Pensó Duque que dejando a última hora a consideración del Legislativo el Acuerdo de Escazú ‑un tratado internacional firmado por 24 países de América Latina y el Caribe, que no ha querido Firmar Colombia- podía legitimar su hipócrita presencia en la COP26 de Glasgow sobre medio ambiente y cambio climático. A pesar de que el artículo 9 de este acuerdo obliga a garantizar «un entorno seguro a personas, grupos y organizaciones que promueven y defienden los derechos humanos en asuntos ambientales, para que estos puedan actuar sin amenazas, restricciones e inseguridad», Duque lo depositó sin ningún mensaje de urgencia al Congreso.
Lo de Duque es un caso clínico. Así como miente y engaña al movimiento social en Colombia cree que puede engañar a todo el mundo autoproclamándose defensor del medio ambiente y de la vida en el planeta.
Despojados del temor a equivocarnos, lo que quería era ir Escocia a tomarse un par de fotos al lado de presidentes, buscando con ello levantar su deteriorada imagen y paliar un poco el alto porcentaje de desaprobación a su gestión como presidente.
Allá posó de ambientalista, y aquí fumiga los campos con el tóxico glifosato. Poco o nada hace para frenar la deforestación de la Amazonía. No le importa la vida de los ambientalistas. Promueve el fracking. Nada dice frente a la contaminación de las petroleras. Pero a pocos meses de terminar su mandato promete que va a reducir para el 2030 las emisiones de CO2 a la atmósfera en un 51%, y que para el 2050 tendremos la carbono-neutralidad. Que va a proteger áreas marinas y aumentar 100 veces las energías renovables. ¡Qué va!
En Gasglow Escocia, el niño ambientalista colombiano, Francisco Vera, le pidió no mentir tanto.
FARC-EP
Segunda MarquetaliaNoviembre 3 de 2021