Julio 20, DÍA DE LA INDEPENDENCIA
Nos ha recordado el camarada Iván Márquez, poniéndonos de presente en sus mensajes de julio una cita del ya fallecido poeta e historiador Juvenal Herrera Torres, que el grito de independencia del 20 de julio de 1810 en Santa Fe de Bogotá no fue más que eso, un grito, “y ningún grito, por potente que sea puede crear una Colombia justa e incluyente. Se necesita la fuerza del pueblo. Sin esta premisa todo es ilusorio. Pueblo que no aspire a constituir su propia fuerza merecerá ser oprimido y sin duda lo será siempre”.
No se trata con esta reflexión de negar las repercusiones de los procesos emancipatorios que comienzan a toman mayor fuerza en el siglo XVIII con gestas verdaderamente heroicas como la Insurrección de los Comuneros, por ejemplo, o de descalificar de cuajo la importancia de las acciones juntistas del siglo XIX que de una u otra manera expresaron la configuración cada vez más creciente de la identidad criolla y de la misma americanidad diferenciada de los intereses de Europa. No. pues es innegable que una de las consecuencias más trascendentales aparte de imponer un punto de quiebre con el imperio español, es la gestación de un Estado Republicano, el de las Provincias Unidas entre 1811 y 1816, que de suyo implicaba, así fuera todavía de manera incipiente, la ruptura con el régimen monárquico que había imperado autoritario y feroz durante más de tres siglos.
De lo que se trata es de mostrar la complejidad de aquella coyuntura de debate y de combate político-militar en torno al orden social vigente, expresando las contradicciones propias de la lucha de clases, de los intereses diversos, que no idílicos, de los partícipes de una trama que Fernando González, también citado por Iván Márquez, describe resaltando cómo “cuando en España fundaron la Junta Suprema para defender los derechos de Fernando VII contra Napoleón, a los Jurisconsultos de Santafé se les alborotó la jurisdicción y cada uno quiso formar una junta Suprema…, hasta que llegó Morillo, y los mató…”.
Concluyentemente el filósofo antioqueño esto “es lo que se llama grito de independencia, años heroicos y Patria Boba”, significando precisamente que no había en aquellos procesos entre los americanos la identidad de intereses y de propósitos que siquiera pudiera unificar a sus protagonistas en una misma potencia que enfrentara y derrotara la envestida encaminada a la restauración de la monarquía española.
De hecho, instaurado el estado republicano de las Provincias Unidas en parte de lo que era en el siglo XIX el Virreinato de la Nueva Granda, otras provincias del mismo Virreinato, como Sata Marta y Popayán, permanecían leales a la Corona Española y hostiles al proyecto de la Unión, aparte de que agregada al conflicto con los realistas españoles y con los criollos o americanos, se desata una cruenta guerra civil entre centralistas y federalistas que es lo que es la coyuntura que toma el nombre mencionado por González, pero que de todas maneras se inscribe como hito histórico y antecedente necesario para aquella primera independencia que, como etapa verdaderamente emancipante, sí que tenía enormes déficit todavía por resolver. Por lo cual se acierta cuando se dice que lo que aconteció fue “el triunfo de una minoría egoísta, no de la gente del común”.
“Al pueblo le robaron la libertad y las garantías sociales ganadas con sacrificio en los campos de batalla”. Precisando que no fueron Bolívar y sus partidarios quienes protagonizaron tal robo, porque precisamente estos no se alzaron en armas para asegurar los privilegios de unas castas minoritarias egoístas, sino todo lo contrario. Bolívar quería el poder para el pueblo, pero pudieron más los representantes de los intereses de la aristocracia mantuana criolla, uno de cuyos más notables especímenes fue Francisco de Paula Santander, pionero lacayo de los Estados Unidos y enemigo acérrimo del Libertador y de la causa grancolombiana.
Es de resaltar que tras la caída de Fernando Séptimo y la conformación de la juntas de gobierno, si bien algunas enarbolaban la consigna de estarlo haciendo en función de un gobierno provisional mientras se restauraba el Gobierno español, otras influidas por el iluminismo, por la independencia de Estados Unidos, por la Revolución Francesa, o inspirados en el pensamiento de Montesquieu, Rousseau, o Bentham por ejemplo, se declararon independientes y republicanas, guiadas por políticos granadinos como Antonio Nariño o Camilo Torres, que ayudaron a hacer la siembra y sentar las bases para que la resistencia que encabezó Bolívar contra la reconquista cuajara en proezas como la Campaña Admirable, la invasión a Colombia desde los Llanos Orientales venezolanos, el cruce de la cordillera de los Andes, la Batalla de Boyacá y tantas y tantas otras que sellaron la derrota de España y el triunfo provisional del ejército Libertador, que desafortunadamente fue traicionado por quienes solamente querían sustituir a los peninsulares en el papel de tiranos y reyezuelos.
La tarea está por concluirse, la segunda y definitiva independencia es una necesidad que convoca a la unidad del movimiento social y político del país con los sectores más consecuentes de la fuerza pública para hacer realidad el sueño del Libertador de una verdadera emancipación, sin olvidar sus palabras; esas que nos recuerda Iván para esta fecha patria; «La reunión de la Nueva Granada y Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas: es el voto de los ciudadanos de ambos países, y es la garantía de la América del Sur”.
UNIDADES JORGE BRICEÑO, MARTÍN CABALLERO, JORGE ARTEL, DANILO GARCÍA Y RESISTENCIA AFRO CHOCÓ INSURGENTE.
¡DESDE MARQUETALIA HASTA LA VICTORIA!
¡JURAMOS VENCER Y VENCEREMOS!