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Alva­ro Gómez Hur­ta­do – farc​-ep​.net

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(Teo­ría y prác­ti­ca de la doc­tri­na con­tra­in­sur­gen­te de «segu­ri­dad inter­na» y de la «gue­rra pre­ven­ti­va» con­tra los inermes).

Nin­gu­na de las hipó­te­sis sobre los móvi­les y auto­res de la muer­te de Álva­ro Gómez Hur­ta­do eran cier­tas, y nin­guno de los que de una u otra mane­ra habían sido impli­ca­dos tenían que ver con tal suce­so. Fal­sas, enton­ces, eran las ver­sio­nes de para­mi­li­ta­res como Éver Velo­za (alias HH, de nar­cos como San­ta Lope­sie­rra y Luis Her­nan­do Gómez Bus­ta­man­te (alias Ras­gu­ño), que pre­ten­die­ron incri­mi­nar, por ejem­plo, al expre­si­den­te Ernes­to Sam­per Pizano, segu­ra­men­te con la pre­me­di­ta­da deter­mi­na­ción de sacar sucios divi­den­dos políticos.

Por otro lado, defi­ni­ti­va­men­te, de nin­gu­na mane­ra el hecho, por trá­gi­co que sea, cons­ti­tu­ye un cri­men de Esta­do. Nin­gún piso tie­ne la argu­men­ta­ción dada el 19 de diciem­bre de 2017 por la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación para decla­rar el ajus­ti­cia­mien­to de Gómez Hur­ta­do como cri­men de lesa huma­ni­dad, cuan­do con­si­de­ra que fue una for­ma «polí­ti­ca de exter­mi­nio o ani­qui­la­mien­to de per­so­nas que se con­ver­tían en adver­sa­rios por las pos­tu­ras que asu­mían fren­te al fenó­meno del nar­co­trá­fi­co o por la defen­sa de la extra­di­ción» para la épo­ca de los hechos. Y esto, sen­ci­lla­men­te por que la acción con­tra Álva­ro Gómez Hur­ta­do, deri­vó úni­ca y exclu­si­va­men­te de su con­di­ción de artí­fi­ce de la ins­ti­ga­ción de los crí­me­nes que come­tió el régi­men con­tra los cam­pe­si­nos de Mar­que­ta­lia, de su per­ti­naz y tene­bro­sa per­se­cu­ción, de sus muer­tes y lutos, como de la con­fron­ta­ción fra­tri­ci­da que se des­ató y aun no culmina.

La eli­mi­na­ción de uno de los prin­ci­pa­les agi­ta­do­res de la gue­rra a muer­te con­tra los cam­pe­si­nos de Mar­que­ta­lia en los años sesen­ta, fue deci­di­da por la Direc­ción de las FARC-EP des­de la Sép­ti­ma Con­fe­ren­cia rea­li­za­da en el Depar­ta­men­to del Meta en mayo 4 al 14 de 1982.

Amplian­do los argu­men­tos sobre las razo­nes polí­ti­cas y mili­ta­res que con­du­je­ron a tomar tan deli­ca­da deter­mi­na­ción, tene­mos que, al menos des­de en 1961, por tomar un pun­to de refe­ren­cia, Álva­ro Gómez Hur­ta­do ‑hijo de uno de los res­pon­sa­bles del exter­mi­nio de los gai­ta­nis­tas, y él mis­mo res­pon­sa­ble de tales crí­me­nes- des­de el Con­gre­so de la Repú­bli­ca, fue el pri­me­ro en pro­mo­ver la idea de la liqui­da­ción mili­tar de los cam­pe­si­nos per­se­gui­dos por la vio­len­cia de los años 40 y 50, ubi­ca­dos en la región de Mar­que­ta­lia, en el sur del Toli­ma. La ope­ra­ción mili­tar des­de el Esta­do, movi­da por la doc­tri­na con­tra­in­sur­gen­te Latin Ame­ri­can Secu­rity Ope­ra­tion o Plan LASO se ini­ció en 1962, en el mar­co de una visión de SEGURIDAD NACIONAL que ya había deci­di­do la cri­mi­na­li­za­ción de toda acción de masas, trá­te­se de una huel­ga obre­ra, una pro­tes­ta estu­dian­til o cam­pe­si­na, una mar­cha de des­em­plea­dos, etc. El tra­ta­mien­to mili­tar de la pro­tes­ta y del disen­so social esta­ba al orden del día y en manos de un ejér­ci­to des­na­cio­na­li­za­do con 46.982 efec­ti­vos ya embe­bi­dos por la doc­tri­na con­tra­in­sur­gen­te de «segu­ri­dad inter­na», a quie­nes la tris­te­men­te recor­da­da Misión Yar­bo­rough diri­gi­da por el gene­ral del ejér­ci­to yan­qui William Yar­bo­rough, en febre­ro de 1962, ter­mi­nó de mol­dear en las prác­ti­cas de la gue­rra sucia, psi­co­ló­gi­ca, de baja inten­si­dad y para­mi­li­ta­ris­mo, con­vir­tien­do a las fuer­zas arma­das en «ejér­ci­to de ocu­pa­ción» al ser­vi­cio del poder finan­cie­ro y polí­ti­co esta­dou­ni­den­se. Por otro lado, apar­te de agi­tar la ani­mad­ver­sión con­tra lo que lla­mó Repú­bli­cas Inde­pen­dien­tes, Álva­ro Gómez Hur­ta­do fue uno de los enemi­gos más acé­rri­mos de la refor­ma agra­ria impul­sa­da median­te el Fren­te Nacional.

Has­ta el pre­sen­te, nadie del esta­ble­ci­mien­to ha pedi­do per­dón u ofi­cia­do siquie­ra una misa, por aque­llas víc­ti­mas del terro­ris­mo de Esta­do de los años sesen­ta, ni lo han hecho por la gue­rra que des­ata­ron y toda­vía no culmina.

Por fin se había hecho jus­ti­cia revo­lu­cio­na­ria por la muer­te de tan­to cam­pe­sino y pobla­ción ino­cen­te sacri­fi­ca­da como con­se­cuen­cia de la gue­rra alen­ta­da espe­cial­men­te por este oscu­ro per­so­na­je de la his­to­ria de vio­len­cia que pade­ce Colombia.

FARC-EP

Segun­da Mar­que­ta­liaOctu­bre 12 de 2020

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