EL SOCIALISMO COMO «UNIVERSAL CONCRETO»

¿QUIÉN PIENSA EN ABSTRACTO?

G. F. W. Hegel

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¿Pen­sar? ¿Y en abs­trac­to? ¡Sál­ve­se quien pue­da! Así oigo excla­mar a un trai­dor ven­di­do ya al enemi­go… Lo que se tra­ta de saber es quién pien­sa en abs­trac­to. ¿Quién pien­sa en abs­trac­to? El hom­bre incul­to, no el cul­to. Me limi­ta­ré a poner algu­nos ejem­plos demos­tra­ti­vos de esta tesis de los que todo el mun­do reco­no­ce­rá que, en efec­to, la encierran.

Un ase­sino es con­du­ci­do al cadal­so. Para el pue­blo común no es otra cosa que un ase­sino. Tal vez las damas, al ver­lo pasar, comen­ten su aspec­to físi­co, digan que es un hom­bre fuer­te, her­mo­so, intere­san­te. Al escu­char esto, el hom­bre del pue­blo excla­ma­rá, indig­na­do: «¿Cómo? ¿Un ase­sino, y her­mo­so?» Un cono­ce­dor del hom­bre tra­ta­rá de inda­gar la tra­yec­to­ria segui­da por la edu­ca­ción de este cri­mi­nal; des­cu­bri­rá tal vez en su his­to­rias en su infan­cia o en su pri­me­ra juven­tud, malas rela­cio­nes fami­lia­res del padre y de la madre; des­cu­bri­rá que una lige­ra trans­gre­sión de este hom­bre fue cas­ti­ga­da con una dure­za exa­ge­ra­da que le hizo rebe­lar­se con­tra el orden exis­ten­te, que lo hizo colo­car­se al mar­gen de este orden y aca­bó empu­ján­do­lo al cri­men para poder sub­sis­tir. Pues bien, todo esto es pen­sar en abs­trac­to, no ver en el ase­sino más que esta nota abs­trac­ta, la de que es un ase­sino, de tal modo que esta sim­ple cua­li­dad des­tru­ye o borra en él cuan­to haya de natu­ra­le­za humana.

«¡Vie­ja, los hue­vos que quie­re ven­der­me están podri­dos!», dice la com­pra­do­ra a la cam­pe­si­na, en el mercado.

«¿Cómo? ‑repli­ca ésta- ¿que mis hue­vos están podri­dos? ¿Eso es lo que se atre­ve a decir esa pio­jo­sa de mis hue­vos? ¡Como si no supié­ra­mos que sus padres se comían los codos de ham­bre, que su madre se fugó con un fran­cés y su abue­la murió en el hos­pi­tal! ¡Mira qué paño­le­ta tan boni­ta y lle­na de aba­lo­rios lle­va! ¡Habría que ver cómo lle­va la cami­sa! ¿De dón­de habrá saca­do tan­tos ador­nos y tan­tos som­bre­ro? Si no hubie­se ofi­cia­les en la guar­ni­ción, no anda­rían muchas tan bien ves­ti­das y ten­drían que pasar­se el día zur­cien­do las medias.»

En una pala­bra, Ia ven­de­do­ra. Ile­va­da de su cóle­ra, no deja hue­so sano a la com­pra­do­ra. Pues bien, esta vie­ja pien­sa tam­bién en abs­trac­to, vién­do­lo todo, la paño­le­ta, los som­bre­ros y la cami­sa de la mujer, sus dedos y otras par­tes de su cuer­po y has­ta a sus padres y toda su paren­te­la, úni­ca y exclu­si­va­men­te a tra­vés del horri­ble deli­to come­ti­do por ella al decir que los hue­vos que tra­ta­ba de ven­der­le esta­ban podri­dos. A par­tir de este momen­to, ve todo lo que a esa dama se refie­re teñi­do por el color de los «hue­vos podri­dos». En cam­bio. creo que aque­llos ofi­cia­les de que habla la ven­de­do­ra de ser cier­ta su mali­cia, lo que mucho duda­mos- habrán podi­do ver en la dama cosas bien diferentes.

Y, pasan­do aho­ra de la vie­ja a los sir­vien­tes, hay que decir que los peor colo­ca­dos son los que tie­nen que ser­vir a per­so­nas de esta­do social infe­rior y poca for­tu­na. En esto, como en todo, el hom­bre incul­to pien­sa en abs­trac­to, se da aires de gran señor para con los cria­dos, sólo ve en ellos a sus ser­vi­do­res; se afe­rra al pre­di­ca­do de «ser­vi­do­res» y no sabe salir de ahí… La mis­ma dife­ren­cia apre­cia­mos en la mili­cia: en el ejér­ci­to aus­tría­co pue­de dar­se de azo­tes al sol­da­do: los sol­da­dos son, pues, una cana­lla. Por don­de el sol­da­do raso es con­ce­bi­do por el ofi­cial como el expo­nen­te abs­trac­to de un suje­to azo­ta­ble con el que él. un señor que vis­te uni­for­me y ciñe espa­da, tie­ne que habér­se­las, lo cual es para enco­men­dar­se al dia­blo. ( Wer­ke, t. XVIII, p. 400 s.)

en Ernst Bloch: Suje­to-obje­to. El pen­sa­mien­to de Hegel, F.C.E., Méxi­co 1982, p.32 – 33.

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UNIVERSAL CONCRETO

Tér­mino que en la filo­so­fía hege­lia­na mati­za la opo­si­ción entre abs­trac­tocon­cre­to. En con­tra de la tesis gene­ral­men­te admi­ti­da según la cual lo uni­ver­sal es nece­sa­ria­men­te abs­trac­to, Hegel sus­ten­ta que el uni­ver­sal pue­de ser abs­trac­to o con­cre­to. Según Hegel, la noción de uni­ver­sal abs­trac­to, que es la pro­pia del enten­di­mien­to, se refie­re a lo mera­men­te común a varios par­ti­cu­la­res, y por ello no pue­de afron­tar el pen­sa­mien­to de la con­tra­dic­ción, razón por la que un pen­sa­mien­to basa­do en esta noción se limi­ta a enten­der la reali­dad de mane­ra par­cial y está­ti­ca, ya que dicha con­cep­ción de lo uni­ver­sal depen­de toda­vía de lo par­ti­cu­lar. Pero si des­de la pers­pec­ti­va, no del enten­di­mien­to, sino de la razón, nega­mos dia­léc­ti­ca­men­te lo par­ti­cu­lar, obte­ne­mos el con­cep­to con todas sus deter­mi­na­cio­nes, lo que es lla­ma­do por Hegel un uni­ver­sal con­cre­to. Es decir, según Hegel, el uni­ver­sal con­cre­to es la sín­te­sis dia­léc­ti­ca de lo mera­men­te gene­ral abs­trac­to y de lo par­ti­cu­lar. Como sín­te­sis dia­léc­ti­ca efec­túa una supera­ción (Aufhe­bung) (ver tex­to) de ambos tér­mi­nos opues­tos, yen­do más allá de la mera abs­trac­ción y más allá de la mera par­ti­cu­la­ri­dad, alcan­zan­do la uni­ver­sa­li­dad y la con­cre­ción. En la expli­ca­ción de esta noción Hegel toma el con­cep­to de lo con­cre­to a par­tir de su sig­ni­fi­ca­do eti­mo­ló­gi­co, como con-cres­ce­re («lo que cre­ce con»), lo que le per­mi­te expre­sar que el uni­ver­sal con­cre­to apa­re­ce como el con­cep­to en su ple­ni­tud, enten­di­do en su tota­li­dad y en su des­plie­gue que incor­po­ra todas sus ricas deter­mi­na­cio­nes y con­te­ni­dos sin depen­der ya de lo mera­men­te par­ti­cu­lar (ver tex­to 1tex­to 2).


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