Si grave es la situación que se vive en el mundo por la guerra bacteriológica declarada por el capitalismo, que ahora tiene el nombre de Covid-19 y mañana se llamará de otra manera, doblemente grave es el panorama que se puede observar en las cárceles. En esta ocasión se hace necesario llamar la atención de la difícil situación en que se encuentra el preso político vasco Patxi Ruiz, quien además de tener que cumplir una larga condena de 30 años de prisión, ha sido constantemente maltratado y violentado por sus carceleros. Actualmente Ruiz ha tomado la decisión más extrema a la que pueda acudir un prisionero, o sea declararse en huelga indefinida de hambre y sed como respuesta a una serie de episodios de venganza descargados contra él por el director de la Cárcel de Murcia II y varios de sus colaboradores.
En realidad, lo ocurrido ahora no es una excepción ya que en anteriores ocasiones el preso político vasco fue castigado duramente en el marco del estado de excepción que habitualmente impera en las prisiones españolas, donde se sufre el aislamiento parcial y total según como se le ocurra a las autoridades carcelarias. En la actualidad a todo esto se ha sumado el peligro del contagio del Covid 19 para lo cual a los presos y presas vascas (como también ocurre en otros países) se les niegan las más elementales medidas de protección sanitaria.
Para denunciar la situación que viven, desde el 5 de mayo varios presos del módulo 8 comenzaron a hacer concentraciones. Reivindican con toda lógica la libertad de lxs presxs enfermxs y de lxs que tienen la condena casi cumplida También piden que se puedan realizar las visitas, recibir material para no ser contagiados por el virus (mascarillas, guantes, etc) así como la realización del test a presxs y carcelerxs. Y por último, en caso de fallecimiento de un familiar, tener la posibilidad de acudir al entierro, algo que al propio Patxi Ruiz le fue negado en una anterior ocasión cuando muriera su padre.
En el marco de esa protesta, una carcelera trató de quitar el cartel a Ruiz y, más tarde, esa misma mujer fue a su celda acompañada del jefe de módulo, para amenazarle con sufrir «graves consecuencias» si seguía con la protesta. Esto mismo se volvió a repetir en una posterior reunión con el director, con el subdirector de seguridad y con el jefe de servicios.
Harto de sufrir constantes muestras de autoritarismo obsesivo y perverso por parte de la dirección del penal, a su regreso al calabozo, el pasado 9 de mayo Ruiz se autolesionó cortándose las venas. Trasladado de urgencia a la enfermería, se encontró allí con un nuevo escenario de mal trato. Mientras una enfermera trataba de cerrar las heridas autoinfligidas, y al solicitar Ruiz un calmante para poder dormir, esta le ofreció Transilium. Al pedir el preso que por favor le diera algo más suave, ya que esa medicina está considerada como duramente desestabilizadora, la enfermera contestó de muy mala manera que no le iba a dar otra cosa y que le importaba poco «lo que pasara con él», a lo que se sumó el médico gritando y dirigiéndose a los carceleros «llévense a este mierda de aquí».
Por estas horas, Patxi Ruiz cumple con su decisión extrema de no ingerir ningún alimento ni tampoco beber agua, lo que en pocos días generará en su cuerpo graves efectos. De hecho ya ha comunicado a su familia que su decisión es «hasta el final». De allí que ante el desprecio a los más elementales derechos humanos de los presos y presas vascas, con quienes el gobierno español del PSOE-Podemos se ensaña hasta la saciedad, igual que antes lo hiciera el PP, organizaciones solidarias con los detenidos como el Movimiento pro Amnistía y contra la Represión han hecho un llamamiento urgente a nivel nacional e internacional para denunciar la situación.
Por otra parte, otros presos vascos se han sumado a la protesta. Es el caso de Ibaí Aginaga, quien está en un pabellón de aislamiento en la cárcel de Sevilla II, en la localidad de Morón de la Frontera, y comenzó un encierro, rechazando abandonar su celda hasta que dure la lucha de Patxi Ruiz.
En el mismo sentido, los presos políticos Dani Pastor, Oskar Barreras y Aitor Cotano, alojados en la cárcel-tumba de Puerto III, en Puerto Santa María, Cádiz, rechazarán la comida que reparte la cárcel, como forma de expresar su apoyo al compañero que está peleando por sus derechos en la prisión de Murcia.
Hay que recordar que los más de 200 prisioneros políticos vascos que se encuentran en penales españoles y franceses, sufren la doble tortura de estar durante décadas en calabozos inhumanos y además muy lejos de sus familias por la política de dispersión impuesta por anteriores gobiernos del PSOE, partido que junto con la derecha del PP siempre se ensañaron con las y los luchadores vascos por la independencia. Fue precisamente el PSOE en tiempos del ultra corrupto Felipe González que dio luz verde al GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), un escuadrón de la muerte que asesinó a varios militantes vascos. Esa línea de actuación siempre fue recubierta de impunidad, ya que González, jamás fue judicializado por esos crímenes. De la misma manera, y con el oportunismo político que la caracteriza, la derecha vasca representada por el gobernante Partido Nacionalista Vasco, siempre se ha arrodillado ante lo que se ordena desde Madrid y ha convertido a los presos en moneda de chantaje al igual que los partidos españolistas.
En este marco de invasión virósica planificada en las entrañas del capitalismo occidental, y con muchos de sus protagonistas aprovechando las repetidas cuarentenas o confinamientos involuntarios, para ellos sí seguir haciendo negocios millonarios, se hace imprescindible levantar las banderas de la solidaridad internacionalista y lucha por un mundo que no permita más desigualdades y revanchismos criminales como los que padecen las y los prisioneros políticos vascos. Es imprescindible difundir sus demandas, exigir a los poderes fácticos que no sigan convirtiendo las prisiones en tumbas y abogar para que los organismos de derechos humanos internacionales no dejen que sigan produciéndose hechos como el que ahora enfrenta Patxi Ruiz, arriesgando su vida para poder ser escuchado.
Carlos Aznarez, Telesur TV
16 de mayo de 2020