Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento de la República de Colombia… En esta introducción al parte militar de la batalla de Carabobo, el Libertador Simón Bolívar no solo estampó el alma de su estrategia geopolítica, sino que señaló el rumbo de nuestro destino: la Gran Nación de Repúblicas hermanas, la unidad de los pueblos de Nuestra América como garantía de nuestro futuro.
Tres años antes, en el Congreso de Angostura, había expresado que, «La reunión de la Nueva Granada y Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas: es el voto de los ciudadanos de ambos países, y es la garantía de la libertad de América del Sur».
Es un hecho relevante que Colombia, como categoría hermanadora de pueblos, nació en el campo de combate.
El genio de Bolívar se desbordó en la planificación de la batalla. Luego del triunfo de las armas libertadoras en Boyacá, habiendo organizado ya la retaguardia estratégica, voló desde Nueva Granada hasta Angostura a informar al Congreso el extraordinario suceso. De Angostura sale en busca de Páez en la llanura donde proyectan con el guerrero el siguiente paso: la independencia de Venezuela. Allí lo sorprende la noticia de la sublevación de los coroneles Del Riego y Quiroga que impugnaban el despotismo de Fernando VII, lo que obligó al desmonte de la expedición de 10 mil hombres que estaba lista para zarpar rumbo a la América del sur a sofocar la rebeldía, expedición punitiva de la cual eran ellos sus comandantes. «Un golpe de fortuna loca», calificó Bolívar al suceso. A la Corona no le quedó otra opción que la de instruir secretamente a los generales Morillo y La Torre buscar un armisticio. Y es en este campo de la diplomacia donde destella con más brillo el genio del Libertador.
El 25 de noviembre se firma un armisticio de 6 meses y un tratado de regularización de la guerra siendo plenipotenciarios de las partes el General de Brigada Antonio José de Sucre y el español Ramón Correa. Dos días después tiene lugar el encuentro en Santa Ana de los generales Bolívar y Morillo. En el brindis, al levantar su copa el General La Torre expresó: «Brindó por los colombianos y españoles que unidos marchan hasta los infiernos si es necesario, contra los déspotas y los tiranos».
Al silenciar las armas los realistas ocupaban el centro de Venezuela, Caracas al oriente, Coro al occidente y el mar a sus espaldas. El ejército libertador quedó desplegado en el arco Guayana, Guárico, Calabozo, Trujillo, Mérida, y Maracaibo.
Al finalizar el armisticio el 27 de abril, Bolívar despliega operaciones al día siguiente e inicia un juego de movimientos buscando ganar posiciones favorables para la contienda. Eran tentativas de diversión y maniobras de engaño para debilitar la poderosa fuerza de su contrincante el general La Torre, que finalmente lo obligó a una guerra defensiva frente a las amenazas que le surgían por todos los flancos.
El 14 de mayo Bermúdez toma a Caracas y avanza hasta la Victoria, lo cual obliga al general español a enviar al Brigadier Correa y a Tomás Morales, antiguo lugarteniente de Boves, como refuerzo a esa ciudad. El coronel patriota Cruz Carrillo describe fintas por el norte que no pasan desapercibidas por el adversario.
Bolívar necesita ganar tiempo para completar su maniobra envolvente y la progresión de la fuerza de Páez procedente de Achaguas por lo que le propone a La Torre una nueva posibilidad de paz a cambio del reconocimiento de la independencia de Colombia. La Torre, que ya no cree en el rey, lucha solo por supervivencia y honor militar.
El 24 de junio comienza la batalla en una topografía aliada con los realistas. El mortífero fuego del batallón Burgos desordena el avance de los bravos de Apure. Es cuando entran en acción los Cazadores Británicos con gran derroche de valor. A estos internacionalistas no los detenía ni el fuego ni la sangre. A medida que caían sus comandantes, estos eran reemplazados inmediatamente por otro oficial, que seguía dirigiendo a sus hombres, siempre hacia adelante. Como tocados por ese ejemplo de valentía y amor a la patria, los Bravos de Apure vuelven a la carga y entre las dos fuerzas destrozan a los realistas. Mientras tanto, por otro flanco, entra en acción el tropel de las lanzas del León de Apure, José Antonio Páez, una leyenda de arrojo y valor al galope. Fuego, pólvora y gritos de guerra invadieron el campo de batalla hasta poner en fuga a los húsares de Fernando VII y a los Lanceros del Rey.
Dominado por la carga irrefrenable de los patriotas, La Torre se vio obligado a realizar una maniobra de repliegue ordenado, rodeado por las tropas del batallón Primero Valencey, aceptando así su derrota.
Gloria eterna y homenaje a los combatientes caídos, al comandante de la Segunda División, General Cedeño, al comandante de la Tercera División, Coronel Ambrosio Plaza, al Negro Primero, al comandante irlandés Ferriar, a Daver, Scott, Minchin, Brand, y a 119 hombres de tropas. «Nuestra pérdida no es sino dolorosa ‑se lee en el parte militar- apenas 200 muertos y heridos».
Cinco días después, el 29 de junio de 1821, Bolívar y Páez entran a Caracas encabezando el Estado Mayor.
Carabobo no es solo la independencia de Venezuela; es la voz del libertador insistiendo en la necesidad de conformar en este hemisferio una potencia mundial erigida en la unidad de los pueblos, no para invadir ni oprimir naciones, sino para blindar nuestro destino de naciones libres, propagar humanidad y solidaridad sobre la tierra, y servir como equilibrio del universo. Una potencia y fuerza irresistible que establezca un nuevo orden social justo que rescate el valor de la dignidad humana, proteja la vida en el planeta, la paz, la inclusión, el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos y disuada con su sola presencia la tiranía del capital, los bloqueos comerciales, económicos y financieros, y la abusiva pretensión de darle carácter extraterritorial a leyes de imperios neocolonialistas y opresores.
Es hora de que la actual Colombia y Venezuela, sus movimientos sociales y políticos, sus líderes y lideresas, empiecen a dar los primeros pasos en dirección a la unidad estratégica. Sírvanos como acicate lo escrito por Bolívar a Páez: «Se me olvidó decir a usted que hemos pensado fundir juntos dos o tres mitades de los departamentos de Boyacá, Zulia y Barinas, para que no haya más frontera de Venezuela ni de Nueva Granada, porque esta división es la que nos está matando y, por lo mismo, debemos destruirla».
FARC-EP
Segunda MarquetaliaJunio 24 de 2021