¿Por qué se pro­te­ge a Azer­bai­yán en la gue­rra de Nagorno-Karabaj?

El ver­da­de­ro ros­tro del clan Aliyev

“Nues­tro obje­ti­vo es la ani­qui­la­ción com­ple­ta de los arme­nios. Uste­des, los nazis, ya eli­mi­na­ron a los judíos en los años 30 y 40, ¿ver­dad? Debe­rían ser capa­ces de entendernos”.

Las deli­ran­tes pala­bras del alcal­de de Bakú has­ta 2019 y vice pri­mer minis­tro de Azer­bai­yán has­ta 2019, Haji­ba­la Abu­ta­li­bov, fren­te a una dele­ga­ción ale­ma­na en Bavie­ra en 2005, no eran un des­va­río pun­tual de alguien senil, sino la decla­ra­ción de inten­cio­nes de quien se man­tu­vo más de una déca­da des­pués en polí­ti­ca, ampa­ra­do por un sis­te­ma que no duda en con­ver­tir en héroes a cri­mi­na­les como Ramil Safa­rov. Este, tras deca­pi­tar con un hacha en mitad de un cur­so de inglés de la OTAN en Buda­pest a un tenien­te arme­nio (Gur­gen Mar­gar­yan, 25 años) y ser con­de­na­do a cade­na per­pe­tua por un tri­bu­nal hún­ga­ro, fue indul­ta­do por el pre­si­den­te aze­rí, Ilham Ali­yev, en 2012, ascen­di­do al ran­go de mayor, nomi­na­do al títu­lo de ‘Héroe de Azer­bai­yán’ y el Esta­do le rega­ló un apar­ta­men­to y el sala­rio pro­por­cio­nal a los ocho años que pasó en pri­sión en Hungría.

Alber­to Rodrí­guez Gar­cía, perio­dis­ta espe­cia­li­za­do en Orien­te Medio, pro­pa­gan­da y terro­ris­mo­La posi­ción inter­na­cio­nal en el con­flic­to del Alto Kara­baj es la de la hipo­cre­sía (…) la sen­si­ble­ría de mer­ca­di­llo de los líde­res euro­peos y esta­dou­ni­den­ses para pre­sio­nar, depo­ner o matar a pre­si­den­tes, cau­di­llos o dic­ta­do­res que no les gus­tan, se esfu­man ante per­so­na­jes como Ali­yev; cuya fami­lia osten­ta el poder en Azer­bai­yán prác­ti­ca­men­te des­de su independencia

Y es que el pre­si­den­te aze­rí, Ilham Ali­yev, si bien es más sutil que Abu­ta­li­bov, no ocul­ta su fana­tis­mo hacien­do afir­ma­cio­nes, hen­chi­do de orgu­llo, tales como que “(sus) mayo­res enemi­gos son los arme­nios del mun­do”. Ase­gu­ran­do que “Arme­nia como país no tie­ne valor alguno”. Pero es que en el caso aze­rí todo se per­mi­te. El len­gua­je del odio, los bom­bar­deos con dro­nes sobre civi­les, el exter­mi­nio de toda una comu­ni­dad etno-nacio­nal como obje­ti­vo están per­mi­ti­dos, por­que Bakú está en ‘el lado correc­to de la his­to­ria’. Por­que Bakú está del lado de ‘los bue­nos’, con Israel como pro­vee­dor, la OTAN como ami­go y Euro­pa como clien­te de gas y petróleo.

La posi­ción inter­na­cio­nal en el con­flic­to del Alto Kara­baj es la de la hipo­cre­sía. Los dis­cur­sos pseu­do-huma­ni­ta­rios de los diri­gen­tes mun­dia­les han demos­tra­do ser una sucia men­ti­ra. Las decla­ra­cio­nes, las lágri­mas de coco­dri­lo, la sen­si­ble­ría de mer­ca­di­llo de los líde­res euro­peos y esta­dou­ni­den­ses para pre­sio­nar, depo­ner o matar a pre­si­den­tes, cau­di­llos o dic­ta­do­res que no les gus­tan, se esfu­man ante per­so­na­jes como Ali­yev; cuya fami­lia osten­ta el poder en Azer­bai­yán prác­ti­ca­men­te des­de su inde­pen­den­cia. Un clan que siem­pre mono­po­li­zó el poder en el país, ya des­de tiem­pos de la Unión Sovié­ti­ca, cuan­do Hey­dar Ali­yev logró esca­lar posi­cio­nes den­tro del KGB y del PCUS con­vir­tién­do­se para los años 50 – 60 en el hom­bre más pode­ro­so de su república.

El auto­ri­ta­ris­mo y el nepo­tis­mo del clan Ali­yev, inde­pen­dien­te­men­te de las opi­nio­nes de cada cual acer­ca de ese tipo de mode­lo de Esta­do, en Euro­pa gus­tan –o al menos no inco­mo­dan– al tiem­po que se san­cio­na a la Siria de Bashar al Assad o al entorno de Lukashen­ko en Bie­lo­rru­sia. Del mis­mo modo que no impor­tan las bom­bas de raci­mo sobre Ste­pa­na­kert, la capi­tal de Artsaj. Como tam­po­co impor­ta que se deten­ga a perio­dis­tas, crí­ti­cos, miem­bros de par­ti­dos de opo­si­ción… entre los que des­ta­ca el blo­gue­ro anti­co­rrup­ción Meh­man Husey­nov, que ha pasa­do más de dos años en pri­sión por el úni­co deli­to de difa­ma­ción (acu­sa­ción cues­tio­na­ble, por otro lado). Mien­tras que se sigue casi de mane­ra qui­rúr­gi­ca cada movi­mien­to de Navalny en Rusia, pare­ce no impor­tar que el Gobierno aze­rí haya blo­quea­do las redes socia­les e impi­da entrar a la pren­sa extran­je­ra para con­tro­lar la tota­li­dad del rela­to sobre las casi dos sema­nas que lle­van de agre­sión con­tra la Repú­bli­ca de Artsaj.

Alber­to Rodrí­guez Gar­cía, perio­dis­ta espe­cia­li­za­do en Orien­te Medio, pro­pa­gan­da y terro­ris­moA­zer­bai­yán es el país que siem­pre reac­ti­va las hos­ti­li­da­des, que lan­za ofen­si­vas con­tra Artsaj, que enal­te­ce el odio con dis­cur­sos de exter­mi­nio (…) Y lo ver­da­de­ra­men­te alar­man­te es que actúa así por­que des­de Bakú se saben con impu­ni­dad, con el res­pal­do de la Comu­ni­dad Internacional.

Y es que mien­tras la UE impo­ne san­cio­nes a fun­cio­na­rios de Bie­lo­rru­sia “por sus impli­ca­cio­nes en la repre­sión de la opo­si­ción demo­crá­ti­ca”, Ali­yev pro­po­ne lle­var a cabo una ofen­si­va con­tra la opo­si­ción de su país sin que a nadie parez­ca impor­tar­le. Y es impor­tan­te aña­dir que el pre­si­den­te aze­rí no es solo un boca­zas con sali­das de tono en sus dis­cur­sos, sino que este cum­ple con sus ame­na­zas. Y es que tres días des­pués de pro­po­ner la ofen­si­va con­tra la opo­si­ción, el líder de la mis­ma, Tofig Yagu­blu, era con­de­na­do a más de cua­tro años de pri­sión por deli­to de gam­be­rris­mo. Con un gobierno que tra­ta de esa mane­ra a un polí­ti­co que ha derra­ma­do su san­gre luchan­do por Azer­bai­yán en la gue­rra de Nagorno-Kara­baj, que ha sido pro­pues­to en dos oca­sio­nes para el títu­lo de Héroe Nacio­nal, es fácil ima­gi­nar el tipo de polí­ti­cas que se tie­nen con­tra una comu­ni­dad étni­co-nacio­nal que bus­can exter­mi­nar o, en el mejor de los casos, expul­sar del Alto Kara­baj; un terri­to­rio his­tó­ri­ca­men­te armenio.

Tras un siglo de vio­len­cia, pogro­mos y crí­me­nes infa­mes, no hay bue­nos ni malos en Nagorno-Kara­baj. Sin embar­go, en los últi­mos años Azer­bai­yán es el país que siem­pre reac­ti­va las hos­ti­li­da­des, que lan­za ofen­si­vas con­tra Artsaj, que enal­te­ce el odio con dis­cur­sos de exter­mi­nio. Es Azer­bai­yán quien cele­bra enviar miles a morir y matar por un peda­zo de tie­rra que, si bien la his­to­ria lo con­vir­tió en la últi­ma línea defen­si­va de Arme­nia, para Bakú no sig­ni­fi­ca nada… a no ser que quie­ran seguir avan­zan­do has­ta Ere­ván. Y lo ver­da­de­ra­men­te alar­man­te es que Azer­bai­yán actúa así por­que des­de Bakú se saben con impu­ni­dad, con el res­pal­do de la Comu­ni­dad Inter­na­cio­nal. Es muy fácil ape­lar al diá­lo­go para solu­cio­nar los pro­ble­mas; pero es como no decir nada cuan­do se le da luz ver­de a una de las par­tes para hablar de lim­pie­za étni­ca como en la Euro­pa de los años 40.

Fuen­te: Alber­to Rodrí­guez Gar­cía /rt.com

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