Viene de: Coyuntura actual. Análisis desde Andalucía. I. El ámbito global
Coyuntura actual. Análisis desde Andalucía. II. El ámbito europeo
Coyuntura actual. Análisis desde Andalucía. III. El ámbito estatal
Y por fin aterrizamos en Andalucía, nuestro ámbito de actuación política. En esta cuarta parte de nuestro análisis de coyuntura vienen a concretarse todos los elementos analizados anteriormente. Pero esta concreción ocurre de una manera muy especial: no como un territorio más del estado o de la Europa del capital, sino como una nación periférica y en la que las consecuencias de la dominación capitalista, imperialista, patriarcal y ecocida adquieren formas especialmente graves.
En este sentido, es fundamental recordar tres ideas claves que hemos señalado en nuestros documentos político y estratégico: 1) En Andalucía se desarrolla una explotación capitalista, patriarcal e imperialista que adquiere formas específicas, concretas, diferenciadas de otros pueblos. 2) Ésta se caracteriza por el subdesarrollo y la dependencia económica, así como un modelo altamente extractivista; altas tasas de explotación de su clase trabajadora; y una fuerte alienación en lo cultural e identitario. 3) En el siglo XXI, y especialmente tras la Gran Recesión del 2008, esta realidad socio-económica y política no ha hecho más que reforzarse, lo cual se traduce en un aumento del desempleo, la exclusión social, la pobreza, la precarización de los empleos y la alienación cultural. En suma, la profundización de las desigualdades y la conflictividad social en una Andalucía ya de por sí afectada bajo la “normalidad” capitalista. En este análisis, por lo tanto, vamos a intentar concretar cómo se despliega esta realidad en la actual coyuntura, marcada por multitud de factores y dinámicas que hemos ido desgranando.
La economía andaluza: el mito de la “oportunidad histórica”
La economía andaluza se ha caracterizado históricamente por su papel subalterno respecto a los grandes centros industriales, basado en una naturaleza extractivista de recursos naturales de manera intensiva y mano de obra barata, que se concreta en la primacía del sector agrícola, de servicios-turístico, de extracción energética y minera. Esta realidad, que puede analizarse detalladamente en obras como la de Manuel Delgado Cabeza, tiene unos especiales efectos en una gran explotación de la mano de obra, altos niveles de desempleo e importantes efectos ambientales. Actualmente asistimos a una profundización de este modelo económico.
Comenzamos analizando el periodo tras la pandemia. Se está repitiendo desde medios de comunicación, partidos como PP y PSOE, la patronal andaluza o distintos economistas del régimen, que Andalucía se encuentra ante una oportunidad histórica de transformar su tejido productivo, superar la crisis del covid y apostar por la transición ecológica. Por oportunidad histórica, los voceros del régimen entienden el trasvase de importantes fondos públicos (del Plan de Recuperación o Next Generation) al sector privado para aumentar su productividad, mediando la digitalización, fundamentalmente; y al sector público, para mejorar ciertas infraestructuras culturales, sociales o de vivienda. No obstante, los planes de acción de los fondos europeos propuestos para estos años, no van a permitir modificar sustancialmente la naturaleza del tejido productivo andaluz.
Lejos de analizar cómo el modelo económico andaluz poco diversificado y poco cohesionado territorialmente motiva un mayor impacto de crisis como la del covid-19, desde los poderes económicos y políticos se sigue profundizando en ese modelo. Así, se apuesta por fortalecer el sector servicios, vinculado a Andalucía como destino turístico. A nivel agrícola, se ha venido recuperando sus volúmenes de empleo y producción anteriores a la pandemia, pero manteniendo su actual naturaleza exportadora y centrada en cultivos especulativos (como hemos visto con el aumento del cultivo de girasol ante el cierre del mercado ucraniano), como es el caso de los plásticos y cultivos de regadío, con una gran explotación de la mano de obra y un gran consumo de agua, que se convertirán en pieza clave de la agricultura andaluza en los próximos años. A nivel industrial, su recuperación se ha basado en mantenerse centrado en las cadenas de producción con menor valor añadido y desarticuladas dentro del propio territorio andaluz. Sectores punteros, tecnológicos y de I+D+i a nivel industrial se desarrollan como islas inconexas en lo que supone un verdadero modelo colonial.
Mención aparte merece la cuestión energética dentro de la economía andaluza. Cabe destacar que en el actual contexto de subida de precios de los combustibles, Andalucía está aumentando su importancia como territorio suministrador de energía al estado español y Europa. Por ejemplo, para la llegada de gas a Europa, Andalucía se está consolidando como principal puerta de entrada de gas, ya sea a través de los gaseoductos con el Norte de África (que podrían reactivarse con nuevas fuentes de la costa marroquí-sahariana-mauritana), ya sea a través de las plantas regasificadoras en pleno crecimiento como la de Huelva. No obstante, mayor importancia adquieren las energías renovables para el nuevo gobierno andaluz del PP. Andalucía esta viviendo una colonización energética que parece va a ir a más, con un aumento año tras año del volumen de producción de estas energías. Así, más allá de las plantas eólicas, está ganando especial peso las plantas solares fotovoltaicas. Actualmente, se están tramitando más de 700 proyectos que multiplicaría por 10 la actual potencia instalada. La proliferación de estas plantas supone profundizar en el modelo exportador, depredador y de monocultivo, para beneficio de unas pocas multinacionales eléctricas. Su extensión están provocando y provocarán importantes efectos negativos sobre los ecosistemas rurales, las actividades agrícolas, el paisaje y los usos del suelo, como ya ha sido denunciado. En diversos puntos de nuestra geografía este modelo productivo está levantando importantes resistencias sociales, que no dudamos que irán a más.
Rechazamos, por lo tanto, que en la actual coyuntura se esté ante una oportunidad histórica para Andalucía. Más bien al contrario, nos encontramos en un momento de refuerzo del capitalismo andaluz. Además, debemos señalar de qué manera ésto se basa en el mito fundacional del capitalismo que todos los partidos parlamentarios asumen: el mito de la justicia y necesidad de las relaciones sociales capitalistas. Según él, la clase burguesa (las y los empresarios) es la que crea la riqueza, y sus ganancias irían a beneficiar al conjunto de la sociedad, mientras que la explotación laboral sería sólo una excepción de la regla de la paz social reinante. Esto dejaría a las instituciones públicas con un papel de mero gestor, de facilitador de una legislación acorde a los intereses empresariales y de dinero público para el buen funcionamiento de las empresas privadas.
Se dispara la explotación y la pobreza
No obstante, este otro mito no deja de hacer aguas en una tierra como la andaluza, donde la salida de las sucesivas crisis se basa en el aumento de los niveles de explotación y precariedad de la clase trabajadora. Nos encontramos con una realidad laboral en la que, más allá de que pueda oscilar el nivel de empleo al calor del turismo y otras actividades estacionales, miles de personas son expulsadas del mercado de trabajo, incapaces de acceder a puestos de trabajo dignos o compatibles con sus situaciones personales. Esto es especialmente grave para la juventud y los rangos de edad más avanzados, conformando un panorama de precariedad, gran movilidad y temporalidad de facto así como abusivas condiciones laborales: jornadas interminables, turnos partidos, cotización por debajo de las horas realmente trabajadas, horas extras no remuneradas y una represión laboral en ascenso. Sin lugar a dudas la explotación capitalista en Andalucía, altamente dependiente, no sólo no distribuye riquezas, sino que se basa en la sobre-explotación de nuestra clase trabajadora que a duras penas puede sobrevivir en estas condiciones, con un aumento exponencial de los problemas vinculados a la salud mental.
La desigualdad social está en aumento en Andalucía en la última década y tiene su mayor expresión en los preocupantes niveles de pobreza y exclusión social, tal y como las estadísticas oficiales expresan. Los distintos datos ofrecen, en todo caso, una brecha con respecto a la realidad estatal. Las cifras disponibles, del año 2021, van a tender a empeorar debido al impacto de la inflación y el previsible deterioro de la situación económica. Cabe destacar que la inflación ha subido en Andalucía más que en la media estatal, y está ya marcando un horizonte de carestía y restricciones para las clases populares andaluzas, especialmente golpeadas desde el año 2020, con bajos niveles de ingresos y en muchos casos sin apenas cobertura social. Debemos subrayar la situación especialmente grave que viven las personas migrantes, sometidas aún a los dictámenes de la macabra Ley de Extranjería y alcanzando unos niveles laborales de esclavitud; así como las mujeres. Asistimos a una feminización de la pobreza acuciante, una violencia machista múltiple en aumento y una privatización progresiva de derechos fundamentales. Un ejemplo claro es la situación del aborto: en los últimos años la Junta de Andalucía ha financiado con grandes cantidades de dinero las asociaciones antiabortistas, mientras que lejos de garantizar el derecho al aborto en el sistema sanitario público andaluz, progresivamente han proyectado una mayor privatización, llegando a no existir una línea pública de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Jaén, algo que ha sido denunciado por los colectivos feministas de la provincia. Frente a esta situación, el gobierno andaluz se muestra partidario, siguiendo las tesis neoliberales más torticeras, de la bajada de los impuestos, lo que debilitaría aún más las instituciones públicas y su capacidad para atender las necesidades de servicios sociales que, de alguna manera, pueden llegar a servir de colchón a esta grave situación.
Otro efecto colateral de la inflación es el aumento de conflictos laborales vinculados a las exigencias de los colectivos de trabajadores y trabajadoras de la subida del salario al mismo nivel que el IPC. Esta reivindicación, que ninguna patronal ni sindicato mayoritario va a aceptar, en la línea del Pacto de Rentas ya analizado, ha provocado ya importantes movilizaciones obreras. Nos referimos a la vuelta de la lucha obrera en nuestra tierra, aspecto que puede que vaya a más. El gran exponente ha sido la huelga del metal en la provincia de Cádiz, que por su combatividad y radicalidad, ha conseguido suscitar el apoyo y la solidaridad de amplios sectores populares del mundo. Así como la descarnada represión del gobierno progresista, que no dudará en volver a enviar tanquetas allí donde haga falta para frenar el tan temido avance de la lucha obrera allí donde desborda el papel apaciguador de los sindicatos mayoritarios. No obstante, debemos señalar la limitación que este tipo de huelgas “económicas” tiene en el actual contexto político de avance de los paradigmas neoliberales y españolistas/europeistas, si no se vincula a un proyecto político alternativo al existente, verdaderamente rupturista.
Más allá de estos conflictos laborales, a nivel social, asistimos a un contexto de desmovilización y la extensión de graves problemas sociales y personales. El sindicalismo de clase, el tejido vecinal, asociativo, feminista, antifascista, lgtbi, de la juventud, etc. se encuentra en un ciclo de baja actividad y poca capacidad de incidencia. La desorientación, la represión, la influencia del reformismo y la ausencia de un proyecto político rupturista compartido explican, asimismo, la desactivación de parte del activismo y la militancia, al calor del fugaz ilusionismo electoral.
Andalucía: pieza clave del entramado imperialista
En clave geopolítica, la nueva fase de la guerra de Ucrania, el nuevo concepto estratégico de la OTAN ratificado en la Cumbre de Madrid y el restablecimiento de relaciones diplomáticas del gobierno estatal con Marruecos viene a afianzar la importancia militar y geoestratégica de Andalucía. Este papel de pieza clave del entramado imperialista es un factor de gran importancia para la política y la realidad social andaluza y puede resumirse en 2 aspectos:
1) En primer lugar, Andalucía renueva su papel de plataforma de lanzamiento de agresiones militares de la OTAN, y específicamente EEUU, con el mantenimiento de la base de Morón y el fortalecimiento de la base de Rota, que va a aumentar en 600 sus efectivos militares y en dos nuevos destructores su escudo antimisiles fruto del acuerdo bilateral España-EEUU tras la cumbre de la OTAN en Madrid. La creciente militarización del occidente imperialista y el “Concepto estratégico de Madrid” de la OTAN juegan un papel clave en el futuro de Andalucía en tanto posee una multiplicidad de bases militares españolas, hispano-estadounidenses y británicas que van reforzarse para redoblar el control militar del este europeo (Rusia-China) y del sur (África subsahariana). Todo ello amparado por el discurso de la defensa de la democracia, la libertad y la seguridad en el continente.
2) Andalucía, asimismo, renueva su papel de frontera sur de la Europa del capital. En ella, es fundamental mantener a ralla la migración de población de países subsaharianos; que buscan una vida mejor lejos de sus países de origen, golpeados por las guerras, el hambre, la corrupción…en suma, por los efectos de las propias políticas imperialistas y neocoloniales europeas en África. Junto con Canarias, Ceuta y Melilla, Andalucía tiene un rol esencial que provoca una especial militarización de nuestro territorio y nos hace cómplices de las masacres cometidas en las fronteras, como la reciente en Melilla, o en nuestras costas y mares; así como de los malos tratos, torturas y asesinatos cometidos en los CIEs.
Las elecciones del desencanto
A nivel político, el principal fenómeno que hemos vivido y que va a marcar el futuro próximo es la victoria electoral del PP el pasado 19 de junio. Como todo parecía indicar, dichas elecciones estuvieron marcadas por el aumento de la abstención, el fortalecimiento del PP frente a un PSOE a la deriva y la fragmentación y debilitamiento de las marcas políticas a la izquierda del PSOE. Mientras Ciudadanos desaparece del mapa político, Vox, de momento, se consolida como fuerza en Andalucía ya que, si bien ha bajado en votos con respecto a las elecciones estatales, ha subido con respecto a las anteriores andaluzas. En todo caso, asistimos a un fortalecimiento del régimen del 78 y sus referentes en nuestra tierra, en una histórica mayoría absoluta del PP de la que caben hacer cinco consideraciones de gran relevancia para el futuro:
1) La máxima de frenar a la extrema derecha de la que han hecho gala ciertos partidos y personalidades, no sirve, no sólo porque es confusa en sus términos (¿Vox es extrema derecha pero el PP no?) y engañosa a nivel político (frenar a la extrema derecha con el voto es una falacia, ya que no se está tocando el sistema criminal que la genera y sostiene) sino porque alimentados por dicha confusión, otros partidos se rentabilizan mejor ese discurso, como hemos visto en un PP que ha ganado votos en nichos históricos del PSOE. Hacer política en base al discurso del miedo resulta contradictorio para una izquierda electoralista que abandonó las luchas populares para ceder su terreno a Vox.
2) Las políticas durante décadas del PSOE como máximo garante del discurso y las políticas capitalistas en Andalucía, la desactivación de la conciencia andaluza y ser una sucursal de las políticas de Madrid, han hecho que, a la hora de votar, amplios sectores populares de Andalucía no consigan, y con razón, diferenciarlas en esencia de las desarrolladas por el PP y Ciudadanos en la última legislatura y hayan decidido votar a malo conocido antes que bueno por conocer. La clave no es que Andalucía haya pasado a ser un feudo de la “derecha”, sino que hace tiempo que la “derecha” e “izquierda” bipartidista dejaron de diferenciarse en lo fundamental.
3) La victoria del PP e incluso la subida de escaños de Vox es fruto fundamentalmente del mantenimiento y aumento de la abstención, por la que el 41% de la población no ha votado, fenómeno especialmente grave en barrios populares y obreros, feudo de las posturas tradicionalmente de izquierdas y más radicales contra el sistema. Esta correlación entre barrios de menor poder adquisitivo y abstención, no es nueva, pero ha aumentado en estas elecciones.
4) La existencia de dos candidaturas principales a la izquierda del PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía, no es motivo suficiente para explicar la pérdida de escaños de izquierda. Nos encontramos en un contexto marcado por la desilusión, la desafección al régimen, la desmovilización política y social, así como la presencia de graves problemas personales, organizativos y de conciencia crítica (alimentados por la ideología dominante). Esto, unido a la lucha de siglas, los personalismos, el desgaste de Unidas Podemos en el gobierno estatal y la ausencia de la activación de las luchas populares hacía inevitable este panorama electoral: se han perdido más de 130.000 votos a la izquierda del PSOE. Cabría hacer una autocrítica, que ni se ha visto, ni se espera. Aquí dejamos señalado el principal elemento en juego: la falta de organización y tejido popular activo en nuestros barrios y pueblos es sin duda el principal termómetro de que la alternativa electoral está lejos de poder materializarse y que, de materializarse, estaría lejos de poder modificar realmente las condiciones de vida de la clase trabajadora en nuestra tierra.
El resultado político de estas elecciones va a ser una legislatura dura, en la que la mayoría absoluta del PP, apoyado en Vox, le permitirá seguir profundizando en las medidas neoliberales que le caracterizó en la pasada legislatura, ya con menos tapujos y con nuevas vestiduras de reivindicación de lo andaluz y la afrenta del gobierno central. Las privatizaciones y externalizaciones (con el consiguiente traspaso de dinero público a las empresas privadas, como vemos en la sanidad), los recortes de personal público, las políticas a las medidas de las empresas privadas, el desarrollo de una economía que profundiza en la dependencia andaluza (como hemos analizado) o la ausencia de políticas sociales activas no hace más que continuar la senda iniciada por el PSOE, pero más dura, más descarnada. La existencia de recortes significativos en materia de igualdad, servicios sociales, cooperación, sanidad o educación de la anterior legislatura se verán ampliados, lo cual ya hemos podido ver en gestos más que simbólicos como ha sido la desaparición de la Consejería de Igualdad, rebautizada como Integración Social, Juventud, Familias e Igualdad.
Cuatro apuntes a modo de conclusión: la actualidad de la revolución
A modo de conclusión, cabría realizar cuatro apuntes que enmarcan todo el análisis de coyuntura que hemos venido realizando en los cuatro documentos presentados:
1) Asistimos a un momento histórico marcado por la amenaza de una nueva crisis económica capitalista, motivada por un grave problema de deuda, la baja productividad del capital occidental y la configuración de un mundo multipolar en la que las antiguas potencias hegemónicas deben dejar paso al ascenso de nuevos países, como China, con la consiguiente pérdida de privilegios que ello supone. El redoble de la explotación de la clase trabajadora nativa y de los países perféricos (como los africanos o latinoamericanos), así como el control de sus recursos naturales, será la base sobre la que quieran sentar un nuevo ciclo de expansión capitalista. Por su parte, la inflación, el aumento del militarismo imperialista o la crisis energética y alimenticia serían sólo las manifestaciones de dicho momento crítico. Para la clase trabajadora andaluza, como para la del resto de países del mundo, esta situación no hace sino aumentar más aún su explotación ya que las políticas de los estados capitalistas harán que, una vez más, sean las clases populares las que paguen la salida de la crisis. Esto va de la mano de la profundización en el modelo económico andaluz dependiente, periférico y extractivo, suponiendo un grave peligro no sólo para nuestro pueblo, sino para nuestro medioambiente y biodiversidad.
2) Esta pérdida de hegemonía del imperialismo occidental liderado por EEUU, de la que el estado español es partícipe y pieza importante, vaticina un aumento de la beligerancia imperialista frente a países como Rusia, China o países periféricos. El rearme de la OTAN, que no entregará su posición hegemónica sin luchar, ha puesto al estado español (Cumbre de Madrid) y a Andalucía en el primer plano de la política imperialista, tanto de los EEUU como de la Unión Europea, con el refuerzo de la Frontera Sur, que supone otro mecanismo de control y disciplinamiento de la mano de obra barata de los países africanos, y con el concepto estratégico de Madrid que señala hacia África para redoblar las políticas neocoloniales en dicho continente. Andalucía, cada año más, refuerza su papel clave en la política internacional.
3) A nivel político, la clase trabajadora de los pueblos del estado español se encuentra en un momento delicado ya que nos encontramos en un contexto de refuerzo europeista y del régimen del 78, como máxima expresión de la ideología españolista, capitalista y patriarcal y los intereses de las oligarquías que controlan el poder político. Si bien con importantes contradicciones, tanto a nivel europeo, como estatal, sobre todo al calor de la previsible crisis, el hecho es que no existen referentes claros rupturistas y, los que hay en diversas naciones oprimidas (como Galiza, Euskal Herria o los Països Catalans), chocan con el potente aparato represivo del estado, así como la ideología dominante que limita la necesaria solidaridad del resto de pueblos. En Andalucía, asistimos a una complicada situación política para la izquierda revolucionaria en Andalucía, fruto de la debilidad relativa del campo popular y el avance de la ideología otanista, europeista, españolista y patriarcal, como los mejores vehículos de los intereses del capital en nuestra tierra. La izquierda andalucista está desunida, mediatizada por las opciones electorales y por diferentes estrategias o la influencia de espacios de la izquierda reformista (IU o Podemos) frente a los sectores más rupturistas. Todo ello dificulta la necesaria unidad de acción, construir un proyecto político (que no electoral) común o el desarrollo y unión en la calle de movimientos populares de amplio espectro.
4) Ante esta situación y los avisos de un posible otoño caliente, cabe volver a recordar que ni las condiciones objetivas de aumento de la pobreza y tensiones sociales ni los estallidos populares o la conflictividad social significan necesariamente un avance de la correlación de fuerzas del campo popular, ya que ahora mismo no existe ni organización ni capacidad en Andalucía para canalizarlo políticamente hacia un proyecto político rupturista y contra la clase capitalista en el poder. Lo que cabría reflexionar es qué hacer para que en futuros escenarios de auge de la conflictividad social y aumento de las contradicciones, sí existan mimbres para poder canalizarla y convertirla en semilla de poder popular y construcción de una sociedad nueva.
https://portaldeandalucia.org/opinion/claves-para-entender-la-economia-andaluza‑i/
Tenemos casos en las provincias de Cádiz, Granada o Almería. En la web de Aliente pueden encontrarse referencias a buena parte de ellas. https://aliente.org/tag/andalucia
Como indica la Estrategia de Seguridad Nacional 2021: https://www.boe.es/eli/es/rd/2021/12/28/1150