Brasil. Pantanal en llamas: «Han quemado un área tan grande que los animales no tienen a dónde ir».

Bra­sil. Pan­ta­nal en lla­mas: «Han que­ma­do un área tan gran­de que los ani­ma­les no tie­nen a dón­de ir».

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Por Raphael Sanz. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de sep­tiem­bre de 2020.

Entre­vis­ta a Nei­va Gue­des, exper­ta en con­ser­va­ción ambien­tal, pre­si­den­ta del Blue Macaw Ins­ti­tu­te y pro­fe­so­ra de la Uniderp.

Con unos 16.000 incen­dios regis­tra­dos por el INPE (Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­cio­nes Espa­cia­les) has­ta el 17 de sep­tiem­bre, el Pan­ta­nal está expe­ri­men­tan­do el mayor incen­dio de su his­to­ria, que comen­zó el 21 de julio y ya ha des­trui­do casi 2 millo­nes de hec­tá­reas ‑equi­va­len­te a 20.000 kiló­me­tros cuadrados‑, alre­de­dor del 15% del área total del bioma.

Raphael Sanz.- Tra­ba­jas en un san­tua­rio de gua­ca­ma­yos azu­les en el sur de Mato Gros­so, en un lugar que fue alcan­za­do al ini­cio de los incen­dios. ¿Pue­de con­tar­nos un poco sobre este tra­ba­jo y sobre el momen­to en que el fue­go los alcanzó?

Nei­va Gue­des.- He esta­do moni­to­rean­do esta área por más de 15 años jun­to con otro cole­ga, has­ta que publi­ca­mos un artícu­lo en diciem­bre de 2019 mos­tran­do la lle­ga­da de los gua­ca­ma­yos a esta gran­ja [don­de fun­cio­na el san­tua­rio] para dor­mir. Lla­ma­mos al lugar «dor­mi­to­rio».

Hace más de 60 años, el anti­guo pro­pie­ta­rio – que aho­ra ha falle­ci­do, los actua­les pro­pie­ta­rios de la tie­rra son sus hijas – obser­vó que gua­ca­ma­yos, loros, peri­cos, entre otras aves, lle­ga­ban a la gran­ja para dor­mir. Así que, cuan­do empe­cé el pro­yec­to de pre­ser­va­ción de espe­cies hace 30 años, me envió un men­sa­je dicién­do­me que fue­ra a ver la pro­pie­dad por­que había una gran con­gre­ga­ción de gua­ca­ma­yos. Me lle­vó un tiem­po cono­cer­lo, pero cuan­do lo hice me que­dé real­men­te asom­bra­do. Era una can­ti­dad muy gran­de de gua­ca­ma­yos que nun­ca había vis­to en nin­gún otro lugar.

Allí empe­za­mos a vigi­lar a los gua­ca­ma­yos en 2001 y sus nidos en 2005. Vini­mos todo el tiem­po para moni­to­rear los gua­ca­ma­yos de la región, para ver tam­bién el cre­ci­mien­to de la pobla­ción de la zona, que está en una gran­ja tra­di­cio­nal, don­de se mane­ja el gana­do duran­te todo el año. Se divi­de en varios pas­tos: el gana­do un día está en un pas­ti­zal, el otro día se va a otro, y así suce­si­va­men­te. Los gua­ca­ma­yos tie­nen una bue­na rela­ción con este gana­do. Segui­rán al gana­do que come la pul­pa de los fru­tos de la pal­ma de la que tam­bién se ali­men­tan. El gana­do les faci­li­ta la vida y la ali­men­ta­ción. La fin­ca limi­ta con la reser­va indí­ge­na Peri­ga­ra, de la etnia Boro­ró, y tam­bién con la reser­va del Sesc Pan­ta­nal, que es la mayor reser­va pri­va­da del país. Los otros veci­nos son agri­cul­to­res tra­di­cio­na­les de Mato Gros­so (MT).

A fina­les de julio reci­bi­mos noti­cias con mapas del INPE de los bro­tes de incen­dio que se die­ron cuen­ta de que el fue­go avan­za­ba en la región y tenían la posi­bi­li­dad de lle­gar a la gran­ja. Nos deses­pe­ra­mos por­que sabía­mos la impor­tan­cia de esta zona para los gua­ca­ma­yos y de hecho este incen­dio lle­gó allí el 2 de agos­to. Entre el 2 y el 22 de agos­to la gran­ja fue toma­da por el fuego.

Tene­mos un aná­li­sis de IVC, una ONG de Mato Gros­so, acer­ca de estos bro­tes de fue­go que dice que el 92% de la gran­ja fue gol­pea­da por el fue­go. Eso fue a fina­les de agos­to. Pen­san­do en el caso de los gua­ca­ma­yos, sabe­mos que vue­lan y, por lo tan­to, algu­nos pue­den decir que difí­cil­men­te se que­ma­rían. Sin embar­go, el incen­dio se pro­du­jo al comien­zo de la tem­po­ra­da de repro­duc­ción, en un momen­to en que pro­du­cen nidos y crías en ges­ta­ción, y en ese momen­to no tie­nen la cos­tum­bre de aban­do­nar los nidos. Inclu­so pue­den volar cuan­do el fue­go se apro­xi­ma, pero no aban­do­nan la zona.

Toda­vía no pue­do decir el impac­to real del fue­go en los gua­ca­ma­yos del san­tua­rio, pero en otro san­tua­rio, en Mato Gros­so do Sul, hubo un incen­dio el año pasa­do en la mis­ma tem­po­ra­da de cría. Cer­ca del 40% de los nidos que los gua­ca­ma­yos usa­ban para repro­du­cir­se se per­die­ron allí. Muchos de ellos con crías ter­mi­na­ron sien­do lle­va­dos por el fue­go. Sabe­mos que algo de este tama­ño pue­de haber suce­di­do aho­ra también.

Aún no hemos ana­li­za­do, voy a ir allí este ama­ne­cer (21 de sep­tiem­bre) jun­to con mi equi­po, para poder ana­li­zar los impac­tos del fue­go en las pobla­cio­nes de las espe­cies que segui­mos. Ya sabe­mos que se que­ma­ron exten­sas áreas de ali­men­ta­ción. Sin embar­go, en la pro­pie­dad no había muchos ani­ma­les que­ma­dos o car­bo­ni­za­dos, por­que fue al prin­ci­pio del gran incen­dio, que comen­zó el 2 de agos­to. Es decir, en ese momen­to toda­vía había mucho espa­cio para que los ani­ma­les corrie­ran y bus­ca­ran refu­gio. Hoy en día es dife­ren­te. Ya han que­ma­do un área tan gran­de que los ani­ma­les no tie­nen a dón­de ir.

Des­afor­tu­na­da­men­te, el fue­go no fue con­te­ni­do y lle­ga­mos en sep­tiem­bre con estas terri­bles imá­ge­nes de ani­ma­les que­ma­dos y car­bo­ni­za­dos, sin men­cio­nar las dimen­sio­nes de las áreas afec­ta­das por sí mismas.

Raphael Sanz.- ¿Cómo eva­lúa la exten­sión de los incen­dios que se acer­can a la des­truc­ción del 20% de todo el pan­ta­nal brasileño?

Nei­va Gue­des.- Es una tra­ge­dia, muy tris­te, como un tsu­na­mi sobre una ciu­dad cos­te­ra. El pan­ta­nal es uno de los bio­mas más peque­ños de Bra­sil, pero es uno de los más pre­ser­va­dos. Y es un bio­ma en el que tene­mos una gran rique­za de bio­di­ver­si­dad por­que fun­cio­na como un vive­ro para muchos espe­cí­me­nes de la fau­na. Como tie­ne esta esta­cio­na­li­dad entre las inun­da­cio­nes y los perío­dos secos, pro­por­cio­na una can­ti­dad muy gran­de de nutrien­tes para los ani­ma­les que habi­tan ese lugar. Así que, ade­más de tener una gran diver­si­dad, las espe­cies tam­bién se pre­sen­tan en can­ti­da­des. Inclu­so espe­cies emble­má­ti­cas de nues­tra fau­na, como los jagua­res, gua­ca­ma­yos, tapi­res, osos hor­mi­gue­ros, arma­di­llos, entre otros, se encuen­tran con mayor fre­cuen­cia en el Pan­ta­nal hoy en día.

Cuan­do nos enfren­ta­mos a tal tra­ge­dia, un incen­dio fores­tal de tales dimen­sio­nes, que pue­de poner en ries­go casi el 20% del bio­ma, es muy tris­te. Por­que esta­mos per­dien­do la vida de muchos espe­cí­me­nes en este momen­to – rep­ti­les, anfi­bios, insec­tos, etc. – y pue­de que inclu­so este­mos diez­man­do muchas de estas especies.

Cier­ta­men­te, los ani­ma­les que sobre­vi­ven deben sufrir con la pér­di­da de hábi­tat, ade­más de entrar en una espe­cie de lucha por la vida, en bus­ca de agua, ali­men­to y refu­gio. ¿Cuán­do se recu­pe­ra­rá el bio­ma para que haya ali­men­to para estos ani­ma­les? Lle­va­rá tiem­po, así que entran en esta rue­da de la super­vi­ven­cia don­de la depre­da­ción y la com­pe­ten­cia aumentan.

La vege­ta­ción tar­da­rá en recu­pe­rar­se. Pue­de que inclu­so se pon­ga más ver­de des­pués de la pri­me­ra llu­via, apa­ren­te­men­te el pai­sa­je vis­to des­de lejos pue­de recu­pe­rar­se razo­na­ble­men­te, pero sobre las rela­cio­nes entre las espe­cies que exis­tían has­ta julio de 2020 es poco pro­ba­ble que vuel­van tan pron­to a esta mis­ma eta­pa. Sólo pue­do com­pa­rar­lo con un tsu­na­mi, que barre una ciu­dad ente­ra a lo lar­go de la cos­ta en unos pocos minutos.

Raphael Sanz.- ¿Qué pode­mos des­ta­car sobre el papel que ha desem­pe­ña­do la socie­dad y la reac­ción de los gobier­nos loca­les y federales?

Nei­va Gue­des.- Vemos en una tra­ge­dia como esta que los bra­si­le­ños son muy soli­da­rios. Es la soli­da­ri­dad del pue­blo la que per­mi­te hacer algo, aun­que sea poco, que es posi­ble res­ca­tar zonas, com­ba­tir incen­dios, redu­cir los daños, etc. Debi­do a la movi­li­za­ción de la socie­dad, de bri­ga­dis­tas, agri­cul­to­res, pea­to­nes, guías e inclu­so per­so­nas que ni siquie­ra viven, pero que están en el Pan­ta­nal por­que se ofre­cie­ron volun­ta­ria­men­te para venir a ayu­dar. Esta es la par­te bue­na, la movi­li­za­ción y la soli­da­ri­dad de la gen­te, unien­do esfuer­zos para ayu­dar a res­ca­tar a los ani­ma­les, redu­cir los brotes.

Lamen­ta­ble­men­te, en el gobierno actual no hemos vis­to una acción en este sen­ti­do en la esca­la que sería nece­sa­ria, y que se espe­ra­ba que actua­ra. Está dejan­do mucho que desear, ya que podría­mos haber­lo pre­vis­to mucho antes con inver­sio­nes, per­so­nal, equi­po, capa­ci­ta­ción, inves­ti­ga­ción, entre otros esfuer­zos nece­sa­rios para evi­tar­nos una tra­ge­dia como ésta. No es posi­ble que no se haga nada y que tra­ge­dias como ésta se repi­tan una y otra vez.

Raphael Sanz.- ¿Cómo eva­lúa la acti­tud y la polí­ti­ca ambien­tal del minis­tro Salles y qué opi­na de la expan­sión de las fron­te­ras agrí­co­las, un tema tan caro en el ori­gen de estos incen­dios como ha sido veri­fi­ca­do por varios medios de comunicación?

Nei­va Gue­des.- La pos­tu­ra de este minis­tro es mala por­que pone la pro­duc­ción en opo­si­ción a la pre­ser­va­ción, como si fue­ran total­men­te irre­con­ci­lia­bles, y yo no lo veo así. Si somos una poten­cia en la pro­duc­ción agrí­co­la, como dicen, esto es genial. Pero tam­bién tene­mos que ser pro­tec­to­res de la bio­di­ver­si­dad. Tene­mos que bus­car la recon­ci­lia­ción. Veo que es posi­ble desa­rro­llar, pro­du­cir y con­ser­var, la pre­gun­ta es cómo lo haremos.

En el Bra­sil hay muchas zonas que pue­den cul­ti­var­se, zonas que ya están defo­res­ta­das, aban­do­na­das y que pue­den recu­pe­rar­se para la pro­duc­ción. Se nece­si­ta un incen­ti­vo, inver­sión, pla­ni­fi­ca­ción y, sobre todo, dete­ner la dua­li­dad que dice que pro­du­cir y pre­ser­var son irreconciliables.

Gran­ja don­de el san­tua­rio de los gua­ca­ma­yos azu­les fun­cio­na des­pués de los incen­dios que la afec­ta­ron en agos­to. La ima­gen fue hecha por bri­ga­dis­tas que fue­ron al lugar para com­ba­tir el fuego.

Raphael Sanz.- ¿Cuá­les serían las medi­das de miti­ga­ción ade­cua­das y qué se podría hacer a lar­go pla­zo para pre­ser­var el pan­ta­nal? ¿Cómo debe la socie­dad ver la impor­tan­cia de pre­ser­var el bioma?:

Nei­va Gue­des.- La socie­dad en gene­ral nece­si­ta comen­zar a refle­xio­nar sobre su esti­lo de vida, sus elec­cio­nes, su con­su­mo. Cada uno debe pen­sar en esto tam­bién, no sólo la aca­de­mia o el perio­dis­mo espe­cia­li­za­do que deba­te tales cues­tio­nes. A lar­go pla­zo nece­si­ta­mos la cien­cia, la edu­ca­ción, el sen­ti­do común, para encon­trar la sali­da. Nece­si­ta­mos que la cien­cia encuen­tre los mejo­res méto­dos y for­mas de hacer las cosas.

Si hoy tene­mos una gana­de­ría y una agri­cul­tu­ra de van­guar­dia en el país, que pro­du­ce mucho con mucha tec­no­lo­gía, es por­que ha teni­do un incen­ti­vo, ha teni­do toda una finan­cia­ción. Lo mis­mo ocu­rre con la cien­cia que estu­dia la con­ser­va­ción de los bio­mas, nece­si­ta finan­cia­ción para pla­ni­fi­car, edu­car y cons­truir jun­to con la socie­dad este pro­yec­to. Pre­ser­var el medio ambien­te y ase­gu­rar un lugar salu­da­ble para la fau­na y la flo­ra sig­ni­fi­ca un medio ambien­te más salu­da­ble para noso­tros también.

Raphael Sanz.- ¿Cuá­les son las con­se­cuen­cias sobre el cli­ma del país en su con­jun­to des­pués de los recien­tes epi­so­dios de devas­ta­ción en el pan­ta­nal, en la ama­zo­nia, entre otros?

Nei­va Gue­des.- Ya esta­mos sin­tien­do las con­se­cuen­cias en nues­tra piel. Pri­me­ro la pér­di­da inme­dia­ta de vidas, de todas las for­mas de vida, la fau­na, la flo­ra y la vida humana.

En segun­do lugar, el que que­da, el que no mue­re, el que se que­da, sien­te las con­se­cuen­cias. Todos esta­mos ya sin­tien­do los cam­bios cli­má­ti­cos, cuan­do llue­ve e inun­da la ciu­dad a la vez, por ejem­plo, entre otros abun­dan­tes ejem­plos. En el caso de las zonas don­de hay vida sil­ves­tre, la pér­di­da de hábi­tat es el prin­ci­pal problema.

Las con­se­cuen­cias son gran­des, tene­mos mucha bio­di­ver­si­dad y no pode­mos dejar que se que­me. Per­de­mos mucho sin tomar en serio la con­ser­va­ción del medio ambien­te, y para tener una pro­tec­ción ambien­tal seria y efi­cien­te, nece­si­ta­mos inver­tir en la ciencia.

Fuen­te: Rebe­lión /​/​Corres­pon­den­cia de Pren­sa.

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