Entrevistamos a un referente del anticapitalismo: Iñaki Gil de San Vicente, un marxista ortodoxo, e independentista vasco, que comparte sus reflexiones sobre desafíos de los pueblos del sur.
Federico Ruiz Tirado: Con Hugo Chávez se dijo que era la hora de los pueblos; que este es el momento para despejar la paja del trigo, que las revoluciones exigen un debate continuo, intersubjetivo y multidimensional. ¿Venezuela y el internacionalismo se ubican en alguna escala particular en este momento estelar para los pueblos y sus desafíos?
Iñaki Gil de San Vicente: Venezuela se ubica simultáneamente en lo universal, lo particular y lo singular en la praxis internacionalista. En lo universal, mediante los valores aportados desde Guaicaipuro, el Negro Miguel y movimientos desde mediados del siglo XVI; desde las vitales aportaciones de Bolívar en el siglo XIX; desde el proceso que va del Caracazo de 1989 hasta el presente con todo el ideal chavista. Lecciones universales de lucha y solidaridad. En lo particular, con su apuesta por la Patria Grande, con la unidad antiimperialista de Nuestramérica, con la ayuda de envío de crudo, dinero, etc. a pueblos que no pueden pagar los inhumanos precios impuestos por el imperialismo: sin crudo no hay sanidad, electricidad, alimentación, cultura… ni tampoco autodefensa, y un inacabable etcétera. Y en lo singular, por la defensa a ultranza de su independencia antiimperialista, que también es un valor universal.
¿Qué está ocurriendo, un desmoronamiento progresivo de las hegemonías?
Podemos decir que sí, que la hegemonía imperialista se está desmoronando, pero hay que advertir que su caída no está determinada mecánicamente, sino que dependerá de la lucha de los pueblos por un sistema mejor, por el socialismo en concreto. Pero debemos ser conscientes de que puede recuperarse la hegemonía occidental según sea la lucha de clases mundial, especialmente de la internacionalista, y también de las luchas internas en Occidente y en el bloque que se está formando alrededor de China, Rusia, Irán, etc., todo ello dentro a su vez de la evolución de las contradicciones crecientes entre la tendencia al desarrollo de las fuerzas productivas y la tendencia reaccionaria al alza de las relaciones burguesas de producción.
¿Y la estructura social norteamericana, se tambalea y a la vez se reacomoda para fortalecer el imperio?
El cambio sustancial, o sea, de su esencia, del fundamento explotador del sistema yanqui, solo es posible mediante una revolución socialista. Las Trece Colonias ya eran expansionistas y esclavistas, y la guerra de liberación burguesa contra la ocupación británica exacerbó su ideal depredador como muy bien constató Bolívar. La Administración Biden quiere aplicar algo parecido al New Deal de 1933 – 1939 que terminó fracasando en todo excepto en rearmar brutalmente a Estados Unidos para la guerra mundial que deseaba con desesperación. Fue esta masacre la que reactivo su economía y no el pequeño contenido social del New Deal. Ahora padecemos «otro» capitalismo que añade problemas nuevos a los de entonces: el agotamiento de los recursos, la crisis socioecológica y sanitaria; la mundialización económica y científica; la hipertrofia financiero-especulativa y la deuda mundial y del propio Estados Unidos; las tendencias descendentes de la tasa media de ganancia y de la productividad del trabajo; el empobrecimiento, el hambre y el debilitamiento de las llamadas «clases medias» en Occidente; el fortalecimiento de potencias competidoras mucho más fuertes de lo que en su tiempo eran Alemania, Japón e Italia, etc. Todo esto, y más, impone que el nuevo New Deal sea más pobre en lo democrático y social, pero con gastos inmensos en la industria de la matanza de seres humanos.
Venezuela proclama la paz como programa y el respeto a las diferencias y la convergencia consensuadas de las naciones para superar las crisis cíclicas provocadas por el capitalismo, mientras que Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido insisten en el negocio de la guerra. Es una amenaza permanente ¿cuál es la alternativa para el resto de la Humanidad?
No solo se rearman Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido, sino también Japón, India, Australia, Canadá, Ucrania, Corea del Sur, Marruecos, Arabia Saudí, Colombia, Brasil…, peones de Occidente. Quiere esto decir que debemos implementar una alternativa con, al menos, cuatro puntos: defensa a ultranza de la libertad de los pueblos, solidaridad internacionalista permanente, inmediata ayuda a los pueblos agredidos, ayuda a las clases y naciones explotadas dentro de Occidente, y pedagogía sistemática del derecho a la autodefensa armada.
¿Y entrarán Rusia y China en la guerra por el poder planetario?
Estados Unidos siempre está «dentro» de la guerra polifacética por el poder mundial. Rusia y China no «entrarán» en ninguna guerra, sino que responden a múltiples agresiones y ayudan a otros pueblos a defenderse. Para 2010 Rusia elaboró una estrategia defensiva y de derrota de las guerras regionales abiertas por Estados Unidos que ha desbordado a Occidente. Rusia y China, también Cuba, Venezuela, Irán, etc., tienen una concepción político-militar, ética y socioeconómica de la guerra como una provocación imperialista ascendente de lo parcial a lo total, que hay que derrotar desde las primeras provocaciones, mentiras y ataques económicos, sanitarios, energéticos, terroristas…
¿Cuáles son las líneas gruesas para un programa de resistencia, lucha y avances en esta coyuntura?
La verdad es revolucionaria, por eso hay que hablar claro y actualizar todo el potencial liberador que tiene la frase de Vegecio del siglo IV: si vis pacem, para bellum, si quieres la paz, prepara la guerra. ¿Cómo hacerlo? Alianza cívico-militar, milicias populares, internacionalismo, sociedad comunitaria y propiedad pública… y dignidad, mucha dignidad porque es una imparable fuerza liberadora. Debemos tener siempre presente el significado histórico de la batalla de Carabobo de 1821.
Federico Ruiz Tirado
Revista CuatroF
(Caracas), abril-mayo 2021, año 6, nº 284, p. 11.