«¡Granadinos! El día de la América ha llegado y ningún poder humano puede retardar el curso de la naturaleza, guiado por la mano de la Providencia. Reunid vuestros esfuerzos a los de vuestros hermanos: Venezuela conmigo marcha a libertaros. Ya nuestra vanguardia cubre con el brillo de sus armas algunas provincias de vuestro territorio, y esta misma vanguardia, poderosamente auxiliada, arrojará en los mares a los destructores de la Nueva Granada. El sol no completará el curso de su actual período, sin ver en todo vuestro territorio altares levantados a la libertad». Simón Bolívar, Proclama a los granadinos, agosto 15 de 1818
El 21 de mayo de 1819, convocó Bolívar a sus oficiales para exponerles su plan de liberación de Nueva Granada. La reunión tuvo lugar en una choza abandonada del pueblo del Setenta, jurisdicción de Mantecal en las sabanas infinitas de Apure. Asistieron Soublette, Briceño, Anzoátegui, Rooke, Méndez, Plaza, Rangel, y Carrillo, entre otros. «No había una mesa…, ni más asientos que las calaveras (de reses) que la lluvia y el sol habían blanqueado«, consigna O’Leary en sus memorias.
Como ya iniciaba la temporada de lluvias que anegan el llano y dificultan la movilidad, sin pérdida de tiempo, Bolívar toma la decisión de marchar hacia Guasdualito. Luego cruza con sus guerreros internacionalistas el Arauca hecho furia y espumas, y muchos otros ríos y caños crecidos, y avanzó abriéndose paso sobre el inmenso espejo de agua de las llanuras de Arauca y de Casanare. En Tame amalgamó su fuerza con la de los granadinos de la vanguardia, estructurando la potencia libertadora con la que llegó a Pore. «Así es Bolívar ‑dice el general Valencia Tovar‑, un delirio en marcha, un sueño traído de las nubes a la corteza terrestre de agua y cordillera, un desalado vuelo de la fantasía obligado a tomar forma corpórea bajo el imperio de su voluntad». Frente a su mirada, ya se yergue la mole andina envuelta en su manto de nubes. Pensando en el secreto de sus movimientos para sorprender al realista Barreiro, tomó la escabrosa ruta del páramo de Pisba en cuyo cruce perdió decenas de soldados y pertrechos. Muchos de ellos quedaron sembrados entre frailejones soñando la libertad. Al descender de las alturas el ejército libertador golpeado por la naturaleza fue recibido con el calor de las aclamaciones y bendiciones del pueblo de Sochaviejo. Fueron rodeados por la solidaridad y el amor de la gente humilde.
Recuperadas las fuerzas, ya en movimiento hacia el altiplano, tiene lugar la primera escaramuza con los realistas en el cruce del río Gámeza. El 25 de julio el ejército libertador entra en combate con la fuerza del general español, José María Barreiro en el Pantano de Vargas, terreno crítico, plagado de desventajas, donde se libró la angustiosa batalla histórica; no hubo un triunfo nítido para ninguna de las partes. Sólo nos queda en el recuerdo el heroísmo del coronel Juan José Rondón y sus 14 lanceros salvando la patria, y la entrega en cuerpo y alma a nuestra causa independentista del irlandés James Rook, y la maniobra de en- gaño de Bolívar al jefe realista haciéndole creer con fogatas nocturnas que permanecía en el lugar, mientras en realidad se estaba moviendo hacia Tunja, plaza que ocupó sorpresivamente recuperando 600 mosquetes, pólvora y municiones; un gran golpe de astucia que desalentó la moral de las tropas del Rey. Los boyacences están con Bolívar, y Bolívar está con ellos, y el pueblo se ofrece voluntariamente a engrosar las filas revolucionarias del ejército libertador.
72 días tuvo que marchar Bolívar con su ejército desde Mantecal y recorrer 1.300 kilómetros desde Angostura en las riveras del Orinoco, para comandar el triunfo de la independencia en la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819.
El parte militar fue presentado por Soublette: «Todo el ejército enemigo quedó en nuestro poder: fue prisionero el general Barreiro, a quien tomó en el campo de batalla el soldado del «Rifles» Pedro Pascacio Martínez; fue prisionero su segundo el coronel Jiménez, casi todos los comandantes y mayores de los cuerpos, multitud de subalternos y más de 1.600 soldados; todo su armamento, municiones, artillería, caballería, etc., apenas se han salvado 50 hombres, entre ellos algunos jefes y oficiales de caballería, que huyeron antes de decidirse la acción».
Lo que sigue es la más inteligente explotación de la victoria. Bolívar no descansa. Ordena al general de División, José Antonio Anzoátegui perseguir al Virrey Sámano, que sabiéndose señor de los patíbulos, huye espantado por el decreto de Trujillo en busca del río Magdalena para escapar. Al coronel Ambrosio Plaza le da la orden operativa de perseguir al realista Calzada que escapa hacia el sur por la ruta Neiva-Popayán. Y encomienda al joven general, José María Córdova, el control de Antioquia y el Bajo Cauca.
Con el triunfo de Boyacá empieza la caída del colonialismo español en nuestra América. Así lo percibió también el Pacificador Pablo Morillo: «Esta desgraciada acción entrega a los rebeldes, además del Nuevo Reino de Granada, muchos puertos en el mar del sur… Popayán, Quito, Pasto y todo el interior de este continente hasta el Perú…, quedan a merced del que domina en Santafé, a quien al mismo tiempo se abren las casas de moneda, arsenales, fábricas de armas, talleres y cuanto poseía el Rey nuestro señor en todo el virreinato». Y efectivamente la Nueva Granada tenía los recursos para financiar la independencia de Nuestra América.
Boyacá fue el gran triunfo de la geopolítica de Bolívar, de su concepción continental de la independencia y la libertad, que le hizo soñar como garante de aquellas, la creación en este hemisferio de una Gran Nación de Repúblicas hermanas, anhelo, que ha intentado desde entonces destruir, el gobierno de los Estados Unidos. Ese sueño de Bolívar sigue vivo. Algún día, un nuevo «Congreso de Panamá» deberá darle curso a esa tarea que ocupaba la mente del Libertador.
No olvidar jamás, que Colombia y Venezuela son dos naciones hermanas, y que su misión será trabajar juntas, como en el pasado por la justicia, la soberanía y la libertad de Nuestra América.
Necesitamos una nueva Batalla de Boyacá para lograr la definitiva independencia frente a los malos gobiernos, de los gobiernos corruptos, tiránicos, violentos y arrodillados al imperio, que han sido incapaces a lo largo de 200 años de darle felicidad al pueblo, felicidad que sigue anhelando la gente del común y que anhelaba el padre Bolívar, nuestro Libertador.
FARC-EP
Segunda Marquetalia
Agosto 7 de 2020