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Locom­bia, Polom­bia o Colom­bia… ¿En qué país que­re­mos vivir?

Cuan­do escu­cha­mos pala­bras sua­ves, casi neu­tras, como per­so­nas por loca­li­zar, homi­ci­dios colec­ti­vos, asis­ten­cia mili­tar, gen­te de bien, paz con lega­li­dad, esta­mos fren­te a los eufe­mis­mos de una pre­si­den­cia estú­pi­da que cree que con arti­fi­cios ver­ba­les, pue­de ocul­tar la horri­ble reali­dad de la Colom­bia vic­ti­mi­za­da por las des­apa­ri­cio­nes for­za­das, las masa­cres de líde­res y lide­re­sas socia­les, la repre­sión mili­tar a ciu­da­da­nos iner­mes, el cán­cer de la corrup­ción que nos está matan­do, y el des­co­no­ci­mien­to y trai­ción del gobierno al Acuer­do de Paz… Esas pala­bras de enga­ño, son solo cara­me­los enve­ne­na­dos para matar con dul­zu­ra, y para no lla­mar la aten­ción de los orga­nis­mos defen­so­res de dere­chos huma­nos a esca­la mundial.

¿Será ésta una carac­te­rís­ti­ca de «Locom­bia» o de la «Colom­bia con P mayús­cu­la», de la que habla Iván Duque, el pre­si­den­te de la Ñeñe-política?

Los ver­da­de­ros ván­da­los, los más vio­len­tos, son aque­llos que des­de el gobierno des­tru­ye­ron y van­da­li­za­ron con sus polí­ti­cas injus­tas nues­tro futu­ro de dig­ni­dad. No son los jóve­nes que pro­tes­tan con escu­dos impro­vi­sa­dos para defen­der­se del Esmad y de la gen­te de bien de Cali que les dis­pa­ra con fusi­les, metra­lle­tas y pistolas.

A la ver­da­de­ra gen­te de bien le due­le la pér­di­da de la vida y la inte­gri­dad de cual­quier per­so­na, pero a la indo­len­te sena­do­ra Hol­guín del Par­ti­do de gobierno la pér­di­da de un ojo de un mani­fes­tan­te agre­di­do por la Fuer­za Públi­ca le pare­ce tan insig­ni­fi­can­te que incre­pa a la gen­te dicién­do­les ya, «dejen de llo­rar por un ojo».

La seño­ra Azca­ra­te tam­bién es gen­te de bien, y por eso no para. No para de tra­fi­car y tra­que­tear. En un lap­sus la sena­do­ra María Fer­nan­da Cabal reco­no­ce que los pocos impues­tos que pagan los peque­ños pro­pie­ta­rios se los roban don­de ella tra­ba­ja. Nada más cier­to y por pri­me­ra y úni­ca vez, de acuer­do con ella.

“Colom­bia es un país de ins­ti­tu­cio­nes y que el mun­do lo sepa», dice el minis­tro Pala­cio en el Con­gre­so. Sí; eso es cier­to, pero de ins­ti­tu­cio­nes podri­das y corrup­tas, vio­la­do­ras de los DDHH, sin deco­ro y arro­di­lla­das fren­te a Washing­ton, siem­pre con­tra el pue­blo llano y al ser­vi­cio de los más pode­ro­sos sec­to­res eco­nó­mi­cos y de los par­ti­dos oligárquicos.

Como para com­ple­tar la cosa, los medios de comu­ni­ca­ción cum­plen la tor­ci­da misión de des­in­for­mar y de embe­lle­cer la ima­gen del régi­men. Abren sus micró­fo­nos a para­mi­li­ta­res con­fe­sos como Andrés Esco­bar, que en Cali, en Ciu­dad Jar­dín, jun­to a poli­cías, con per­so­nas de bien, bien pudien­tes del sec­tor, dis­pa­ra­ron con­tra los mar­chan­tes. Ese suje­to reco­no­ce ante los medios que han crea­do gru­pos arma­dos para defen­der la pro­pie­dad pri­va­da. Mien­tras los medios lo maqui­llan como un para­co con cla­se, acu­san de ván­da­los y terro­ris­tas a los jóve­nes e indí­ge­nas que recla­man en las calles lo que es justo.

El país de la gen­te de bien nos vol­vió impor­ta­do­res de lo que antes pro­du­cía­mos, y gra­cias a los blo­queos el sec­tor impor­ta­dor reco­no­ce que en Bue­na­ven­tu­ra hay repre­sa­das más de 500 mil tone­la­das de maíz y otro tan­to de fri­jol (la ban­de­ja pai­sa dejó de ser pai­sa en sus ingredientes).

Dicen que has­ta el momen­to las pér­di­das supe­ran los 15 mil billo­nes pero un plan de cho­que social para salir de la pobre­za pue­de cos­tar menos. El país don­de exis­ten exen­cio­nes tri­bu­ta­rias para los gran­des ricos y don­de la eva­sión pulu­la (50 billo­nes al año) ocu­pa el ter­cer pues­to don­de las mul­ti­na­cio­na­les no tributan.

Noso­tros debe­mos esco­ger en qué país que­re­mos vivir, si en la Locom­bia o Polom­bia del fas­cis­mo crio­llo o la Colom­bia huma­na y dig­na por la que hoy luchan las pobre­rías en las calles.

FARC-EP

Segun­da Mar­que­ta­liaJunio 5 de 2021

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