Boli­via. Anto­nio Abal: «Otra vez apa­re­ce el racis­mo con­tra cam­pe­si­nos e indí­ge­nas, como gene­ra­dor de violencia».

Por Car­los Azná­rez y María Torre­llas, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de noviem­bre de 2021.

Para tra­tar de com­pren­der qué está ocu­rrien­do en Boli­via, don­de otra vez sue­na los tam­bo­res de la des­es­ta­bi­li­za­ción gol­pis­ta, toma­mos con­tac­to con Anto­nio Abal, inves­ti­ga­dor, escri­tor y mili­tan­te político.

-Anto­nio, cómo estás vien­do esta nue­va vuel­ta de tuer­ca del gol­pis­mo, que por ejem­plo, ha lan­za­do un paro de los Comi­tés Cívi­cos, una movi­li­za­ción por par­te de la dere­cha que han teni­do como resul­ta­do varios enfren­ta­mien­tos, que cau­sa­ron la muer­te de un cam­pe­sino adic­to al gobierno.

-Efec­ti­va­men­te en Boli­via se dan estos suce­sos y la his­to­ria nos seña­la que hay que tener mucho cui­da­do, te pon­go un ejem­plo: en 1979 en el mes de noviem­bre hay un gol­pe, y gra­cias a la resis­ten­cia popu­lar en 16 días se derro­ta ese gol­pe. Estoy hablan­do del coro­nel (Alber­to) Natusch Busch y la famo­sa matan­za cono­ci­da como la masa­cre de Todos los San­tos. Ten­ga­mos en cuen­ta que ese es el perio­do más cor­to de la recon­quis­ta de la demo­cra­cia, cuan­do en 16 días el pue­blo derro­ta al gol­pe. Los par­ti­dos polí­ti­cos pen­sa­ron que esta derro­ta había sepul­ta­do las inten­cio­nes de gol­pe y vol­vie­ron a la nor­ma­li­dad de la demo­cra­cia libe­ral que cono­ce­mos, don­de los par­ti­dos empie­zan a tra­ba­jar sobre sus pro­yec­tos y todo lo demás. Al año siguien­te, en julio de 1980, Gar­cia Meza pone en mar­cha uno de los gol­pes más san­grien­tos que se die­ron en Bolivia.

-¿Crees que ese ejem­plo sir­ve para ana­li­zar este com­ple­jo pre­sen­te que vive Bolivia?

¿Me pre­gun­to: qué nos ense­ña la his­to­ria? En reali­dad, el tema del gol­pe y la fra­gi­li­dad demo­crá­ti­ca siem­pre ha esta­do pre­sen­te. Esta­mos vivien­do la mis­ma situa­ción y hay mucha gen­te que está con­ven­ci­da que el gol­pe no va pros­pe­rar y que la gen­te ya ha tom­da­do con­cien­cia. Eso mis­mo se dijo en 1979, la fra­gi­li­dad demo­crá­ti­ca en Boli­via tie­ne que ver con pug­nas no resuel­tas his­tó­ri­ca­men­te, que no pasa por el tema de la vigen­cia o no de una demo­cra­cia libe­ral como es la que tene­mos aho­ra. Hay con­tra­dic­cio­nes muy pro­fun­das en Boli­via, por ejem­plo el tema del racis­mo y este es el motor gene­ra­dor de la vio­len­cia del 2019, que aho­ra está sien­do nue­va­men­te utilizada.

-¿Lo ocu­rri­do estos días en Poto­sí va en esa línea?

El caso de Poto­sí es cla­rí­si­mo, allí se ha repe­ti­do lo que ha suce­di­do en Sucre en 2008, es decir: unos com­pa­ñe­ros de ori­gen que­chua del nor­te de Poto­sí que fue­ron al fes­ti­val fol­cló­ri­co que tenía que rea­li­zar­se con moti­vo de la efe­mé­ri­des de la ciu­dad, fue­ron agre­di­dos por el sim­ple hecho de estar en Poto­sí con el mis­mo argu­men­to que se uti­li­zó en San­ta Cruz, en La Paz y en Sucre ¿Qué hacen estos cam­pe­si­nos en la ciu­dad?, ese es el dis­cur­so. Enton­ces, están las con­tra­dic­cio­nes que van más allá de una cues­tión estric­ta­men­te de cla­se, como ana­li­zan algu­nos mar­xis­tas el caso boli­viano. Son estas rela­cio­nes pro­fun­das que no han ter­mi­na­do de ser resuel­tas, y por lo tan­to nues­tra his­to­ria está pla­ga­da de gol­pe-perio­do demo­crá­ti­co-gol­pe y así suce­si­va­men­te., Esa es la lec­tu­ra que tene­mos que hacer en este momen­to que está atra­ve­san­do Bolí­via y cla­ra­men­te los men­sa­jes siguen sien­do exac­ta­men­te los mis­mos. El dis­cur­so del pre­si­den­te de los Comi­té Cívi­cos de San­ta Cruz que gira en con­cep­tos como; «por la liber­tad y la demo­cra­cia, ampa­ra­dos en el man­to pro­tec­tor de Dios», ese es el dis­cur­so, exac­ta­men­te repe­ti­do miles de veces en la his­to­ria boli­via­na. Esa es la situa­ción actual, yo defi­ni­ría como de fra­gi­li­dad demo­crá­ti­ca, y no hay una reac­ción polí­ti­ca estra­té­gi­ca de lar­go pla­zo que ten­ga que ver con la solu­ción de ese pro­ble­ma en Boli­via. Eso sigue laten­te y los 14 años del gobierno del Movi­mien­to al Socia­lis­mo no han sabi­do superar.

Te que­ría pre­gun­tar a pro­pó­si­to de eso, ¿cómo esta reac­cio­nan­do el MAS fren­te a un emba­te reac­cio­na­rio, que como bien seña­las­te tie­ne una his­to­ria? ¿Hay con­cien­cia de que hay que gene­rar un ámbi­to de movi­li­za­ción popu­lar muy fuer­te para des­ba­ra­tar un futu­ro golpe?

-El MAS como orga­ni­za­ción polí­ti­ca no ha hecho nin­gún pro­nun­cia­mien­to. Hay una debi­li­dad muy cono­ci­da del MAS como ins­tru­men­to polí­ti­co en los cen­tros urba­nos, como es el caso de Cocha­bam­ba, San­ta Cruz, Sucre, todas las capi­ta­les tie­nen ese pro­ble­ma. La fuer­za radi­ca en los movi­mien­tos socia­les y con­cre­ta­men­te en el Pac­to de Uni­dad. A par­tir de esto, sus orga­ni­za­cio­nes están dan­do pau­tas, tam­po­co una señal cla­ra, pero sí pau­tas por dón­de deben ir las accio­nes fren­te a esta arre­me­ti­da. Esta sema­na está pre­vis­ta la mar­cha de las com­pa­ñe­ras Bar­to­li­nas en San­ta Cruz. Esto es intere­san­te: las muje­res que recu­pe­ra­ron la demo­cra­cia en 2020 nue­va­men­te son las que esta­ban en pri­me­ra línea dan­do los pasos que se deben dar, es decir una mani­fes­ta­ción popu­lar de recha­zo a este inten­to anta­go­nis­ta. Enton­ces, ahí tene­mos una pre­sen­cia del movi­mien­to social orga­ni­za­do que son las her­ma­nas Bar­to­li­nas en el pro­pio terri­to­rio del con­flic­to, es decir que en San­ta Cruz están comen­zan­do la movi­li­za­ción. Por su par­te, la Cen­tral Obre­ra depar­ta­men­tal ha hecho un par de decla­ra­cio­nes, pero la movi­li­za­ción efec­ti­va la están hacien­do las com­pa­ñe­ras Bar­to­li­nas. En otros luga­res, como es el caso de Poto­sí, vemos la frac­tu­ra que ya vie­ne de mucho antes, por par­te del sec­tor de coope­ra­ti­vis­tas mine­ros que son empre­sa­rios y que siem­pre han esta­do del lado del Comi­té Cívi­co de San­ta Cruz y de la estra­te­gia des­es­ta­bi­li­za­do­ra de (Fer­nan­do) Cama­cho. Hay coope­ra­ti­vis­tas meti­dos en el oro, que tie­nen una mira­da más empre­sa­rial, que están ubi­ca­dos en La Paz, y otras coope­ra­ti­vas mine­ras de Poto­sí, que tam­bién per­te­ne­cen a esa corrien­te reac­cio­na­ria de apo­yo al gol­pe y a este pacto.

Estas frac­tu­ras hacen que en Poto­sí hubp una con­cen­tra­ción, estos coope­ra­ti­vis­tas han dan­do un pla­zo de 24 horas gobierno y son este tipo de reac­cio­nes que en con­jun­to están repre­sen­tan­do lo que antes seña­la­ba, esa vie­ja dispu­ta que no es sim­ple­men­te por el poder polí­ti­co sino tam­bién por el terri­to­rio, por el ima­gi­na­rio social y por la vigen­cia de un sis­te­ma, de una estruc­tu­ra oli­gár­qui­ca en Boli­via, ese es el tema de fondo.

-Qué pasa con la poli­cía y las Fuer­zas Arma­das, por­que en el 2019 fue la poli­cía la que jugó un papel pre­do­mi­nan­te en alen­tar la anda­na­da gol­pis­ta y des­pués final­men­te los mili­ta­res pusie­ron el sello al final. ¿Han sido depu­ra­das esas estructuras?

-Lamen­ta­ble­men­te esta depu­ra­ción y reor­ga­ni­za­ción es muy len­ta y esta­mos vien­do ya los pri­me­ros resul­ta­dos de esa fal­ta de una depu­ra­ción orgá­ni­ca total. Recien­te­men­te, escu­ché el tes­ti­mo­nio de una diri­gen­ta de las Bar­to­li­nas de Poto­sí que estu­vo en los enfren­ta­mien­tos, y ella seña­la­ba que la poli­cía fue quien per­mi­tió que fue­ran aco­rra­la­dos los her­ma­nos que estu­vie­ron allí, y fue la poli­cía quien abrió las rejas para que entren los miem­bros del Comi­té Cívi­co. O sea, pro­pi­cia­ron el enfren­ta­mien­to en Poto­sí, la poli­cía estu­vo de lado de quie­nes bus­ca­ban con­fron­ta­ción. Por otra par­te, en San­ta Cruz, la poli­cía si ha des­pe­ja­do algu­nos pun­tos de blo­queo, pero en Cocha­bam­ba no se mira una acción deci­di­da de la poli­cía. Hay que dudar de la poli­cía, por un ele­men­to que va más allá de lo que vimos en 2019, gran­des sec­to­res de esa fuer­za, esta­mos hablan­do de ofi­cia­les y par­te de la tro­pa per­te­ne­cen a las Igle­sias evan­gé­li­cas. Enton­ces, hay que recor­dar las ora­cio­nes que regi­mien­tos ínte­gros de la poli­cía rea­li­za­ron en 2019, por su per­te­nen­cia a estas Igle­sias Evan­gé­li­cas. Hace poco en San­ta Cruz un pas­tor evan­gé­li­co fue a dar su apo­yo total al Comi­té Cívi­co, hoy hay que tomar en cuen­ta para tra­tar el tema polí­ti­co en Boli­via que se ha com­pli­ca­do a par­tir de la intro­duc­ción de estas Igle­sias Evan­gé­li­cas en la poli­cía y en las Fuer­zas Arma­das. Son un fac­tor interno tam­bién de la toma de deci­sio­nes, no sola­men­te la Cons­ti­tu­ción es la que pue­de diri­gir lo que hacen tan­to las Fuer­zas Arma­das como la poli­cía, sino estas otras ins­ti­tu­cio­nes que por momen­tos tie­nen más poder que la mis­ma orga­ni­za­ción esta­tal. Esas son las varia­bles que se deben tener en cuen­ta y por eso mis­mo la fra­gi­li­dad como cuer­po de obe­dien­cia a la Cons­ti­tu­ción, tan­to de la poli­cía como de los militares.

Hemos esta­do vien­do tam­bién en estos días todo un tra­ba­jo de des­co­lo­ni­za­ción, impul­sa­do por el vice­pre­si­den­te David Chu­quehuan­ca y el filó­so­fo Rafael Bau­tis­ta, ¿Este tra­ba­jo des­co­lo­ni­za­dor le está lle­gan­do tam­bién a la socie­dad o es más que nada mate­ria de inves­ti­ga­ción y se que­da un poco ence­rra­do en los talle­res y no lle­ga tan­to a la pobla­ción en general?

-Hace poco me tocó estar en un panel jus­ta­men­te sobre el tema de des­co­lo­ni­za­ción y par­ti­ci­pé en un panel con el ex can­ci­ller, y ahí sen­tí que el tema de la des­co­lo­ni­za­ción está sien­do atra­pa­do sim­ple­men­te como una filo­so­fía de aná­li­sis, de refle­xio­nes. Por otra par­te está sien­do apro­pia­da por algu­nos inte­lec­tua­les como un tema de deba­te inte­lec­tual, y por lo tan­to lo están des­po­jan­do de la poten­cia polí­ti­ca que tie­ne. Hay que tra­du­cir el tema de la des­co­lo­ni­za­ción como herra­mien­ta teó­ri­ca, que des­nu­da esta rela­ción colo­nial en la estruc­tu­ra y en la for­ma­ción social boli­via­na, y tie­ne que dar una res­pues­ta de acción polí­ti­ca de des­co­lo­ni­za­ción. Esto está pues­to en prác­ti­ca des­de el gobierno, y hay que des­mon­tar los dis­po­si­ti­vos de repro­duc­ción de la men­ta­li­dad colo­nial, como son los pro­ce­sos esco­la­res, las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les, etc. Real­men­te es un tra­ba­jo muy gran­de y no se está hacien­do eso. Enton­ces, es posi­ble que esto de la des­co­lo­ni­za­ción se con­vier­ta igual que en su épo­ca ocu­rrió con el mar­xis­mo, en una curio­si­dad inte­lec­tual o en un deba­te estric­ta­men­te filo­só­fi­co, sin hacer caso de lo que el mis­mo Marx seña­la­ba, es decir no se tra­ta de inter­pre­tar el mun­do, se tra­ta de cam­biar. La des­co­lo­ni­za­ción tie­ne que dar ese paso, no se tra­ta de inter­pre­tar las rela­cio­nes colo­nia­les sino de cam­biar esas rela­cio­nes y ese paso toda­vía no se ha dado.

Trans­crip­ción: Karen Carrizo

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