Entrevista con Ibai Aginaga realizada por Juanjo Basterra, kazetaria eta militante soziala.
Hablamos con Ibai Aginaga, que salió hace unos días de prisión en una amplia entrevista. Ha vuelto a Berango y nos cuenta su experiencia después de permanecer alejado 21 años y medio de su pueblo. 19 años ha pasado en celdas de aislamiento de las cárceles españolas. «Son para destruir a la persona», dijo. Y estando dentro ha conocido el cese de la lucha armada o el giro de 180 grados de la izquierda abertzale. Salió del colectivo de presas y presos vascos (EPPK) y lo justifica porque «ya habíamos virado hacia líneas más comunistas y, entonces, la izquierda abertzale en su conjunto viró a un lado y nosotros para el lado contrario». Plantea la autocrítica en todo lo ocurrido «porque no hemos sabido trasladar al resto de compañeros lo que iba a pasar». Habla de los «oportunistas», de la necesidad de hacer los ongietorris y, entre otras cosas, de la necesidad de «prender la chispa» de nuevo en Euskal Herria. A su juicio, llegará, porque «saben que Euskal Herria es un pueblo que históricamente ha luchado y eso se lleva en el ADN».
¿Cómo te sientes al haber recuperado la «libertad», entre comillas, porque los que estamos en la calle tampoco es que seamos muy libres? ¿Cómo estás viviendo estos primeros días?
Lo veo muy natural. Todo el mundo siempre me ha dicho que iba a ser difícil después de tantos años, que había cambiado la sociedad. Es verdad que ha cambiado, no había conocido ni teléfonos móviles, ni internet, ni nada eso. Y las relaciones sociales han cambiado mucho, pero no ha sido algo traumático para mí tras haber salido.
Hemos estado en unas condiciones muy malas en la cárcel. Durante todos estos años he estado en aislamiento; quitando los últimos seis meses de condena, los he pasado en aislamiento y para mi esto es aire. Además tomo la salida a la calle como militancia. No salgo a la calle y me retiro a casa, no; sigo luchando, sigo teniendo camaradas y he estado durante estos años conectado con la calle. Sé de las luchas que se han llevado en Euskal Herria, he estado muy interesado a nivel internacional. No ha sido algo traumático, la verdad.
¿Cuántos años has estado dentro?
En la cárcel he echado 19 años y estuve en la clandestinidad dos años y pico, antes. Llevaba fuera de Berango, 21 años y pico.
¿Cómo has encontrado Berango?
Muy cambiado. Tenía 19 años cuando me marché de casa, he vuelto con 40 años y a nivel de construcción ha cambiado. La gente ha cambiado mucho, yo también, claro. Esas cosas se notan, se mira al pasado y se ven como algo natural.
¿Qué significa el rėgimen de aislamiento, para quienes no lo conocen?
Es la hostia de duro. Es para destruir a la persona. Todos los días, desde primera hora de la mañana, tienes una sorpresa nueva de los txakurras. Si no es por una cosa, es por otra, pero siempre sabes que los txakurras vienen con la escopeta cargada. Ellos hacen turno de dos días, y luego se van a casa otros seis días. O sea, vienen frescos al de unos días, pero tú enlazas turnos de txakurras y ellos vienen frescos al de seis días y con ganas de jodernos.
Los módulos de aislamiento son muy pequeños, son como cajas de resonancia. El ruido es muy grande y entonces meten en nuestras galerías a la gente muy ruidosa, con música a tope, televisiones a tope, hablan y gritan mucho por la ventana. En aislamiento mucha gente tiene que ir al médico por problemas sicológicos y a esa gente, como no tienen ninguna alternativa de salud en la cárcel y ningún programa de salud, lo que hacen es que quienes están mal de la cabeza y dan muchos problemas los meten en aislamiento, les pegan muchas palizas y son incontrolables. En vez de tratarles bien a nivel de salud, los tratan a base de palizas y pastillas, y pinchazos de lagartin que es el medicamento que les tiene catorce días cagados y meados encima. Luego hay celdas especiales con correas, que les atan… les tienen igual dos días atados, no les sueltan ni para mear ni para cagar y lo hacen encima. Es una especie de tortura y les mandan a otro aislamiento dentro de la propia zona de la cárcel, es una dobla tortura. Es para destruir a la persona.
Entre nosotros, lo que ocurre es que nosotros estamos organizados y el compañerismo durante estos años ha sido muy grande y eso te ayuda. Pero los presos sociales, que están prácticamente solos, y el único apoyo que tienen solo lo pueden encontrar en los presos políticos y no sé qué, les destruyen.
¿Por qué cárceles has pasado?
Entré en Soto del Real, luego Alcalá Meco, un par de años, después otro par de años en Ocaña. Otros dos años en Jaén, cinco años o así en Algeciras, otros cinco años, otros cinco años o así en Sevilla…
He estado cumpliendo condena en nueve o diez cárceles. Luego en conducciones de cárcel a cárcel habré estado en veintitantas.
¿La peor de todas por la que has pasado?
En Jaén estuvimos muy mal. Era muy duro. Y los últimos cinco años de aislamiento de Sevilla, de Morón de la Frontera, una cárcel nueva, también muy jodida. Son las peores experiencias que he tenido.
Saliste del Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos (EPPK), ¿por qué lo hiciste?
Después del proceso del 2008, estábamos dentro del movimiento, pero prácticamente no veíamos nada que sintiéramos que fuera nuestro. Nos sentíamos muy desvinculados, participábamos en los debates y cosas así, pero veíamos que no teníamos capacidad de repercutir por las maneras en que se debatía. Siempre con la excusa de la seguridad, que mucho tendría que ser eso también, pero ya veíamos que no. Estuvimos unos años aguantando, pero estábamos totalmente desligados del movimiento. O sea, a parte de que el movimiento había dado un viraje muy grande, nosotros también habíamos dado un viraje grande.
En esos debates que teníais os obligaban a tomar una dirección o debatíais y lo que saliera.
No, no obligaban. Los debates… lo que pasa es cómo entendíamos nosotros que si participábamos de los debates, lo cumplíamos. Así hemos conocido siempre nuestra militancia. Lo que pasa es que veíamos que los debates no se daban en la profundidad que creíamos que requerían, porque eran debates muy importantes. Estábamos hablando de cambios de línea, si se había agotado el ciclo político. Estábamos hablando seriamente de la lucha armada, que durante cincuenta años había sido la base y dirección del Movimiento de Liberación Nacional y se entendía que se iba a ir a otros derroteros, donde ya se habían debatido durante muchos años antes, pero ya se veía que el cambio era inminente. Nosotros también veíamos el cambio, porque no veíamos que una organización armada debía ser la que llevara la dirección del movimiento político, por motivos de clandestinidad, por la capacidad que tiene un movimiento armado de reunirse, de tomar decisiones, porque es más difícil y complejo, y sabíamos que eso se iba a dar.
Entendíamos que se iba a dar, sí, en un mal sentido: en que los oportunistas que habían estado durante muchos años agazapados ahí, que habían tomado la dirección del movimiento y sabíamos que se iba a dar todo este proceso. Dijimos que iba a pasar esto, que íbamos a asumir toda la legislación, porque habíamos visto y estudiado de otros procesos de Uruguay, de Chile… que se daban en Latinoamérica, que no son igual a Europa. Pero veíamos que lo que allí llamaban el «entrismo», de entrar en las instituciones y desde dentro intentar cambiar, lo que hacía era destrozar el movimiento. O sea, en su plano de lucha y de rebeldía, eso iba a desaparecer. Eso era lo que no conseguimos transmitir al conjunto de la militancia y, por eso, salimos.
¿Desde el Acuerdo de Gernika, vosotros ibais con un acuerdo paralelo o os venían con hechos consumados?
Sí, sí… nosotros sabíamos que había partes del movimiento que estaban totalmente en contra de eso. Había debates que la ruptura era un hecho, y sabíamos que arriba, en nuestra dirección, se tomaban una decisiones y en la dirección del conjunto de la Izquierda Abertzale se tomaban otras decisiones que no se respetaban. Quiero decir que ETA tomaba unas decisiones y esas decisiones no eran respetadas. Nosotros íbamos por la misma línea que la dirección armada en aquellos tiempos, pues nuestra educación política y no se qué no fuimos capaces de darnos cuenta que esa línea no era correcta. Se tomaban decisiones por mayoría aplastante, por más del 80% de la militancia y esas decisiones no se llevaban a cabo. Sabíamos que había una especie de ruptura, que por medio de la represión policial y no sé qué la balanza se giró más hacia la dirección de lo que era el movimiento político dentro de la izquierda abertzale.
¿Sabes cuánta gente está fuera del EPPK?
No. No hay muchos. Tenemos que entender que la lógica del militante en la cárcel en las condiciones que hemos estado es muy difícil dar el paso de romper. Aunque muchos no estén de acuerdo con la línea, porque hay muchos, ese debate sigue vivo. Hay muchos compañeros que están como una goma para adelante y para atrás.
Hace poco ha salido otro de ese colectivo.
Sí, Gari (Garikoitz Etxebarria). Estuve con él en Sevilla muchos años en aislamiento. Es muy jatorra. Políticamente es muy anarquista y antes de entrar en ETA viene de esa militancia. Y acaba de hacer público su salida del colectivo. La decisión la tiene tomada desde hace dos o tres meses, ya estaba fuera del colectivo, pero como anda con problemas económicos ahora se ha hecho público.
Claro porque sales del colectivo EPPK, y se cortan tordos los vínculos en ayudas, dinero, abogados.
Sí, sí, se corta todo eso. En mi caso fue voluntario cortar.
¿Y os ayuda alguien?
En Berango hay un talde antirrepresivo que se hace cargo de los presos que no están en el EPPK. Ahora está Saioa fuera y nos hacemos cargo de sus necesidades económicas e intentamos ayudar a su pareja que también tiene dificultades económicas para poder ir a visitarla a Francia, porque está casi en Ruan (lejos).
«Independentzia, sozialismoa eta amnistia», ¿ha desaparecido de la izquierda abertzale?
Hace ya años estando como responsable Hasier Arraiz ya dijo que dentro de la izquierda abertzale la amnistía no estaba dentro de las bases estratégicas de la izquierda abertzale. Hace años lo dijo cuando empezó a cambiar este proceso. La izquierda abertzale lo ha dicho claro y está claro que el socialismo tampoco es una de las bases estratégicas de la izquierda abertzale, cuando su mayor parte de su dirección es totalmente burguesa en sus conceptos ideológicos. Solo hay que ver lo que hacen en los parlamentos y que reconozcan la autoridad del Parlamento y la legislación fascista como legítima como para hacer política, algo que hemos rechazado toda la vida. La independencia, pues sí, son puramente nacionalistas y tienen ese concepto de independencia no es el concepto de no depender de unos estados imperialistas que quieren hegemonizar todo y no sé qué, entienden la independencia como dibujar en un mapa el contorno de Euskal Herria.
¿Como el PNV?
Eso es. Prácticamente eso, tendrán algún tipo de diferencia y no se qué, pero eso. Luego el idioma, por ejemplo, que es una de las bases para que una nación sea reconocida. A parte del territorio, también el idioma. Se ve que el concepto de una Euskal Herria euskaldun ha desaparecido y se está en una consideración plurilingüe, el concepto ese que se difumina ese concepto de una lengua de una nación para que sea reconocida. El concepto de nación que tienen es un concepto burgués, de un estado burgués y listo. No tienen el concepto de un Estado socialista para romper las cadenas del sistema capitalista, para unirnos con otras naciones, con otros pueblos del mundo. Sí que tienen todavía algún concepto internacionalista, pero ya es muy difuso. Te hablan de internacionalismo hablando de los zapatistas, cosas que para la sociedad son fáciles de digerir, pero que no tienen ninguna profundidad.
Dentro de la cárcel veíais que se estaba produciendo este giro de EH BIldu hacia la socialdemocracia, ¿les mandabais alguna nota, a los abogados les decíais que por ahí no pensabais que iba la solución en esos debates que hacíais?
Sí, sí, en los debates se vio todo eso y luego se mandaban un montón de notas, se hacían muchos debates dentro de la cárcel. Hay que tener muy en cuenta que dentro de la cárcel nos tenían muy dispersados, no teníamos mucha capacidad de debatir entre nosotros. Porque como mucho estábamos dos o tres compañeros juntos y en el mismo aislamiento, que hay varias galerías. Estábamos distribuidos en galerías diferentes. Entonces, no nos veíamos entre nosotros, tampoco. Dentro del aislamiento, los aislamientos nuevos están divididos en galerías que normalmente son diez: cinco largas y cinco pequeñas, y nos tienen distribuidos ahí. Dentro del aislamiento, como te digo, hay otro aislamiento más, más separado. En el mismo aislamiento en la misma cárcel puede haber diez compañeros y no verlos en meses. Y si los ves, verlos por un cristal cuando vas a las visitas, para saludarles justo, pero no puedes hablar con ellos.
¿Se han valido del sistema represivo en las cárceles del Estado español para ganar adeptos a sus tesis?
Totalmente. Les ha venido bien, muchas medidas represivas en el Estado como detenciones en el exterior y represión en el interior con el aislamiento en que estábamos sufriendo, les ha venido bien para que nosotros no hayamos sido capaces –la culpa también es nuestra por esa incapacidad para poder haber abierto el debate y haber hecho entender a los camaradas que esa no era la línea. Reconocemos esa incapacidad, hacemos la autocrítica, pero está claro que los oportunistas se han valido de la represión porque no se han podido hacer los debates con la mínima normalidad que exige para tomar las decisiones que se han tomado.
En ese sentido, hace cinco años o algo más la reivindicación de la amnistia pegó un vuelco importante, sin embargo ahora no hay esa fortaleza, se ven grupos por aquí y por allá, pero no con la fuerza de hace años. ¿A qué crees que es debido?
Les voy a reconocer siempre que en esos momentos de confrontación y de ruptura con la línea liquidacionista de la izquierda abertzale, les voy a reconocer siempre que sacaran la reivindicación de la amnistia a la calle. Hicieron un trabajo grande y que en ese momento era totalmente necesario. Lo que pasa es que un movimiento de masas antirrepresivo es imposible que tenga la capacidad como para extender la lucha de liberación o por el socialismo a Euskal Herria. Ese movimiento antirrepresivo tiene su propio camino, sectorial. No tiene capacidad de extenderse, falta un proyecto político con bases estratégicas para llevar la dirección. Un movimiento antirrepresivo no puede llevar la dirección de un movimiento de masas, sí en su sector y no más allá. Es lo que ha pasado, que algunos pensaban que de ahí iban a dirigir el movimiento de masas en Euskal Herria y es imposible, no tienen capacidad para ello.
No conozco mucho, dicen que hay un conflicto también de egos, pero no creo que sea eso. No creo que la base del problema sea ese, sino que entiendo que la base es política y es que algunos tienen el concepto de que desde ese movimiento de masas sectorial pueden dirigir una lucha más amplia en Euskal Herria y no es así. Hay otros sectores que sí que entienden, como en su día ocurrió con la Alternativa KAS, que era ya una organización para coordinar las luchas de masas, que debe ir por ese camino. Donde hay más organizaciones que tocan más palos y sectores, se reúnen dentro de una coordinadora o unas bases ideológicas para que esa sea lo que puede ser la dirección, por llamarle de alguna manera, la que dirija la lucha.
Lo cierto es que no se ha conseguido la amnistía, ni los que están dentro del EPPK la persiguen ya. ¿Se han rendido?
Sí, sí, sí. Los que están dentro del EPPK la mayoría su objetivo es salir cuanto antes de la cárcel y, para algunos, de cualquier manera. Hay algunos que mantienen las formas y tienen mucho compañerismo, que no van a hacer ningún escrito nunca, pero hay otros que su objetivo es salir de la cárcel cuanto antes de cualquier manera. Eso está aceptado por la dirección de la izquierda abertzale. Hacen escritos de todas las maneras, de arrepentimiento, de no sé qué. Son cosas que no se hacen públicas, pero dentro de la cárcel los he visto, he estado con ellos conviviendo. Y como se reúnen con la dirección de la cárcel con una hoja en blanco para hacer escritos de lo que tienen que conseguir para lograr el tercer grado, etc. Hay algunos que el pecado que están haciendo es muy grande y, por eso, de los últimos cinco que salieron de Basauri en tercer grado, no han recurrido ninguno de ellos porque han hecho un pecado muy grande para salir. Han pedido perdón, la mayoría que están en esa línea están pagando la responsabilidad civil… Han asumido. Nosotros durante todos estos años hemos estado luchando por el estatus político, para que se nos reconociera, pero el EPPK lo que ha reconocido es el estatus criminal. Ellos ahora mismo reconocen que lo que han hecho no debía de haber pasado, reconocen ese estatus de criminalidad, no solo se criminalizan ellos, sino que criminalizan la lucha de cincuenta años de Euskal Herria. Porque dices «yo soy un criminal, la lucha que he realizado es criminal y todo el movimiento que ha llevado esa lucha es crimina». De estar reivindicando durante muchos años el estatus como prisioneros políticos, hemos pasado a reconocer el estatus criminal, que es lo que siempre ha querido el Estado. «Sois unos crimínales, que habéis ido contra el Estado, contra las leyes vigentes», algo que no hemos reconocido porque siempre hemos pensado que el Estado español era un Estado fascista y ahora todo ese concepto se ha cambiado. Y el Estado español ya no es un Estado fascista a su modo de ver. Cuando hablan del Estado español como mucho te pueden decir que es un Estado con grandes déficits democráticos, que es lo que buscan desde la izquierda abertzale (oficial), pero ya no dicen que es un Estado fascista. Y eso es lo que ha asumido el EPPK, la mayoría. Hay gente dentro que no asume eso, pero al estar dentro del movimiento, de alguna manera, reconocen esa nueva situación.
Cuando existía ETA no había tantas diferencias entre vosotros, ¿qué ha pasado ahora?
El problema que hay ahora dentro de las cárceles es que hay compañeros que tienen muertos, hay gente que tiene responsabilidad civil grande por acciones armadas importantes, luego hay otros que no tienen absolutamente ninguna acción. La diferencia que hay dentro es muy grande, porque hay unos que no tienen que pagar las responsabilidad y lo tienen muy fácil, tampoco les exigen hacer grandes cosas y a otros les exigen participar en el programa de la ley de justicia restaurativa, que se reúnen con familiares de caídos y a algunos les exigen participar ahí. Ese programa lo empezaron en Logroño, Santoña y Burgos. Desde el principio algunos compañeros se metieron ahí, luego hubo un debate porque hay muchos compañeros que siguen firmes y no asumen esto. Hubo un grupo importante de compañeros que dijo que no se podía participar. Se abrió un debate y ganó, al parecer, el grupo de quienes dijeron de no participar. Pero había otros que sí. Ahí hubo un confrontación muy grande. Ahora prácticamente se deja hacer lo que se quiera, el individualismo es muy grande y hay algunos que ya no ven a los otros como compañeros. Piensan en los otros. Muchos te dicen «hemos perdido la guerra y ya está. Tenemos que irnos para casa». No te dan argumentación política. No hay una argumentación colectiva, sino individual.
Los gobiernos de Madrid siempre han dicho que si se dejaban las armas se podrían conseguir otras aspiraciones como la lucha por la autodeterminación, la independencia, etc., pero más de una década que callaron las armas y nada de eso llega. Está aparcado.
Los gobiernos de España y de Francia son parte parte de un Estado fascista y cada vez que agaches la cabeza lo que van a hacer es pedirte que la agaches cada vez más. Lo que quieren es destruir a los movimientos rebeldes.
Pues la cabeza la tenemos metida ya dentro de la tierra…
Lo que quieren es destruirnos. No quieren ni que haya una pequeña chispa que se pueda encender. Saben que Euskal Herria es un pueblo que históricamente ha luchado y eso se lleva en el ADN. Saben que aquí se luchó la guerra antifascista, ha habido muchos internacionalistas en Euskal Herria en diferentes épocas, se combatió contra los nazis, se combatió en America Latina y saben que eso lo llevamos en el ADN. Saben que durante muchos años puede estar apagada la llama, pero una chispa la encienda. Eso pasa en Euskal Herria, en Madrid y otros sitios. Si saben que hay un movimiento que mantiene la chispa de rebeldía, de lucha y no sé qué lo que van a hacer es obligarnos a agachar la cabeza cada vez más dentro, hasta meterla debajo de la tierra. Y con la izquierda abertzale que ha tenido un pasado de lucha y no sé qué, van a hacer lo mismo, enterrarla.
¿Esa chispa que dices se puede dar, se puede producir?
Sí, sí, sí. Eso seguro. Lo que pasa. Es que ahora mismo no estamos en las mejores condiciones, pero no se puede decir que esté todo perdido. La esperanza esa de si alguna vez hacemos bien, acertaremos, se va a volver a producir. Porque es así. La lucha son ciclos. Hemos visto altibajos durante toda la vida.
En este mismo ciclo en la fase imperialista del sistema capitalista hemos visto ciclos como, por ejemplo, como se ha dado en La Comuna de Paris, como se ha dado en la Unión Soviética. Ciclos muy grandes revolucionarios y luego se han caído. Lo mismo en los anteriores sistemas: feudal y esclavista, vimos que hubo picos muy altos revolucionarios, pero que decaían. Luego vuelven a resurgir y, al final, el sistema ese cae, porque nada permanece eterno.
Sabemos que ese ciclo del sistema capitalista está agotado y se ve con todas las guerras imperialistas que vemos y la situación laboral y vivencial de los obreros, aquí sin ir mas lejos en Euskal Herria, es muy mala y es por la decadencia del propio sistema. Lo que pasa es que el sistema sólo va a caer con nuestra lucha, con nuestra lucha y con organización. Llegando a más amplias masas de gente vamos a alcanzar nuestros objetivos.
Lo que ocurre es que todos esos referentes que hemos tenido siempre, que pueden ser HB, LAB y otros movimientos que han habido por aquí están plegados al poder capitalista, a pesar de que algunos siguen manteniendo un discurso que se contrapone con los hechos.
Y antes hubo otros, que fueron luchadores en su día y que luego agacharon las orejas. Y hubo generaciones que siguieron luchando. Y las generaciones que siguen luchando, tienen la experiencia de los que lucharon y cayeron, los que dejaron de luchar, también; pero, al final lo que van a conseguir los objetivos son los que siguen luchando, no los que en su día lucharon y viven de las rentas de lo que fueron. Está muy bien, les reconocemos que lucharon, pero eso no os legitima a decir que «nosotros hemos luchado y fuimos los putos amos y ahora ya no se puede luchar porque no estamos dispuestos a luchar». Si tú te has rendido, o no puedes más o no sé qué y reconoces que «no puedo más», tiene un pase, lo que no tiene un pase es haberte rendido y decir que como yo me he rendido vamos a rendirnos. Eso no vamos a reconocer nunca.
Lo que ha pasado con el preso corso Yvan Colonna, que ha muerto en la cárcel francesa, podría pasar con militantes vascos, tanto en Francia como en España. Tenemos casos que ha habido enfrentamientos con presos sociales y demás.
La verdad no sé si lo del preso corso es algo espontáneo. Ya sabemos que el Estado francés para esas cosas es muy… cuando quiere deshacerse de uno, lo hace así. Nunca ha tenido reparos a cepillarse a la gente en la cárcel. No sabemos si es así, o qué. Los islamistas son muy feudales. Nosotros los revolucionarios para ellos somos como satán, no creemos en su dios y lo reivindicamos abiertamente.
Desde fuera da la impresión de que alguien fue a por Yvan Colonna, símbolo de la lucha corsa, o que alguien ha hecho que se crucen y a la primera de cambio salten chispas.
Es totalmente posible que haya pasado eso. Nosotros convivimos con ellos. En el Estado español ellos están en aislamiento. Podría haber pasado eso. En la cárcel de Ocaña un preso de los Grapo, Marcos Martín Poza, y yo tuvimos una pelea con islamistas en aislamiento, por temas religiosos. Marcos debatía abiertamente con ellos esos temas y un día se calentaron tanto que tuvimos lío. Y esas circunstancias se pueden dar. Hay algunos islamistas que tienen un concepto muy medieval, los pocos sí que tienen algún concepto antimperialista, pero no se da de lo que yo conozco en el Estado español. No sé si en el Estado francés se da. No sé si los islamistas son diferentes. Aquí muchos vienen de Ceuta, Melilla, de barrios obreros, muy desestructurados, de la delincuencia, de la drogodependencia, y ellos la religión la toman como les explican. No tienen ningún concepto antimperialista, ni social. La mayoría de ellos, y eso te puede pasar, porque para ellos no creemos en Dios y que el reivindiquemos y debatamos esos temas es problemático. El cómo hablamos, cuando están las duchas conjuntas, el meternos desnudos… esas cosas son pecado. Con todo eso se va haciendo una bola y muchas veces surge la confrontación, llegando a las manos.
Cambiando de tema, ¿los recibimientos como los ves?
El otro día, casualidad, recogiendo las cosas de casa, aquí en Berango mi aita solía llevar los recibimientos en los años ochenta y así. Tenía todo programado. Casualidad teníamos guardados sus programas de cómo iba a ser el recibimiento, y les echaba un bertso. El otro día cogiendo un libro fue el recibimiento de Zubiaga, y había un bertso que hablaba del ongietorri. Decía que los que abandonaban la lucha, los que se desentendían del movimiento… volverían al pueblo y no serían reconocidos por el pueblo como hijos. Pero vendrían otros luchadores, que habrían mantenido su línea de la lucha por Euskal Herria y seguían militando, y el pueblo les reconocería y los vitorearía. Yo lo entiendo así también, que el pueblo dentro de sí tiene algo natural como es reconocer a los que luchan por ellos.
EH Bildu dice que no hay que hacer eso, ¿qué piensas?
Ya, pero se ve que la gente sale a la calle. No tiene tanta influencia, pese a lo que digan. La gente que verdaderamente está en la calle y se moviliza, sigue. El otro día en mi recibimiento había mucha gente de la izquierda abertzale de aquí, que entienden todavía o tienen ese concepto de rebeldía y no entienden lo que hace el movimiento, como es el caso de los ongietorri, el de reconocer a los zipaios en la celebración de los cuarenta años. Porque en este pueblo hay una familia que son los Gallastegi, que su abuelo era Eli Gallastegi, y sobre los zipaios, antes de que existieran, ya dijo que algún día habrá un Gobierno vasco que tendrá una policía vasca y esa policía reprimirá a su pueblo. Algo así. Ese es el concepto. Hace años esa pintada estaba en un mural con lo que había dicho Eli Gallastegi, y eso es lo que pasa: hay una policía que se supone que es vasca y reprime al pueblo vasco, porque defiende los intereses de la burguesía vasca, que no son los mismos que los de los obreros vascos. Somos vascos todos, pero a mi me une más un obrero andaluz o uno de Corsica, que un burgués explotador aquí. Como los de Irizar, que son vascos, y esta semana (primera de abril) han despedido a 25 obreros aquí en Berango. Una empresa que para esta comarca en su día fue muy importante, que tenía cientos de trabajadores. Cuando llegó Irizar aquí había 250 trabajadores. Ahora solo hay 100 y van a echar a 25. Los que se quedan: pan para hoy y hambre para mañana, porque en cosa de uno o dos años van a ir fuera.
El otro día hablando con mi hermano, que trabaja ahí y es uno de los huelguistas, me dijo que ya vieron lo de la monopolización. Alconza se jubilaba y la dirección que tenía y pusieron a la venta la fábrica, Irizar era del mismo sector, vio una empresa competidora, dijo la compro y en cuatro años la cierro y me quedo sin competidor. El mercado es mío y me llevo la producción a donde más me interese para sacar más dinero. Esos son vascos y explotan a vascos, y el dinero que hacen es el que roban a los currelas vascos. ¿Qué nos une a ellos más que ser vascos? ¿Queremos hacer un Estado con ellos? Yo no quiero hacer un estado burgués con ellos, porque sé que van a explotarme y van a explotar a todos los obreros de Euskal Herria, a los que estén aquí trabajando. No me une absolutamente nada con la burguesía vasca. Su nación es su dinero.
Si quieres añadir algo, estás a tiempo.
Es importante la entrevista, que sé que no es por mí, porque me he mantenido firme en la lucha. Entiendo que esta entrevista también es para los compañeros que siguen en la lucha, no solo dentro, sino también, otros como los refugiados, como está Asier Guridi en huelga de hambre en Venezuela, Dani Pastor, Iñaki Bilbao «Txikito», Patxi Ruiz, Saioa Sánchez… toda esta gente que se mantiene firme en la lucha y ligada al movimiento de lucha en Euskal Herria. Esto es un reconocimiento para ellos.
17 de abril de 2022