El pen­sa­mien­to revo­lu­cio­na­rio de Marx y la lucha con­tra la ideo­lo­gía domi­nan­te (1). «Crí­ti­ca de la eco­no­mía política»

«Las ideas domi­nan­tes de una épo­ca siem­pre han sido las ideas de la cla­se dominante.»

K. Marx – F. Engels

Los medios de comu­ni­ca­ción, los pro­gra­mas esco­la­res y uni­ver­si­ta­rios, las ins­ti­tu­cio­nes reli­gio­sas, las indus­trias cul­tu­ra­les, las téc­ni­cas publi­ci­ta­rias…, la ideo­lo­gía domi­nan­te está en todas par­tes. Inva­si­va, satu­ra el espa­cio públi­co y pri­va­do. For­ma y con­di­cio­na nues­tra mane­ra de pen­sar y actuar. Cons­cien­te­men­te o no, esta domi­na­ción es acep­ta­da e inte­rio­ri­za­da por la mayo­ría de los ciu­da­da­nos, a menu­do en nom­bre del inte­rés gene­ral. La sumi­sión se con­si­de­ra inclu­so demo­crá­ti­ca. La opo­si­ción está inte­gra­da, domes­ti­ca­da o mar­gi­na­da. Los domi­na­dos par­ti­ci­pan, sin que­rer­lo real­men­te, en el man­te­ni­mien­to de su pro­pia ser­vi­dum­bre. Cual­quier deseo de trans­for­ma­ción radi­cal y cua­li­ta­ti­va de la socie­dad pare­ce ana­cró­ni­co, anti­cua­do y pasa­do de moda.

Sin embar­go, a pesar de su fuer­za y su poder social, la ideo­lo­gía de la cla­se domi­nan­te se ve con­tra­di­cha cada día por la reali­dad. El capi­ta­lis­mo se encuen­tra en una pro­fun­da cri­sis que ame­na­za la exis­ten­cia mis­ma de la huma­ni­dad: mise­ria social exa­cer­ba­da, explo­ta­ción cada vez más vio­len­ta de la fuer­za de tra­ba­jo, ame­na­za cons­tan­te de gue­rra nuclear, epi­de­mias repe­ti­das, pri­va­ti­za­ción de los recur­sos natu­ra­les, des­truc­ción sis­te­má­ti­ca de nues­tro pla­ne­ta, mer­can­ti­li­za­ción y des­hu­ma­ni­za­ción de las rela­cio­nes socia­les, etc. Todas estas obser­va­cio­nes y muchas otras demues­tran que la revo­lu­ción social, en con­tra de las afir­ma­cio­nes de la ideo­lo­gía bur­gue­sa, no solo es nece­sa­ria, sino urgen­te. Pero «sin teo­ría revo­lu­cio­na­ria, no pue­de haber movi­mien­to revolucionario».

Todos los hechos apo­yan la teo­ría revo­lu­cio­na­ria de Marx. Todo su tra­ba­jo sigue sien­do más que nun­ca indis­pen­sa­ble para des­per­tar y orga­ni­zar las fuer­zas capa­ces de rom­per esta socie­dad y libe­rar a los pue­blos de todos los defec­tos y la feal­dad del capi­ta­lis­mo. La lucha por la eman­ci­pa­ción pasa, para­le­la­men­te a la lucha eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca, por la lucha con­tra esta ideo­lo­gía burguesa.

El pen­sa­mien­to de Marx no es un dog­ma, ni mucho menos, sino una for­mi­da­ble herra­mien­ta de lucha.

La lec­tu­ra o relec­tu­ra de Marx es indis­pen­sa­ble no solo para luchar con­tra esta ideo­lo­gía tota­li­ta­ria sino tam­bién y sobre todo para «derro­car todas las con­di­cio­nes socia­les en las que el hom­bre es un ser reba­ja­do, escla­vi­za­do, aban­do­na­do, despreciable».

Comen­za­mos hoy publi­can­do una par­te de la Crí­ti­ca de la Eco­no­mía Polí­ti­ca de 1859 y con­ti­nua­re­mos más ade­lan­te con la publi­ca­ción de otros textos:

[…] En la pro­duc­ción social de su exis­ten­cia, los hom­bres entran en rela­cio­nes deter­mi­na­das y nece­sa­rias, inde­pen­dien­tes de su volun­tad, rela­cio­nes de pro­duc­ción que corres­pon­den a un deter­mi­na­do gra­do de desa­rro­llo de sus fuer­zas pro­duc­ti­vas mate­ria­les. El con­jun­to de estas rela­cio­nes de pro­duc­ción cons­ti­tu­ye la estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca de la socie­dad, la base con­cre­ta sobre la que se cons­tru­ye una super­es­truc­tu­ra jurí­di­ca y polí­ti­ca y a la que corres­pon­den deter­mi­na­das for­mas de con­cien­cia social. El modo de pro­duc­ción de la vida mate­rial con­di­cio­na el pro­ce­so de la vida social, polí­ti­ca e inte­lec­tual en gene­ral. No es la con­cien­cia de los hom­bres la que deter­mi­na su ser; es, a la inver­sa, su ser social el que deter­mi­na su con­cien­cia. En una deter­mi­na­da fase de su desa­rro­llo, las fuer­zas pro­duc­ti­vas mate­ria­les de la socie­dad entran en con­tra­dic­ción con las rela­cio­nes de pro­duc­ción exis­ten­tes o, lo que no es más que la expre­sión jurí­di­ca de esto, con las rela­cio­nes de pro­pie­dad en las que se habían movi­do has­ta enton­ces. Estas rela­cio­nes se con­vier­ten en obs­tácu­los para el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Comien­za enton­ces una épo­ca de revo­lu­ción social. El cam­bio en la base eco­nó­mi­ca da la vuel­ta más o menos rápi­da­men­te a toda la enor­me super­es­truc­tu­ra. Al con­si­de­rar tales tras­tor­nos, siem­pre hay que dis­tin­guir entre el tras­torno mate­rial de las con­di­cio­nes eco­nó­mi­cas de pro­duc­ción, que se pue­de cons­ta­tar cien­tí­fi­ca­men­te, y las for­mas jurí­di­cas, polí­ti­cas, reli­gio­sas, artís­ti­cas o filo­só­fi­cas, en defi­ni­ti­va, las for­mas ideo­ló­gi­cas en las que el pue­blo toma con­cien­cia de este con­flic­to y lo lle­va a tér­mino. Al igual que no se juz­ga a un indi­vi­duo por su ima­gen de sí mis­mo, no se pue­de juz­gar una épo­ca de agi­ta­ción como esta por su con­cien­cia de sí mis­ma; por el con­tra­rio, esta con­cien­cia debe expli­car­se por las con­tra­dic­cio­nes de la vida mate­rial, por el con­flic­to entre las fuer­zas pro­duc­ti­vas socia­les y las rela­cio­nes de pro­duc­ción. Una for­ma­ción social nun­ca des­apa­re­ce antes de que se hayan desa­rro­lla­do todas las fuer­zas pro­duc­ti­vas que pue­de con­te­ner, y nun­ca se sus­ti­tu­yen por nue­vas y supe­rio­res rela­cio­nes de pro­duc­ción antes de que se hayan incu­ba­do las con­di­cio­nes de exis­ten­cia mate­rial de estas rela­cio­nes en el seno mis­mo de la anti­gua socie­dad. Por eso, la huma­ni­dad solo se plan­tea pro­ble­mas que pue­de resol­ver, por­que, si se obser­va con dete­ni­mien­to, siem­pre se dará el caso de que el pro­ble­ma en sí solo se plan­tea cuan­do las con­di­cio­nes mate­ria­les para resol­ver­lo ya exis­ten o, al menos, están en pro­ce­so de hacer­lo. En tér­mi­nos gene­ra­les, los modos de pro­duc­ción asiá­ti­cos, anti­guos, feu­da­les y bur­gue­ses moder­nos pue­den des­cri­bir­se como épo­cas pro­gre­si­vas de for­ma­ción social eco­nó­mi­ca. Las rela­cio­nes de pro­duc­ción bur­gue­sas son la últi­ma for­ma con­tra­dic­to­ria del pro­ce­so de pro­duc­ción social, con­tra­dic­to­ria no en el sen­ti­do de una con­tra­dic­ción indi­vi­dual, sino una con­tra­dic­ción que sur­ge de las con­di­cio­nes de exis­ten­cia social de los indi­vi­duos; sin embar­go, las fuer­zas pro­duc­ti­vas que se desa­rro­llan en la socie­dad bur­gue­sa crean al mis­mo tiem­po las con­di­cio­nes mate­ria­les para resol­ver esta con­tra­dic­ción. Por lo tan­to, con esta for­ma­ción social, la pre­his­to­ria de la socie­dad huma­na lle­ga a su fin.

Karl Marx: Crí­ti­ca de la eco­no­mía polí­ti­ca, Lon­dres, enero de 1859.

Fuen­te: https://​www​.mar​xists​.org/​f​r​a​n​c​a​i​s​/​m​a​r​x​/​w​o​r​k​s​/​1​8​5​9​/​0​1​/​k​m​1​8​5​9​0​1​0​0​b​.​htm

Moha­med Belaali

26 de mayo de 2022

Fuen­te: https://​www​.belaa​li​.com/​2​0​2​2​/​0​5​/​l​a​-​p​e​n​s​e​e​-​r​e​v​o​l​u​t​i​o​n​n​a​i​r​e​-​d​e​-​m​a​r​x​-​e​t​-​l​e​-​c​o​m​b​a​t​-​c​o​n​t​r​e​-​l​-​i​d​e​o​l​o​g​i​e​-​d​o​m​i​n​a​n​t​e​.​h​tml

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