual-y-fundamentalismo-barbaro/
[9] Renán Vega Cantor: Coronavirus y
filantropicapitalismo. 20 de mayo de 2020 https://rebelion.org/autor/renan-vega-cantor/
[10] Thomas Piketty: Esta crisis económica global torna aún más
relevante un plan de alivio de la deuda. 10 de mayo de 2020 https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/thomas-piketty-esta-crisis-economica-global-torna-aun-mas-relevante-un-plan-de-alivio-de-la-deuda-nid2363524
[11] Andoni Baserrigorri: Nadie, ninguna organización, puede negar el
derecho a crear algo nuevo. 18 de diciembre de 2018 https://www.boltxe.eus/2018/12/18/inaki-gil-de-san-vicente-nadie-ninguna-organizacion-puede-negar-el-derecho-a-crear-algo-nuevo/
[12] Marat: El fascismo amenaza la vida para recuperar el beneficio del
capital. La única respuesta posible es de clase. 24 de mayo de 2020 https://diario-octubre.com/2020/05/24/el-fascismo-amenaza-la-vida-para-recuperar-el-beneficio-del-capital-la-unica-respuesta-posible-es-de-clase/
[13] Daniel Bernabé: La trampa de la diversidad. Akal, Madrid 2018,
p. 177.
[14] Véase del autor: Cinco lecciones básicas de las movilizaciones
antifascistas. 16 de abril de 2019 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/cinco-lecciones-basicas-de-las
[15] M. de la Fuente, Ll. Rodríguez Algans, J. Bernal Zubiri: El cierre
temporal de la producción en época de pandemia. 6 de abril de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/04/06/el-cierre-temporal-de-la-produccion-en-epoca-de-pandemia/
[16] Danilo Albín: ¿Hay más permisividad policial por el estado de
alarma en los barrios ricos? El secreto que todos evitan revelar. 24 de
mayo de 2020 https://www.publico.es/sociedad/hay-permisividad-policial-alarma-barrios-ricos-secreto-evitan-revelar.html
[17] Andre Damon: Encubrimiento de la pandemia en EEUU culpable por
decenas de miles de muertos. 23 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/23/pers-m23.html
[18] Anselm Jappe: Las aventuras de la mercancía. Pepitas de
Calabaza. La Rioja,2016, p. 229.
[19] Iker Casanova: ETA 1958 – 2008. Medio siglo de historia. Txalaparta,
Lizarra, 2007 p. 258.
[20] T. Eagleton: Por qué Marx tenía razón. Península. Barcelona
2011, p. 141.
[21] T. Eagleton: Ídem, p. 126.
[22]
K. Marx: El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte. Progreso. Moscú 1978, T.
I, p. 408
[23] Marx, Ídem, p. 405.
[24] Marx, Ídem, p. 416.
[25] Marx, Ídem, pp. 433 – 434.
[26] Marx, Ídem, p. 443.
[27] Marx: Crítica de la filosofía
del Estado de Hegel. OME. Grijalbo. Barcelona 1978. Tomo 5. Pp,
58 – 59
[28] Marx:
El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte. Progreso.
Moscú 1978, T. I, p. 453.
[29] Marx: Ídem, p. 464.
[30] TeleSur: Más de 100 intoxicados
en EEUU tras palabras de Trump. 25 de abril de 2020 https://www.telesurtv.net/news/estados-unidos-servicios-emergencia-personas-intoxicadas-donald-trump-coronavirus-20200425 – 0010.html
[31] EFE: Hombres armados en una
protesta conservadora contra las medidas de confinamiento en EEUU. 21 de
abril de 2020 https://www.eldiario.es/internacional/Hombres-protestas-conservadoras-confinamiento-Unidos_0_1019098667.html
[32] Marx:
El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte. Progreso.
Moscú 1978, T. I, p. 480.
[33] Marx: Ídem, pp, 495 y ss.
[34] Hugues Portelli: Gramsci y la
cuestión religiosa. Laia, Barcelona, 1977, pp. 130 y ss.
[35] Gramsci: «La Acción católica». Ágora.
Salamanca 1975, pp. 545 – 546.
[36] W.
Reich: Psicología de masas del fascismo.
Ayuso. Madrid 1972, p. 32.
[37] W, Reich: Materialismo dialéctico y psicoanálisis. Siglo XXI.
Madrid 1974, p. 169.
[38] Rafael Poch de Feliu: Fritz
Bauer. 5 de marzo de 2020 https://rafaelpoch.com/2020/03/02/fritz-bauer/
[39] Daniele Ganser: Los ejércitos
secretos de la OTAN. El Viejo Topo. Barcelona, 2010, pp. 335 – 340.
[40] Lukács:
El asalto a la razón. Grijalbo,
Barcelona 1976, p. 27.
[41] Lukács,
Ídem, pp. 27 – 28.
[42] Lukács,
Ídem, p. 79.
[43] Lukács,
Ídem, pp. 79 – 81.
[44] Lukács,
Ídem, p. 83.
[45] Lukács, Ídem, p. 87.
[46] Lukács,
Ídem, pp. 571 – 580.
[47] Lukács,
Ídem, p. 89.
[48] Lukács,
Ídem, pp. 491 y ss.
[49] Lukács, Ídem, p. 515.
[50] Lukács,
Ídem, p. 517.
[51] Lukács,
Ítem, p. 518.
[52] Lukács,
Ídem, p. 610.
[53] Christoph Vandreier: Ideólogos
derechistas de Alemania exigen el sacrificio de vidas humanas en la pandemia
del coronavirus. 12 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/12/rech-m12.html
[54] Benjamín Mateus: El capitalismo
contra la ciencia: las lecciones del frenesí de 36 horas sobre la vacuna
Moderna. 21 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/21/rech-m21.html
[55] Lukács,
Ídem, p. 620.
[56] Lukács, Ídem, p. 628.
[57] Lukács,
Ídem, p. 681.
[58] Lukács,
Ídem, p. 690.
[59] Ángela Davis: «Hitzartzea», Kartzela
Kalera! Emakumea eta kartzela, IPES, 5 de febrero de 2016, Bilbo, pp.
87 – 115.
[60] Lyuba Vinogradova: Las brujas de
la noche. Pasado & Presente, Barcelona 2016, p. 135.
[61] Clément Dechamps: “Dejar de
fregar y tomar las armas”: la huelga de las kellys del hotel Ibis Batignolles
de París. 10 de mayo de 2020 https://www.izquierdadiario.es/Dejar-de-fregar-y-tomar-las-armas-la-huelga-de-las-kellys-del-hotel-Ibis-Batignolles-de-Paris
[62] Michele Mattelart: «El golpe de Estado en femenino o cuando las
mujeres de la burguesía salen a la calle». Frentes
culturales y movilización de masas. Anagrama. Barcelona 1977, pp. 183 – 213.
[63] Ana Otasëvic: Mercenarios de la
lucha no violenta. 3 de febrero de 2020 www.redangostura.org.ve/?p:3415
[64] Henri Lefrèbvre: Cibernántropo. Gedisa,
Barcelona 1980. Pp. 113 – 114.
[65] Henri Lefrèbvre: Cibernántropo. Gedisa,
Barcelona 1980. Pp. 165 – 166.
[66] Redacción: ¿Quiénes son los
gigantes farmacéuticos en la carrera por encontrar la vacuna? 18 de abril
de 2020 https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/04/17/mercados/1587134136_328161.html
[67] Vicente Clavero: Industria
farmacéutica: un negocio de más de un billón de dólares que engorda gracias al
coronavirus. 14 de abril de 2020 https://www.publico.es/economia/industria-farmaceutica-negocio-billon-dolares-engorda-gracias-coronavirus.html
[68] William Bruno: Cuando una firma
de la big pharma utiliza una pandemia… con fines financieros. 21 de mayo de
2010 https://vientosur.info/spip.php?article15984
[69] Alfredo Serrano: El coronavirus
abrió la era de la imprecisión y de la incertidumbre. 15 de abril de 2020 https://www.pagina12.com.ar/259391-el-coronavirus-abrio-la-era-de-la-imprecision-y-la-incertidu
[70] María José Fariñas Dulce: La amenaza tecnototalitaria. 23 de
mayo de 2020 https://blogs.publico.es/dominiopublico/33064/la-amenaza-tecnototalitaria/
[71] Peter Brückner: «Sobre la patología de la obediencia». Psicología Política. Barral, Barcelona
1971, p. 169.
[72] Peter Brückner. Ídem, p. 169.
[73] Max Horkheimer: «Investigaciones psico-sociales sobre el problema del
autoritarismo, el nacionalismo y el antisemitismo». Psicología Política. Barral, Barcelona 1971, p. 215.
[74] Th. W. Adorno: Ensayos sobre la propaganda fascista. Voces y Culturas, Barcelona, 2003, PP, 46 – 47.
[75] Th. W. Adorno: Ídem, p. 58.
[76] Norbert Lechner: «Represión sexual y manipulación social». Sexualidad y autoritarismo. El Cid Editor.
Chile, 1976. P. 63.
[77] Marco Tobón: Patogénesis de la
violencia fascista. 16 de enero de 2020 https://rebelion.org/patogenesis-de-la-violencia-fascista/
[78] Daniel Sibony: «De la
indiferencia en materia de política». Locura
y sociedad segregativa. Anagrama.
Barcelona 1976. P. 108.
[79] G. Jervis: Manual
crítico de psiquiatría. Anagrama. Barcelona 1977 pp. 89 y 207.
[80] G. Jervis: Ídem. Pp. 216 y ss
[81] Néstor Kohan: Nuestro Marx.
Misión Conciencia. Caracas, 2011, pp. 51 – 70.
[82] Alex Callinicos: Contra el
postmodernismo. Un manifiesto anticapitalista. Socialismo y Libertad,
Chile, Pp. 179 y ss el
sudamericano
[83] Alan Sokal y Jean Bricmont: Imposturas
intelectuales. Paidós, Barcelona 1999, pp. 63 – 112.
[84] Anselm Jappe: «Las sutilezas metafísicas de la mercancía» El
absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Pepitas de Calabaza. La
Rioja, 2014, pp. 71 – 72.
[85] Gordana Jovanovic: Psicoanálisis, marxismo, una vez más. Universidad
de Belgrado 2016 file:///C:/Users/ERABIL~1/AppData/Local/Temp/Dialnet-PsicoanalisisMarxismo-5895423.pdf
[86] Anselm Jappe: Ídem, p. 77.
[87] Nicolás González Varela: Los
postmodernos escriben sobre Marx, Engels o Lenin sin conocerlos en profundidad.
16 de abril de 2017 https://elsudamericano.wordpress.com/2017/04/16/los-posmodernos-escriben-sobre-marx-engels-o-lenin-sin-conocerlos-en-profundidad/
[88] Facundo Aguirre: Internacional
Progresista: centro izquierdismo al rescate del capitalismo. 15 de mayo de
2020 https://www.lahaine.org/mundo.php/internacional-progresista-centroizquierdismo-al-rescate
[89] Francisco Erice: Foucault está
claramente sobrevalorado. 14 de mayo de 2020 https://www.sinpermiso.info/textos/foucault-esta-claramente-sobrevalorado-entrevista
[90] Susan Strange: Dinero loco. Paidós,
Barcelona 1999, pp. 13 y ss.
[91] Susan Strange: Ídem, pp. 97 – 117.
[92] C. Berzosa, P. Bustelo, J. de la Iglesia: Estructura económica mundial. Síntesis, Madrid 1996, p. 168.
[93] David Ladipo: El crecimiento del
complejo carcelario-industrial en Estados Unidos. New Left Review Nº 7, Madrid 2001, p. 76 y ss.
[94] Alessandro De Giorgi: Tolerancia
Cero. Estrategias y prácticas de la sociedad de control. . Virus. Barcelona
2005, pp. 129 y 144.
[95] Rafael Vidal Jiménez: Capitalismo (disciplinario) de redes y cultura (global) del miedo. Ediciones del Signo. Buenos
Aires 2005, pp. 117 – 118
[96] LAB: LAB Sindikatua, alerta del
aumento de suicidios, depresiones e infartos por la crisis. 23 de abril de 2010
https://www.boltxe.eus/2010/04/23/lab-sindikatua-alerta-del-aumento-de-suicidios-depresiones-e-infartos-por-la-crisis
[97] Javier Vallet Burguillos: La
nueva psicología de la sumisión. 1 de mayo de 2011, https://kaosenlared.net/la-nueva-psicolog-a-de-la-sumisi‑n/
[98] AA.VV.: Aumento de suicidios
como consecuencia de la crisis. 5 de noviembre de 2012 https://gara.naiz.eus/paperezkoa/20121195/370852/es/Aumento-suicidios.consecuencia-crisis
[99] Armando B. Ginés: Control
político y miedo capitalista. 29 de enero de 2014 https://www.boltxe.eus/2014/01/29/control-politico-y-miedo-capitalista-armando-b-gines/
[100] Blanca Blay: No tendremos salud
mental si la gente no tiene resueltos la vivienda o el trabajo. 12 de mayo
de 2016 https://www.eldiario.es/catalunya/sanitat/mental-sigue-resuelta-vivienda-trabajo_0_515149408.html
[101] MPR: La siniestralidad
silenciosa: la explotación de la fuerza de trabajo conduce a la muerte y a la
enfermedad. 5 de septiembre de 2019 https://diario-octubre.com/2019/09/05/la-siniestralidad-silenciosa-la-explotacion-de-la-fuerza-de-trabajo-conduce-a-la-muerte-y-la-enfermedad/
[102] Kate Randall: Los ricos en
Estados Unidos y Reino Unido viven casi diez años más saludables que los
pobres. 20 de enero de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/01/20/vida-j20.html
[103] Danilo Albin: La Conferencia
Episcopal instruye a las nuevas monjas contra la “radicalización del feminismo”.
14 de julio de 2019 (https://www.publico.es/politica/conferencia-episcopal-instruye-nuevas-monjas-radicalizacion-feminismo.html)
[104] Francisco Vilches: Se reactiva
el proceso de beatificación de Isabel I de Castilla, denominada “la Católica”. 5
de mayo de 2020 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/se-reactiva-el-proceso-de
[105] Manuel E. Yepe: Refutación del fundamentalismo religioso. 20 de
mayo de 2020 https://rebelion.org/refutacion-del-fundamentalismo-religioso/
[106] Roberto Laxe: El “poder” de la
religión anida en las mentes. 19 de mayo de 2020 https://kaosenlared.net/el-poder-de-la-religion-anida-en-las-mentes‑2/
[107] Xosé Manuel Beiras: Racionalidad
e irracionalidad en el actual sistema-mundo. 8 de mayo de 2020 https://www.sinpermiso.info/textos/racionalidad-e-irracionalidad-en-el-actual-sistema-mundo‑0
[108] José Lavin: Salamanca vs Vallecas:
la crisis del Covid-10 y la cuarentena como cuestión de clase. 15 de mayo
de 2020 http://www.izquierdadiario.es/Salamanca-vs-Vallecas-la-crisis-del-Covid-19-y-la-cuarentena-como-una-cuestion-de-clase
[109] Patrik Martin: El gobierno Trump
contra la ciencia. 16 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/16/pers-m16.html
[110] I. Enríquez Pérez «Desinfovirus»,
retorno al futuro y reivindicación del
conocimiento razonado 5 de mayo de
2020 https://rebelion.org/desinfovirus-retorno-al-futuro-y-reivindicacion-del-conocimiento-razonado/
[111] J. Muñoz «Razón/Racionalidad» Compendio de Epistemología. Trotta.
Madrid 2000. Pp. 481 – 486.
[112] H.
Krivine La Tierra. De los mitos al saber.
Biblioteca Buridán. Barcelona 2012, p. 275.
[113] J. Riechmann, A. Almazán et alii: La
necesidad de luchar contra un mundo virtual. Contra la doctrina del shock
digital. 4 de mayo de 2020 viendo sur
[114] Etcétera: El estado de excepción
permanente. Correspondencia de guerra social. Barcelona Nº 58, Junio 2018,
pp. 5 y ss.
[115] Izquierda Castellana: Preparando
la guerra global como salida a la actual socio-económica-sanitaria. 27 de
abril de 2020 http://izca.net/2020/04/27/preparando-la-guerra-global-como-salida-a-la-actual-crisis-socio-economica-sanitaria/
[116] Edmundo Moure: El buen terror. 8
de febrero de 2020 http://izca.net/2020/04/27/preparando-la-guerra-global-como-salida-a-la-actual-crisis-socio-economica-sanitaria/
[117] César Pérez Navarro: Gobierno
reconoce más de 950 casos de torturas en las cárceles españolas entre 2010 y
2020. 15 de mayo de 2020 https://kaosenlared.net/gobierno-reconoce-mas-de-950-casos-de-tortura-en-carceles-espanolas-entre-2010-y-2019/
[118] Agencia: Vallecas acumuló más
propuestas de sanción de la Policía que el barrio de Salamanca pese a las
protestas. 15 de mayo de 2020 https://www.publico.es/politica/multas-alarma-policia-multo-barrio-vallecas-salamanca-pese-protestas-barrio-rico-madrid.html
[119] Martxelo Díaz: La AN inicia el
embargo de cuentas de «herriko tabernak» tras 18 años de persecución. 22 de
mayo abril de 2020 https://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20200422/comienzan-a-ejecutar-la-sentencia-del-ts-que-preve-la-incautacion-de-herriko-tabernak
[120] Asier Robles: Itzubaltzeta
Gaztetxea denuncia el desalojo sufrido y la actitud del Gobierno municipal de
Getxo. 12 de mayo de 2020 https://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20200512/los-jovenes-de-itzubaltzeta-gaztetxea-denuncian-el-desalojo-y-la-actitud-del-ayuntamiento-de-getxo
[121] Aníbal Malvar: El principio de
autoridad de la policía sigue hoy por encima de los derechos civiles. 18 de
mayo de 2020 https://ctxt.es/es/20200501/Politica/32255/Jose-Manuel-Sanchez-Fornet-SUP-policia-tortura-anibal-malvar.htm
[122] Kaos: Policía y Guardia Civil
prevén un otoño caliente con manifestaciones y disturbios en todo el Estado. 17
de mayo de 2020 https://kaosenlared.net/policia-y-guardia-civil-preven-un-otono-caliente-con-manifestaciones-y-disturbios-en-todo-el-estado/
[123] Juan Chingo: Francia: detrás de
la gestión policial de Covid-10, el miedo a una gran explosión social. 14
de abril de 2020 http://www.izquierdadiario.es/Francia-detras-de-la-gestion-policial-del-Covid-19-el-miedo-a-una-gran-explosion-social
[124] Luís de Vega: 101.942
madrileños, en las colas del hambre en la capital. 13 de mayo de 2020 https://elpais.com/espana/madrid/2020 – 05-12/101942-madrilenos-pueblan-las-colas-del-hambre-en-la-capital.html
[125] Higinio Polo: Desorden y agonía.
13 de abril de 2020 https://www.lahaine.org/mundo.php/desorden-y-agonia
[126] Gabriel Kessler: El sentimiento
de inseguridad. Siglo XXI, Argentina 2009, pp. 213 y ss.
[127] Isaac Enríquez Pérez: Coronavirus, miedo, crisis del capitalismo y
(des)orden mundial. 23 de mayo de 2020 https://rebelion.org/coronavirus-miedo-crisis-del-capitalismo-y-desorden-mundial/
[128] Ricardo Aronskind Plantarse
frente a la irracionalidad. 3 de mayo de 2020 https://www.sinpermiso.info/textos/plantarse-frente-a-la-irracionalidad
[129] Vicente Clavero: Grandes
fortunas y fondos de inversión controlan las farmacéuticas españolas que
cotizan en Bolsa. 14 de mayo de 2020 https://www.publico.es/economia/grandes-fortunas-fondos-inversion-controlan-farmaceuticas-espanolas-cotizan-bolsa.html
[130] Reynaldo Saccone: Los negocios
de la pandemia. 16 de mayo de 2020 https://rebelion.org/los-negocios-de-la-pandemia/
[131] Roberto Jara: ¿Qué empresas se
están haciendo de oro con la pandemia? 13 de mayo de 2020 http://www.izquierdadiario.es/Que-empresas-se-estan-haciendo-de-oro-con-la-pandemia
[132] Raúl Rejón: Los recortes en
sanidad disparan la facturación de las cinco multinacionales que acaparan el
negocio de la salud en España. 4 de febrero de 2019 https://www.eldiario.es/sociedad/sanidad-privada_0_863014485.html
[133] Whitney Webb: Las huellas de
Bayer y Monsanto en el golpe de EEUU contra Venezuela. 9 de mayo de 2019 https://www.resumenlatinoamericano.org/2019/05/09/las-huellas-de-bayer-y-monsanto-en-el-golpe-de-eeuu-contra-venezuela/
[134] Ivana Belén Ruiz y José Manzaneda: 40.000
muertes en Venezuela: el informe silenciado. 9 de mayo de 2019 https://www.resumenlatinoamericano.org/2019/05/09/40-mil-muertes-en-venezuela-el-informe-silenciado/
[135] Rafael Bautista: De la quiebra
mundial a la “Deuda infinita”. 11 de mayo de 2020 https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/05/11/pensamiento-critico-rafael-bautista-de-la-quiebra-mundial-a-la-deuda-infinita/
[136] Máximo Constanzo: Covid-19: El
miedo como herramienta de dominación. 19 de abril de 2020 https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/04/19/chile-covid-19-el-miedo-como-herramienta-de-dominacion/
[137] José Cuervo: La depresión y el
vacío existencial como formas de dominación capitalista. 3 de marzo de 2020
http://www.izquierdadiario.es/La-depresion-y-el-vacio-existencial-como-forma-de-dominacion-capitalista
[138] MPR: Contagio: ‘A medida que se
expande el miedo se expande la sumisión’. 11 de marzo de 2020 https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com/2020/03/contagio-medida-que-se-expande-el-miedo.html
[139] Salvador Soler: Fin de la
fantasía: Disney deja de pagar el salario a 100.000 trabajadores. 21 de
abril de 2020. http://www.laizquierdadiario.com/Fin-de-la-fantasia-Disney-deja-de-pagar-el-salario-a-100 – 000-trabajadores
[140] DO: Renault “podría desaparecer” y Nissan despedir a más de 20.000
empleados. 23 de mayo de 2020 https://diario-octubre.com/2020/05/23/renault-podria-desaparecer-y-nissan-despedir-a-mas-de-20 – 000-empleados/
[141] Carlos Hernández-Echevarria: Trump se une a la guerra republicana
para que votar sea más difícil. 23 de mayo de 2020 https://www.eldiario.es/internacional/Trump-guerra-republicana-votar-dificil_0_1029947058.html
[142] MAM: PSOE: una historia de
represión. 19 de mayo de 2020 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/psoe-una-historia-de-represion
[143] Marià de Delàs: La sumisión de
Unidas Podemos sin rubor: Real Decreto digital: ¿Abstención a cambio de qué? 30
de noviembre de 2019. https://www.sinpermiso.info/textos/la-sumision-de-unidas-podemos-sin-rubor-real-decreto-digital-abstencion-a-cambio-de-que
[144] BGD: El tiempo se acaba. 19
de mayo de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/05/19/el-tiempo-se-acaba/
[145] BGD: Patxiren senide eta gertuko lagunak 20 de mayo de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/05/20/patxiren-senide-eta-gertuko-lagunen-gutuna-carta-de-los-amigos-y-familiares-de-patxi/ Y AAEAM: Sobre los comunicados
publicados por EH Bildu y Sortu en relación a Patxi Ruíz 20 de mayo de 2020 https://eh.lahaine.org/sobre-los-comunicados-publicados-por
[146]Julio Gambina: En todo el mundo
va a haber una situación de caída en default, una cesación de pagos inmensa. 20
de mayo de 2020 https://rebelion.org/en-todo-el-mundo-va-a-haber-una-situacion-de-caida-en-default-una-cesacion-de-pagos-inmensa/
[147] Ariel Petrucelli y Federico Mare: Paranoia
e hipocresía global en tiempos de capitalismo tardío. 29 de marzo de 2020 https://rebelion.org/paranoia-e-hipocresia-global-en-tiempos-de-capitalismo-tardio/