Gonzalo Guillen nos dice que un banco del grupo Aval ha sido multado por falta de control de lavados de activos del crimen. ¿Multado solamente? ¿Su dueño no amerita acaso sanción penal y cárcel? Este asunto debe abordarlo también la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Desde su surgimiento las FARC-EP, Segunda Marquetalia, están denunciando que el Estado solo persigue al eslabón más débil de la cadena, es decir, a campesinos pobres que se ven obligados a sembrar coca para subsistir con sus familias, y se hace el de la vista gorda frente al lavado de activos que involucra a banqueros y empresarios que disimulan el blanqueo a través de transacciones bancarias y otros artificios que le dan apariencia de operaciones financieras legales. Y todo bien. Lo importante es salvaguardar la impunidad mientras empresarios con trajes augustos posan hipócritamente como hombres muy emprendedores e impolutos.
La justicia en Colombia está ciega de verdad. Ni oye, ni quiere ver, porque hay mucho billete de por medio. Persiguen con saña a los pobres campesinos cultivadores al tiempo que despliegan campañas sonoras de propaganda, diciendo que la guerrilla está detrás de todo, mientras el presidente está en parrandas, se abraza y canta con el Ñeñe, como lo hacen algunos generales antinarcóticos de la policía, del ejército y de la Fuerza Aérea. Y mientras tanto por allá en las lejuras reverberantes del pacífico lanchas de la Armada encabezan los convoyes de embarcaciones llenas de cocaína hasta un punto en altamar donde pueden navegar seguras hacia costas centroamericanas.
Oiga, ¿y es que aquí no se puede procesar ni exigir responsabilidad a un presidente y a unos políticos untados de estas porquerías? Todos vimos las imágenes del narco Ñeñe Hernández, invitado especial a la posesión del presidente Duque en el Palacio de Nariño. ¿Acaso Duque tiene corona? ¿Dónde está la justicia que no actúa y no se ve?
Ya es hora que agarren preso y manden a la cárcel al primer banquero lavador de activos. Y que Duque aporte verdad al país sobre sus descaradas relaciones con la mafia. Los narcoEstados como el de Colombia no pueden ser intocables. Los verdaderos mafiosos están en las capitales del país, muy bien mimetizados como personas de negocios, y gente muy honorable.
Qué pena, pero es obvio que la justicia está invadida por el cáncer de la corrupción. Ensayemos una veeduría ciudadana y descubriremos muchas podredumbres. ¡Basta! Ya es hora de hacer algo bueno por Colombia.
FARC-EP
Segunda MarquetaliaNoviembre 14 de 2020