La guerra en Ucrania ha hecho que las potencias mundiales se muevan en función de los recursos que podrían verse comprometidos en caso de una escalada mayor que derive en un conflicto global más amplio. Y uno de esos recursos vitales tiene que ver con la alimentación y la forma de garantizar su producción en su hipotético futuro catastrófico.
Un trabajo de investigación de Clara Sánche1 revela cómo el imperialismo y sus corporaciones buscan mover sus fichas para controlar el suministro de semillas y, con ello, tener el monopolio de alimentos respecto a todo lo referente a la producción agroindustrial.
Es por ello que Estados Unidos recientemente nombró a Cary Fowler, creador de la Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard, como su enviado especial para la Seguridad Alimentaria Global.
Esta bóveda, también como «Arca de Noé» o «Bóveda del día del juicio final» está ubicada en el archipiélago noruego de Svalbard, en el Círculo Polar Ártico, y su finalidad es «resguardar, en caso de catástrofe local o mundial, la biodiversidad de las especies de cultivos que sirven como alimento para garantizar la alimentación del futuro en el planeta».
Sánchez resalta que, si bien esta «arca» es operada por el Centro Nórdico de Recursos Genéticos (NorGen) en cooperación con el Ministerio de Agricultura y Alimentación de Noruega y la organización internacional Global Crop Diversity Trust, también está vinculada a la Fundación Rockefeller, la Fundación Bill y Melinda Gates, DuPont/Pioneer, Syngenta y Bioversity International (anteriormente el Instituto Internacional de Investigación Fitogenética), una rama del Consorcio de Centros de Investigación (CGIAR), creada por la Fundación Rockefeller.
Pero los vínculos con el gobierno estadounidense no terminan allí. La investigadora señala que Catalina Bertini, actual presidenta de la junta de Global Crop Diversity Trust, es una funcionaria pública estadounidense.
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Fue subsecretaria de agricultura del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) entre 1989 – 1992.
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Por recomendación de George W. Bush, le dieron el cargo de directora del Programa Mundial de Alimentos en 1992.
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En 1997 es renombrada en la misma institución con el respaldo de Bill Clinton.
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Entre 2001 y 2009 fue becaria de la Fundación Bill y Melinda Gates y, posteriormente, también lo fue de la Fundación Rockefeller.
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En los tiempos de Obamaformó parte de la Junta para el Desarrollo Internacional para la Alimentación y la Agricultura (BIFAD), desde donde asesoró a la USAID (2006−2015).
¿Desde cuándo opera la bóveda y qué motiva su creación?
Desde 2008, en plena Crisis Financiera Mundial, funciona como una caja de seguridad de un banco. Fue inaugurada con 100.000 semillas y actualmente concentra más de un millón de muestras almacenadas. Para 2017, había logrado reunir el 40% de la diversidad alimentaria del mundo.
De acuerdo al trabajo de Sánchez, todos los países del mundo pueden depositar en esta suerte de memoria vegetal del mundo, pero solo pueden retirarlas en caso de que se hayan agotado o destruido, bien sea por por catástrofes naturales y conflictos bélicos.
Ya las experiencias del pasado demuestran la importancia del resguardo de las semillas. Sánchez reseña el acto heroico de un grupo de científicos soviéticos que prefirieron la muerte antes que comerse la colección del banco de semillas más antiguo del mundo, el Instituto de Botánica Aplicada de Leningrado, actual Centro Federal de Investigación del Instituto de Recursos Fitogenéticos de toda Rusia, necesario para reimpulsar la agricultura en el bloque soviético al terminar la guerra.
Y es por el actual conflicto entre Rusia y Ucrania que Estados Unidos mueve sus fichan en función de sus intereses. Y esto se entiende claramente cuando el objetivo del enviado especial para la Seguridad Alimentaria Global es precisamente «dar su visión estratégica y asesoramiento sobre la seguridad alimentaria, la nutrición y los sistemas alimentarios mundiales».
Que el Jefe del Departamento de Estado diga que es para «garantizar la política exterior de Estados Unidos» es una forma de reafirmar la relación entre los alimentos y el poder, que ha sido una máxima imperial desde el último conflicto bélico a gran escala.
El contexto
Como ya es sabido, las «sanciones» contra Rusia afecta a buena parte del mundo debido a que el país euroasiático es un gran productor de cereales e insumos para la agroindustria.
La guerra en Ucrania y la posible crisis alimentaria lleva a considerar a las semillas como uno de los recursos más importantes. Es por ello que varios países ya empiezan a moverse en función de su resguardo.
Todos estos movimientos estratégicos dejan claro que no hay corporaciones movidas por solidaridad ni potencias de naturaleza filantrópica. Ninguno de estos rasgos definen el proyecto de resguardo de semillas al Departamento de Estado de Estados Unidos recientemente, mucho menos ante la posible detonación de la Tercera Guerra Mundial.
No cabe duda de que el imperialismo juega adelantado a la apropiación, acaparamiento y control de las semillas como forma de subsistir y, sobre todo, segur manteniendo el poder como forma de extorsión de las grandes mayorías globales.
Misión Verdad
10 de mayo de 2022