«Hay un con­tex­to his­tó­ri­co que expli­ca por qué Rusia esta­ba acorralada»

Pro­fe­so­ra emé­ri­ta de his­to­ria con­tem­po­rá­nea en la Uni­ver­si­dad de París VII-Denis Dide­rot, Annie Lacroix-Riz ha escri­to varios libros sobre las dos gue­rras mun­dia­les y las domi­na­cio­nes polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas. Tie­ne una amplia visión de la situa­ción de Ucra­nia con res­pec­to a la his­to­ria del impe­ria­lis­mo de prin­ci­pios del siglo XX y su con­ti­nua­ción. Lo que se nos cuen­ta con dema­sia­da fre­cuen­cia en los medios, no nos per­mi­te com­pren­der el con­flic­to y, por tan­to, bus­car una solu­ción para la paz. En esta entre­vis­ta, Annie Lacroix-Riz ofre­ce una mira­da des­de un pun­to de vis­ta dife­ren­te que resul­ta útil para enten­der los acon­te­ci­mien­tos y la his­to­ria recien­te de la región.

En los medios de comu­ni­ca­ción se tie­ne la impre­sión de que la gue­rra en Ucra­nia sur­gió de la nada. ¿Qué pue­de decir­nos sobre su con­tex­to histórico?

En pri­mer lugar, los ele­men­tos his­tó­ri­cos están casi ausen­tes de lo que ape­nas es un «aná­li­sis» de la situa­ción. Sin embar­go, hay dos aspec­tos impor­tan­tes a tener en cuen­ta en los acon­te­ci­mien­tos actua­les. En pri­mer lugar, hay una situa­ción gene­ral, a saber, la agre­sión de la OTAN con­tra Rusia. En segun­do lugar, exis­te una espe­cie de obse­sión con­tra Rusia, y ade­más, con­tra Chi­na. Esta obse­sión no es nue­va y pone en pers­pec­ti­va el actual fre­ne­sí anti-Putin. Lo esen­cial del supues­to «aná­li­sis occi­den­tal» es que Putin es un loco para­noi­co y/​o un nue­vo Hitler. Pero el odio a Rusia y el resen­ti­mien­to por el papel glo­bal de Rusia se remon­ta casi al ini­cio del impe­ria­lis­mo estadounidense.

¿Cómo se expli­ca esta obsesión?

Es una obse­sión pro­pia del impe­ria­lis­mo domi­nan­te que fue hege­mó­ni­co duran­te casi todo el siglo XX. Este impe­ria­lis­mo no quie­re per­der su hege­mo­nía, y la está per­dien­do. De hecho, hoy ya no esta­mos en la mis­ma situa­ción que en los años 50, cuan­do Esta­dos Uni­dos repre­sen­ta­ba el 50% de la pro­duc­ción mun­dial. Chi­na se acer­ca al lide­raz­go mun­dial y eso a Esta­dos Uni­dos no le gus­ta. En los últi­mos años hemos lle­ga­do a un momen­to espe­cial­men­te agu­do de la con­fron­ta­ción, mar­ca­do por una serie de agre­sio­nes desconcertantes.

Rusia tam­bién está en el pun­to de mira. Tene­mos la impre­sión de que exis­te algún tipo de ren­cor con­tra los bol­che­vi­ques, pero hay que tener en cuen­ta que esta ruso­fo­bia del impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se comen­zó en la épo­ca zaris­ta y con­ti­nuó des­pués, inclu­so tras la diso­lu­ción de la Unión Sovié­ti­ca. Todos los com­pro­mi­sos adqui­ri­dos por EE.UU. de no avan­zar mili­tar­men­te sobre la anti­gua zona sovié­ti­ca han sido vio­la­dos. Por lo tan­to, entre 1991 y febre­ro de 2022, hemos lle­ga­do a un momen­to en que la pers­pec­ti­va de que Rusia ten­ga a la OTAN a sus puer­tas y a Ucra­nia nuclea­ri­za­da se ha con­ver­ti­do en una reali­dad inmediata.

¿Cuál es el lugar de Ucra­nia en los enfren­ta­mien­tos entre las poten­cias imperialistas?

Ucra­nia es inse­pa­ra­ble de la his­to­ria de Rusia des­de la Alta Edad Media. Rusia, con todas sus rique­zas natu­ra­les, es una cue­va de Alí Babá y Ucra­nia ha sido su mayor joya: es una fuen­te extra­or­di­na­ria de car­bón, hie­rro y tan­tos otros recur­sos mine­ra­les, y un gra­ne­ro for­mi­da­ble de tri­go y otros cerea­les. Esto ha atraí­do duran­te mucho tiem­po la codicia.

Si nos ceñi­mos al perio­do impe­ria­lis­ta (des­de la déca­da de 1880), pode­mos decir que fue Ale­ma­nia la que se intere­só ini­cial­men­te por Ucra­nia. Antes de la gue­rra de 1914, el Reich ale­mán deci­dió con­tro­lar el impe­rio ruso, ase­gu­ran­do el con­trol sobre sus «pla­zas» más desa­rro­lla­das: Ucra­nia y los Esta­dos bál­ti­cos. En el cur­so del con­flic­to, Ale­ma­nia con­vir­tió a estos esta­dos y a Ucra­nia en una for­ta­le­za mili­tar, la base para su asal­to al Impe­rio Ruso.

Duran­te la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, mien­tras que Ale­ma­nia fra­ca­só en el fren­te occi­den­tal ya en 1917, no pue­de decir­se lo mis­mo del fren­te orien­tal, que domi­nó has­ta su derro­ta. Y aun­que, des­de enero de 1918, la nue­va Rusia sovié­ti­ca esta­ba some­ti­da a una agre­sión adi­cio­nal por par­te de todas las demás poten­cias impe­ria­lis­tas (14 paí­ses la inva­die­ron sin decla­ra­ción de gue­rra), Ber­lín con­si­guió impo­ner, en mar­zo de 1918, el Tra­ta­do de Brest-Litovsk, que con­fis­có a Ucra­nia. La derro­ta de Ale­ma­nia al final de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial no la devol­vió, dada la gue­rra libra­da en su sue­lo por los «alia­dos», apo­ya­dos por todos los ele­men­tos anti bol­che­vi­ques, rusos y ucranianos.

Ucra­nia vivió enton­ces un bre­ve perío­do de independencia…

De 1918 a 1920, hubo efec­ti­va­men­te un bre­ve perío­do de «inde­pen­den­cia» fol­cló­ri­ca, con el telón de fon­do de la agre­sión de los ejér­ci­tos blan­cos (pogro­mis­tas) de Deni­kin, y del pogro­mis­ta Petliu­ra, ofi­cial­men­te «inde­pen­den­tis­ta» y alia­do de Polo­nia (que tenía el ojo pues­to en toda Ucra­nia occi­den­tal). Ucra­nia seguía sien­do el obje­ti­vo del Reich, que se había apo­de­ra­do del impe­rio aus­tria­co –enton­ces de los Habs­bur­go «aus­tro­hún­ga­ros», due­ños de la Galitzia orien­tal, en el oes­te de Ucra­nia – , des­de la par­ti­ción de Polo­nia. Esta tute­la ger­má­ni­ca pro­por­cio­nó una valio­sa base para el debi­li­ta­mien­to de Rusia y del esla­vis­mo orto­do­xo des­de la épo­ca de los Habs­bur­go, con el unia­tis­mo diri­gi­do por el Vati­cano, como ins­tru­men­to principal.

¿Qué papel desem­pe­ñó el Vaticano?

El unia­tis­mo cató­li­co, sopor­te ideo­ló­gi­co de la con­quis­ta ger­má­ni­ca, había sedu­ci­do a una par­te de la pobla­ción ucra­nia­na occi­den­tal, gra­cias a su apa­rien­cia for­mal muy cer­ca­na a la orto­do­xia. Este ins­tru­men­to de con­quis­ta aus­tria­co fue asu­mi­do por Ale­ma­nia en la épo­ca impe­ria­lis­ta: el Vati­cano, com­pren­dien­do que no podía seguir con­tan­do con el mori­bun­do impe­rio cató­li­co, se some­tió defi­ni­ti­va­men­te al pode­ro­so Reich pro­tes­tan­te a prin­ci­pios del siglo XX, inclu­so en Ucrania.

En el perio­do de entre­gue­rras, Ucra­nia desem­pe­ñó así un papel deci­si­vo en la alian­za entre Ale­ma­nia y el Vati­cano, al que Ber­lín enco­men­dó el espio­na­je mili­tar a tra­vés de los clé­ri­gos unia­tas. Pode­mos ver cómo se orga­ni­zó enton­ces el inten­to de con­quis­tar Ucra­nia, con­sa­gra­do por la fir­ma del Con­cor­da­to del Reich en julio de 1933. Uno de sus dos artícu­los secre­tos esti­pu­la­ba que Ale­ma­nia y el Vati­cano serían alia­dos en la toma de Ucra­nia, que era uno de los prin­ci­pa­les obje­ti­vos béli­cos de Ale­ma­nia, tan­to en la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial como en la Segun­da. El asal­to mili­tar, la ocu­pa­ción y la explo­ta­ción eco­nó­mi­ca serían res­pon­sa­bi­li­dad de Ale­ma­nia, la «recris­tia­ni­za­ción» cató­li­ca, del Vaticano.

Esta­dos Uni­dos tam­bién esta­ba interesado…

Ucra­nia es un desa­fío impor­tan­te en sí mis­mo, pero tam­bién es la puer­ta de entra­da al Cáu­ca­so, rico en petró­leo. Esta­dos Uni­dos se alió con el impe­ria­lis­mo ale­mán para pene­trar en Rusia y, espe­cial­men­te, en Ucra­nia tras el final de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. En 1930, todos los impe­ria­lis­mos soña­ban con ati­bo­rrar­se de la rica Ucra­nia. En mi libro Los orí­ge­nes de la cami­sa de fuer­za euro­pea, mos­tré cómo Roman Dmovs­ki, un polí­ti­co pola­co de extre­ma dere­cha, había ana­li­za­do per­fec­ta­men­te la «cues­tión ucra­nia­na» en 1930. Escri­bió que todos los gran­des impe­ria­lis­mos que­rían comer­se a Ucra­nia, empe­zan­do por los dos más febril­men­te com­pro­me­ti­dos en la tarea: el ale­mán y el esta­dou­ni­den­se. Dmovs­ki tam­bién dijo que si Ucra­nia se sepa­ra­ba de Rusia, se con­ver­ti­ría en un país pura­men­te «con­su­mi­dor», obli­ga­do a com­prar sus pro­duc­tos indus­tria­les en otro lugar. Nun­ca podría sos­te­ner tal pér­di­da, añadió.

No fun­cio­nó, Ucra­nia per­ma­ne­ció en la Unión Sovié­ti­ca. Pero toda­vía exis­tía el nacio­na­lis­mo ucra­niano, ¿no?

El nacio­na­lis­mo ucra­niano fue pri­me­ro ale­mán y lue­go esta­dou­ni­den­se (o más bien ambos), por­que no tenía nin­gu­na capa­ci­dad real de inde­pen­den­cia: el Reich lo finan­ció antes de 1914, y nun­ca ha deja­do de hacer­lo des­de enton­ces. De hecho, los que decían que­rer que Ucra­nia fue­ra «inde­pen­dien­te» (Ban­de­ra, más que algu­nos de los suyos, que ni siquie­ra pre­ten­dían recla­mar­lo «inme­dia­ta­men­te») per­te­ne­cían todos al unia­tis­mo, que en el perio­do de entre­gue­rras, y duran­te toda la Segun­da Gue­rra Mun­dial, se con­fun­día con el nazismo.

Es difí­cil no esta­ble­cer el víncu­lo con estos movi­mien­tos que encon­tra­mos hoy en día: el bata­llón Azov, el Pravy Sek­tor, etc., son los here­de­ros direc­tos y rei­vin­di­ca­dos del movi­mien­to auto­no­mis­ta ucra­niano del perio­do de entre­gue­rras, que vió la crea­ción, ya en 1929, del movi­mien­to ban­de­ris­ta. Lla­ma­da «Orga­ni­za­ción de Nacio­na­lis­tas Ucra­nia­nos» (OUN), fue finan­cia­da en su tota­li­dad por el Reich de Wei­mar y lue­go por el de Hitler (des­pués de que el «auto­no­mis­mo» fue­ra sub­ven­cio­na­do por el Reich guillermino).

¿Cómo se desa­rro­lló este movimiento?

El movi­mien­to de Ste­pan Ban­de­ra, a par­tir de aho­ra «héroe nacio­nal» ofi­cial de la Ucra­nia esta­tal, y al que el Bata­llón Azov y otras agru­pa­cio­nes pro-nazis rin­den cons­tan­te­men­te home­na­je, se exten­dió a par­tir de 1929 a la Ucra­nia pola­ca y eslo­va­ca. No esta­ba pre­sen­te en la Ucra­nia sovié­ti­ca y orto­do­xa. Los «ban­de­ris­tas», como otras corrien­tes del «nacio­na­lis­mo ucra­niano», eran anti judíos, anti rusos y tam­bién vio­len­ta­men­te anti pola­cos. Inclu­so ata­ca­ron radi­cal­men­te a los ucra­nia­nos no auto­no­mis­tas y a los ucra­nia­nos que habían per­ma­ne­ci­do cer­ca de Rusia.

Estas ban­das de auxi­lia­res de la poli­cía ale­ma­na, a par­tir de 1939 en la Polo­nia ocu­pa­da, y lue­go a par­tir del 22 de junio de 1941 en la URSS ocu­pa­da, for­ma­ron un lla­ma­do «ejér­ci­to de insu­rrec­ción», el UPA. Estos 150 a 200.000 cri­mi­na­les de gue­rra masa­cra­ron indis­cri­mi­na­da­men­te a cien­tos de miles de sus «enemi­gos»: judíos, ucra­nia­nos lea­les al régi­men sovié­ti­co, rusos y pola­cos, a los que odia­ban tan­to como a los demás. Por poner sólo el ejem­plo de los pola­cos, entre 70.000 y 100.000 civi­les fue­ron ase­si­na­dos por las mili­cias ban­de­ris­tas duran­te la gue­rra. El argu­men­to pro­pa­gan­dís­ti­co de moda, según el cual el Esta­do pola­co aco­gió calu­ro­sa­men­te a los «veci­nos» ucra­nia­nos, sen­ti­men­tal­men­te cer­ca­nos, es, a la luz de esta lar­ga his­to­ria cri­mi­nal (que comien­za antes de la gue­rra), absurdo.

En 1944, cuan­do la Unión Sovié­ti­ca recu­pe­ró el con­trol de toda Ucra­nia, inclui­da Lvov (en julio), 120.000 de estos cri­mi­na­les de gue­rra huye­ron a Ale­ma­nia. Los Esta­dos Uni­dos los uti­li­za­ron cuan­do lle­ga­ron en la pri­ma­ve­ra de 1945.

Dos his­to­ria­do­res esta­dou­ni­den­ses publi­ca­ron un libro sobre el tema, dis­po­ni­ble en línea en inglés: Hitler’s Sha­dow. Es aún más intere­san­te por­que sus dos auto­res son his­to­ria­do­res apro­ba­dos por el Depar­ta­men­to de Esta­do, con el que tra­ba­jan ofi­cial­men­te en la his­to­ria del exter­mi­nio de los judíos: Richard Breit­man y Nor­man J.W. Goda. Estos auto­res expli­can cómo Esta­dos Uni­dos, nada más lle­gar a Ale­ma­nia en la pri­ma­ve­ra de 1945, habría res­ca­ta­do a todos los cri­mi­na­les de gue­rra, ale­ma­nes o no. Algu­nos de los ban­de­ris­tas per­ma­ne­cie­ron en Ale­ma­nia, en las zonas occi­den­ta­les, prin­ci­pal­men­te en la zona ame­ri­ca­na, con una gran agru­pa­ción en Múnich. Otra par­te fue reci­bi­da con los bra­zos abier­tos en Esta­dos Uni­dos, a tra­vés de la CIA, desa­fian­do las leyes de inmi­gra­ción, y otra par­te se que­dó en el oes­te de Ucrania.

Este últi­mo gru­po, de varias dece­nas de miles de per­so­nas, empren­dió una gue­rra impia­do­sa con­tra la Unión Sovié­ti­ca: entre el verano de 1944 y comien­zos de los años 50, ase­si­nó a 35.000 fun­cio­na­rios civi­les y mili­ta­res, con apo­yo finan­cie­ro ale­mán y esta­dou­ni­den­se, espe­cial­men­te nota­ble des­de 1947 – 1948. Un exce­len­te his­to­ria­dor ger­mano-pola­co, Grze­gorz Ros­so­lins­ki-Lie­be, ha demos­tra­do que el ban­de­ris­mo sigue sien­do hoy en día una fuen­te pro-nazi insa­cia­ble: los nume­ro­sos here­de­ros de Ban­de­ra odian por igual a pola­cos, rusos, judíos y ucra­nia­nos que no son fascistas.

Ni que decir tie­ne que este inves­ti­ga­dor ha teni­do gran­des pro­ble­mas de cen­su­ra des­de la Revo­lu­ción Naran­ja de 2004, y más aún en la épo­ca del Mai­dán, sobre todo por­que su tesis estu­dia­ba cómo, des­de 1943, los ban­de­ris­tas habían crea­do una leyen­da de «resis­ten­cia a los nazis» tan­to como a los rojos y a los judíos. Una leyen­da que fue muy útil para incluir­la en la lis­ta de gru­pos «demo­crá­ti­cos» apo­ya­dos por Washington.

¿Cuá­les fue­ron las con­se­cuen­cias de esta colusión?

Entre los cri­mi­na­les de gue­rra aco­gi­dos calu­ro­sa­men­te en Esta­dos Uni­dos, los inte­lec­tua­les están muy pre­sen­tes. Des­de 1948, han sido reclu­ta­dos en gran núme­ro por las uni­ver­si­da­des esta­dou­ni­den­ses, enca­be­za­das por las de la Ivy Lea­gue, inclui­das Har­vard y Colum­bia. En los «cen­tros de inves­ti­ga­ción sobre Rusia», que han pro­li­fe­ra­do des­de 1946 – 1947, han par­ti­ci­pa­do jun­to con sus pres­ti­gio­sos cole­gas esta­dou­ni­den­ses, por soli­da­ri­dad, en una fre­né­ti­ca gue­rra ideo­ló­gi­ca con­tra Rusia. En este con­tex­to se difun­dió la leyen­da del «Holo­do­mor», cuyos acon­te­ci­mien­tos mar­ca­ron des­de enton­ces las eta­pas deci­si­vas de la con­quis­ta de Ucra­nia. Esta «inves­ti­ga­ción» y «ense­ñan­za», des­ple­ga­das duran­te más de 70 años, y difun­di­das en masa, con la ayu­da de los medios de comu­ni­ca­ción, duran­te déca­das en la Euro­pa ame­ri­ca­na, han «podri­do» lite­ral­men­te el cono­ci­mien­to «occi­den­tal» de la his­to­ria de Ucra­nia (y, más amplia­men­te, de la URSS).

La colum­na ver­te­bral de 2014 fue el apo­yo polí­ti­co de Euro­mai­dan, un ava­tar de las innu­me­ra­bles revo­lu­cio­nes de colo­res de los últi­mos vein­te años, alia­do con los oli­gar­cas que habían aca­pa­ra­do toda la rique­za de Ucra­nia des­de 1991. Cabe seña­lar que este tipo de saqueo no es exclu­si­vo de la Rusia de Putin, sino que se obser­va en casi todos los paí­ses sur­gi­dos de la Unión Sovié­ti­ca. En Ucra­nia, los oli­gar­cas se han apo­ya­do en estos ele­men­tos ban­de­ris­tas. El Esta­do ucra­niano de Poroshen­ko y sus suce­so­res des­de 2014 se apo­ya abier­ta­men­te en estos movi­mien­tos nazis que Esta­dos Uni­dos ha ali­men­ta­do en su seno, sin des­can­so, des­de 1944 – 1945.

Esta­dos Uni­dos tenía un pro­gra­ma explí­ci­to, codi­fi­ca­do en junio de 1948 en el mar­co de la CIA, para liqui­dar sin con­ce­sio­nes no sólo la zona de influen­cia sovié­ti­ca, sino al pro­pio Esta­do sovié­ti­co. Fue bajo la admi­nis­tra­ción demó­cra­ta cuan­do se puso en mar­cha la polí­ti­ca de «retro­ce­so» para aplas­tar el comu­nis­mo allí don­de se esta­ble­cie­ra (y para evi­tar que se esta­ble­cie­ra en cual­quier lugar de la zona de influen­cia esta­dou­ni­den­se). Como han demos­tra­do toda una serie de tra­ba­jos his­tó­ri­cos, inclui­dos los de inves­ti­ga­do­res esta­dou­ni­den­ses muy vin­cu­la­dos al apa­ra­to del Esta­do y muy anti sovié­ti­cos, este pro­gra­ma se eje­cu­ta defi­ni­ti­va­men­te con la CIA des­de su ini­cio, en julio de 1947.

Pode­mos cap­tar todo el alcan­ce del pro­gra­ma en el tex­to de febre­ro de 1952 de Armand Bérard, diplo­má­ti­co fran­cés des­ti­na­do en Bonn, que citó in exten­so en Aux ori­gi­nes du Car­can euro­péen. Bérard pro­fe­ti­zó que Rusia, tan debi­li­ta­da por la gue­rra de des­gas­te ale­ma­na libra­da con­tra ella de 1941 a 1945 (27 a 30 millo­nes de muer­tos, la URSS en Euro­pa devas­ta­da) capi­tu­la­ría bajo los gol­pes de Esta­dos Uni­dos y la Ale­ma­nia de Ade­nauer, ofi­cial­men­te per­do­na­da por sus crí­me­nes y rear­ma­da has­ta los dien­tes. Mos­cú aca­ba­ría cedien­do toda la Euro­pa cen­tral y orien­tal, que cons­ti­tuía su «zona de influen­cia» y que había expe­ri­men­ta­do «los cam­bios fun­da­men­ta­les, sobre todo de carác­ter demo­crá­ti­co, que, des­de 1940, se han pro­du­ci­do en Euro­pa orien­tal». Estas son las pro­pias pala­bras de este diplo­má­ti­co tan «occi­den­tal». Y la fecha de 1940 se refie­re a la enton­ces sovie­ti­za­ción de los Esta­dos Bál­ti­cos y par­tes de Ruma­nía y Polo­nia, todos ellos más fas­cis­tas que los demás.

Pero se nece­si­ta­ron unos cuan­tos años.

Des­pués de 1945, este tipo de pro­yec­to lle­vó su tiem­po, ya que el gobierno sovié­ti­co era menos insen­si­ble a su pro­pio pue­blo y a los pue­blos cir­cun­dan­tes de lo que afir­ma­ba la his­to­ria pro­pa­gan­dís­ti­ca «occi­den­tal». Pero se lle­vó a cabo con nota­ble con­ti­nui­dad y enor­mes recur­sos finan­cie­ros. El obje­ti­vo era toda la pobla­ción, aun­que se pres­tó espe­cial aten­ción a las éli­tes esta­ta­les e inte­lec­tua­les del país, que debían des­vin­cu­lar­se del Esta­do sovié­ti­co con carác­ter prio­ri­ta­rio. El esfuer­zo se ace­le­ró con­si­de­ra­ble­men­te tras la vic­to­ria esta­dou­ni­den­se en 1989, y con mayor efi­ca­cia, cuan­do Rusia atra­ve­só una déca­da de com­ple­ta deca­den­cia. Hay que recor­dar que bajo el man­da­to de Yel­tsin, las poten­cias extran­je­ras, prin­ci­pal­men­te Esta­dos Uni­dos, gober­na­ban el país, la eco­no­mía esta­ba subas­ta­da, la pobla­ción dis­mi­nuía un 0,5% al año (dra­má­ti­ca­men­te en Sibe­ria y el Lejano Orien­te), y la espe­ran­za de vida de la pobla­ción rusa había dis­mi­nui­do drás­ti­ca­men­te en 1994 (casi diez años para los hombres).

Duran­te estos años, el tra­ba­jo ger­mano-esta­dou­ni­den­se de ter­mi­tas que Breit­man y Goda des­cri­bie­ron para los años 1945 – 1990 (por­que los ale­ma­nes esta­ban estre­cha­men­te invo­lu­cra­dos) obvia­men­te se inten­si­fi­có. Es cier­to que la Natio­nal Endow­ment for Demo­cracy (NED), tan que­ri­da por Vic­to­ria Nuland, una emi­nen­cia de las admi­nis­tra­cio­nes Bush y lue­go de todos sus suce­so­res demó­cra­tas, Biden inclui­do, aca­ba de borrar de su sitio web sus archi­vos sobre la finan­cia­ción, has­ta enton­ces públi­ca, al menos en par­te, de la sece­sión de Ucra­nia, y lue­go de su inser­ción en el apa­ra­to de agre­sión con­tra Rusia. Pero el por­tal del Depar­ta­men­to de Esta­do no cen­su­ró la con­fe­sión del 13 de diciem­bre de 2013 de la sub­se­cre­ta­ria de Esta­do Nuland, la dama de las bue­nas obras de Mai­dán, tan pre­sen­te en Kiev en febre­ro de 2014, ante el Con­gre­so: decla­ró con orgu­llo que des­de la caí­da de la URSS (1991), Esta­dos Uni­dos había inver­ti­do más de 5.000 millo­nes de dóla­res para ayu­dar a Ucrania.

El obje­ti­vo era, sin duda, ase­gu­rar el con­trol defi­ni­ti­vo de la rique­za agrí­co­la e indus­trial de Ucra­nia, el obje­ti­vo final de esta lar­ga cru­za­da. Pero tam­bién urgía incor­po­rar al país a la OTAN, de la que ya son miem­bros casi todos los paí­ses de la anti­gua zona de influen­cia sovié­ti­ca y varias de las anti­guas repú­bli­cas sovié­ti­cas. Esto ha sido reco­no­ci­do duran­te muchos años. Lo reafir­mó cla­ra­men­te la «Car­ta de Aso­cia­ción Estra­té­gi­ca entre Esta­dos Uni­dos y Ucra­nia fir­ma­da el 10 de noviem­bre de 2021 por el secre­ta­rio de Esta­do esta­dou­ni­den­se Antony Blin­ken y el minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res ucra­niano Dmy­tro Kule­ba»: esta es la redac­ción que exhi­be con orgu­llo el Par­la­men­to Euro­peo en Estras­bur­go en su «Reso­lu­ción de 16 de diciem­bre de 2021 sobre la situa­ción en la fron­te­ra ucra­nia­na y en los terri­to­rios de Ucra­nia ocu­pa­dos por Rusia».

A par­tir de enton­ces, era nece­sa­rio poner a Mos­cú, lo antes posi­ble, a cin­co minu­tos de dis­tan­cia de las bom­bas ató­mi­cas que se habían alma­ce­na­do des­de los orí­ge­nes del Pac­to Atlán­ti­co (en algu­nos casos des­de prin­ci­pios de los años 50) en los paí­ses miem­bros de la OTAN. Esto con­tri­bu­yó a exa­cer­bar la dispu­ta sobre la mise­ria infli­gi­da por la Ucra­nia de Mai­dan a las pobla­cio­nes de Don­bass, en cla­ra vio­la­ción de los acuer­dos de Minsk. La pro­pa­gan­da occi­den­tal guar­dó silen­cio des­de 2014 has­ta febre­ro de 2022 sobre estas mise­rias y sobre la vio­la­ción de los acuer­dos de los que París y Ber­lín eran «garan­tes».

La lar­ga coyun­tu­ra his­tó­ri­ca y la evo­lu­ción des­de 1989, seria­men­te agra­va­da des­de 2014, han aco­rra­la­do a Rusia. Todos los obser­va­do­res razo­na­bles seña­lan que lan­zó la gue­rra con­tra Ucra­nia el 24 de febre­ro de 2022, lle­va­da al lími­te. Este paso recuer­da al que dio la Unión Sovié­ti­ca a fina­les de 1939.

¿Qué quie­re decir con esto?

Este es un ele­men­to esen­cial. A fina­les de 1939, la Unión Sovié­ti­ca hizo un inten­to sin­ce­ro de nego­ciar con Fin­lan­dia, que se pre­sen­ta­ba en los archi­vos his­tó­ri­cos y mili­ta­res como un alia­do puro y duro de la Ale­ma­nia nazi. Des­de 1935, Ale­ma­nia había esta­ble­ci­do una serie de aeró­dro­mos mili­ta­res en Fin­lan­dia, que eran bases de ata­que de fac­to a la URSS cedi­das a Ale­ma­nia, y que se uti­li­za­ron efec­ti­va­men­te duran­te la gue­rra para la agre­sión ale­ma­na con­tra la URSS. Duran­te sema­nas, Mos­cú dis­cu­tió en vano con Fin­lan­dia, que había for­ma­do par­te del Impe­rio ruso pero que se había con­ver­ti­do en un país cla­ve en el «cor­dón sani­ta­rio» anti bol­che­vi­que de 1918 – 1919. Los sovié­ti­cos pidie­ron a Fin­lan­dia que inter­cam­bia­ra par­te de su terri­to­rio para crear una fuer­te zona de amor­ti­gua­ción defen­si­va alre­de­dor de Lenin­gra­do por un terri­to­rio más amplio (sovié­ti­co). Las con­ver­sa­cio­nes fra­ca­sa­ron, bajo la pre­sión de Ale­ma­nia y de todos los paí­ses «demo­crá­ti­cos» que, como decla­ró enton­ces un diplo­má­ti­co fas­cis­ta ita­liano, soña­ban con una «San­ta Alian­za» gene­ral con­tra los soviéticos.

La URSS inva­dió Fin­lan­dia el 30 de noviem­bre de 1939. Se enfren­tó a una pro­pa­gan­da como la que aho­ra se difun­de y a san­cio­nes (inclui­da la expul­sión de la Socie­dad de Nacio­nes, con­se­gui­da por una­ni­mi­dad el 14 de diciem­bre siguien­te). Se tra­ta­ba del mons­truo sovié­ti­co con­tra la pobre­ci­ta Fin­lan­dia, y el Vati­cano del pro-nazi Pío XII esta­ba tan vol­ca­do como el actual Papa sobre los «ríos de san­gre» ucra­nia­nos. La «gue­rra de invierno», en un país cla­ve del «cor­dón sani­ta­rio» don­de la pobla­ción lle­va­ba más de vein­te años «calen­ta­da» con­tra el comu­nis­mo y la URSS, fue terrible.

Con gran sufri­mien­to, el Ejér­ci­to Rojo final­men­te derro­tó a Fin­lan­dia. Y el 12 de mar­zo de 1940, el acuer­do alcan­za­do dió a Hel­sin­ki lo que Mos­cú ya había ofre­ci­do en 1939, ni más ni menos, y sin duda pro­te­gió a Lenin­gra­do de la inva­sión. Es sig­ni­fi­ca­ti­vo que la actual cam­pa­ña de pro­pa­gan­da vili­pen­die el lar­go perío­do de neu­tra­li­dad que obser­vó Fin­lan­dia en la pos­gue­rra, des­pués de que la Fin­lan­dia pro-nazi pasa­ra pre­vi­si­ble­men­te la gue­rra del lado de Alemania.

¿Esto le recuer­da la situa­ción actual de Ucrania?

Sí, si uno se ciñe a los hechos his­tó­ri­cos y no se limi­ta a decir que nos enfren­ta­mos a un mons­truo loco. Hoy leo en peti­cio­nes o en perió­di­cos de refe­ren­cia que Putin está ponien­do a Euro­pa, que antes esta­ba tran­qui­la y sose­ga­da, a fue­go y azu­fre. Pero no hemos oído a estos inte­lec­tua­les, reclu­ta­dos masi­va­men­te por la pren­sa domi­nan­te y des­ata­dos con­tra el «nue­vo Hitler», pro­tes­tar y mani­fes­tar­se con­tra los cien­tos de miles de muer­tos cau­sa­dos por los bom­bar­deos esta­dou­ni­den­ses y euro­peos en Irak, Libia, Afga­nis­tán y Siria. Los mis­mos que mal­di­cen a Putin encon­tra­ron exce­len­tes los 78 días de bom­bar­deos con­tra Bel­gra­do y el «nue­vo Hitler» Milo­se­vic. La com­pa­ra­ción, cabe seña­lar, se ha apli­ca­do a todos los «enemi­gos» que Occi­den­te se ha for­ja­do des­de que Nas­ser nacio­na­li­zó el Canal de Suez.

Tam­po­co recuer­do la rui­do­sa indig­na­ción de estos nue­vos anti­na­zis por los 500.000 niños que murie­ron en Irak por fal­ta de ali­men­tos y aten­ción médi­ca como con­se­cuen­cia inme­dia­ta del blo­queo anglo­ame­ri­cano, niños cuyo sacri­fi­cio «mere­ció la pena» según la recien­te­men­te falle­ci­da ex Secre­ta­ria de Esta­do demó­cra­ta Made­lei­ne Albright. ¿En qué con­sis­te este doble rase­ro sis­te­má­ti­co, apli­ca­do tam­bién a las pobla­cio­nes mar­ti­ri­za­das del Don­bass, de las que Putin es acu­sa­do de haber ins­tru­men­ta­li­za­do duran­te ocho años con­tra la tan sim­pá­ti­ca Ucrania?

Esta gue­rra, por lamen­ta­ble que sea, fue anun­cia­da hace mucho tiem­po, y las voces razo­na­bles de mili­ta­res, diplo­má­ti­cos y aca­dé­mi­cos de Occi­den­te, que no tie­nen acce­so a nin­gún órgano de «infor­ma­ción» pri­va­do o esta­tal impor­tan­te, son cate­gó­ri­cas sobre las res­pon­sa­bi­li­da­des exclu­si­vas y de lar­ga data de Esta­dos Uni­dos en el esta­lli­do del con­flic­to que su gobierno hizo inevitable.

¿Cómo cree que van las cosas?

No hago comen­ta­rios sobre el futu­ro, ya que los his­to­ria­do­res no deben hacer de pro­nos­ti­ca­do­res, sobre todo tenien­do en cuen­ta la pési­ma infor­ma­ción de que dis­po­ne­mos actual­men­te. Pero ten­go dere­cho a decir que Esta­dos Uni­dos es la poten­cia impe­ria­lis­ta cuyas gue­rras de agre­sión han acu­mu­la­do, des­de el final de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, millo­nes de muer­tos. Reco­mien­do el libro tra­du­ci­do de William Blum, un anti­guo fun­cio­na­rio de la CIA (son los mejo­res ana­lis­tas), que ha esta­ble­ci­do una estric­ta cro­no­lo­gía de los crí­me­nes de EE.UU. con­tra una gran can­ti­dad de los lla­ma­dos Esta­dos «cana­llas». [Ase­si­nan­do la espe­ran­za. Inter­ven­cio­nes de la CIA y del Ejér­ci­to de los Esta­dos Uni­dos des­de la Segun­da Gue­rra Mundial]

Rusia no siem­pre fue vis­ta como tal por «Occi­den­te», en los días de la «Gran Alian­za» y del «Tío Joe» (Joseph Sta­lin). Has­ta las últi­mas déca­das de pro­pa­gan­da «occi­den­tal» uni­la­te­ral sobre la libe­ra­ción de Euro­pa, con el des­em­bar­co ame­ri­cano en junio de 1944, se reco­no­cía de for­ma gene­ra­li­za­da que sólo el Ejér­ci­to Rojo había derro­ta­do a la Wehr­macht, ¡y a qué pre­cio! Según esti­ma­cio­nes recien­tes, Esta­dos Uni­dos sufrió menos de 300.000 muer­tes tota­les en la Segun­da Gue­rra Mun­dial en los fren­tes del Pací­fi­co y de Euro­pa, todas ellas de carác­ter mili­tar. Más arri­ba he recor­da­do el mons­truo­so núme­ro de muer­tos sovié­ti­cos: 10 millo­nes de bajas mili­ta­res, entre 17 y 20 millo­nes de bajas civiles.

Has­ta aho­ra, Rusia, sovié­ti­ca o no, no ha sem­bra­do rui­nas en gue­rras extran­je­ras. Ha sido obje­to de una agre­sión inin­te­rrum­pi­da por par­te de las gran­des poten­cias impe­ria­lis­tas des­de enero de 1918. No digo esto por­que sea par­ti­da­ria de Putin. Todos los docu­men­tos de archi­vo apun­tan en esta direc­ción, los diplo­má­ti­cos y mili­ta­res occi­den­ta­les son los pri­me­ros en saber­lo y en admi­tir­lo en su corres­pon­den­cia iné­di­ta. Este es el tipo de docu­men­ta­ción que he esta­do des­en­te­rran­do duran­te más de cin­cuen­ta años. Sólo hago mi tra­ba­jo como his­to­ria­do­ra a tra­vés de mi obra y al ana­li­zar la situa­ción actual.

Annie Lacroix-Riz

9 de abril de 2022

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