El futu­ro del tra­ba­jo (2): tra­ba­jar mucho y bien

En el pri­mer post de mi serie sobre el futu­ro del tra­ba­jo2.

Entien­do que esto sig­ni­fi­ca que, aun­que el tra­ba­jo humano (tan­to men­tal como manual) tie­ne sus satis­fac­cio­nes, el tra­ba­jo para la mayo­ría de la gen­te, duran­te la mayor par­te del tiem­po, es real­men­te un tra­ba­jo duro. La gen­te no vive para tra­ba­jar (aun­que a veces se diga que sí), sino que tra­ba­ja para vivir. Tie­nen poco tiem­po para desa­rro­llar sus intere­ses y su poten­cial imaginativo.

Se habla mucho de cómo ha dis­mi­nui­do la jor­na­da labo­ral anual en el últi­mo siglo. El argu­men­to es que la sema­na labo­ral ha dis­mi­nui­do cons­tan­te­men­te, y que las cosas están mejo­ran­do. Ya no hay niños tra­ba­jan­do en minas y fábri­cas; dos o tres días a la sema­na sin tra­ba­jar, etc.

Pero esto ocul­ta gran par­te de la reali­dad. En pri­mer lugar, no es cier­to que no se pon­ga a tra­ba­jar a un gran núme­ro de niños en los cam­pos, las minas y las fábri­cas del Sur Glo­bal; o que no haya «mano de obra escla­va» como sir­vien­tes de los ricos en sus casas o en tra­ba­jos domi­na­dos por los inmi­gran­tes. En segun­do lugar, aun­que el total de horas pue­de haber dis­mi­nui­do en las cifras ofi­cia­les, hay sec­to­res con­si­de­ra­bles de la mano de obra que siguen sopor­tan­do lar­gas jor­na­das y tra­ba­jo inten­si­vo. Según la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (OMS) y la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT), unos 500 millo­nes de per­so­nas en el mun­do tra­ba­jan al menos cin­cuen­ta y cin­co horas semanales.

En los últi­mos años, la ten­den­cia a la reduc­ción de la jor­na­da labo­ral se ha dete­ni­do y, en algu­nos casos, se ha inver­ti­do. Un infor­me de la OIT de 2018 encon­tró que ha habi­do una bifur­ca­ción de las horas de tra­ba­jo, «con por­cio­nes sus­tan­cia­les de la fuer­za de tra­ba­jo mun­dial que tra­ba­jan ya sea exce­si­va­men­te lar­gas horas (más de 48 horas por sema­na), lo que afec­ta par­ti­cu­lar­men­te a los hom­bres, o el tra­ba­jo de cor­ta duración/​tiempo par­cial (menos de 35 horas por sema­na), lo que afec­ta pre­do­mi­nan­te­men­te a las mujeres».

La rela­ción entre el exce­so de tra­ba­jo y la fal­ta de tra­ba­jo, o el des­em­pleo, no es nue­va. Como lo des­cri­be Karl Marx en El Capi­tal, «el exce­so de tra­ba­jo de la par­te emplea­da de la cla­se obre­ra engro­sa las filas de la reser­va mien­tras que, a la inver­sa, la mayor pre­sión que la reser­va por su com­pe­ten­cia ejer­ce sobre los tra­ba­ja­do­res emplea­dos los obli­ga a some­ter­se al exce­so de tra­ba­jo y los some­te a los dic­ta­dos del capital».

Jon Mes­sen­ger, el autor del infor­me de la OIT de 2018, seña­la que ha habi­do «una diver­si­fi­ca­ción de los acuer­dos de tiem­po de tra­ba­jo», escri­be, «con un movi­mien­to que se ale­ja de la sema­na de tra­ba­jo están­dar que con­sis­te en horas de tra­ba­jo fijas cada día duran­te un núme­ro fijo de días y hacia diver­sas for­mas de acuer­dos de tiem­po de tra­ba­jo “fle­xi­bles” (por ejem­plo, nue­vas for­mas de tra­ba­jo por tur­nos, pro­me­dios de horas, acuer­dos de tiem­po fle­xi­ble, sema­nas de tra­ba­jo com­pri­mi­das, tra­ba­jo de guar­dia)». Estos acuer­dos con­lle­van la expec­ta­ti­va de estar siem­pre de guar­dia: «Levan­tar­se y moler las 24 horas del día».

Lo sor­pren­den­te de esta ten­den­cia es que le ocu­rre a todo el mun­do. Los estu­dios han cons­ta­ta­do la inten­si­fi­ca­ción del tra­ba­jo entre direc­ti­vos, enfer­me­ros, tra­ba­ja­do­res del sec­tor aero­es­pa­cial, tra­ba­ja­do­res de la indus­tria cár­ni­ca, pro­fe­so­res de escue­la, per­so­nal de TI y cui­da­do­res. Tam­bién hay prue­bas de la inten­si­fi­ca­ción del tra­ba­jo en Euro­pa y Esta­dos Uni­dos. «No solo se ha inten­si­fi­ca­do el tra­ba­jo de la per­so­na que tra­ba­ja en la línea de pro­duc­ción de Ama­zon, sino tam­bién el de la per­so­na que se des­pla­za al tra­ba­jo en Lon­dres y el del nue­vo abo­ga­do», afir­ma Fran­cis Green, pro­fe­sor de la UCL que lle­va años estu­dian­do el fenó­meno. Según un aná­li­sis rea­li­za­do por el think tank bri­tá­ni­co Reso­lu­tion Foun­da­tion, algo más de dos ter­cios de los emplea­dos situa­dos en el cuar­to supe­rior de la esca­la sala­rial en el Rei­no Uni­do afir­ma­ban tra­ba­jar «bajo mucha ten­sión». Lo mis­mo ocu­rría con la mitad de los que se encon­tra­ban en el cuar­to infe­rior de la esca­la sala­rial, y este últi­mo gru­po ha expe­ri­men­ta­do el mayor aumen­to de la ten­sión des­de la déca­da de 1990.

He aquí algu­nas expli­ca­cio­nes de por qué el tra­ba­jo se ha inten­si­fi­ca­do para tan­tos. En la déca­da de los 90, la gen­te decía que su «pro­pia dis­cre­ción» era el fac­tor más impor­tan­te a la hora de tra­ba­jar. Aho­ra es más pro­ba­ble que citen a los «clien­tes o con­su­mi­do­res». En un mun­do de comu­ni­ca­ción ins­tan­tá­nea, muchos tra­ba­ja­do­res sien­ten aho­ra que tie­nen que res­pon­der rápi­da­men­te a las deman­das de los con­su­mi­do­res o clien­tes. Esto es váli­do tan­to para el ban­que­ro que tra­ba­ja en una gran fusión como para el con­duc­tor de Uber Eats al que lla­ma para que le trai­ga una hamburguesa.

Otra posi­ble expli­ca­ción es que los emplea­do­res sim­ple­men­te han recor­ta­do el núme­ro de emplea­dos para aho­rrar cos­tes sin idear for­mas más efi­cien­tes de hacer las cosas. Esto, sin duda, reso­na­rá en los tra­ba­ja­do­res del sec­tor públi­co de todo el mun­do, que han sufri­do una déca­da o más de recor­tes en el gas­to público.

Algu­nas empre­sas tam­bién han apro­ve­cha­do la tec­no­lo­gía para extraer más esfuer­zo del per­so­nal. Más luga­res de tra­ba­jo, como los alma­ce­nes, se han auto­ma­ti­za­do par­cial­men­te, lo que sig­ni­fi­ca que los tra­ba­ja­do­res deben seguir el rit­mo de las máqui­nas. Otros tra­ba­ja­do­res son aho­ra más fáci­les de con­tro­lar. El cre­ci­mien­to de los pro­gra­mas infor­má­ti­cos que regis­tran las pul­sa­cio­nes de los emplea­dos, miden sus des­can­sos y envían avi­sos si se des­vían a sitios no rela­cio­na­dos con el tra­ba­jo. El tay­lo­ris­mo, como se lla­ma­ba antes, sigue vivo. (El tay­lo­ris­mo es la lla­ma­da cien­cia de la divi­sión de tareas espe­cí­fi­cas para que los emplea­dos pue­dan com­ple­tar sus tareas de la for­ma más efi­cien­te posi­ble. La prác­ti­ca del tay­lo­ris­mo fue desa­rro­lla­da por pri­me­ra vez por Fre­de­rick Tay­lor, quien afir­ma­ba que con­du­ci­ría a las prác­ti­cas más efi­cien­tes en la mano de obra.)

Una cuar­ta posi­bi­li­dad es que el correo elec­tró­ni­co y las pla­ta­for­mas de men­sa­je­ría ins­tan­tá­nea sim­ple­men­te can­san a la gen­te men­tal­men­te. Es difí­cil con­cen­trar­se cuan­do se inte­rrum­pe cons­tan­te­men­te, lo que pue­de hacer que los tra­ba­ja­do­res sien­tan que están tra­ba­jan­do duro y rápi­do, aun­que no sea así.

Jamie McCa­llum, en su exce­len­te libro Wor­ked Over: How Round-the-Clock Work Is Killing the Ame­ri­can Dream1, (Basic Books, 2020) seña­la que, en reali­dad, las horas de todos los tra­ba­ja­do­res asa­la­ria­dos en Esta­dos Uni­dos han aumen­ta­do un 13% des­de 1975, lo que supo­ne unas cin­co sema­nas de tra­ba­jo más al año. Y son las horas de los tra­ba­ja­do­res con sala­rios bajos, que son des­pro­por­cio­na­da­men­te muje­res, las que más han aumen­ta­do. Y esto en un perio­do de estan­ca­mien­to de los sala­rios, aumen­to de las horas y dis­mi­nu­ción de la den­si­dad sin­di­cal. La inten­si­fi­ca­ción del tra­ba­jo ha ido acom­pa­ña­da de un aumen­to de la des­igual­dad de ingresos.

Si los sala­rios están estan­ca­dos, enton­ces la prin­ci­pal for­ma en que la cla­se tra­ba­ja­do­ra, e inclu­so la cla­se media, con­si­gue más dine­ro es tra­ba­jan­do más horas. Un infor­me del EPI3 des­ta­ca las ten­den­cias de las horas de tra­ba­jo anua­les entre los tra­ba­ja­do­res esta­dou­ni­den­ses en su pri­mer perio­do de tra­ba­jo entre 1979 y 2016. A medi­da que la des­igual­dad sala­rial ha cre­ci­do en las últi­mas cua­tro déca­das, obser­va­mos dos res­pues­tas muy dife­ren­tes en lo que res­pec­ta a las horas de tra­ba­jo. Por un lado, los tra­ba­ja­do­res tra­ba­jan muchas más horas al año, qui­zás en par­te para com­pen­sar el tibio, y en algu­nos casos decre­cien­te, cre­ci­mien­to del sala­rio por hora. Por otro lado, un núme­ro cada vez mayor de tra­ba­ja­do­res se ha des­vin­cu­la­do de la pobla­ción acti­va, al no tra­ba­jar en abso­lu­to a lo lar­go de todo un año.

Las horas de tra­ba­jo han cre­ci­do más entre los que menos ganan y los que tra­ba­jan menos horas.

Las lar­gas jor­na­das labo­ra­les matan a más de 700.000 per­so­nas al año. Según la OMS y la OIT, las lar­gas jor­na­das labo­ra­les pro­vo­ca­ron 745.194 muer­tes en 2017, fren­te a las apro­xi­ma­da­men­te 590.000 del año 2000. De estas muer­tes, 398.441 son atri­bui­bles a acci­den­tes cere­bro­vas­cu­la­res y 346.753 a enfer­me­da­des del cora­zón. Esto sitúa a quie­nes tra­ba­jan estas horas en un ries­go esti­ma­do del 35% de sufrir acci­den­tes cere­bro­vas­cu­la­res y del 17% de pade­cer enfer­me­da­des car­día­cas en com­pa­ra­ción con las per­so­nas que tra­ba­jan entre trein­ta y cin­co y cua­ren­ta horas sema­na­les. Los hom­bres y los adul­tos de media­na edad están espe­cial­men­te expues­tos y el pro­ble­ma es más fre­cuen­te en el sudes­te asiá­ti­co. Así que, aun­que tra­ba­jar más no pare­ce hacer­nos más ricos, sí pare­ce hacer­nos más enfermos.

Un nue­vo estu­dio rea­li­za­do por los aca­dé­mi­cos Tom Hunt y Harry Pic­kard sugie­re que «tra­ba­jar con gran inten­si­dad» aumen­ta la pro­ba­bi­li­dad de que las per­so­nas decla­ren estar estre­sa­das, depri­mi­das y ago­ta­das. Tam­bién es más pro­ba­ble que tra­ba­jen cuan­do están enfer­mos. Los datos del Health and Safety Execu­ti­ve del Rei­no Uni­do mues­tran que la pro­por­ción de per­so­nas que sufren estrés, depre­sión o ansie­dad rela­cio­na­dos con el tra­ba­jo esta­ba aumen­tan­do inclu­so antes de que se pro­du­je­ra la pan­de­mia. De hecho, el eco­no­mis­ta mar­xis­ta de la salud José Tapia4 des­cu­brió, de for­ma con­tra­in­tui­ti­va, que era en los perio­dos de auge eco­nó­mi­co y pleno empleo cuan­do las tasas de mor­ta­li­dad aumen­ta­ban debi­do al estrés del tra­ba­jo, mien­tras que dis­mi­nuían en las rece­sio­nes, ya que la gen­te podía que­dar­se sin empleo pero sufría menos estrés por no trabajar.

Esto plan­tea la cues­tión de la pro­duc­ti­vi­dad. La inten­si­fi­ca­ción del tra­ba­jo no coin­ci­de con el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad, como espe­ran los empre­sa­rios, sino con la ralen­ti­za­ción del cre­ci­mien­to de la pro­duc­ti­vi­dad. Pue­de que el tay­lo­ris­mo siga vivo en la explo­ta­ción de la mano de obra, pero no da resul­ta­dos para el capi­tal. ¿A qué se debe esto? Uno de los argu­men­tos fue pre­sen­ta­do por el difun­to antro­pó­lo­go y radi­cal David Grae­ber, quien sos­te­nía que a la gen­te se le pedía un mon­tón de lo que él lla­ma­ba tra­ba­jos «de mier­da»5. Esta teo­ría con­sis­te en que un núme­ro gran­de y rápi­da­men­te cre­cien­te de tra­ba­ja­do­res rea­li­za tra­ba­jos que ellos mis­mos reco­no­cen como inú­ti­les y sin valor social. Por tan­to, no tra­ba­jan bien.

Sin embar­go, esta teo­ría ha sido reba­ti­da por una inves­ti­ga­ción recien­te6. En ellas se cons­ta­ta que la pro­por­ción de emplea­dos que cali­fi­can sus tra­ba­jos de inú­ti­les es baja y está en des­cen­so, y guar­da poca rela­ción con las pre­dic­cio­nes de Grae­ber. Mucho más rele­van­te es el con­cep­to de alie­na­ción del pro­pio Marx. Marx sos­te­nía que el tra­ba­jo bajo el capi­ta­lis­mo es intrín­se­ca­men­te alie­nan­te, ya que blo­quea la nece­si­dad esen­cial de auto­rrea­li­za­ción de los indi­vi­duos. Sin embar­go, para Marx esto no es el resul­ta­do de que los indi­vi­duos se dedi­quen a una acti­vi­dad sin valor social, sino más bien por­que las rela­cio­nes socia­les capi­ta­lis­tas frus­tran el libre desa­rro­llo de las capa­ci­da­des huma­nas en la acti­vi­dad espon­tá­nea. «A dife­ren­cia de la teo­ría de los empleos del BS, la alie­na­ción no se basa en la idea de que el tra­ba­jo que se rea­li­za es intrín­se­ca­men­te inú­til y sin valor. Por el con­tra­rio, sub­ra­ya la impor­tan­cia de las rela­cio­nes socia­les bajo las que se rea­li­za el tra­ba­jo y el gra­do en que éstas limi­tan la capa­ci­dad de los tra­ba­ja­do­res para afir­mar su sen­ti­do de sí mis­mos a tra­vés del desa­rro­llo y el reco­no­ci­mien­to de sus habi­li­da­des y capacidades.»

Así pues, la solu­ción social al estrés labo­ral y a la explo­ta­ción no es impe­dir que la gen­te haga «tra­ba­jos de mier­da» sino, en cam­bio, dar­les bene­fi­cios para que no tra­ba­jen. La res­pues­ta es anu­lar las rela­cio­nes socia­les en las que el tra­ba­jo de las per­so­nas está deva­lua­do por cul­tu­ras tóxi­cas en el lugar de tra­ba­jo que hacen que los tra­ba­ja­do­res sien­tan que su tra­ba­jo no tie­ne sen­ti­do ni uti­li­dad. El fenó­meno del tra­ba­jo sin sen­ti­do ilu­mi­na la con­tra­dic­ción en el cora­zón del pro­pio capitalismo.

Las lar­gas horas en tra­ba­jos tedio­sos podrían evi­tar­se si los tra­ba­ja­do­res tuvie­ran un mayor con­trol sobre su empleo, sus con­di­cio­nes y sus hora­rios. El tra­ba­jo coope­ra­ti­vo podría sus­ti­tuir a la domi­na­ción auto­ri­ta­ria, al esti­lo Tay­lor, de los jefes. Las máqui­nas pue­den uti­li­zar­se para aumen­tar las opor­tu­ni­da­des de redu­cir el tiem­po de tra­ba­jo y desa­rro­llar inno­va­cio­nes, y no dise­ñar­se para dic­tar las horas y la inten­si­dad del tra­ba­jo. Son las rela­cio­nes socia­les capi­ta­lis­tas en el lugar de tra­ba­jo las que des­tru­yen la inno­va­ción, la coope­ra­ción y la salud de las per­so­nas, no los tra­ba­jos en sí mis­mos. El futu­ro del tra­ba­jo crea­ti­vo en lugar del tra­ba­jo des­truc­ti­vo depen­de de que se aca­be con las ope­ra­cio­nes capi­ta­lis­tas en el lugar de tra­ba­jo, es decir, con el con­trol de los trabajadores.

Michel Roberts

22 de junio de 2022

Fuen­te: https://​the​nex​tre​ces​sion​.word​press​.com/​2​0​2​2​/​0​6​/​2​2​/​t​h​e​-​f​u​t​u​r​e​-​o​f​-​w​o​r​k​-​2​-​w​o​r​k​i​n​g​-​l​o​n​g​-​a​n​d​-​h​a​rd/

  1. https://​www​.boltxe​.eus/​2​0​2​2​/​0​6​/​0​8​/​e​l​-​f​u​t​u​r​o​-​d​e​l​-​t​r​a​b​a​j​o​-​1​-​e​l​-​t​e​l​e​t​r​a​b​a​jo/, ana­li­cé el impac­to del tra­ba­jo des­de casa y el tra­ba­jo a dis­tan­cia, que se ha mul­ti­pli­ca­do des­de la pan­de­mia del Covid.

    En esta segun­da par­te, quie­ro con­si­de­rar el impac­to del tra­ba­jo en la vida y la salud de las per­so­nas y cómo se desa­rro­lla­rá en las pró­xi­mas déca­das. Marx dijo una vez: «Cuan­to menos comas, bebas y com­pres libros; cuan­to menos vayas al tea­tro, a la sala de bai­le, a la casa públi­ca; cuan­to menos pien­ses, ames, teo­ri­ces, can­tes, pin­tes, vallas, etc., más aho­rra­rás, más gran­de será tu teso­ro que ni las poli­llas ni el óxi­do devo­ra­rán: tu capi­tal. Cuan­to menos eres, cuan­to menos expre­sas tu pro­pia vida, más tie­nes, es decir, cuan­to mayor es tu vida ena­je­na­da, mayor es el alma­cén de tu ser ena­je­na­do»1 K. Marx: Manus­cri­tos eco­nó­mi­cos y filo­só­fi­cos 1844.

  2. https://​www​.epi​.org/​p​u​b​l​i​c​a​t​i​o​n​/​t​r​e​n​d​s​-​i​n​-​w​o​r​k​-​h​o​u​r​s​-​a​n​d​-​l​a​b​o​r​-​m​a​r​k​e​t​-​d​i​s​c​o​n​n​e​c​t​i​on/
  3. https://​ideas​.repec​.org/​a​/​w​l​y​/​h​l​t​h​e​c​/​v​2​6​y​2​0​1​7​i​1​2​p​e​2​1​9​-​e​2​3​5​.​h​tml
  4. https://​www​.pen​guin​.co​.uk/​b​o​o​k​s​/​2​9​5​/​2​9​5​4​4​6​/​b​u​l​l​s​h​i​t​-​j​o​b​s​/​9​7​8​0​1​4​1​9​8​3​4​7​9​.​h​tml
  5. https://​jour​nals​.sage​pub​.com/​d​o​i​/​f​u​l​l​/​1​0​.​1​1​7​7​/​0​9​5​0​0​1​7​0​2​1​1​0​1​5​067

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